Azpeitia, el milagro de los toros en el corazón del abertzalismo: "Ya ves, apenas hablamos castellano y aquí estamos entre pasodobles"
La feria de San Ignacio vive su auge y esplendor de la mano de Morante en la ciudad que gobierna EH-Bildu desde hace cuatro legislaturas, en pleno Valle de Urola, zona dura del independentismo en el País Vasco: "Cuando todo se torna trinchera, el toro es lugar de encuentro"
Zabala de la Serna El mundo 04/08/2025
Aritz Arambarri y Paulino Oribe | Azpeitia (Guipúzcoa)
La belleza del Valle de Urola golpea la vista. Es territorio duro abertzale. La verde frondosidad del camino de Cestona a Azpeitia absorbe por tramos la luz. Por un claro asoma una pared rocosa con una gigantesca lona con un parte de retratos ajados y unas fechas que traen un aniversario: «1975-2025». Son Juan Paredes Manot «Txiki» y Ángel Otaegui, terroristas de ETA fusilados en los últimos meses de la dictadura de Franco. Un 27 de septiembre. Asesinaron a un cabo de la Policía Armada y a un guardia civil. La pancarta recuerda a los etarras.
La cortina de agua fina, el sirimiri de la tierra, acentúa el paisaje propio. La entrada a la ciudad exhibe una hermosa decadencia industrial, una grisalla de tubos desactivada, chatos caseríos blancos de tejados rojos y el monte Arauntza con una ikurriña tamaño XXL desplegada en su vientre. La tradición taurina se hunde y funde en este pulmón del euskera con la fuerza de su historia. Fueron, sin embargo, languideciendo las plazas guipuzcoanas de Tolosa, Fuenterrabía, Éibar, donde nació y pintó Zuloaga, o la misma de San Sebastián, muerta en 1973, resucitada en 1998 y ahora de nuevo moribundeando. Bilbao, en Vizcaya, no anda mucho mejor. Y Vitoria, en Álava, cerró con el epitafio de la desidia de los taurinos. Los toros conservan en la feria azpeitiarra de San Ignacio de Loyola el testigo taurómaco con vigencia. Un auténtico milagro en pleno corazón del País Vasco, la capital del toreo en la zona cero del abertzalismo.
Cuando Ignacio Álvarez Vara «Barquerito», embajador periodístico de los sanignacios en el mundo, debutó en Azpeitia allá por 1985, Euskal Telebista emitió un programa de debate sobre los toros y las raíces vascas: «Todos los participantes estaban monótonamente de acuerdo en que los espectáculos de toros -de cualquier clase-, son del gusto de los vascos porque son parte de su brillante tradición», publicó en Diario 16. La historia es tozuda pero quieren cambiar el relato. Bildu gobierna en este pueblo desde hace cuatro legislaturas. La tauromaquia viene de siglos, de un tiempo desideologizado, y no les cuadra. Les suena «españolista», nos dirán.
¿Qué enamoró a Barquerito de los toros en Azpeitia hace 40 años? «En primer lugar, la plaza, el edificio encajado entre los dos montes [Arauntza e Izarraitz] pero abierto al valle, la construcción tan sencilla. Luego, el silencio con que se siguieron los tres festejos de aquel año. Y la sonoridad de la plaza: escuchar las pisadas de los toreros y los bufidos de los animales. Entonces la música se hacía de rogar y sólo tocaba entre toro y toro. La banda de Azpeitia suena bastante bien. Y, desde luego, la primera vez que escuché el célebre zortziko del tercer toro, todo el mundo de pie y descubierto».
