domingo, 26 de septiembre de 2010

Iñaki Lacunza: Momento de San Fermín

Mirando a su rostro llora un joven pamplonés
José Mª Aícua, en la foto de Silvia Ollo; Mari Cruz Corral, cuando aún cantaba en la calle;  el comentario precioso de Ladera Gur; Echenique (que hizo llorar de emoción a la Quereca) en el Pocico, las imágenes en color, quizás las más antiguas de nuestra fiesta; y, por supuesto, Iñaki Lacunza con su "Momento de San Fermín" nos van a hacer sentir el orgullo de ser navarros.
***
Sin conocerlo personalmente, supe de Iñaki Lacunza allá por agosto del 2009, cuando cayó en mis manos un vídeo rompedor, distinto, con todos los ingredientes para despertar la simpatía de quienes tuvimos la suerte de disfrutarlo: "Gamazo". Algunos pasajes de la letra se me resistían y ello me empujó a ponerme en contacto con él a través de Facebook. Muy amablemente me pasó la letra completa.

lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Has hecho "porlá"?

Juan Soriano (1920 - 2006). "Cuatro esquinitas tiene mi cama" (1941)
Era mi infancia una época en la que cualquier actividad tenía que estar presidida por la religión. Si veías un cura o un fraile por la calle, acudías solícito a besarle, respectivamente, la mano o el cordón. No se podía ni siquiera estornudar sin que alguien te mentase a Jesús (es muy curioso que el vasco, que en muchas ocasiones conserva el latín mejor que la lengua española, llame al estornudo "doministikun" de "dominus tecum", el Señor esté contigo). Por no hablar del "adiós", del sábado (Hebreo shabbath, cesar, descansar en honor de Yahvé) o del Domingo, "el día del Señor".

Nos vendían la Historia Sagrada como la auténtica historia. Tenías que santiguarte (hacer la señal de la cruz), "al levantarte, al salir de casa, al empezar un trabajo, al pasar delante de una iglesia, antes de comer, al acostarte y ante cualquier tentación o señal de peligro". Algo así creo que decía el Catecismo.


Y los actos más importantes tenían su oración específica. Por ejemplo:

Antes de comer:

Aquel bendito niño
que nació en Belén
nos bendiga la mesa
y a nosotros también

Al acostarse (Además de mi hermano, no sé cuánta gente más se metia en mi cama):

Cuatro esquinitas tiene mi cama,
cuatro angelitos guarden mi alma,
santa Mónica gloriosa,
madre de san Agustín,
a vos encomiendo mi alma
porque me voy a dormir.

Siempre me he preguntado qué pintaba la madre de S. Agustín en el momento de acostarse

Al levantarme (la cama seguía abarrotada):

Con Dios me acuesto,
con Dios me levanto,
la virgen María
conmigo la traigo.
Mal enemigo,
no vengas conmigo,
yo voy con Dios
y Dios viene conmigo.
Angel de la Guarda,
dulce compañía,
no me dejes solo
ni de noche ni de día.
No me dejes solo,
que me perdería.
Al Ángel de la Guarda
y santo de este día,
un padrenuestro
y un avemaría.

Terminado el desayuno, mi madre preguntaba:
-¿Has hecho "porlá"?

Y yo empezaba a persignarme:

Por la señal de la santa cruz,   (cruz con el pulgar de la mano derecha en la frente)
de nuestros enemigos               (en la boca)
líbranos señor Dios nuestro... (en el pecho)

Antes de ir al cole, mientras mi madre me ataba el último botón, o luchaba por dominar mi rebelde flequillo,  rezábamos la oración (ahora me doy cuenta) más bonita de mi infancia:

-Ella: Dios te haga santito
-Yo: Amén
-Ella: Hombrecito de bien
-Yo: También
-Ella: Y muy requetebonito
-Yo: También, también, también

¡Y p'al cole!

Actualización 20.09.15: hoy, para sorpresa de todos (excepto Ramón), nuestro hermanico Nacho ha rezado en Cemboráin en italiano:


Nota: Ya no me acordaba de lo de "Porlá". Un amigo, que prefiere quedarse en el anonimato, me lo recordó hace unos días. Gracias Argala

Algunos comentarios de Facebook

lunes, 6 de septiembre de 2010

¡Agarradme, que lo mato!



