miércoles, 30 de diciembre de 2020

El perfil de Pamplona: 1. San Lorenzo

En el Casco viejo destacan las torres de las iglesias
Cuando uno contempla el perfil (skyline) de la antigua Pamplona, observa cambios en todas sus edificaciones más sobresalientes (ver cuadro del XVII). Pero si nos ceñimos a la era de la fotografía (desde la 2ª mitad del XIX), mientras la Catedral y San Saturnino han permanecido casi inalterados, San Nicolás, San Lorenzo, San Agustín, los Paúles o la torre de los Escolapios han sufrido o provocado cambios -en la visión panorámica de la ciudad- perfectamente detectables.
Cuadro adquirido por el Gobierno de Navarra y pintado hacia 1640

San Lorenzo
Veamos hoy los cambios en la torre de San Lorenzo.

Torre y puerta de San Lorenzo en la muralla
medieval, según J. J. Martinena
Imagen izquierda.-
Vista de la iglesia de San Lorenzo y la capilla de San Fermín en 1841. La torre-campanario, de gran elevación y reciedumbre, hasta bien entrado el siglo XVI sirvió de baluarte a la muralla exterior de la ciudad, flanqueando una de las puertas del antiguo Burgo de San Cernin.  A raíz del bombardeo de 1841 quedó seriamente dañada, por lo que hubo que rebajarle su altura en un tercio el año 1852. Acuarela de Sanz y Benito en el Archivo Municipal.
En los últimos años del siglo XVII se adosó a la nave gótica, sobre el solar del claustro y del primitivo cementerio, la capilla barroca del glorioso Patrón San Fermín.
Imagen derecha.- La iglesia en los últimos años del siglo XIX (1880 ca.). La torre presenta el aspecto que tenía tras la demolición parcial llevada a cabo en 1852. Se aprecia la portada barroca de 1743 y la nueva puerta neoclásica, antes de que la tapiaran. En el ángulo superior derecho, algo que parece un curioso reloj cuadrado que en todas las fotos marca la misma hora. Foto de Roldán en el Archivo Municipal.
La fachada actual  fue realizada, según proyecto de Florencio de Ansoleaga, entre 1901-1903. Sobre la torre se colocó ese airoso chapitel que veis en la foto de El Irati en el Rincón de la Aduana, de 1922, y que la hace más esbelta. 
Esa esbeltez original disminuyó al ser desmontado el cuerpo piramidal, ignoro por qué razones. Fue en  junio de 1936. El domingo, 14 de junio, se podían leer estos versos en Ripios al vuelo de Romedobal, en los que se quejaba amargamente de la retirada de la cruz que remataba el chapitel:
Los pamploneses castizos al ver hoy así, tronchada, 
la torre de San Lorenzo, no acertamos a mirarla 
con aquel agrado de antes. ¡Parece una torre... laica!

Comprueba tus conocimientos...
Respecto a San Lorenzo, tres fechas hay que retener: 1850-1900-1936 (grosso modo). Así, cuando veamos una panorámica de Pamplona, enseguida podremos clasificarla en uno de los cuatro grupos, mirando cómo es la torre de San Lorenzo. 
A ver ésta:
Para comprobar si has acertado, pincha en AMP

martes, 29 de diciembre de 2020

A la fuente del Canal, con Arazuri

Benito Iribertegui en la fuente del Canal 1941 J. Cía AMP

Ésta de Julio Cía es una buena foto para situar con precisión dónde estuvo la fuente del Canal. El espinazo del Miravalles, que apunta hacia ella; Villava, detrás de la fuente, y -sobre todo- la tapia del Psiquiátrico son unas excelentes referencias.
De la mano de Benito Iribertegui, ordenanza del Archivo Municipal, vemos que, en 1941, la zona se encuentra en obras. Mucho me temo que estamos asistiendo a los últimos días de esta fuente. Dice la ficha de AMP: "En la parte trasera del, hoy día, manicomio; desaparecida, al hacer la reforma para el paso del ferrocarril El Irati a la estación del Norte". Efectivamente, en el Sitna de 1927 vemos la trasera del Manicomio con sus caminos tradicionales, pero en el de 1945 -algún año después de esta foto- la línea de El Irati atraviesa la zona y lo hace rozando la tapia del Psiquiátrico, llevándose -por tanto- por delante la fuente y al bueno de Benito, si se hubiera quedado.

