viernes, 4 de marzo de 2022

Javierada "de choque" y un desolvido

 Idocin y la Higa, por Santa María del Villar. 1900 ca.
A los 20 años me entró una enfermedad mucho mala y con un nombre muy complicado: espondilitis anquilopoyética (¡atención, nietos!). Tuve que dejar el atletismo, mi pasión de los tres anteriores años. Empezaba el día cojeando y a la tarde ya andaba mejor. Pero a la noche, volvía a anquilosarse la columna y girarme en la cama era una odisea muy dolorosa. 
Pasaban los meses, pero aquello no se pasaba. Iba a peor.
Una Javierada, a principios de los 70, decidí hacer una locura. Me fui de Pamplona directamente a Javier sin comida ni agua... ni dinero.
Llegué a Javier. Estaban en misa, en la explanada ante el Castillo. Y, sin descansar ni tomar nada, empecé el camino de vuelta.
Cuando subía Loiti, rompió a nevar. Paró un coche, que me invitó a subir. Iba en él una hermana mía, que conocía mis intenciones. Les dije que estaba bien y que seguía andando hacia Pamplona.
Cerca de Monreal, paró de nevar. Hasta salió el sol. Pero empecé a notar que los chopos de la orilla de la carretera se inclinaban, todos a la vez, primero a un lado y luego al otro.
Enseguida caí en la cuenta de que no eran los chopos los que se inclinaban, sino yo. Asustado, llegué al pueblo y entré en el Hostal Unzué, que llevaban un par de chicas de mi edad a las que conocía. Su padre, según mi madre, había sido su pretendiente. Y hacíamos risas con el asunto.
Les debí de dar lástima porque se deshicieron en amabilidades conmigo. Tras algunos vasos de agua con azúcar, me invitaron a cenar con un joven, unos diez años mayor que yo al que me presentaron como "observador de buitres". Como éramos los únicos clientes, ellas también se sentaron, tras la cena, para la sobremesa. Aquel  hombre era como Félix Rodríguez de la Fuente y tenía una manera de contar las cosas que parecía que las estabas viendo.
Jesús Elósegui, en 2007
Se me quedó su apellido -Elósegui- porque bromeamos sobre la coincidencia de que el pueblo en el que estábamos, Monreal, en vasco, fuera "Elo" (pincha para velo).
La conversación, muy amena y muy interesante, duró hasta altas horas. Me dejaron una habitación para dormir. Al día siguiente, tras darme de desayunar, me trajeron en una furgoneta a Pamplona.
¡Vaya cara!-diréis. En mi descargo, tengo que decir que la primera comida a la que invité a mi numerosa familia (10 hermanos con sus parejas e hijos) se celebró en el Hostal Unzué.

Jesús Elósegui Aldasoro
Bueno, pues volviendo a mi encuentro con el "observador de buitres", siempre sospeché que aquel Elósegui tuvo que ser un pionero y alguien importante en los temas de naturaleza en Navarra, pero nunca investigué sobre él.
Hasta hoy, 50 años después. Y lo que he encontrado es para quitarse la boina. Os invito a que leáis la página que Auñamendi dedica a Jesús Elósegui  Aldasoro, para que veáis que no hay duda de quién fue ese Elósegui que me encontré en aquella Javierada y de su categoría.
Por cierto, acabo también de descubrir que yo he usado, sin caer en la cuenta, como compañero de mis paseos naturalísticos algunos libros de Elósegui, como el Atlas de aves nidificantes, que siempre llevaba en mi mochila en los años '90, cuando me dio por los pajaricos. Y que Jesús Elósegui, que fue coordinador en Navarra de los primeros censos de Buitreras y colaborador en todos los censos posteriores, algo tuvo que ver en esta noticia que aparece en el Diario de Navarra:
-02/07/1970 Jueves El domingo, inauguración de la reserva de buitres de Monreal. Sobre estas grandes rapaces dará el sábado una conferencia el Dr. Rodríguez de la Fuente.

Así que, aunque aquella Javierada "de choque" no me arregló mi espondilitis anquilopoyética, si que sirvió para fortalecer mis lazos afectivos con el Hostal Unzué (hoy, Casa Unzué Turismo Rural) y para disfrutar, en vivo y en directo, de la sabiduría de un pionero del estudio de la naturaleza en Navarra.

Nota tranquilizadora
Hacia los 40 años la espondilitis empezó a remitir gracias al tratamiento del Dr. Joaquín Gimeno. En su consulta de la Milagrosa me colgaba de los pies y me metió algunas inyecciones. Y, aunque ahí está, ya no volvió a darme guerra.

1 comentario:

desolvidar dijo...

Vi que Pío Guerendiáin había publicado un libro con él y le he preguntado a Pío:
-¿Lo conociste personalmente?¿Qué tal era?
-Un gran profesional, que me enseñó todo lo que sé de fauna y naturaleza de Navarra, y una gran persona y amigo.
Como veis, un interesante desolvido