Hace unos días entró en mi estantería, cargadita de libros, un gusano. Le pedí santo y seña, y me dijo que se llamaba Godofredo, el Gusano Comelibros.
Como soy ecologista (y ecocuentista), le dije que podía instalarse en la biblioteca con toda comodidad, pero sin hacerme ningún desaguisado.
¡Ya, ya!
Tengo una colección soberbia de 10 tomos sobre la vida del lirón careto (¡qué gracia le hacía a mi madre cuando se lo oía decir a Félix Rodríguez de la Fuente!).
Está colocada con mimo en mi biblioteca.
Como veis en la foto, en los lomos de los libros veo, de izquierda a derecha, el número de cada tomo, del uno al diez. Cada tomo tiene 100 hojas y, curiosamente, por hojas están numerados (no por páginas o por caras). ¡Ni que fuera catalán el editor!
Pues, esta mañana me he llevado el tremendo disgusto de que Godofredo me dice, todo orgulloso, que ha hecho un túnel perfecto desde la hoja nº 1 del primer tomo hasta la hoja 100 (ambas incluidas) del tomo 10.
Indignado le grito: "¡Godofredoooo, cómo has atravesado las 1000 hojas de mi colección sobre el lirón careto!"
Y me contesta con desparpajo: "¡mil, no!".
Voy a comprobarlo ... ¡Y, encima, tengo que darle la razón al puñetero gusano! ¡No son mil!
***
Para resolverlo no se necesita otra cosa que el sentido común y tenacidad a prueba de tentaciones de mirar la solución.
Es un problema sorprendente, y de los que dan gran placer al resolverlo por ti mismo.
No te rindas y lo disfrutarás.
Y luego nos lo cuentas.
Nota: olvidaos de las tapas. Como si no existieran. Sólo cuentan las hojas.
No hay mayor placer que encontrar la solución por ti mismo. Pero, si no eres tenaz y te rindes, aquí tienes la solución.
Tiene Iñaki una muy buena costumbre: unos días antes de San Saturnino, y para calentar motores, suele dar un "conciertico" (así lo llama él), en plan familiar, con sus canciones de temas pamploneses.
Entre ellas no podía faltar una dedicada a La Pamplonesa, la banda de música por antonomasia de Pamplona, fundada en 1919, que forma una parte muy importante de la actividad cultural y popular de la ciudad.
Durante
toda mi infancia formaron parte del paisaje del Redín. Todavía lo
estoy viendo al señor Elizari, andando hacia atrás, sacando de su
cinturón de esparto las hebras que luego, milagrosamente, se
convertirían en cuerdas.
Con
todos los hermanos que éramos (y bastante moviditos), a pesar de
tener que compartir el espacio del Redín, jamás tuvimos el más
mínimo roce con los Elizari. Guardaban la mayor parte de aperos en
la caseta de piedra, pero alguna vez, bajaban por el túnel que
va al pie de la muralla y abrían el portón. Y me dejaban
curiosear.
Quienes
sí tuvieron algún problemilla eran mis hermanas. Algunas veces,
cuando pasaban debajo de las cuerdas, que giraban a gran velocidad,
sus melenas quedaban enganchadas y tenían que parar la rueda.
Mientras,
siempre en el Redín, las chicas leían cuentos de hadas o saltaban a
la cuerda acompañándose de canciones preciosas, de romances
antiguos (hay un libro de Alejandro Ciarra de largo título:
"Canciones populares infantiles en las calles de Pamplona. Años
40").., los chicos jugábamos a "tijerica tijerón,
cazuelica cazuelón", "tres navíos en la mar", "a
la una saltaba la mula"... La que más me gustaba era "Allá
arribica, arribica", una variante de "a la una saltaba la
mula". Creo que era así:
Allá arribica, arribica
había una montañica,
en la montañica un árbol,
en el árbol una rama,
en la rama una hoja,
en la hoja un nido,
en el nido 4 huevos,
que son: blanco, rojo, azul y negro.
Cogí el blanco y me quedé manco
(había que saltar "a la mula" con una sola mano).
Cogí el rojo y me quedé cojo (se
añadía a lo anterior saltar con un solo pie).
Cogí el azul y me quedé tuerto y
descalabráo (una mano, un pie, un ojo tapado y estornudando. Con ésta nos partíamos el culo de risa).
Cogí el negro y me quedé bueno
(recuperabas felizmente todas tus funciones).
Pero también había juegos mixtos (los que tenían que ver con la
cultura). La mula bajaba la altura (para que saltaran las chicas sin
enseñar nada) y quien mandaba decía: "¡países europeos!
¡marcas de coches!..." yo, cuando ya no sabía más marcas,
solía decir "el haiga".
