Hasta ahora siempre se me pasaba la fecha, pero este quince de agosto, nada más levantarme, he entonado el romance que aprendí de niño y que, en nuestra familia, empieza con el título de esta entrada. Por si acaso, lo he comprobado con una hermana de la que he recibido una ayuda fundamental para mostraros cómo era el comienzo y cuál era la tonada que empleábamos.
En esta conversación matinal podéis escuchar nuestra versión familiar:
En internet sólo hay otra página que empiece el romance con "El día 15 de agosto pasé por la Morería...". Pero, aunque seamos pocos, lo tenemos muy claro.
Origen: ¿calle o escuela?
Es maravilloso cómo han llegado hasta nosotros estos romances, seguramente nacidos al terminar la reconquista, allá por el siglo XVI. Dice mi hermana que si la Enciclopedia Álvarez... Seguramente, pero yo creo que sobre todo nos ha llegado por transmisión oral. Lo aprendimos de niños, quizás en la escuela, pero más en casa y en la calle.
Alejandro Ciarra -en el libro que recoge las canciones infantiles en las calles de Pamplona, allá por los años 40- no olvida algunos romances que hablan de reyes moros y de pobres lanceros que, sin duda, guardan cierto parentesco con éste de la hermana cautiva. Y fue también en las calles donde aprendimos ese de "En Cádiz hay una niña que Catalina se llama...".
Así pues, yo pienso que fundamentalmente ha sido la transmisión oral la responsable de que este emotivo romance haya llegado hasta nosotros.
Eso explica también la multitud de versiones que aparecen en la red, extendidas por toda España.
Versión Pío Baroja. A finales de los 40, cuenta Pío Baroja en "Desde la última vuelta del camino. Memorias":
En la calle de la Morería (Corral de la Morería, ¿te acuerdas?), cerca de la plaza del Alamillo, creo que oí por primera vez una canción, de la que no recuerdo más que las primeras estrofas; es la historia del caballero cristiano, que encuentra a su hermana lavando ropa, a la orilla de un arroyo, como una cautiva. Debe de ser una variación de un romance antiguo:
El día de los torneos
pasé por la Morería,
y vi una mora lavando
al pie de una fuentecilla.
- Apártate, mora bella;
apártate, mora linda;
deja que beba el caballo
de esas aguas cristalinas.
- No soy mora, caballero,
que soy cristiana cautiva;
me cautivaron los moros
día de Pascua florida.
Yo les pregunté a las chicas por qué sabían estas canciones de aire antiguo, y me dijeron que era la maestra del colegio la que se las enseñaba.
El día de los torneos
Romance anónimo, del siglo XVI, que narra una historia de la época de la
Reconquista, cuando los moros luchaban contra los cristianos
El día de los torneos,
pasé por la morería
y vi una mora lavando
al pie de una fuente fría.
- ¡Apártate, mora bella!
¡apártate mora linda!
que va a beber mi caballo
de ese agua cristalina.
- No soy mora, caballero,
que soy cristiana cautiva;
me cautivaron los moros
siendo yo muy chiquitina.
- ¿Te quieres venir conmigo?
- De buena gana me iría,
mas los pañuelos que lavo,
¿dónde me los dejaría?
- Los de seda y los de Holanda,
Aquí, en mi caballo, irían,
y los que nada valieran
la corriente llevaría.
Al pasar por la frontera,
la morita se reía;
y el caballero le dice:
- ¿De qué te ríes, chiquilla?
- No me río del caballo,
ni tampoco del que guía.
Me río al ver estos campos
que son de la patria mía.
Al llegar a aquellos montes,
ella a llorar se ponía.
- ¿Por qué lloras, mora bella,
por qué lloras mora linda?
- Lloro porque en estos montes
mi padre cazar solía.
- ¿Cómo se llama tu padre?
- ¿Mi padre? Juan de la Oliva.
- ¡Dios mío !, ¿qué es lo que oigo?
¡Virgen Sagrada María!
Pensaba que era una mora
y llevo una hermana mía.
- ¡Abra usted, madre, las puertas,
ventanas y celosías,
que aquí le traigo la hija
(a la) que lloraba noche y día!
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