Calle del Canal, Canal y Alto de Ezcaba 
San Cristóbal: 1. Canal de Ezcaba; 2. Alto de Ezcaba
A pesar de que la fuente despareció, el canal al que aludía sigue en su sitio y una calle nos lo recuerda.
La calle del Canal va desde la Avenida de Villava (frente al convento de las Esclavas del Sagrado Corazón) hasta donde estuvo la fuente del Canal. Esta calle no es otra que el antiguo Camino del Canal, que desde siglos fue bautizado por el pueblo soberano con este nombre.
1875 Altadill AMP
El «Canal de Ezcaba» es la hondonada existente entre la vertiente septentrional del monte de San Cristobal y la meridional del Alto de Ezcaba. Su nombre es muy antiguo, así: En 1504 «El procurador patrimonial da en arriendo un majuelo o viña de 6 peonadas, situado cabe el canal de Ezcaba, a Johan de Agorreta». En 1554 «...se dió a censo perpetuo dos viñas, la una de 18 peonadas, poco más o menos, en el canal de Ezcaba y la otra de 14 peonadas en la sierra de dicho canal, términos de Pamplona».
Mi hermano mayor nos solía hablar a menudo de "la Canal de Berdún", una depresión longitudinal entre Yesa y Jaca. Pues ésta de Ezcaba es lo mismo, pero en masculino. 
El alto de Ezcaba, de 593 metros de altitud, es en realidad una estribación del monte de San Cristóbal, al que está unido por ese suave collado, llamado «el Canal». La vertiente Norte del Ezcaba desciende hasta el valle de Ezcabarte. Su ladera Sur desciende hasta la Cuenca formando una amplia extensión de carasoles. A ese término desde muy antiguo se le llamó Ezcaba, igual que al alto. Así, sabemos que en el siglo XIV el rey Carlos II de Navarra vendió una viña en el «término de Ezcava». 
Desde tiempo inmemorial los carasoles de Ezcaba han sido dedicados enteramente al cultivo de la vid, obteniéndose chacolí, que en el pasado siglo fue la base de la elaboración de un buen vino espumoso. 

Fuente del canal
Fuente del Canal, años 1897-1899. Julio Altadill. Al fondo, el Malcaiz
1941 J. Cía AMP
Su nombre procede, pues, de "el canal, nombre dado por los aldeanos al paso existente entre los montes de San Cristóbal y Ezcaba". Sus aguas son frescas y abundantes. Antiguamente era visitada por los paseantes que desde la capital se decidían a efectuar tan largo recorrido. Surte de agua al polvorín y a ella es debido que el polvorín se estableciese en aquel lugar. Perico de Alejandría le dedicó este ripio:
En la fuente del Canal, debajo del Polvorín, 
hay un rico manantial que, de fresco, hace tilín. 
Sobre esta fuente se decía en el siglo XIX: 
«Agua fresca del Canal, y era vino en el portal». 
Gracias a Benito Iribertegui, hemos podido hallar el origen de este dicho. Antiguamente, había un aguador, apellidado Mori, que traía agua de la fuente del Canal para vender a familias acomodadas, pero por un ingenioso sistema de barriles de doble depósito, entraba en la ciudad, junto con el agua, vino de matute. Al pasar por el Portal de Francia, invitaba al portalero a un trago de fresca agua, hasta que un día al recaudador de arbitrios le apeteció (por influencia de una denuncia) «agua» de la oculta espita del otro lado del barril... y se acabó el contrabando. 

Situación actual
Salvo la fuente (2), lo demás se puede identificar con toda facilidad. El Camino del Canal hoy es la calle del Canal (1); el Canal de Ezcaba (3) y el alto de Ezcaba (4), estribación este de San Cristóbal,
Los mayores intentos de cambio son, en las últimas décadas, lingüísticos: el intento de sustitución del topónimo "Monte San Cristóbal" por "Monte Ezkaba", esta vez a golpe de consigna. Y en consecuencia, al alto de Ezcaba (4) me lo quieren bautizar como Ezkabatxiki. En fin...
1. Calle del Canal; 2. Fuente y arranque del Canal 3-4. Canal y Alto de Ezcaba

sábado, 26 de diciembre de 2020

La Procesión de Casa Barón (Arazuri)

Viki Baron: "foto de 1943-44. El que está en brazos del abuelo es mi padre y nació en 1942"
Fue una procesión civil, organizada por una tasca que, después del cohete, recorría Jarauta con el Santo, desde Casa Barón - donde brindaban por San Fermín- hasta Casa Paco, que invitaba a los presentes a chorizo, pan y vino. Luego procesionaban otra vez hasta Casa Barón, donde remataban la faena.
Como era civil, terminó en 1952 por orden del Sr. Alcalde Pueyo. ¿Qué le molestaba?

Años 30: 10 parroquianos y 10 curiosos
La taberna
Desde los años veinte, existía en el 27 de la calle Jarauta —para muchos avenida del mismo nombre—una popular y acreditada taberna propiedad de Cándido Barón (hermano de Baldomero, Romedobal), castizo pamplonés y persona que gozaba de la simpatía y cariño de una numerosa clientela, amigos y vecinos de aquel Pamplona de los treinta mil habitantes. 
En las paredes de aquella tasca destacaban los siguientes rótulos: «Se prohibe cantar»; a este letrero durante los Sanfermines se le daba vuelta y aparecía otro que decía «Se prohibe estar callado»; cerca de éste destacaban el de «Se prohibe hablar mal y blasfemar» y «Antes de salir pagar». 
La taberna era como la mayoría de aquellas del Casco Viejo: tranquilidad durante el día y animación al final de la jornada, que se incrementaba los días festivos y sobre todo el martes de Carnaval en que los matalechones celebraban su fiesta en dicho establecimiento. 
Detrás del mostrador, en el lugar más destacado del local, estaba colocada una modesta peana de madera y sobre ella una imagen policromada de San Fermín. Esta imagen existe en la actualidad, y la hemos visitado, en el vestíbulo del primer piso de la antigua taberna, desde donde bendice el hogar de uno de los hijos de Barón. Esta efigie de nuestro Santo Patrón, obscurecida por los años, es de escayola y similar a las que se venden en la actualidad. 