La
edad de piedra
Para
cuando McLuhan, en los años 60, lanzó aquello de que el medio era
el mensaje, nosotros, unos años antes, ya lo intuíamos. En aquellos
años no nos comunicábamos tanto mediante símbolos (la palabra...),
sino por señales (las que nos dejaban en la cabeza las piedras que
nos servían de medio de comunicación). Ahora nos mandamos correos,
sms, wasaps... antes nos decíamos lo mismo, aunque de modo más
contundente.
Por
ejemplo:
1. Fani
era una chica muy guapa y, un día que estaba ella con tres amigas
mayores, quise llamar su atención. Como no podía tirarle los tejos
(ya que ese árbol no se daba en el Redín), busqué una piedrecita
sin aristas, lo más redondita posible (poco más que una canica) y
la lancé rodando por el suelo hacia el grupo de amigas. Con tan mala
fortuna que la piedra dio en el tobillo de la hermosa Fani, quien
rompió a llorar.
La
respuesta a mi cariñoso mensaje vino por parte de Gumersindo Bravo,
sí, el Maestro Bravo, quien, erigiéndose en portavoz del grupo de
amigas, dejó de lado las corcheas y me lanzó un par de pedruscos
(que esquivé mientras corría hacia la Plazuela de San José)
acompañados de una palabra que no entendí: "¡cafre!"
Según
escapaba, me decía a mí mismo: "será cofre, se habrá
equivocado". Pero, ya en casa, enseguida mi hermano mayor, que
siempre fue muy sabio, me ilustró: "son una tribu africana muy
bestia".
2. Iñaki (creo). Nunca
he entendido cómo aquel chico, algo menor que nosotros, se acercó y
nos dijo: "¡a que no me pegáis con una piedra!".
Seguramente (lo pienso ahora), pretendía que lo acogiéramos en el
grupo, pero entonces no caímos en la cuenta. Se quedó quieto
parau a escasos metros y empezamos a tirarle. No había manera,
¡las esquivaba todas! Cogí una piedra alargada, en forma de D (aún
la estoy viendo) y le di en mitad de la cabeza.
Para
cuando, horas más tarde, llegamos a casa, a mi padre ya se lo habían
contado y quería que le acompañara a la casa del chico para pedir
perdón. Me negué: "¿por qué? ¡Si nos ha pedido que le
tiráramos piedras!". Tuvo que suplantarme mi hermano pequeño.
(Nota: algunos años más tarde, él bien lo sabe, le devolví el
favor a mi hermanico).
3.
Le llamábamos "Fou-fou". No sé de dónde había salido
aquel chico francés (creo que era sobrino de algún canónigo),
pero, mirad el mote, aún estaba más loco que nosotros. Un día
propusimos hacer una guerra entre franceses y españoles. Quizás no
entendió bien (él era el único francés), pero aceptó. A pedradas
logramos echarlo del Redín, pero él, pasando la puerta de
Zumalacárregui y sin atravesar el puente levadizo, se atrincheró en
lo que se llama Baluarte bajo del Pilar. Entretenidos como estábamos
en la guerra contra el gabacho, no nos percatamos de que teníamos
detrás al japi (el guarda. Curiosamente
este término no aparece en el Diccionario de Iribarren). "¿Cómo te llamas? ¿Dónde
vives?" Y todos dijeron la verdad. Yo, sin vacilar, dije:
"Curia, 25, 1º". Cuando luego fui a ver, comprobé que
tras las persianas venecianas verdes del 25, 1º, ¡vivía otro
guardia!
En casa, por haber manchado el honor familiar, ya os podéis
imaginar...
Hoy
Desolvidar se viste de gala (bueno, con los recortes...) para
presentaros el Himno de Pamplona. Fue interpretado por vez primera en
el Teatro Gayarre el 29 de noviembre de 2012, día de San Saturnino, patrono
de esta ciudad. [Actualización 15.06.16 Pero antes de empezar con el "himno oficial", me gustaría que vierais cómo ha quedado la primera (que yo sepa) canción dedicada a Pamplona, en cuyo amejoramiento han colaborado Jokin Idoate y Chus (en la parte musical), y Miguelo con las impresionantes imágenes de 1928 que me envió:
]
Prosigamos con el "Himno oficial"... La
grabación sonora que vais a escuchar fue hecha, muy dignamente, con
métodos caseros, por lo que, siendo además ejecutada por una coral,
resulta un poco difícil entender la letra. Por ello me he visto
obligado a usar una cinta perforada,
que recorre todo el vídeo, para que podáis seguirla y cantarla.
Me
he permitido la licencia de subtitular este Himno como "Iruña,
verde esmeralda". Iruña,
porque, además de haberse traducido al euskera
las tres últimas estrofas, es el nombre cariñoso ("la Vieja
Iruña") que todos los pamploneses usamos. Verde
por el esfuerzo que ha hecho Pamplona por mantener y amejorar
los dobles y triples cinturones de árboles, ríos y naturaleza que
la rodean, además de los parques y jardines interiores. Y esmeralda..,
por lo que luego veréis.
