En Piedramillera se venera al Santo Cristo de la Agonía que en 1920 atrajo a esa villa de la Berrueza a gentes de Álava y Navarra. Los más curiosos, para presenciar algún prodigio, y los más necesitados, buscando remedio a su enfermedad.
Y como vino, se fue. Después de 1920, ya no he encontrado más noticias
Los Milagros del Santo Cristo de la agonía de Piedramillera (1920 06 22)
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1920 junio 22 Heraldo Alavés |
En un pueblecito de Navarra que se llama Piedramillera el día 11 de Mayo último (1920) tuvo principio lo que vamos a escribir. Dos niñas de dicho pueblo fueron a la Iglesia del mismo y al ir a besar al Santo Cristo arriba nombrado le vieron abrir los ojos; al tener noticia la gente fueron a ver y a orar al altar donde se venera el Santo Cristo, pasados algunos días llevaron una niña de unos 12 años imposibilitada y rogando por su salud quedó sana.
En el mes actual sigue el Santo Cristo prodigando sus gracias. Una mujer de los Arcos que hacia muchos años que estaba ciega y muda al orar e ir a besar los pies de Nuestro Redentor recobró la vista y habla y el día 11 fué de nuevo a dar gracias al Señor por tan grande beneficio.
Gentes de muchos kilómetros de distancia acuden a Piedramillera a ver y honrar al Santo Cristo de la agonía y muchos le ven mover los ojos, la boca y su rostro palidecer y sudar sangre, una cosa parecida a la que Dios Nuestro Señor viene haciendo hace tiempo en la imagen del Santo Cristo de la Agonía de
Limpias.
(...)
Un viaje a Piedramillera (1920 09 21 Heraldo Alavés)
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1920 09 21 Heraldo Alavés |
(El párroco) Hizo historia de cómo y cuándo, en la Parroquia dieron comienzo los hechos sorprendentes. Ello fué el 11 de Mayo, cuando las niñas del pueblo iban dando cima a la piadosa devoción de los nueve primeros viernes. y principalmente a la terminación de éstos. Desde entonces, no pasa día sin que por la milagrosa Imagen se obre algún prodlgio. (...) Terminada la Misa que cantaron las Hijas de María al estilo Gregoriano, luego de comulgar bastante gente, y reservado el Santísimo, el que esto escribe personado en la sacristía, tomé nota de los testimonios que, de algunos de los extraordinarios hechos, ha logrado coleccionarse en declaración jurada.
Comienza a darlos Juan Galdeano Arana, de 31 años, residente en Eraul, valle de Yerri, continuaba Bernardina Sanchez Antón. de 19 años, de Arróniz; Fidela Quintana; Felisa Esquide; Juliana Chasco; Guillermo Gorricho; María Gauna, natural de Villafría, Alava: Diego Súñiga, de Santa Cruz: Teodora Blasco; Donato García, de Santa Cruz, José Gómez, de Lanciego; Victor Casas, de Vitoria: Genara Lizarraga; Salustiano Lacalle: Bárbara Landa; Juan Cruz López Castillo, vecino de Urarte y otros mu-chos que aun no han declarado por escrito. Por ejemplo, las niñas del pueblo.
Casi todos !os referidos certifican y juran haber visto al Cristo dlrígirles su mirada. Alguno. vió el acto de desclavarse uno y hasta los dos brazos de la Imagen. Teodora Blasco Lana, de Arcos, casada, privada de la vista y del habla desde hacía varios años, con solamente visitar la Imagen y tocarla, el día 6 de Junio último a las dos de la tarde, ve y habla perfectamente desde entonces. Juan Cruz López Castillo, repentinamente curó de un antiguo reuma el 20 de junio, enfermedad rebelde que le obligó a hacer varios viajes a la clínica del Dr. Garaizabal, v ha podido segar y trillar como un robusto mozo.
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Gentileza de William A.Christian Jr. |
Pero lo que allí llama mucho la atención es el caso de la curación del niño Zárate de Vitoria, ya conocido de los lectores, y de cuyo hecho, aun no aparece declaración en el libro. El padrastro de dicho muchacho, don Francisco Oyanguren, es el que ha organizado la excursión que describimos.
(...)
El tamaño de dicha Imagen es algo más del metro, y representa a Cristo muerto, con la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, pudiendo apreciarse solamente la mitad del cuerpo, por cubrir el resto una especie de túnica o falda negra, raso moaré, con fleco. La talla, sin que precisamente sea una maravilla, inspira devoción.
Cuatro o cinco veces permanecimos otros tantos buenos ratos frente a la tantas veces repetida Imagen, sin ver en la misma nada de particular
(...) Hubo igualmente dos mujeres, ajenas a nuestro grupo, que, algo .alteradas y en alta voz repetían: ¡lo vemos, lo vemos! ¡Nos mira! ¡Mueve los ojos, mírenle! ¿Pero es posible que no vean? Y ciertamente, nada veían los demás. Yo no estaba presente.
(...)
J. de I.
Por cierto, la
página del Ayuntamiento hace un relato precioso, echándole, en algunos puntos, más imaginación que la documentación disponible:
El mismo estilo expresivista se advierte en la imagen del Santo Cristo, que recibe culto en un retablo barroco ejecutado en el año 1699 por el maestro arquitecto Vicente Frías.
El Santo Cristo tiene su propia historia. Resulta que en Piedramillera se produjo en el año 1920 un fenómeno de masas nunca conocido en Navarra. Los rumores que se extendían por toda la comarca aseguraban que el Santo Cristo de la Agonía -que se venera en una pequeña capilla de la iglesia parroquial- miraba a los fieles, les sonreía y obraba milagros. Todo comenzó en torno al mes de abril de aquel año 1920 cuando, después de confesar a una niña de 10 años, el sacerdote le impuso como penitencia que besara los pies del Cristo. La pequeña se esforzaba inútilmente dando brincos para alcanzar los pies del crucifijo y como la empresa era imposible, el Cristo se movió haciendo que uno de sus pies se desprendiera del clavo y así la niña pudiera besarlo.
A los pocos días eran miles los peregrinos que desde todos los rincones acudían a Piedramillera para visitar la capilla en la que se guarda la imagen. Se cuenta que una mujer de Los Arcos, ciega y muda desde hacía once años, acudió para dejar limosna y recuperó la visión. También se mencionó el caso de una niña de Acedo, aquejada del mal de San Vito (enfermedad de Huntington), que sanó milagrosamente un sábado después de postrarse ante el Cristo. Un vecino de Viana, Francisco Fernández alias El Rorro, llevaba seis meses padeciendo reuma, entró con plena fe de que el Señor le había de curar, hizo una pequeña oración y al pronto vio que el Santo Cristo movía los ojos y pestañeaba. Y otro vecino de Eraul, Juan Galdeano, de 34 años, contó que a las ocho de la mañana, mientras decía misa el presbítero don Juan Azanza, entró en la iglesia después de la Consagración y vio con los ojos abiertos al Santo Cristo y acercándose más vio como le sonreía y tenía el rostro alegre.
Al poco tiempo este fenómeno mediático –los periódicos de la época se hicieron eco de los hechos- había desaparecido sin dejar rastro. Pero los vecinos de Piedramillera seguimos festejando al Santo Cristo.