La procesión 
Cada año, el Santo más acompañado
Aquella simpática, modesta y entrañable procesión, se inició un 6 de julio de los años treinta por iniciativa de uno de los contertulios de la taberna, idea que entusiasmó a la concurrencia. Uno de los asiduos, carpintero de oficio, con unas tablas de madera de pino construyó las andas más sencillas y pobres que Santo alguno ha utilizado. 
En el mes de junio la imagen se limpiaba, se «restauraba» con pintura y se barnizaba. 
Desde entonces, todos los años, después del anuncio del comienzo de las Fiestas con el bandeo de campanas y lanzamiento de cohetes, los presentes en la taberna —los primeros años los clientes asiduos, posteriormente una numerosa concurrencia que abarrotaba el establecimiento— bebían un vaso de vino brindando por San Fermín. 
1932 Los  de Siempre Salida de los toros
En los últimos años en que se celebró esta procesión, asistían al acto «Los de siempre», singular cuadrilla musical de la que hablaremos en su momento. Después del brindis, con cariño y respeto, colocaban sobre las andas el bulto de nuestro Santo Patrón. En aquel momento venía lo bueno: ¡Todos querían llevar las andas!. Solucionado el problema, a veces con agitadas discusiones y fenomenales broncas, ceremoniosamente desfilaban hacia la calle de San Lorenzo, e incluso, después de la guerra, durante los años cuarenta, muchos balcones del tramo de la calle Jarauta por donde pasaba la comitiva, se engalanaban respetuosamente con colgaduras. 
Al llegar el cortejo al número 39 de la referida calle de San Lorenzo, casa que hace esquina con la de Santoandía, los portadores del Santo entraban en «Casa Paco» —pequeña y modesta tasca, hoy existente también pero con otro título— y dejaban las andas con el Santo en el mostrador. A continuación, el dueño del establecimiento invitaba a los presentes a chorizo, pan y vino. Terminado el refrigerio, tomaban el Santo y regresaban, también procesionalmente, a «Casa Barón». Para entonces, algunos de los acompañantes regresaban algo chisporros. Ya en la taberna, se instalaba la imagen en su sitio habitual, y Barón convidaba a los asistentes a olivas, chorizo, pan y vino en abundancia. Con los brindis obligados, los medio chisporros terminaban cocidos del todo y los serenos alegres. Así terminaba la ceremonia y ... a esperar al año siguiente. 
La Pamplonesa cerraba la Procesión
Aquel desfile singular que comenzó sencillamente con poco acompañamiento, se incrementó con los años hasta adquirir tal nombradía, que mucha gente, después de «El Cohete», corría a la calle Jarauta a contemplar aquella procesión, hasta el extremo de que «La Pamplonesa », al salir de la plaza Consistorial para hacer el recorrido por el Casco Viejo, se dirigía derecha a «Casa Barón» para amenizar el acto y ...comer chorizo, pan y vino. De la presencia de nuestra banda municipal en el dicho acto, publicamos una curiosa, aunque defectuosa fotografía. 

Fin de la procesión de «Casa Barón»
En 1947 se cerró «Casa Barón», pero no desapareció la procesión, celebrándose desde entonces desde la Sociedad «Los Irunshemes» hasta que en 1952, por oficio del Alcalde señor Pueyo, se suprimió el festejo. Hasta el palacio episcopal habían llegado noticias de la singular procesión, pero su Ilustrísima no se dió por enterada. 
Así desapareció aquella simpática y sin par procesión, promovida y ejecutada por el amor a su Santo Patrón, de un grupo de castizos pamploneses que todos los días alternaban en una tasca de la calle Jarauta. 
Abren la marcha los músicos de la comparsa, Valls y Zapatero. Galle

viernes, 25 de diciembre de 2020

La presa en cuña del Molino Viejo de la Rochapea (act)

Ni autor ni fecha... Presa en cuña del Molino Viejo de la Rochapea (Getty images)
Si con la foto siguiente de la presa en cuña del Molino Viejo dije lo que dije, ¿qué más podré decir de ésta -encima de mucha más calidad- que acaba de llegarme?