Iñaki Lacunza (letra), Máximo Olóriz (música) y Jon Arretxe (traducción al euskera)
Los
autores
Esta
solemne música, muy apropiada para un himno, se la debemos a Máximo Olóriz, vicedirector
del Conservatorio Superior de Música de Navarra y director de la
Coral San Andrés de Villava. La letra es de Iñaki Lacunza, el
Trovador de Pamplona, fundador de tropecientos grupos musicales y
creador e intérprete de un ramillete de canciones que tienen a
Pamplona como destinataria. La traducción a la lengua vasca es de Jon Arretxe, creador literario y miembro de AGAO.
miembros (más bien, miembras) de AGAO y de La Pamplonesa
Los
intérpretes
Este
himno fue interpretado, en su parte vocal, por el coro
Premier Ensemble de AGAO
y, en la instrumental, por La Pamplonesa.
Intenciones
y precauciones
Es
el deseo de todos, tanto de los autores e intérpretes, como del hacedor de este
blog, que este himno se convierta en el oficial de Pamplona y en el
himno real de la calle. Queremos que los pamploneses y todos los que
nos visiten se lo sepan y lo canten. Precisamente por ello, para que no nos falléis, es necesario tomar
alguna precaución. Esta canción es muy hermosa, muy emocionante...
Poned, pues, a mano el pañuelo y, quienes tengáis alguna dolencia cardíaca, id tomando el sintrom antes de darle al play.
Y ahora ya podéis pinchar:
Himno a Pamplona: "Iruña, verde esmeralda"
Pamplona, ciudad
hermosa, entre Ribera y Montaña, duerme al pie de San
Cristóbal, arrullada por el Arga. Pamplona, que siempre
fue capital de un Viejo Reyno, monarcas en el pavés, que
hoy descansan en su Seo. Pamplona: Navarrería, San Cernin,
San Nicolás; tres destinos, una vida, tres burgos, una ciudad.
Pamplona, seis toros
bravos recorriendo la Estafeta, ocho gigantes
danzando universal en la Fiesta.
Pamplona, puente
tendido en la ruta a Compostela, la Primera del Camino que
señalan las estrellas
Pamplona, verde esmeralda, en
cadenas engarzada; Pamplona, verde esmeralda, en el blasón de
Navarra.
Iruña,
sei zezen suhar Estafetatik aurrera, zortzi erraldoi
dantzan unibertsala Bestan.
Donejakuerakoan eraikitako
zubia, Lehena zeruko izarrek adierazi Bidean.
anverso y reverso de la esmeralda de Miramamolín, en la Colegiata de Roncesvalles
Iruña,
verde esmeralda... Cuenta
la leyenda que las cadenas de nuestro escudo proceden de las que
llevaban los soldados esclavos que protegían la tienda de
Miramamolín en la batalla de las Navas de Tolosa (hace ahora 800 años) y que la esmeralda
la arrancó el propio Sancho el Fuerte del turbante del califa.
Pero,
sea como fuere, me parece una metáfora preciosa para nuestra vieja
Iruña, nuestra Pamplona. Del mismo modo que en el escudo de Navarra
figura esa esmeralda (que se guarda en la Colegiata de Roncesvalles)
en el centro de sus ocho brazos de eslabones, así Pamplona es la
capital, la verde esmeralda que une y en la que confluye toda
Navarra.
Cuando
me he puesto en contacto con Iñaki para felicitarle por tan hermosa
analogía, humildemente me ha reconocido que el feliz hallazgo no era
suyo, que él lo había leído en una obrita de Francisco Javier Zabalo y había considerado que debía figurar en el himno. Sencillez
y humildad que te honran, Iñaki. ...en el blasón de Navarra
Actualización 24.01.17 Ayer sacó DN, en Una Mirada Atrás, esta imagen agridulce. En diciembre de 2012 esta foto del Cross Internacional de Hiru-Herri, de Pachi Calleja, dio la vuelta al mundo. Abel Mutai cree que ya había llegado a meta como vencedor y se detiene pocos metros antes. Iván Fernández Anaya, que llegaba segundo, en vez de aprovechar el despiste y arrebatarle la victoria, le señala dónde está realmente la meta y lo mete casi a empujones. Dice Iván que, en los 17 años que lleva de competición, esto es lo mejor que le ha pasado. Y no me extraña. Siquiera por una vez, premio a la honradez. Y esta imagen encumbró al Cross Internacional Hiru-Herri. Hasta aquí la parte dulce. La agria, que el Cross de Hiru-Herri se ha celebrado el 8 de este mes de Enero sin apenas repercusión mediática. Ya no tiene el apellido de Internacional por falta de apoyo económico. Pero estoy convencido de que Juanjo Vizcay y compañía, con o sin apellidos, seguirán en la brecha con la misma ilusión. Actualización 30.03.13: Hoy, por casualidad, he entrado en esta página de Hiru-Herri y me he quedado impresionado de ser considerado "persona relevante", seguido de Jorge Lorenzo, Melendi, Abidal... en el trato de esta noticia. Gracias, señores de Hiru-Herri, pero me han hecho engordar unos cuantos kilos.