Íbamos una tarde poteando por la parte vieja de Pamplona hace muchos años. Aquel vino peleón hacía a menudo estragos en nuestros cuerpos de veinteañeros y un amigo empezó a ponerse un tanto agresivo. Vamos, que con aquel vino infecto le dio peleona. Así que lo mandamos para casa y, cosa rara, enseguida se fue.
Salimos del bar para seguir la procesión y observamos un tumulto a las puertas de otra taberna. Curiosos nos acercamos y... ¡ahí estaba nuestro amigo enfrascado en una bronca! Él era alto, pero muy delgadico. Y el que tenía enfrente era un pedazo negro más grande que un armario y más fuerte que un morlaco.
En cuanto nos vio, nuestro amigo gritó: "¡Agarradme, que lo mato!".
Y ¡más vale que lo agarramos!
Salvando todas las diferencias, la actitud de aquel amigo se parece demasiado a esta última bravuconada de ETA

(haz clic sobre la tira de Oroz y vuelve)


COLECTIVO CIUDADANO LIBERTAD YA (MARÍA CABALLERO, RAFAEL DORIA, CHON LATIENDA, PATXI MENDIBURU, MIGUEL ÁNGEL RUIZ, CECILIA ULZURRUN) Lunes, 6 de septiembre de 2010.

Sería utópico esperar de ETA una capitulación en toda regla. El colectivo terrorista que ha hipotecado toda la transición española nunca asumirá que ha sido derrotado, ni pedirá perdón por sus crímenes, ni reconocerá que su delirio político ha dibujado una de las mayores cicatrices de la Historia reciente.

Nunca lo hará al menos en los términos que desearíamos oír quienes hemos padecido sus atentados, quienes soportamos desde hace medio siglo sus aspiraciones supuestamente políticas, cada vez más anacrónicas e infundadas. ETA nunca ha aportado razones convincentes. Se ha limitado a ir amontonando cadáveres a los pies de sus pretendidos enemigos, y ésa ha sido su única autoridad: la de las armas. Más aún, parece claro que en los últimos treinta años ha arrinconado cualquier conato de debate ideológico en sus propias filas para no sufrir una crisis de identidad que le hubiera obligado a recolocar a cientos de personas en la sociedad civil. Quizá los últimos que pensaron por su cuenta fueron los miembros de la rama político-militar, y hace ya tiempo que se reintegraron más o menos pacíficamente en el sistema.

Puesto que los terroristas habitan un mundo paralelo, parece inevitable que el lenguaje que emplean escape también a la normalidad: su fraseología ampulosa, siempre cargada de agravios históricos y de análisis ajenos a la lógica y al sentido común, es en el fondo una manera de protegerse, un escudo para ocultar sus carencias y el escasísimo rigor de sus planteamientos. Por eso, lo que hoy se impone es traducir el comunicado y las razones de los terroristas. Porque donde hablan de "nuevas condiciones políticas", o del "agotamiento" del modelo autonómico, o de la "encrucijada" de Euskal Herría, o de "la articulación del proyecto independentista", quizá lo que realmente están reconociendo es que se encuentran en fase terminal, abocados a un sumidero cualquiera de la civilización, que apenas son un borrón en una esquina remota del mapamundi.

Podrán vestir su abandono de las armas con razones tomadas de su debates internos, del Ulster o de los nuevos escenarios que la política ha ido dibujando en Euskadi, en Navarra y en España, pero detrás de cada una de esas frases rimbombantes y llenas de ínfulas se encuentra el trabajo indesmayable de cientos de guardias civiles y de policías que han trabajado de forma anónima durante muchos años, a veces mientras sus compañeros caían asesinados con una cadencia estremecedora.

Podrán despreciar en los párrafos vacíos de su declaración el trabajo de tantísimos concejales, diputados y políticos de muchas procedencias y formaciones que les han hecho frente -a ellos y a quienes les han amparado políticamente desde que España estrenó la democracia-, a costa muchas veces de su propia vida, pero son los nombres de sus víctimas los que han ido estableciendo esa frontera cada vez más nítida entre ellos y nosotros.

Podrán ignorar a sus víctimas, pero en el fondo de sus afirmaciones enfáticas y visionarias están confesando que el dolor inconmensurable que han causado no ha servido para nada, que están solos y desasistidos en un siglo que avanza por unos derroteros muy distintos a los suyos.

Esas y no otras son las verdaderas razones del comunicado de ETA. Los dos folios y las declaraciones efectuadas a la BBC son su bandera blanca, por muchos y muy distintos eufemismos que quieran emplear para adornar su iniciativa. Todo el texto sería perfectamente prescindible, si no fuera porque incluye la frase que deseábamos oír desde hace tanto tiempo: "ETA hace saber que ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones ofensivas armadas". Es cierto que los antecedentes son inquietantes, y que la mayor parte de las treguas anteriores de ETA han respondido a estrategias inconfesables de la macabra partida de ajedrez que los terroristas se empeñan en disputar contra el mundo. Es cierto que la tregua nace bajo sospecha, y que las maniobras recientes y pasadas mueven al escepticismo. Es cierto que planea sobre lo ocurrido la sombra de una posible negociación, que sería tanto como profanar las tumbas de las víctimas. Pero también es cierto que hoy vuelve a haber motivos para la esperanza: sobre todo, porque las razones para el alto el fuego las hemos aportado nosotros, y no ellos.