Anselmo Goñi 1872 ca. (según AMP).  Presa en cuña del Molino Viejo de la Rochapea 
Un molino, el viejo molino de la Rochapea, del que hay referencias desde 1318. Una presa en cuña que ni en mis mejores sueños creía poder ver en fotografía. Y aquí tenéis el regalo navideño de esta foto, la única que creo que exista (al menos, a disposición del público) de esta curiosa presa.
***
Hace unas semanas la miraba de soslayo porque no me atrevía a enfrentarme a ella. Tras un par de miradas furtivas, ya me había dado cuenta de que no era la Presa de San Pedro (se ve el monasterio demasiado lejos). Pero tampoco podía ser la de Santa Engracia (que da salida al agua por la margen izquierda) y menos la de los molinos de Caparroso o de la Biurdana.
Pero los edificios no admitían dudas: Prado de la Cera, Convento de San Pedro, Capuchinos...
Otra cosa rara de esta presa es que aparenta dar salida al agua por la orilla derecha y, sin embargo, la tiene taponada.
Hasta que, de repente, caí en la cuenta de que podía tratarse de la presa del Molino Viejo que, por desgracia, no sale en la foto de Anselmo Goñi (según AMP. Ver nota final).
La presa en cuña del Molino Viejo y Puente de la Rochapea, en dos planos
Llevaba unos días preparando material para sacar una entrada sobre este viejo molino, que hoy es Casa Ayarra, y sabía que su presa tuvo la peculiar forma de una cuña enfilada contracorriente. Pero, de tanto verla en planos de 1600 y 1700, se me hacía muy raro que hubiera una foto de ella todavía en 1872.
La clave quizá esté en ese círculo claro del río, rodeado de vegetación (o sus reflejos), de la derecha de la foto. Aunque tiene algún fallo de emulsión, ese círculo nos dice que la presa no tiene continuidad en línea recta, sino que se quiebra en cuña. Algo parecido a esto:
La hipótesis es muy atractiva, pero ahora tenía que buscar algún plano de esa época que la confirmara. 
Y pronto di con el de Miguel Cía, de 1866 -seis años antes-, que la confirma a la perfección:
Nº 60, Molino Viejo de la Rochapea, hoy Casa Ayarra
Le he tenido que dar la vuelta al plano para que éste y la foto adopten parecida orientación.
Vemos que la presa arranca de la desembocadura del Canal que da servicio al Molino Alzugaray (el de la Pólvora). Canal que en la foto es ocultado por los chopos, pero cuya alineación lo delata.
Esa presa en cuña seguía haciendo su servicio al comenzar el último tercio del XIX. Y el molino seguía siendo harinero. Pero en el Casañal actualizado a 1904, ni rastro de esa curiosa presa. Y menos aún en el SITNA de 1927.
Cuadro en la sala de Casa Ayarra (sin la cuña, por supuesto)
Sabemos que el Molino Viejo (hoy, Casa Ayarra), con su presa en forma de cuña, está en la Vertical del Museo de Navarra y enfrente de la desembocadura del Canal. El fotógrafo, está algo más al Oeste, en el -hoy- Paseo de Ronda, quizás en algún edificio de Descalzos, entre el 24 (Bar El 24, la casa de Pedro) y el 40.
Éste es el resto de la panorámica que se le ofrece al fotógrafo (pincha foto) hasta el Baluarte Gonzaga:
Altadill, 1895, en Arazuri PCB
Y ahora estamos en condiciones de identificar algunas de las casas e instalaciones que se ven en su foto:
1. Monasterio Viejo de San Pedro
2. Prado de la Cera
3. Casas de Mina
4. Casa de Vergara, que casi tapa a la Casa del Obispo
5. Casa de la Parra
6. Fábrica de fideos "La Navarra", de Armendáriz
7. Desembocadura del Canal
8. El Polvorín
9. Capuchinos
10. Molino de Alzugaray (antes, de la Pólvora)
11. Recorrido del Canal
12. Mitad derecha de la Presa en cuña del Molino Viejo









Nota: Hay un pequeño problema con la fecha o la autoría de esta foto. Difícilmente puede ser de Anselmo Goñi Nagore (1884-1970) si éste nació 12 años después de la foto (1872).

Actualización 03.03.21
Todas mis sospechas han quedado confirmadas por esta foto que me acaba de llega y que, además de tener más calidad, está hecha en invierno, con lo cual se ve todo maravillosamente. Aquí la tenéis en toda su completitud:

martes, 22 de diciembre de 2020

De Molino Viejo de la Rochapea, a Casa Ayarra

Dcha: Bº Curtidores; tras puente y bajo Portal Rochapea, el Molino Viejo 1881-1914 AGN
Justo en la vertical del Museo, en la margen izquierda del Arga, se encuentra el Molino Viejo de la Rochapea que, desde 1930, es propiedad de la Familia Ayarra.
Cuando Pedro nos contó sus peligrosas aventuras, nos dijo que, de chavales, ellos se tiraban desde el Corral de Santo Domingo (de donde arranca el Encierro), al pie del Museo, por una cuesta rompeculos, hasta las inmediaciones de Casa Ayarra.
 Molino Viejo y Puerta de la Rochapea en 1905 José Ayala
Pero hay un camino, antes de cruzar el Puente de la Rochapea, más cómodo (?):
De Casa Ayarra al Puente de Rochapea, hoy
"11/11/1951 LA VOZ DE LA CALLE RUEGO Los vecinos de la casa denominada "Molino Viejo" situada en la Rochapea, orilla del río Arga, tienen que tomar cerca del puente un camino publico para llegar a la misma, bordeando casi la citada orilla. Dicho camino se encuentra, hace años, completamente abandonado, ya que no existe ni una luz con la que puedan, por lo menos, ver para evitar el peligro del río y constantes caídas que, debido a ello, sufren. Además, parejas desaprensivas, amparándose en la oscuridad, aprovechan para faltar a la moral y buenas costumbres. Por todo ello, estos vecinos se dirigen a quien corresponda, SUPLICANDO, atiendan en su petición de poner luz..." (hem. DN)
En su día, el tramo que va desde el Puente hasta el Portal de la Rochapea llevaba el nombre de "Camino del Molino Viejo", mucho más acertado que el actual de "calle Bajada del Portal Nuevo".
Frágil empalizada junto a la Puerta de la Rochapea
Os podéis imaginar que, estando al lado del Corralillo de Santo Domingo, los incidentes con toros escapados en la traída, el encierrillo o del mismo corral del Portal de Rochapea, no han sido extraños. "En un encierrillo de 1917, un magnífico burel que venía algo adelantado saltó el pretil de piedra, a la salida del puente de Rochapea, anduvo por el lugar "Molino Viejo" y al amanecer fue recuperado" (hem. DN).