Actualización 10.12.12: acabo de recibir este correo de Juanjo Vizcay, presidente de Hiru Herri: Juanjo Vizcay Zalba
21:39 (hace 2 horas)
para mí
Kaixo
Patxi,
Nos
alegra que te hayas hecho eco del gesto de deportividad de Ivan y lo difundas.
Por supuesto que personas como tú utilices nuestras fotos y más para ensalzar
un gesto deportivo nos enorgullece.
A
quienes no seguís el atletismo, el nombre de Iván Fernández Anaya quizás
no os diga nada. El fútbol, con sus tropecientas transmisiones cada
día de la semana, lo acapara todo.
Pincha p'a leer
Pero
lo que hoy voy a contaros ratifica que el atletismo sigue siendo el
deporte rey.
Y el
domingo pasado lo demostró en Burlada (Navarra), en el Cross de Hiru
Herri. Lo que allí ocurrió emocionó a cualquier persona con un
poco de sensibilidad.
La
noticia
Que
un perro muerda a un niño, nunca ha sido noticia. La noticia es que
un niño muerda a un perro.
Si
el keniata Abel Mutai, medalla de bronce de 3000 m. obstáculos en
las pasadas Olimpiadas, participa en esa carrera, la noticia sería,
precisamente, que no ganara.
Sin
embargo, el Diario de Noticias, titulaba en su primera página:
"África gana en Burlada", mientras el Diario de Navarra
destacaba perfectamente la esencia de la noticia: "La
deportividad decidió el cross Hiru Herri". E insistía al día
siguiente: "No uno, sino dos campeones".
El
vídeo
Para
elaborar este vídeo he recogido 50 fotografías procedentes de la página de Hiru Herri, concretamente de Javiertxo Noain. En ellas se
ve cómo Mutai, creyendo que había llegado a meta, comienza a
celebrar la victoria y casi se detiene. A escasos metros viene Iván
Fernández Anaya quien, en lugar de adelantar, le señala dónde está la
meta y, situándose detrás del keniata, lo lleva al triunfo.
La canción que suena es de Alfredo Donnay, autor de bellísimas canciones populares alavesas, la tierra de Iván.
[Actualización 11.01.12: he conseguido unas imágenes más "reales" de la llegada. Gracias a ellas aún se ve mejor la actitud de Iván. Vamos, que casi lo mete al despistado Mutai a empujones en la meta:
]
A
Iván Fernández Anaya:
Escasos
segundos para tomar una decisión. Casi fue un reflejo, un reflejo
ético. Decisión de la que, Iván, no te arrepentirás jamás. Sí,
si hubieras pasado a Mutai. Tú mismo lo dijiste: "Él ya me
había ganado y quedaba muy feo pasarle por un despiste". Ética
y estética.
Muchas
gracias, Iván. En esos escasos segundos diste una clase magistral de
deportividad.
Aquí
tienes un admirador que, por supuesto, seguirá tus carreras... y tus lecciones.
Actualización 07.12.12: Recogido de El Correo: "Fernández explica también que su acción no le repuso pérdida económica alguna. La carrera carecía de premios en metálico en función de los puestos finales. «Corríamos con un fijo, no importaba qué clasificación lográsemos», explica el vitoriano. «Pero si hubiese sido diferente» -en muchas carreras sí se premian a los campeones- «habría actuado de la misma manera, estoy seguro»." Actualización 17.11.13: El reencuentro Actualización 02.12.13. Hace unos días se ha subido a YouTube este maravilloso vídeo, recordando su gesto y la tremenda repercusión mediática:
Nota: antes de empezar a leer, baja a los vídeos y dale al "Play" e inmediatamente a "Pausa". Así irán descargando para cuando quieras verlos
San Saturnino, Iñaki Lacunza y yo
Como
habéis visto en la entrada anterior, la mañana de San Saturnino
comenzó lloviendo a ratos y con un cielo siempre amenazante. Pero la
Comparsa de Gigantes y Kilikis fue capaz de llegar al Ayuntamiento
desde Autobuses.
