Si Pedro Otaduy, director del Instituto Iturrama (modelo D) hubiera dispuesto de este artículo de Consuelo Ordóñez para comentarlo en las clases previas al 27 de Septiembre de 2008, es más que probable que siguiera vivo. Pedro Otaduy sí fue un héroe y un mártir.
'Txiki' y Otaegi, ni héroes ni mártires
CONSUELO ORDÓÑEZ Presidenta de Covite
Nos separa un abismo moral. Las víctimas condenamos todos los asesinatos, la izquierda abertzale ensalza al asesino si sirve a su proyecto político
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"Vuestra lucha, nuestro ejemplo" |
La violencia, venga de una organización terrorista o del propio Estado -como ocurrió durante la dictadura franquista-, es inaceptable y merece ser condenada. El Estado tiene el monopolio de la violencia legítima, pero este solo es legítimo cuando se ejerce conforme a la ley y con garantías; por eso es condenable tanto la violencia de un régimen dictatorial como la de un Estado democrático que vulnere sus propias normas.
Quienes hemos sufrido el terrorismo nunca hemos defendido la pena de muerte ni el uso del terror como respuesta al terror. Nuestra postura ha sido siempre inequívoca: detener a los responsables, juzgarlos con todas las garantías propias de un Estado de Derecho y, si se demuestra que son culpables, condenarlos. Cualquier acción que se aparte de este marco legal, provenga de donde provenga, merece nuestra condena más rotunda, también los fusilamientos de ‘Txiki’, Otaegi y los tres miembros del FRAP: José Humberto Baena Alonso, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo.
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Fueron víctimas y victimarios |
Ahora bien, la izquierda abertzale no tiene ningún interés en atender esa complejidad. Su objetivo es legitimar la trayectoria terrorista de ‘Txiki’ y Otaegi y, por extensión, la de todos los miembros de ETA, presentada como una organización «de resistencia» contra el franquismo. Sin embargo, ETA fue una organización terrorista que, tanto bajo la dictadura como en democracia, asesinó, hirió, secuestró, amenazó, torturó y expulsó de Euskadi y Navarra a miles de ciudadanos. Y lo más revelador: la gran mayoría de sus crímenes los cometieron durante y ‘contra’ la democracia, lo que desnuda su auténtica naturaleza totalitaria.
Ni ‘Txiki’ ni Otaegi -ni los tres ejecutados del FRAP- fueron luchadores por la libertad, ni héroes, ni mártires: fueron terroristas con delitos de sangre. No merecen ningún reconocimiento público ni homenaje institucional. De la misma forma en que tampoco lo merecen víctimas de ETA como Melitón Manzanas o Carrero Blanco, que antes de ser asesinados fueron victimarios de la dictadura franquista.
Ahora bien, la izquierda abertzale no ensalza a ‘Txiki’ y a Otaegi por ser víctimas del franquismo, sino por ser etarras. De hecho, ignora deliberadamente a otras víctimas de la dictadura que sí lucharon de forma pacífica contra el régimen, como Enrique Ruano, a quien tuve el honor de recordar en 2018 al recibir un premio en su memoria, o José Luis López de la Calle, reprimido por el franquismo y asesinado por ETA. Al igual que nunca recuerdan a las víctimas de los GAL que no eran de ETA, tampoco rinden homenaje a los antifranquistas que jamás optaron por la violencia.
La reflexión profunda la necesitáis vosotros, que todavía hoy seguís justificando el terrorismo de ETA y que honrais a Txiki y Otaegi porque eran de ETA y por los crímenes que cometieron. Nosotros debemos la democracia a aquellos miles de ciudadanos que se rebelaron contra la… https://t.co/0PnUeEUcsA pic.twitter.com/TckIup2bPV
— Consuelo Ordóñez (@ConsuorF) August 15, 2025
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27-S Día del Insumiso |
Estos homenajes obscenos evidencian el abismo moral que nos separa: las víctimas defendemos la justicia con garantías democráticas; la izquierda abertzale glorifica a quienes sembraron el terror. Nosotras condenamos todos los asesinatos, los cometa quien los cometa; ellos convierten al asesino en referente si sirve a su proyecto político. Nosotras jamás rendiríamos tributo público a figuras como Melitón Manzanas o Carrero Blanco, aunque sí condenamos su asesinato y reconocemos que son víctimas del terrorismo. La izquierda abertzale, en cambio, evoca a ‘Txiki’ y Otaegi por lo que hicieron en vida como etarras, no por su condición de víctimas del franquismo.
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