Planos del Molino Viejo
Con el número 7, el Molino Viejo y su presa en forma de cuña
El primero es de Juan de Garay, de 1641. El dibujo del Molino Viejo (7) de la Rochapea... me resulta extrañísimo. Además, ha dibujado la presa de este molino al revés -con la cuña a favor de corriente- que el resto de planos que he consultado. Aún así, es el plano más antiguo que conozco que haga una referencia a la presa del Molino Viejo. El 2º es el de Octaviano Meni, de 1684 y dibuja la presa como el resto de planos.

Casa Ayarra, al pie de la muralla (Galle 1955, AMP)
Orientados de modo casi opuesto, el puente de la Rochapea nos ayudará. De Tigné es, sin duda, quien dibuja con la mayor claridad. Es también el primero que pone el nombre al molino (Moulin de la Rochapeya?). En cuanto a Nicolás de Fer, ese "Faubourg de la Rochepied" me ha descubierto de una tacada dos etimologías:
- faubourg, derivado del latín foris, «fuera de», y del latín vulgar burgum, "burgo, ciudad"; lo que en Pamplona llamamos "fuerapuertas"
- Rochepied, "al pie de la Rocha", en francés; en español, Rocha-pe-a. La traducción de Nicolás de Fer da pie (nunca mejor dicho) a pensar que el sufijo vasco -pe viene del latín "pes, pedis": pie. En Nueva Aquitania (Francia) hay una localidad llamada Rochepied y buscando al pie de qué roca está, me he encontrado esto (pincha).

Documentación
Joaquín Castells,  Puente Rochapea desde Ayarra 
Si el plano más antiguo es de 1641, la primera referencia documental va mucho más lejos, hasta 1318:
"1318, noviembre 30, jueves. Don Jimeno de Lizasoain y don Orti de Iza, molineros, arriendan un molino en Pamplona de doña Amorosa, viuda de don Elías Pérez de la Peyra, cambiador franco de Pamplona. aquel molin que vos /3 auetz el terminat de Pamplona que clamen de Ius la rocha" (AGN, Comptos...) 
En fecha indefinida pasa la propiedad del molino a la Cofradía de Santa María (Catedral). 
En 1406, según Martinena,  Carlos III el Noble lo compró para dárselo a su chambelán Johan de Ezpeleta. El molino seguirá siendo propiedad de los Ezpeleta a lo largo de muchas generaciones. 
Posteriormente, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, dejan de aparecer referencias a él en la documentación.

La presa en cuña del Molino Viejo
Hay una foto de 1872, de Anselmo Goñi que me ha estado volviendo loco estos últimos días:
Mitad de la presa en cuña del Molino Viejo de la Rochapea. 1872 Anselmo Goñi AMP
¿Qué presa es esa, aguas abajo del Molino de la Pólvora-Alzugaray (dcha imagen), justo donde desemboca el Cauce Molinar, el canal que le daba servicio?
El plano de 1866, de Miguel Cía, nos lo aclara:
He puesto esta imagen al revés, para que se capte mejor la correspondencia entre ambas imágenes. Con el nº 60 y su presa en cuña, el "Molino harinero", el Molino Viejo de la Rochapea. No había visto jamás una foto de esa presa, así que muchas gracias, Anselmo Goñi, por el regalo. 
Como muestra la imagen, esa presa en cuña seguía haciendo su servicio al comenzar el último tercio del XIX. Y el molino seguía siendo harinero. Pero en el Casañal actualizado a 1904, ni rastro de esa curiosa presa. Y menos aún en el SITNA de 1927.

El molino, hoy: Casa Ayarra
Foto en la sala
En 1930 Vicente Ayarra compró el molino.
En 1941 Claudio Ayarra Toni, hijo de Vicente, es el propietario, junto con su esposa Mª Cruz Elía. Tendrán 11 hijos.
En 1996 Ramón Ayarra, el hijo mayor, figuraba ya como propietario de una parte de la casa y a día de hoy lo es del total.
Así pues, ésta es la tercera generación de la familia Ayarra al frente de lo que fue el Molino Viejo de la Rochapea y que hoy es Casa Ayarra.

