martes, 27 de diciembre de 2022

Sobre los adoquines del Monumento al Encierro

Inmortal, sobre los adoquines del Monumento al Encierro
La foto de despedida no podía ser otra. Te quedas, ya para siempre, en la Avenida Roncesvalles, esquina con Carlos III. Seguro que te has ido con la misma serenidad con la que te esculpiste a ti mismo en una situación tan comprometida. 
He encontrado la última foto que le saqué un 26 de junio de 2019 en el Nuevo Casino, con la revista Pregón en las manos.
Me invitaste a tu casa de Badostáin. Te dije que desde 1994 pasaba, casi a diario, por delante de ella y que siempre me había llamado la atención.
pincha para ver el detalle
Un placer haberte conocido. Descansa en paz.

Señalado con la flecha, el autor, Rafael Huerta. Foto DN
DIARIO DE NAVARRA 27/12/2022
Rafael Huerta Celaya, el escultor del monumento que con los años se ha convertido en una postal icónica de Pamplona, falleció el pasado 21 de diciembre en el Hospital General de Valencia, tres días antes de cumplir 94 años. Huerta llevaba dos años viviendo en la capital valenciana, comunidad a la que estuvo siempre vinculado, igual que a Navarra, pese a haber nacido en Bilbao en 1928.
Rafael Huerta señala a su personaje en el Monumento al encierroJOSÉ ANTONIO GOÑI
Pérez Cabañas
El Monumento al encierro en realidad fue la ampliación de la obra que él mismo había esculpido en 1994 con dos corredores y un toro. En 2007 se inauguró la versión ampliada en la avenida de Roncesvalles, de bronce, con 11 metros de largo y 4 de ancho, compuesta por un total de 19 figuras -6 toros, 3 cabestros y 10 corredores- entre los que se encuentra él mismo, ya que dio sus facciones al mozo que está tirado en el suelo, en la parte delantera del conjunto. No corrieron la misma suerte otras dos cabezas que originalmente tenían el rostro de dos personas conocidas, la del entonces concejal delegado de Cultura, Ignacio Pérez Cabañas (CDN), y del célebre corredor Julen Madina. La junta de Gobierno del Ayuntamiento de Pamplona acordó meses antes de la inauguración que el monumento no debía tener caras conocidas, por lo que Huertas tuvo que cambiar las efigies de Pérez Cabañas y Madina.
R. Huerta, con J. Madina, que me recuerda al Milagro de Lamberto (pincha)
El monumento fue financiado por el Ayuntamiento y por Caja Navarra, con un coste de 661.000 euros. La intención de Huerta era plasmar una instantánea del encierro y expresar acción, una estampida, y, según señaló, creía que se trataba del trabajo más importante de su vida profesional.
El terreno de la escultura monumental era donde mejor se movía. Además de en Navarra, tiene obras en el País Vasco, Cantabria y Madrid. Y en Pamplona además instaló el Monumento a José Joaquín Arazuri (2002), en el paseo del mismo nombre; Monumento a Nicasio Landa (1999) en los jardines del Hospital de Navarra; Rebotando al revés en la avenida de Aróstegui (1990) y El sueño, en el Patio de Gigantes de la calle Descalzos.
"Los de siempre", lo que saben hacer: ensuciar, también el euskera
José Mari Muruzábal ha hecho hoy su obituario (pincha), también en Diario de Navarra.
Si queréis profundizar en Las vicisitudes del Monumento al Encierro...(Pregón, pág. 137)

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