La plaza, una bombonera de 1903, de cenicienta arena y fondo de piedra, como hecho de teselas, cuenta con una capacidad para 3.500 personas. Azpeitia tiene 15.000 habitantes. No cabía un alfiler a rebufo de Morante de la Puebla. El año pasado, antes de su paso y su triunfo, aparecieron algunas pintadas para contrarrestar el ruido previo de su presencia por su antigua vinculación a Vox: «Morante, herria zurekin». Que es una alteración de los viejos grafitis de apoyo a los presos de ETA: «Morante, el pueblo está contigo» (1). A algunos les explotó la cabeza. Esta temporada hicieron camisetas: «Morante, herria zurekin». La agitación radical ni se sintió el día de la corrida con unos ¿12? antitaurinos agarrados a una pancarta y otras telas: «Zezenketarik ez» [«No a la tauromaquia»]. Ridícula manifestación. Cuando el maestro descendió de la furgoneta, se desató un clamor de entusiasmos. La borroka quedó en pintadas. Ni se les oía.
(1) El grito original era "Eta, herria zurekin". Y la respuesta, de cachondeo, por nuestra parte: "Eta zure espirituarekin" (Y con tu espíritu)
"Está el toro en la calle y en la plaza, la sokamuturra y la lidia. Sostener una feria en la élite tiene su mérito"
Joxin Iriarte, el presidente de la comisión taurina, alma mater del toro en Azpeitia desde hace más de 20 años, responsable por tanto del milagro, espera a pie de plaza, donde tres hombres jóvenes, tres azpeitarras, presentan un libro multidisciplinar: fotografía, poesía y pintura sobre el toreo. A-Zpeitia. Abecedario bat zezenez. Un alfabeto taurómaco. Ignacio Arakistain, Aritz Arambarri y Pablo Soraluze han armado un recoleta exposición en torno a una báscula de carneros, pues las peleas de carneros se daban en este ruedo donde Morante entierra naturales. Y los bueyes tiraban de piedras, y los aizkolaris partían leños con sus hachas, y practicaban otros deportes en plan Obelix, con el lanzamiento de menhir.
¿Qué significa el toro para Azpeitia? «Todo. Está el toro en la calle y en la plaza, la sokamuturra y la lidia.
[Tradicional sokamuturra celebrada el Día del Elegante en Azpeitia:
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Sostener una feria en la élite tiene su mérito, oye», responde Iriarte. Azpeitia históricamente fue muy fiel a Juan Antonio Ruiz «Espartaco», y viceversa. Y ahora con José Antonio Morante dela Puebla -«un fenómeno»- ha subido un escalón, la espoleta del abono creciente. La afluencia del aficionado de Francia sigue siendo vital, «los tratamos como señores, los cuidamos como a buenos vecinos». De hecho, por la megafonía de la plaza, en la corrida de la festividad de San Ignacio, se les dio la bienvenida. «Y a los visitantes de otros pueblos de Euskal Herria». Y a nadie más. Sonó raro.
"La tradición taurina se hunde y funde en este pulmón del euskera con la fuerza de su historia"
Daniel Luque es fiel a Azpeitia con un currículo que iguala a Espartaco en número de corridas y le supera en orejas: «Es como Bilbao en pequeñito, y lo que pasa aquí repercute mucho en Francia». El apartado se enclavija como otro rito en esta ciudad de tradiciones. A la misma hora se dice misa mayor en euskera en la Basílica de San Ignacio de Loyola, donde nació el santo -exactamente en la Casa Torre que es santuario- y el poder jesuita. El pueblo se asoma a los toros en los corrales con veneración. Y también al oficio. Las cuadrillas de Morante, Luque y Ortega ya han escudriñado, filtrado y sorteado los toros de Loreto Charro y Vellosino: «Hemos quitado el más bastito y el que se levanta más del piso».
La plaza dista de Loyola dos kilómetros, 27 minutos andando. En las márgenes de la ruta yacen conventos, con un esplendor vacío en su mayoría, ausentes de vocaciones, huérfanos de monjas, madres y hermanas. Entre ellos el de las Siervas de María, frente a la plaza, objetivo benéfico de la feria desde los años 90. Un museo de montaña (Mendietxe) con visos de ser el más importante de España habita ahora el de las Esclavas. Lo arma Alex Txikon, leyenda viva del alpinismo español. Azpeitia celebra toros más de 500 años después de San Ignacio como un sacrificio ancestral que hunde sus raíces de la historia vasca.
