domingo, 20 de marzo de 2022

Regreso a Ermua para juzgar a los que callaron

"¡¡¡No lo maten, no nos lo maten!!!" Fue el grito de la buena gente del País Vasco y de toda España. Pero los que tenían que dar la orden se callaron
García Castellón instruyó hace 25 años el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Ahora investigará a la cúpula de ETA por "delito de omisión"
Nunca la dirección etarra recibió tanta presión para evitar un atentado 
El exalcalde de Ermua: "Se rompió para siempre el silencio contra ETA"

El juez regresa a Ermua para juzgar a los que callaron              por Pablo Ordaz. El País
Una palabra. Solo hacia falta una palabra, una frase, un comunicado. Durante 48 horas, cientos de miles de personas se manifestaron en toda España para pedir a ETA que no asesinara a Miguel Ángel Blanco. A las 17,30 del jueves 10 de julio de 1997, un comunicante anónimo había llamado al diario Egin para informar de que el joven concejal del PP de Ermua (Vizcaya) había sido secuestrado por la banda terrorista y que sería ejecutado si, antes de las 16.00 del sábado 12 de julio, el Gobierno español. presidido entonces por José Maria Aznar, no enviaba a las cárceles vascas a todos los presos etarras. El juez Manuel García Castellón, de guardia esa tarde en la Audiencia Nacional, se hizo cargo de la investigación y voló en un avión militar hasta Bilbao. Desde la comisaría de la Ertzaina en Deusto coordina los esfuerzos de la policia vasca, la Policía Nacional y la Guardia Civil para encontrar al joven de 29 años, hijo de emigrantes gallegos, recién licenciado en Económicas, que habla salido de su casa de camino al trabajo dos horas antes de que ETA anunciara su secuestro.
García Castellón llega el 12 de Julio de 1997 al
hospital de San Sebastián donde había sido 
ingre-
sadoMiguel Ángel Blanco. JESUS URIARTE
Aunque el entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, advirtió enseguida de que no se trataba de un secuestro, sino de un asesinato a cámara lenta, los ciudadanos salieron a la calle como nunca lo habian hecho contra ETA y las fuerzas de seguridad escudriñaron cada rincón y pidieron al juez García Castellón decenas de órdenes de entrada y registro en cualquier nave o caserío que pudiera servir de escondite. Nueve días antes, la Guardia Ovil había logrado rescatar al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara del zulo en el que habla permanecido secuestrado 532 días, y el portavoz de Herri Batasuna, Floren Aoiz, ya había advertido al ministro de Interior que tuviera cuidado en no caer "en la borrachera de la eficacia policial", porque a ese estado podría sucederle "la resaca". Y así fue. La banda terrorista quería demostrar y demostrarse que su máquina de secuestrar y matar seguía bien engrasada. 
Manifestación en Ermua por la libertad de
Miguel Ángel Blanco en julio de 1997
./L.T. (EFE)
A pesar de la movilización ciudadana —también en algunas localidades vascas donde nunca se le había levantado la voz a ETA— y los esfuerzos de las fuerzas del orden, la tarde del sábado 12 de julio, unos cazadores escucharon a las afueras de Lasarte, junto a San Sebastián, unos disparos y sus perros les condujeron hasta el cuerpo agonizante de un hombre joven. maniatado, descalzo, con dos tiros en la cabeza. La palabra, la frase, el comunicado de la dirección de ETA que hacia falta para detener el asesinato no llegó, y ahora, cuando están a punto de cumplirse 25 años, el juez García Castellón, que se ve en la fotogafa de Jesús Uriarte llegando al Hospital Donostia, donde había sido trasladado Miguel Ángel Blanco todavía con un hilo de vida, quiere cerrar el circulo de aquel crimen. Ya fueron detenidos, juzgados y encarcelados los autores materiales, pero el magistrado quiere encausar por "delito por omisión" a los nueve jefes de ETA que ostentaban en aquel momento la dirección de los distintos aparatos de la banda y que. pudiendo, no hicieron nada por detener aquel asesinato.
Hay un párrafo del auto de García Castellón que es especialmente significativo. El magistrado advierte de que fue él quien instruyó el caso en los primeros mamentos. y añade que "el oonocimiento en primera persona" de cuanto sucedió antes y después del asesinato le permiten "inferir" que aquel crimen "puede perfilarse en la figura de la comisión por omisión, pues quienes ejercían el liderazgo de la organización terrorista, el llamado comité ejecutivo, dispusieron al menos de 48 horas para detener la acción". O lo que es lo mismo, García Castellón, como todos los que vivieron sobre el terreno aquella espera angustiosa, saben que nunca como entonces la dirección de ETA y su entorno político recibieron tantas peticiones y desde tantas instancias para que no se cumpliera la amenaza. Si alguien puede dar fe de ello mejor que nadie es Carlos Totorika, el entonces alcalde socialista de Ermua.
Totorlka, ya jubilado, recuerda que hasta la Iglesia vasca utilizó su "conexión de alto voltaje" con el entorno de ETA para parar el asesinato de Miguel Angel Blanco. El entonces alcalde recuerda el lugar y la hora en que recibió la noticia y la decisión que tomó: "Estaba en una marcha hacia Madrid. Se había caído el polideportivo, la constructora se desentendió y organizamos una caminata para denunciarlo. Estábamos a la altura de Bergara y recibí la llamada del delegado del Gobierno. Me dijo que Miguel Ángel había sido secuestrado. Volvimos enseguida y nos centramos en el aspecto humano. Ya estaba bien de justificar los asesinatos en el conflicto vasco o en el "algo habrá hecho". Teníamos que hablar de la persona, de Miguel Ángel, de derechos humanos, de libertad. Acogimos a su familia en el ayuntamiento, aquella fue su casa durante 48 horas, los cuidamos lo mejor que pudimos, y decidimos mucha movilización y poco silencio. Hasta entonces las concentraciones habían sido casi siempre igual: nosotros en silencio, detrás de una pancarta pidiendo la liberación de un secuestrado o condenando un asesinato, y ellos, la izquierda abetzale, enfrente, insultándonos. Teníamos que superar el silencio. No sabiamos si íbamos a conseguir que lo liberaran, pero no queríamos que les saliera gratis. Descubrimos que manifestándonos contra ETA,ganábamos libertad y la satisfacción personal de no quedarnos callados. Se ganó un espacio de libertad".
Difundida por Mari Mar Blanco
La llama prendió como nunca antes. Durante aquellos días, este reportero también estuvo en Ermua. Uno de sus vecinos, Javier San Ildefonso, contó entonces que nunca había visto a su hija de 16 años conmovida de aquel modo. Ahora la hija tiene 41 años y tres hijos, y él ya le ha explicado a la mayor, de 11 años, algunas cosas de aquellos tiempos tan oscuros. "Todos los vecinos nos organizamos para intentar que ETA diera marcha atrás", explica ahora San Ildefonso, "no fue posible, pero en Ermua se rompió para siempre el silencio contra ETA. Fue la única vez que lloré abrazado a mi madre y a mi hija".
El exalcade Totorika reflexiona sobre el auto de juez. "No sé la interpretación jurídica, pero claro que pudieron haberlo parado. Tuvieron 48 horas para hacerlo y no lo hicieron. Y están en deuda con todos, una deuda que sigue vigente y que no han pagado. No estoy hablando de nostalgia ni de querer remover el pasado, sino de justicia". El juez García Castellón no puede comentar la causa que está empezando a instruir, pero si recuerda la impresión que le produjo visitar en su casa al padre de Miguel Ángel. Su hijo, al que habia conseguido dar una carrera y un futuro después de una vida de emigración y sacrificios, estaba en esos momentos en algún lugar, cautivo de ETA. Aún había un resquicio de esperanza. pero no pudo ser. Los que hubieran podido hablar, callaron.