Mientras
tanto, los muchachos de La Cofradía calentaban motores en el Javier
con un suculento almuerzo (dicen las malas lenguas que se fueron sin pagar). Y, como no pueden evitarlo, tuvieron una alegre
sobremesa:
¿Cuántos
niños os habéis quedado hoy con las ganas de ver a vuestros
kilikis, a vuestros gigantes?
Y
eso que la Comparsa ha venido desde Autobuses (donde tienen su casa
durante todo el año) hasta el Ayuntamiento.
Pero,
como es normal a fines de noviembre, ha empezado a llover y han
tenido que resguardarse en el zaguán (esta palabreja que os la
expliquen vuestros padres) del Ayuntamiento.
En
este vídeo vais a ver a un Caravinagre muy tranquilo, en vez de ser
el kiliki más avinagrado, como su nombre indica.
Y
también veréis cómo usan ya las nuevas tecnologías para
comunicarse entre ellos.
Por
cierto, amigos, los gigantes siguen bailando muy bien, pero... hoy,
hasta ahora no lo sabía, me he dado cuenta de que ¡¡¡no llevan ropa
interior!!!
No
sé, se me ha hecho raro verlos por dentro, sin eso que tú llevas.
Ah!
se me olvidaba, uno de los gigantes casi se abre la cabeza (¡vaya
susto! escucha, escucha). Y, por salvarlo, uno de los mozos que lo
cuida (Aitor) casi se queda sin pantalón.
Éstas, las del Redín, fueron nuestras murallas hasta los 10 años
Introducción
Hace
unos días asistí a una conferencia de Juan José Martinena sobre
las murallas de Pamplona. En un tono coloquial, amenizado por
antiguas imágenes del Archivo Municipal de Pamplona, fue desgranando sus
vivencias en las murallas, vivencias salpicadas de anécdotas que
consiguieron retrotraernos a aquellos tiempos infantiles en los que
las murallas fueron nuestro lugar de juegos y aventuras.
Hablando
de travesuras, nos contó que en la parte Este del Fortín de San
Bartolomé, en el túnel situado en el foso, solía estar el famoso Agustín, y que ellos, al salir de Escolapios, iban a
tomarle el pelo diciéndole que se había muerto Marisol u
ofreciéndole algún inexistente "cigarrico".
Martinena
consiguió que volviera a ver a aquel chaval de pantalón corto con un trozo de pan y una pastilla de chocolate corriendo hacia el Redín, logró que todos desolvidáramos viejos recuerdos de
nuestra infancia y recordáramos nuestras murallas.
Debía
de ser en verano, cuando las tardes son largas. Volvía del trabajo y
venía al Redín, donde estábamos sus hijos (en aquellos años llegamos a ser 9). Sentado, cogía a
los dos más pequeños, uno en cada pierna, y nos contaba algún
cuento: "¿veis aquel monte? -señalando a lo que luego supe que
era el Malkaiz-. Pues hay allí una cueva en la que viven unos
ladrones..."
Aquellos
ratos eran deliciosos. A la tarde siguiente estábamos esperando que
apareciera sonriente por la calle del Redín.
¿Cómo
estamos vivos?
Por
aquellas murallas cayeron por aquellos años unas cuantas personas:
La Nicuesa, Bengoa... Bengoa era un hombre muy interesante. Tenía un
anteojo y solía colocar antenas de radio cerca del precipicio. Una
mañana cayó. Yo vi cuando lo subían por el túnel en camilla. Iba
con todo el cuerpo magullado, negra y roja la cara. Y rezaba.
Recuerdo
otro caso mucho más leve. Había llegado la Vuelta Ciclista y desde
una avioneta tiraban pastillas de jabón Chimbo en pequeños
paracaídas (ahora dudo* de si eso del jabón Chimbo no será fruto de mi imaginación).
Aquel joven, corriendo por coger uno de ellos, no se percató del murete que protege el túnel y cayó por la parte más cercana a la puerta. *Nota 09.07.20 Mi amiga Ana Olaverri me lo confirma: "Nooooo... fue real como la vida misma. Recuerdo el regocijo de los chavales -como nosotros-, viendo caer aquellos paracaídas de papel, con regalos.
Fue un auténtico espectáculo!!! Muy bueno lo del Gargantúa. Efectivamente fue en la vuelta ciclista. Patrocinaba entre otros, Coca-Cola. Y además de jabones Chimbo, una avioneta dejó caer en el tejado de nuestra buhardilla de la calle Compañía, botellitas de plástico del color de la coca-cola, que pudimos coger porque cayeron a lado de nuestras ventanas."
Hasta el 57 o 58 aún no habían levantado el muro protector que
hoy, renovado, está a la altura del Caballo Blanco. Así, cuando el
balón se escapaba rodando hacia la muralla, había que darse prisa
(y jugarse el pellejo) para cogerlo. Porque si caía, había que dar toda la
vuelta por el Portal de Francia.