Hemeroteca DN. Entrevista
El 13 de Agosto de 1996, cuando en el antiguo molino vivían Claudio Ayarra y Mª Cruz Elía con sus hijos, María Jesús Castillejo, de Diario de Navarra, les hizo la siguiente entrevista:

Un antiguo molino Maria Jesús Castillejo DN 13/08/1996
Junto al puente de la Rochapea y ya subiendo por la Cuesta de Santo Domingo, vive el matrimonio Arraya-Elía desde 1941, hace 55 años. 
Claudio Ayarra Toni, natural de Izalzu y de 86 años, y María Cruz Elía Espoz, nacida en Huarte-Pamplona y de 83 años de edad, tienen 11 hijos y 33 nietos, muchos de los cuales se han bañado en el Arga y han salido a pasear en barca en verano. 
"Errota" ('molino', en vasco) es lo que queda de él
Los padres (Vicente) del propietario compraron la casa en 1930, hace ya 66 años, aunque el lugar tiene una antigüedad de unos 600 años. 
Al parecer, anteriormente existía en la zona un molino, el llamado Molino Viejo, del que ya no queda nada. El inmueble, formado por dos pisos, acoge al matrimonio y a un hijo mayor, Ramón Ayarra, que posee la parte derecha de la casa. 
«Antes teníamos huertas al otro lado del río y también algunos animales, pero ya somos mayores para eso. Además, ahora sólo vivimos aquí en verano, en invierno nos vamos a Benidorm, porque aquí hay mucha humedad», comenta María Cruz Elía. 
Cuadro en la sala
Rodeada de arbolado y matorral, la casa permanece casi invisible para cualquiera que pase por la zona. Viene a ser como estar en pleno campo, pero dentro de la ciudad, ya que están a cinco minutos del mercado municipal y a ocho de la plaza del Castillo. 
Respecto a las riadas, los propietarios aseguran que han llegado a tener el agua a nivel del piso, aunque sin ir más allá. «Las inundaciones son peores en la zona de /a Magdalena; para cuando llega el agua aquí viene con menos caudal», comentan. 
Ramón Ayarra, recogiendo leña
Dos robustos perros y varios gatos guardan la casa y evitan la entrada de extraños, por lo que este matrimonio no recuerda haber sufrido robos o destrozos. 
Claudio Ayarra, ordenanza jubilado, continúa (en 1996) ocupándose de todo tipo de arreglos en los alrededores de la casa, a pesar de su edad, mientras su esposa hace lo propio en el interior del inmueble, como lleva haciendo desde hace más de cincuenta años. 
Tampoco la familia Ayarra-Elía tiene ninguna intención de irse y de hecho continuamente reciben la visita de los hijos, nietos y sobrinos a los que les encanta la frescura de la zona y la cercanía de las aguas, sobre todo a los más pequeños. 
“Si nos tuviéramos que ir, nos iríamos, pero no creo que pase nada”, comenta la propietaria.

He subido a Facebook un Álbum con unas cuantas fotos más del pasado y presente del Molino Viejo-Casa Ayarra

Un comentario precioso de Marta Coronado que agradezco en el alma:
Querido Pachi 
Lo último que he conseguido
Lo primero de todo quería agradecerte en nombre de la Familia Ayarra tu artículo sobre el Molino Viejo, la que para nosotros ha sido siempre la casa de nuestros abuelos. 
Soy Nieta de Claudio Ayarra y María Cruz Elía, te escribo también en nombre de mi madre Carmen, hija de ellos. 
Leyendo tu escrito y mirando las fotos nos conmueve pensar en nuestro bisabuelo comprando un molino tan viejo y con tanta historia. Nuestros padres se han bañado en el Arga, han vivido sus riadas y han ayudado a cultivar en sus orillas. Nosotros los nietos, hemos disfrutado de tardes increíbles al lado del río y gracias al Molino hemos creado una unión entre los primos muy estrecha. 
Nos parece que quizás te interese saber que en tu escrito hay un detalle que creemos relevante aclarar, la división de la propiedad. Mi tío Ramón es el sexto hijo de María y Claudio. Como bien dices a finales de los 90 compró una parte de la casa. Quedando la otra parte, la más cercana al río, como propiedad de mis abuelos. Cuando mis abuelos murieron, su parte fue heredada por los hijos. Es así como figura la propiedad actualmente. Gracias al hecho de que una mitad de la casa es de todos y a los cuidados en la estructura, los arreglos y las mejoras que ha hecho mi tío Agustín podemos todavía disfrutar de comidas, cenas y tardes tranquilas de verano. Mi tío Agustín, pasa horas y horas haciendo de esta parte de la casa un lugar habitable, cómodo y común donde todos nos podamos reunir. Estamos todos muy orgullosos de ser capaces de compartir en familia un legado tan peculiar de la Rochapea Agradecemos tu articulo, fotos y mención en tu blog. Hemos viajado en el tiempo gracias a él. 
Un saludo de parte de los Ayarra y gracias de nuevo.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Cascada en las Peñas de Echauri