5 comentarios:

Pérez de Zabalza dijo...

La impotencia y el momento de quedar al aire la mayor infamia en la historia reciente de esta tierra

Carmelo dijo...

Muchas gracias, Pachi, por traernos el recuerdo de Miguel Ángel Blanco. Mi recuerdo permanece indeleble en mi mente, me encontraba en Ibiza de vacaciones y permanecimos todo el tiempo a la expectativa de lo que sucedió en cada momento, cuando dieron la noticia de su asesinato ruin y cobarde, mi mujer y yo nos echamos a llorar, nunca lo olvidaré mis.
Es de justicia que estos asesinos, cobardes, lo paguen, por omisión y por acción, pues los jefes fueron responsables de sus decisiones y sus consecuencias.
Navrazon, Pachi.

Carmelo dijo...

La frase "algo habrá hecho" de Totorica, me ha llegado al alma. Ese era el espíritu que se vivía en la comunidad vasca y demuestra hasta qué punto, la sociedad vasca vivía secuestrada también. Penoso.

Anónimo dijo...

Ahí tenemos al señor Adolfo Araiz, tan pancho, de la Mesa Nacional que marcó los objetivos de ETA, el mismo que entonces no calló, sino habló, y también habló recibiendo con flores a la terrorista Inés del Río cuando salió de la cárcel.
Y aunque parezca increíble en un país decente, ahora es socio del gobierno que rige nuestros destinos.
Ya que debemos pasar página y amoldarnos a los nuevos tiempos, podríamos también colocar a Aníbal Leckter en la comisión de Derechos Humanos, como en su día estuvo Josu Ternera, con los votos a favor del PNV, por cierto. Lo único que ha cambiado desde esos años, aparte de la derrota (únicamente policial) de la banda terrorista, no que se hayan arrepentimiento de sus crímenes, sino que ahora votaría también el PSOE a favor de incluir en aquella comisión a Araiz, Aoiz, Ternera y tantos otros canallas

Unknown dijo...

Es fundamental que la juventud no ignore lo que pasó en esta tierra .
La sangre derramada no merece el olvido .
Qué triste recuerdo la muerte de Miguel Ángel , cuanto dolor y rabia contenida , los sanfermines se vistieron de luto por el .
D.E.P.