Joxin programa tres festejos, el milagro de los sanignacios en el corazón del País Vasco, el mismo número de corridas que la Semana Grande de San Sebastián. «Y este año quise anunciar uno más [una corrida de Miura], pero el Ayuntamiento (EH-Bildu) lo negó. Políticamente, yo ante todo soy de Azpeitia. Detrás de mí siempre ha estado presente el beneficio del pueblo. Por aquí pasan 10.000 personas a comer y cenar en tres días. Eso significa un impacto económico para la ciudad considerable», argumenta.
Eduarne Amparan es concejal del PNV en Azpeitia, y vive desde pequeña frente a la plaza: «Ya esta mañana oí el ruido de los cencerros, el olor de los toros, y sentí algo por dentro. Siento impotencia porque me gustaría ayudar, pero contamos con siete concejales frente a 10. Carecemos de mayoría. A muchos de Bildu les gustan los toros. Pero desde arriba, en la cúpula, no les dejan». La plaza es propiedad del Ayuntamiento, conviene fijarlo. «Este año nos ha recortado las entradas [el presidente de la comisión de fiestas, el concejal Mikel Odriozola]. Es muy injusto que después de estar trabajando todo el año le pongan zancadillas a Joxin», denuncia Amparan.
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Los autores, frente a la plaza de toros de Azpeitia N.G. |
Aritz, a sus 19 años, ha cambiado la fotografía ciclista por la taurina. Y es una revelación. Capta con una sensibilidad impropia el momento exacto del arte, el embroque entre la bravura y el arte. Y es de Morante, claro. Azpeitarra morantista. «Como torero es único. Y como persona es de 10. Se involucra en todo. Que una plaza de tercera como Azpeitia haya cogido este vuelo en el resto de España se le debe a él». No se presentará la suerte redonda por la tarde, pero el maestro deja una faena con huella. La fiesta sigue en el bar Iraye entre atronadoras piezas musicales taurinas: «Ya ves, apenas hablamos castellano y aquí estamos entre pasodobles».
"Azpeitia es taurina. Aunque a Bildu le genere cierta animadversión. Mezclan las cosas. Ven en los toros un toque españolista"
«Que vengan las figuras a una plaza como la nuestra es siempre muy importante», esgrime Antonio Gallarín, también concejal peneuvista. «Somos taurinos, Azpeitia es taurina. Aunque ahora al partido que gobierna [EH- Bildu] le genere cierta animadversión. Mezclan las cosas. Como que los toros tienen un toque españolista. No sé. El domingo la madre de la alcaldesa [Nagore Alkorta] estuvo al lado nuestro en la desencajonada de los toros. Luego no se atreven con una cuarta corrida. Hay un choque entre lo que les gusta y lo que muestran. PNV siempre ha estado con todas las comisiones taurinas», concluye Gallarín.
A la sombra del zortziko, la composición fúnebre que suena antes del arrastre por el banderillero muerto en 1861, nació en 2023 una peña precisamente con su nombre: El Zortziko. La preside Iñaki Olaizola Iriarte: «Buscamos promocionar la fiesta taurina en el pueblo, siendo un pueblo con mucha tradición taurina. Abarcamos un abanico de edades desde los 16 años hasta los 72. Contamos con muchos socios de Francia». Ocupan la meseta de toriles con una alegría respetuosa, y se consideran «agrupación cultural». Su actividad acaba en septiembre, con las novilladas de Cestona. Sus festejos taurinos datan de 1666. Casi como en Azpeitia, donde «el zortziko ha fijado la memoria de los toros» (Barquerito). Aquí en el corazón del abertzalismo. Un milagro.
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