Ciriza y Echauri, a los pies de la Sierra de Sarbil
26 de Agosto de 1983. Esa fecha está marcada a fuego en el corazón de todo bilbaíno. Fueron las inundaciones de Bilbao. Y en plenas fiestas.
600 litros por metro cuadrado en un día, equivalente a una capa de agua de 60 centímetros. En algunos puntos de Basauri, el agua alcanzó una altura de hasta tres metros. En Bilbao, hasta cinco. 
Hubo 34 fallecidos y 5 desaparecidos.
Pérdidas materiales de 60.000 millones de pesetas en Bilbao y 200.000, en en País Vasco
Además de en el País Vasco, más de un centenar de municipios fueron declarados zona catastrófica en Cantabria, Navarra y Burgos.

Cascada en Echauri
Hay una foto en el bar Basterra de Echauri, testigo de un acontecimiento que no se ha vuelto a repetir desde entonces. Lo que en Bilbao fue desolación, en Echauri y Ciriza fue un espectáculo único.
Efecto de las intensas lluvias de los días previos al 26 de Agosto, desde arriba de la sierra, empezó a formarse una impresionante cascada que, primero en caída libre, luego chocando con las rocas y, finalmente, como un furioso torrente, alcanzó la carretera hacia el kilómetro 17, donde está el aparcamiento del que se accede a  las Gradas o Escaleras de Ciriza.
He mirado en la hemeroteca y no he encontrado nada. Así que, me da la impresión de que esa foto del Basterra es el único testimonio gráfico del espectacular acontecimiento.
Aquí la tenéis:


domingo, 20 de diciembre de 2020

Las entrañas de las Peñas de Aya

No sé dónde leí que la mole granítica de las Peñas de Aya fue lo primero -como en la foto- que asomó cuando el mar se fue retirando. Allá por el 79-80 recorrí decenas de veces, emocionado, todo su cresterío. Pero, para rato sospechaba lo que escondían sus entrañas

La arqueóloga que encontró a los romanos en la Vasconia irreductible Ander Izagirre
Mertxe Urteaga recorre la galería romana. ALEX ITURRALDE
Desde que exploró una asombrosa galería en Guipúzcoa con 22 años, Mertxe Urteaga ha demostrado la importancia de la colonización romana en la zona montañosa del País Vasco, pese al persistente mito del enclave sin conquistar
A sus 22 años, la arqueóloga Mertxe Urteaga planeó una exploración secreta por el subsuelo de las Peñas de Aya (Guipúzcoa). 
Aprovechó un fin de semana, cuando no había gente trabajando en las minas de Arditurri, para dirigir al geólogo Txomin Ugalde y al historiador Ricardo Berodia en la búsqueda de una rendija hacia el tesoro: hacia una galería romana en este territorio vascón que en teoría los romanos nunca habían conquistado.
Mertxe Urteaga en el coto minero de Arditurri. A.I.

Era 1982, la Real Compañía Asturiana de Minas explotaba el coto de Arditurri y acababa de ofrecer al Ayuntamiento de Oiartzun una pequeña joya: un tramo de galería romana que podría abrirse al público. Urteaga, una recién licenciada que trabajaba en los archivos del municipio, arrugó la nariz. Había visto fotos sacadas por los ingenieros en las minas, había leído informes que acumulaban polvo de dos siglos y sospechó que la empresa ofrecía ese caramelo, en un paraje remoto y sin valor económico, para distraer la atención de la maravilla que escondían aquellas montañas: una asombrosa red subterránea excavada hacía 2.000 años.
“La empresa conocía los informes de Thalacker en 1803 o de Gascue en 1897 en los que se hablaba de una gran infraestructura romana, y conocía las bocas de muchas de aquellas minas”, explica. “Les servían para llegar a los filones y seguir explotándolos. Pero no decían nada porque no querían arqueólogos incordiando. Y en el mundo académico nadie hacía caso al asunto. El mito de que los vascones de la zona montañosa habían rechazado a los romanos estaba muy extendido, era una clave para explicar la pervivencia de la lengua vasca”.
Urteaga en 1986 de visita a un caserío. JOSÉ USOZ

