lunes, 18 de marzo de 2024

Agustín Asenjo, aceite usado, palacortista y apostador (1)

Dos hermanos suyos, Primitivo y Miguel Ángel, nos hicieron vibrar en el mítico circuito de patinaje de la Plaza del Castillo, en los años 60. Agustín (pala corta), entre 1975 y 85, los sábados llenaba el Labrit con más de 1000 jubilados tomando partido -siempre contra él- con la esperanza -fallida- de verle perder.
DN Martes, 3 de diciembre de 1985
Las apuestas de Agustín Asenjo llenan cada sábado el Labrit
La pelota, una terapia particular pa-
ra conservar la forma a los 51 años
Pelotari, apostador, genio y discutido, Agustín Asenjo, con cincuenta y un años, llena cada sábado el Frontón Labrit. Y lo llena con apreturas. Tiene el mérito de promover, a su estilo y fuera de programas oficiales, una singular política de ocio y entretenimiento sobre la tercera edad que merecería todo un análisis sociológico. En ningún otro frontón se repite el ambiente y el espectáculo que protagoniza el pelotari navarro todos los sábados.
Agustín Asenjo provoca una inaudita relación de fervor-odio entre quienes gratuitamente llenan el frontón cada semana.
Invariablemente, pese a sus 51 años, es objeto en cada partido de un sonoro pugilato dialéctico de broncas, chillos e improperios por parte de quienes acuden al frontón, con la esperanza de verle perder. Como en las veladas de lucha libre que, sobre la tarima siempre alguien asume el papel de malo, en este caso el malo suele ser casi siempre el bueno. O sea, el que gana. Porque este es otro dato. Asenjo juega normalmente contra dos jugadores. Lo suyo es dar ventajas al contrario, apostar y la mayoría de las ocasiones imponerse al rival. Tantas pasiones suscita en la grada que en su día decidió no jugar más sin un juez de cancha que apacigüe con sus decisiones las reclamaciones airadamente partidistas del respetable ante cualquier pelota dudosa.

Recién casado
Pasión y temperamento en cada jor-
nada. Nunca falta el espectáculo.
Recién casado, «hace seis meses (junio del 85), dice, 22 años jugando, entre 2.500 y 3.000 partidos disputados en su vida («antes jugaba más de tres por semana y ahora unos cien al año»), calcula que por lesiones sólo habrá dejado de jugar unos doce sábados en toda su vida, y que su popularidad se debe más que nada a su forma de jugar variando esquemas y planteamientos pelotazales. «A la gente le gusta que le ofrezcan variaciones en el saque, en el rebote... Así como se esta jugando un campeonato de manistas en el cuatro y medio, también es bueno variar en la herramienta». Sin embargo las «variaciones» que ofrece Asenjo se acercan a lo circense: En este sentido, aunque cada vez las apuestas se prodiguen con menos frecuencia, a Asenjo le gusta aceptar envites insólitos.

Apuestas de leyenda
Nadie olvida que en una ocasión ganó un partido cargando sobre el hombro un banco de 2,4 metros de largo y 14 kilos de peso. «Si el banco tocaba el suelo era falta mía. En otra ocasión llegué a jugar cargado con 20 kilos de virutas de hierro». Y recuerda que la vez del banco el primero en solicitar un banco para descansar fue el contrincante. Reconoce que sobre su persona se han contado muchas. leyendas. «Se me adjudican apuestas que no he realizado» Pero esto es lo anecdótico, «lo que merece la pena resaltar es que cuando comencé a jugar en el Labrit no acudía nadie pero desde hace diez años el frontón se llena y el público se va renovando cada año por la sencilla razón de que por ley natural un diez por ciento deja de acudir cada año y el frontón se sigue llenado incluso con estudiantes, y gente joven».

A mil duros
■ «Me indigna que siempre quieran que pierda yo»
■  Jugó con un banco de 14 kilos atado a la espalda
El secreto estriba en responder en cualquier posición
Asenjo afirma que a veces hace como que se enfada con los espectadores. «Ellos me chillan y yo muchas veces les respondo»; y que la pelota aparte de salud no le ha dado dinero.
—«En contra de lo que la gente piensa la pelota no me ha dado dinero. Pienso que me ha ayudado en mis negocios, pero nada más. Hay una leyenda en este sentido y algunos piensan que vivo de esto.. Las apuestas no me han dado ni para pelotas. Normalmente nos jugamos mil duros y el que pierde además tiene que pagar el alquiler del frontón que son 2.500 pesetas». .

«No sé hacer jugadas» 
El Labrit, lleno cada sábado
Asenjo reconoce que los años no pasan en balde, «contra dos buenos no tengo nada que hacer, ni tengo nada que hacer con Insausti», que a juicio de los entendidos es el único pelotari que hoy por hoy puede con él. Ha vencido a profesionales de la talla de Utge «y perdí can Musi». Sin embargo no lograron en su día convencerle para hacerse profesional. Rechaza cualquier adjetivo de genial o brillante, «yo no soy nada de eso, al contrario yo no sé hacer jugadas. Soy en todo caso un jugador de fuerza, de habilidad defensiva para darle a la pelota en muchas posturas difíciles. Pero no me verán nunca hacer dos paredes, no soy un jugador ratonero, aparte de que en pelota es difícil ganar partidos a base de genialidades. Nuestra especialidad es de fuerza fundamentalmente». 
Los aficionados recuerdan una época en la que Asenjo formaba pareja con Carmelo Echavarren y jugando contra Mendiluce y Egaña. En 1968 con la pelota como deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos de México pudo formar parte del equipo español. «Se convocaron unos entrenamientos para hacer la selección, pero me ponía muy nervioso. Veía que gente que era peor que yo me vencía y lo dejé. Muchas veces me han insistido para representar a Navarra, pero no rindo igual cuando juego para este tipo de compromisos qué cuando juego a mi aire».
La fuerza y el juego defensivo,
cualidad del veterano jugador. 
El jugar en solitario contra dos obliga a dar doble número de pelotazos que un jugador normal. Esta circunstancia se traduce en una enorme sobrecarga muscular sobre el hombro y brazo. Por ello es consciente de que cualquier día puede decir adiós a las canchas. «¿Que qué haré? Pues igual me compro una boina y me convertiré en espectador». De todas formas tras una lesión en el pie aseguran que hoy en día se encuentra en mejor estado de forma que hace dos o tres años. «Antes no buscaba la pelota y ahora me noto que busco otra vez la pelota».

Cordialmente insultado
Pero, si algo llama la atención en torno al fenómeno social-deportivo que rodea al pelotari navarro, es esa curiosa reacción de rechazo entre sus propios seguidores. Porque, qué duda cabe de que el noventa por ciento de los jubilados que llenan el Labrit acude atraído por la leyenda de Asenjo y sin embargo increpan severamente el quehacer pelotazale del veterano jugador.
«Es algo que me indigna porque parece que siempre quieren que pierda yo. Dicen que es natural que la gente se incline por el más débil, pero aunque juegue contra una pareja de 25 años cada uno siempre apoyan a los más jóvenes. Antes en las pelotas dudosas el público siempre se pronunciaba en mi contra, así que desde hace ocho años no me ha quedado más remedio que jugar con un juez para que la gente se atenga a lo que diga el juez».
G.A.

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