Pues
bien, éramos, con 6, 7 u 8 años, tan inconscientes del peligro, que
un día (cuando todavía no existía el muro protector), no se me
ocurrió mejor idea que colgarme del borde de la muralla, en la parte de mayor altura. Pero lo
peor fue que mi hermano pequeño (año y medio menor que yo; no tendría ni 7) también
se colgó y me retó: "¡A ver quién aguanta más!". Más
vale que me entró un poco de cordura y dándome cuenta de que cuanto
más tiempo estuviéramos colgados en el vacío, más nos iba a
costar subir, luego, a pulso, dije: "me rindo". Y subimos los
dos.
Pero
a todo hay quien gane: cuando terminaron el muro, un chaval a quien
no conocía (luego, me dijo que era de Valencia) se pegó, desde la
esquina norte del muro hasta su terminación, una vertiginosa carrera
(nunca mejor dicho) por su parte superior, con el vacío a su
izquierda. Fue una impresionante y anónima inauguración. Cada
vez que me asomo ahora por ese muro, alucino con lo que hacíamos y
de que aún estemos vivos.
Un
juego muy divertido, los días de lluvia, bajo el frontón de la
catedral, era intentar recorrer, con los pies en la cornisa y la tripa contra la pared, la estrecha cornisa que a 50 cm. del suelo recorre la fachada de la catedral. Eran sobre todo
difíciles los semicírculos.
Más
arriesgado era subir las gigantescas columnas colocando un pie en una
y el otro en la otra. Esta técnica nos vino de maravilla años
después, estando de monaguillos en Los Caídos, cuando bajaba a la
cripta Vicente, el sacristán, pidiendo un monaguillo para ayudar a
una misa y no nos encontraba, ya que nos habíamos subido por las
paredes del estrecho pasillo. Pasaba jurando ("¡estos cabrones..!") por debajo de nosotros y
teníamos que aguantarnos la risa para no caernos.
Mis
estudios sobre la gravedad
ventana catedral
cañonera Portal de Francia
Yo,
a esas edades, aún no me había enterado de que, si saltaba desde un metro de
altura, me hacía menos daño que si saltaba de dos. Así que me puse
a experimentar. Primero fueron las escaleras del atrio de la Catedral: una, dos,
tres... me parecía todo los mismo. Luego me subí a la ventana que
tiene la torre norte y que mira hacia la que era entonces Escuela de
Magisterio. Y salté desde ella. Había aprendido la técnica de caer
sobre las puntas de los pies y flexionar las rodillas. Tampoco tuve
ningún problema.
Así que me fui a la cañonera del Portal de Francia, la que mira hacia la cuesta. Y salté. A pesar de mi
depurada técnica (ahora lo entiendo), me hice gran daño en los pies. Y, lo peor, me di con la mandíbula en las rodillas.
Por fin había entendido la
gravedad. Pero
se ve que no había escarmentado. Mucho tiempo después, con unos 20
años, un amigo me inmortalizó intentando ponerme cabeza abajo en el
pequeño pilar, sin asideros, que está a la derecha (según se mira la placa) y por encima de la Placa de Zumalacárregui. Entre que no
calculé bien el impulso y los nervios del fotógrafo, ésta es la
lamentable imagen que podéis observar. (Continuará)
Con Viajera, por Lolita Garrido, y Campanitas de la aldea, por J. Sepulveda, se fraguó el éxito de Francisco de Val (y viceversa: con las canciones de F. de Val triunfaron muchos cantantes)
En la inmediata
postguerra son también escasas las noticias que tenemos sobre
Francisco. La primera, una carta dirigida a sus amigos de Sierra de
Luna: “Estoy bien y vivo en Barcelona”. Por lo escueto de la
carta se detecta que Paco el herrador no tiene muchas ganas de contar
más. Tuvo que ser para él un periodo triste y sombrío.
Sea como fuere,
aunque tenemos noticias de actuaciones suyas, previas al 43, por
distintos lugares de España, se me hace muy extraño que tarde nada
menos que 4 años, 1943, en publicar en Barcelona un disco con una
canción suya, “Hombres sin alma”. Un tango que, aparentemente, nada
tiene que ver con la Guerra Civil, pero si con la guerra entre hermanos por la
herencia de su madre en el lecho de muerte.
A lo tontamente (que diría Nachico) han pasado más de tres años
desde que Iñaki Lacunza y yo nos conocemos. Desde entonces, en mi
blog hay unas cuantas canciones suyas que, a cualquiera que tenga un
gusto musical y, con más motivo, a los navarros y pamplonicas (a
quienes sabe tocarnos la fibra), nos emociona profundamente.