Cuarenta años después, la guipuzcoana Urteaga nos guía por la vaguada de Arditurri para mostrarnos el paraje en el que ella y sus compañeros empezaron a agrietar el mito. En el regazo de las imponentes muelas de granito de las Peñas de Aya se cuela por una galería de dimensiones humanas: 1,80 metros de altura aproximada, una anchura que se puede abarcar con los codos desplegados y una forma suave y abovedada típica de los romanos, que encendían fogatas para fragmentar la roca y luego retocaban el túnel con picos.
“Enseguida percibimos la mano romana, fue muy emocionante”, dice, mientras acaricia la roca tallada, señala huecos donde los mineros depositaban lamparitas de aceite, muestra el canal que sigue desaguando, explica hallazgos de bateas de madera, picos de hierro, tejidos impermeables de lana con pelo: ropa de minero. “La sensación de avanzar por el interior de la tierra es muy intensa, te adentras en lo más profundo y de pronto descubres una huella humana de hace milenios… A mí este sitio me maravilla. Percibes el plan minucioso para acceder hasta el filón, las rectificaciones en el trazado de la galería, la inclinación para que desagüe. Es una construcción en negativo, un vacío escultórico. Parece una obra de Oteiza”.
Urteaga en el coto minero de Arditurri A.I.
Al cabo de 50 metros, esta galería horizontal conecta con otra diagonal muy inclinada por la que penetraron los prospectores romanos. Cuando encontraron el filón, los topógrafos tuvieron que determinar el nivel en el que debían perforar la segunda galería, la horizontal en la que trabajarían los mineros, por la que ahora caminamos. Una hipótesis dice que enlazaban docenas de metros de intestinos de gato hasta el exterior y los llenaban de agua: así podían ver desde fuera el nivel exacto del filón subterráneo.
La Compañía Asturiana cerró las minas en 1984 y dejó campo libre para los arqueólogos. Solo en Arditurri encontraron más de 40 zonas de explotación romana, incluidas obras tan complejas como un acueducto subterráneo de 425 metros que desaguaba las filtraciones –y las sigue achicando– para que los mineros trabajaran 15 metros por debajo del río. “Cuatrocientos hombres durante 200 años no hubiesen sido suficientes para horadar todas estas galerías”, escribió el ingeniero Thalacker en 1803. Los arqueólogos descubrieron más explotaciones romanas en el entorno de las Peñas de Aya, tanto en Guipúzcoa como en Navarra, y así confirmaron la importancia de aquel distrito minero, uno de los principales productores de plata, hierro y cobre de la provincia Tarraconensis. Convencidos de que la ocupación romana debió de ser mucho más intensa de lo que se creía, Urteaga y sus compañeros del centro Arkeolan buscaron y hallaron otra gran sorpresa en pleno centro de Irun.
El coto minero de Arditurri. A.I.
En 1992, aprovechando unas obras en la calle de Santiago, pidieron permiso al Ayuntamiento para buscar restos de un puerto romano. “Les daba la risa. Pero hicimos varios sondeos, el cazo de la excavadora iba sacando montones de limo negro y de repente soltó un montón de piezas de cerámica romana. ¡Tremendo! Encontramos miles de fragmentos, estructuras de madera, amarres… Era un puerto con muelles, almacenes, aduanas, un punto por el que circulaban salazones del Mediterráneo Oriental, cereales y vino del valle del Ebro, aceite de la Bética… Justo ahora estoy con una investigación en la que planteo que el puerto tenía una fachada monumental, para mostrar la importancia de la ciudad”.
Debajo de Irún estaba Oiasso, la ciudad de los vascones que mencionaban los geógrafos clásicos, con el puerto, las necrópolis y las termas que han ido desenterrando los arqueólogos, con trazas de templos y teatros que aún no han aparecido. “Algunas personas se acercaban a la excavación y nos tomaban el pelo: ‘Pero a ver, chicas, ¿todavía no sabéis que los romanos nunca llegaron aquí?’. Un señor pasaba todos los días junto a la excavación y nos insultaba”.
—¿Y eso?
—A algunos, nuestros descubrimientos les sentaban fatal porque les rompíamos una idea de su identidad: “Los romanos nunca ocuparon este país, los vascones se resistieron, por eso somos un pueblo peculiar con una lengua única…”. Ese mito estaba muy arraigado. Algunas personas del mundo cultural y académico también nos trataban como si estuviéramos cometiendo una traición.
El centro de interpretación de Arditurri. A.I.
Ella sostiene que la cultura vasca no sobrevivió a pesar de los romanos, sino gracias a ellos. “Su ejército era imparable, se instalaron en las zonas vasconas que les interesaban y los dirigentes nativos probablemente se integraron en el imperio para recibir ventajas: cargos políticos, negocios, nivel de vida. Gracias a los romanos, recibieron un cursillo de actualización acelerado. En un par de siglos adoptaron la escritura latina, las técnicas más avanzadas de construcción y agricultura, el urbanismo, el arte, la higiene, todo lo que otras civilizaciones habían desarrollado durante milenios. Hubo culturas que se quedaron al margen de esas modernizaciones y desaparecieron”.
El pasado no existe, dice Urteaga. Siempre vivimos en el presente, son las ideas del presente las que modelan nuestra visión del pasado. El de Oiasso era el primer puerto romano de la península Ibérica que veía la luz, no había más de una docena en todo el mundo, se trataba de un tesoro, pero debían apostar por la divulgación para que la sociedad vasca fuera entendiendo su valor. Contaban con unas pruebas arqueológicas consistentes y el apoyo de las instituciones públicas. Dieron conferencias, abrieron el Museo Oiasso, todos los años organizan un festival de cine arqueológico, otro de espectáculos romanos…
Hace unos años, Mertxe Urteaga conversaba durante un recorrido en tren con una señora de Irún. “Me preguntó en qué trabajaba, le dije que era arqueóloga y me contestó: ‘Ah, sabes que Irún fue una ciudad romana, ¿no?’. Pensé: ‘Ya está, lo hemos conseguido”.