Desde
esa época, gusta Iñaki de hacer, unos días antes de San Saturnino
(copatrono de Pamplona), una especie de entrenamiento de lo que tiene
que tocar en la festividad del Santo, el día 29. Y esto lo hace en
El Pocico, una sociedad pamplonesa situada en la Calle Nueva.
Dedicatoria
Hace
muchos años... (parece un cuento, ¿verdad?), allá por 1980,
teniendo que dar una clase de filosofía, me topé con una lección
que me motivó tanto que, en los siguientes años, dediqué mis días
y, sobre todo mis noches, a observar con un telescopio los cielos,
intentando entender lo que ocurría allí arriba (y aquí abajo). El
plato roto de esa afición lo pagó mi hija. Si hoy se llama Altair,
es por culpa de esa pasión desmedida, como casi todas las que me
atrapan, que se apoderó de mí.
Aunque
no me sienta muy culpable (al fin y al cabo es un nombre precioso),
hoy quiero dedicarle a ella, a Altair, esta entrada. Y quiero decirle
que en las noches de verano, cuando se manifiesta en todo su
esplendor el "Triángulo de verano", les digo con orgullo a
quienes están conmigo: "esa es Vega, esa otra Deneb... y
aquella, la que tiene debajo una menos brillante, es Altair, como mi hija"
Introducción
Después
de visto, todos somos muy listos... Pero, para valorarlo
adecuadamente, hay que retrasar el reloj de nuestros intereses,
conocimientos y medios técnicos en, casi, 2 250 años.
Sucedió
en Alejandría, la ciudad egipcia del delta del Nilo, fundada, como su nombre indica, por
Alejandro Magno (356-323).
Éste
tuvo de preceptor nada menos que a Aristóteles; y en su corta,
cortísima vida (33 años, la edad de Cristo) conquistó la mayor
parte del mundo conocido por los griegos.
Tras
la fundación de la ciudad (331 a.C.), el centro de la civilización
griega se trasladó de Atenas a Alejandría y, gracias al reinado de
los Ptolomeos en Egipto, se mantuvo a un alto nivel durante los dos
siglos siguientes. Es el llamado período helenístico o alejandrino.
Eratóstenes
se educó en Atenas, pero pasó más de la mitad de su vida en
Alejandría. Algunos le aplicaron con menosprecio el seudónimo de
beta, aludiendo a que no era el primero (alfa) en nada.
Pero a él no le gustaba especializarse, sino que, como Aristóteles,
era universalista.
Como
rector de la Biblioteca, tenía la responsabilidad de conocer el
contenido de la misma. Un día cayó en sus manos un papiro que
contaba que en un puesto avanzado de la frontera meridional, cerca de
la primera catarata del Nilo, en Siena (actual Asuán), un palo
vertical no proyectaba sombra en el mediodía del 21 de junio. En el
solsticio de verano, a medida que avanzaban las horas, las sombras
de las columnas del templo iban acortándose. Al mediodía habían
desaparecido. En ese momento, podía verse el sol reflejado en el agua
del fondo de un pozo profundo.
Sin
embargo, en Alejandría no ocurría lo mismo. Los palos verticales,
al mediodía del 21 de junio, proyectaban una sombra evidente.
Este
fenómeno, que mucha gente conocería, no le pasó desapercibido a
Eratóstenes.
Primer
paso: Tierra curva
Y
empezó a razonar: si la Tierra fuera plana y el Sol tan alejado que
sus rayos sean paralelos cuando llegan a la Tierra, entonces en Alejandría (A) y en Siena (B) debería ocurrir lo mismo. Y, sin embargo, no sucede
así. Por tanto, la Tierra no es plana. Una Tierra con una superficie
curva, en cambio, explicaría perfectamente los hechos observados.
Segundo
paso: medición del ángulo
Eratóstenes
midió el ángulo (α) que los rayos del sol formaban con un palo
vertical (gnomon. Imagen de la izquierda) en Alejandría al mediodía del 21 de junio,
obteniendo un resultado de α = 7,2º.
Segundo paso Tercer paso
Tercer
paso: ángulos subtendidos
A
quienes somos de letras (a mí al menos) éste es el paso que nos
resulta más sorprendente. Ese ángulo α = 7,2º es exactamente el
mismo que formarían dos estacas verticales, una en Alejandría y
otra en Siena, si las prolongáramos hasta el centro de la Tierra:
Cuarto
paso: una regla de tres
Suponiendo
que la Tierra sea una esfera, hagamos una simple regla de tres:
7,2º
es a 360º, como la distancia entre Alejandría y Siena (que están
prácticamente en el mismo meridiano) es a la circunferencia total.
Nos falta conocer la distancia entre las dos ciudades.
Unos dicen que
Eratóstenes contrató a un hombre para que la midiera a pasos; otros
hablan de un pelotón de soldados con una marcha regular.
Sea como
fuere (convirtiendo la unidad de medida (el estadio) a kilómetros),
daba un resultado de 800 km. Y resolviendo la regla de tres
[(800x360):7'2], nos salen 40 000 Km.
Conclusión
La hazaña de Eratóstenes fue una notable demostración de que la
inteligencia del hombre podía dominar porciones del mundo de un
orden de magnitud superior al mundo que Alejandro Magno sometió por
la fuerza física.
[Actualización: Qué gran razón tiene J.J.M cuando señala el puñetero caso que "la comunidad científica" le hizo a Eratóstenes hasta prácticamente la Edad Moderna. Ver abajo el comentario]
Y para quienes queráis asentar estos conocimientos y recordar aquella divina serie, Cosmos, del inolvidable Carl Sagan, ahí va el capítulo correspondiente:
Siempre
me ha preocupado, cuando cojo el coche, el día que tenga un
accidente. No ya un accidente con daños personales, sino también
un simple accidente "de chapa".
Quiero
hablar hoy sólo de estos últimos.
Con
lo desordenado que soy y los nervios del momento, ¿seré capaz de
encontrar los papeles del seguro, el número de póliza, el parte, el
bolígrafo (a ver si funciona...)? No te digo si, encima, está
lloviendo...
Hace
unos días tuve un mínimo incidente con el coche y me pareció que
el modus operandi para intercambiar los datos del seguro, del vehículo... que, al menos en parte, utilizamos el otro conductor y yo,
a más de uno le podría venir bien.
Sinceridad ante todo
Hoy
todo el mundo llevamos un móvil. El truco consiste en intercambiar
nuestros datos con el otro conductor implicado mediante un mensaje en
el que hemos escrito:
Nombre
Marca
y matrícula del vehículo
Compañía
aseguradora
Número
de póliza
[Nota: Un anónimo he enviado unos comentarios que completan lo que aquí se cuenta. Dice concretamente: "Para usuarios de telefonos existen App para diferentes plataformas que mediante unos pasos sencillos te van guiando. Es el caso de "KIT DEL ACCIDENTE" para los usuarios de iphone, ipad, ipod touch y ipad mini. Sacas fotos y localización". Y añade este enlacey la imagen de la dcha.]
Si la otra persona no usa móvil o, simplemente se empeña en
rellenar un parte, siempre te viene bien tener a mano, en el móvil,
todos los datos de tu vehículo.
No
te digo nada si los implicados son más de dos.
En
resumen, tómate un par de minutos, antes de arrancar el coche y
guarda en tu móvil (en borradores o, mejor, en una carpeta) los
datos anteriores.
Mejor
que no te haga falta nunca. Pero si, por desgracia, un día te
ocurre, creo que es un buen sistema que te permite luego, con toda
garantía, llamar a tu seguro y facilitarle tanto tus datos como los
del otro conductor implicado.
Y ahora, más tranquilos, vamos a reírnos de nosotros mismos:
Madre, te diran que me vieron morir, pero no te dirán que me vieron matar
No pensaba dedicar una entrada exclusiva a Francisco de Val durante el periodo de la Guerra Civil ya que los datos objetivos que tengo son muy escasos. Pero, a pesar de ello, esos datos sí que permiten lanzar algunas hipótesis bastante probables.
No, no es el "Cementerio marino" de Valéry ni está cerca del mar, como el de Serrat, aunque haya un término que se llama La Playa y allí siempre cantemos el "Estrella de los mares".
Pero, como en el poema de Valéry, desde él se puede obtener una gran recompensa: "contemplar, sin prisa, la calma de los dioses":
Y, como en la canción de Serrat ("quiero tener buena vista..."), la hay y muy buena: los
campos se extienden hasta la imponente Peña Izaga y, en los días
claros, se alcanza a ver el Pirineo desde este cementerio de
juguete,que ni siquiera da miedo y, mucho menos, pena:
Ce
toit tranquille, où marchent des colombes,
entre
les pins palpite, entre les tombes;
midi
le juste y compose de feux.
La
mer, la mer, toujours recommencée!
O
récompense après une pensée
Qu'un
long regard sur le calme des dieux!
Un
cielo tranquilo, surcado de palomas,
palpita
entre pinos y tumbas;
puntual,
el mediodía compone sus rayos.
¡El
mar, la mar, siempre renaciendo!
Tras
un pensamiento, ¿qué mejor regalo
que
contemplar, sin prisa,la calma de los dioses?
Ay,
si un día para mi mal viene a buscarme la parca. empujad al
mar mi barca con un levante otoñal y dejad que el
temporal desguace sus alas blancas.
Y
a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo... En la
ladera de un monte, más alto que el horizonte. quiero tener
buena vista...