lunes, 4 de julio de 2022

Íñigo, la última víctima del terror

En el mismo lugar. Iñigo de Zía posa junto al bar donde sufrió la agresión en 2011.
El local ha cambiado de gestores y los actuales no tienen ninguna relación con los anteriores.
/ JESÚS GARZARÓN
Nos conocimos viviendo ambos en Mendillorri. Tuviste la confianza suficiente para contarme en 2011 tu linchamiento. Al ver la publicación en El Correo del día 3, quiero felicitarte por hacerlo público y por haber sido considerado "víctima del terrorismo", la última antes de la disolución de ETA.

Iñigo de Zía, la última víctima de ETA. «Echandi gritó: 'es policía'; me arrastraron al bar y me dieron una paliza entre 20»

MEMORIA
Los agentes que tramitaron su expediente le dijeron que es la última víctima del terrorismo. Fue agredido en Pamplona el 7 de julio de 2011. Nunca lo ha contado (a los medios). 
Desolvidar y Jesús J. Hernández El Correo
Domingo, 3 julio 2022
Poco después, José Carlos Arranz recibió un botellazo
Chupinazo 2010
Iñigo de Zía era policía municipal en Pamplona, la ciudad del 7 de julio. Allí, el chupinazo abre la veda de un San Fermín que trasciende fronteras pero que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido también en un escenario privilegiado para mostrar consignas políticas. «En 2010 teníamos órdenes de que no se metieran grandes pancartas ni banderas, como suele suceder. Sí se permitían las pequeñas. En caso de que haya una situación de pánico, una gran pancarta o bandera se convierte un problema grave», explica De Zía. «Hay dos actos que algunos intentan reventar todos los años: el chupinazo y la procesión de San Fermín».
Aquella vez, las cosas salieron mal. «Cuando quedaba muy poco para el chupinazo, entraron cien tíos a la plaza dando palos y se hicieron con el centro. Sacaron pancartas gigantes y una ikurriña que ocupaba media plaza». Él iba de paisano, junto a otros compañeros. Les dieron orden de intervenir. «Hubo golpes, heridos, detenidos», recuerda. 16 personas fueron imputadas por desórdenes públicos. Poco después, un medio digital publicó una foto de los incidentes y señaló quiénes eran los agentes de paisano. 
«Unos cuantos policías municipales de paisano salimos en una fotografía de 'Ahotsa', que es un medio de los suyos, con la cara dentro de un círculo. Vamos, era señalarnos para machacarnos».

El linchamiento (07.07.2011 Procesión)
El siguiente capítulo tardó un año en llegar, el 7 de julio de 2011. «Cerca del Ayuntamiento, en la calle Mercaderes, había un bar, el Iruñazarra, donde se juntaba la Mesa Nacional de Herri Batasuna y que había sido registrado por orden de Marlaska», detalla. El local ha sido remodelado y ha cambiado de gestores, que no tienen nada que ver con los agresores. 
El Iruñazarra, en 2009 Maps
Ha pasado más de una década e Iñigo de Zía posa en el mismo lugar para EL CORREO. Luego vuelve a bucear en sus recuerdos de aquel 7 de julio.
Es una historia que no ha contado nunca.
«Estaba delante del bar, de paisano, porque había pasado la procesión y tenía que volver a pasar por allí de regreso. Entonces apareció esta persona, Eneko Joseba Echandi Garchitorena, que fue condenado por estos hechos en 2013 y es hijo de un conocido miembro de ETA, Sotero Echandi, que se encargaba de los cruces de la muga en Navarra».
Todo empezó con un grito. «¡Es policía! ¡Es policía!». Un dedo acusador señalaba a Iñigo de Zía en medio de la calle Mercaderes. Allí empezó la pesadilla. «Eneko Joseba Echandi me agarró del brazo y tiraba de mí hacia el bar. Yo me resistía. Es una mole, enorme. Me resistí tanto que me rompió los ligamentos del brazo», cuenta. «Entonces salieron varios más y me engancharon. Me metieron en el bar y desde allí un tumulto me llevó al sótano. Abajo eran muchos, había veintitantos. Y me pegaban puñetazos y patadas por todos los lados».
«Estaba en el suelo y pensaba 'que no vean que llevo la pistola'»
Era su mayor temor mientras estaba tendido en el suelo y caía sobre él una lluvia de golpes y patadas. «Que no vean que llevo la pistola reglamentaria a la espalda, que no se den cuenta, que no se me caiga al suelo», recuerda. Hubo suerte. «Estaban a lo suyo, a darme por todos lados y ni se dieron cuenta». Él mantuvo la cabeza fría. Cualquier otra actitud podía haber acabado todavía peor.
Aquel infierno se alargó durante un tiempo que no acierta a calcular, hasta que la suerte se puso de su parte por un instante. «Otro compañero de la Policía Municipal había visto de lejos cómo me arrastraban al bar y avisó a la central. Llamaron a todas las unidades que estaban por allí y vinieron a toda velocidad al bar». Lograron rescatarle a tiempo, antes de que las heridas causaran estragos mayores.

Cristo Alzado (2012)
En febrero de 2012 lo encontramos en la sacristía de la Catedral después de haber llevado el paso del Cristo Alzado, de Orduna. Hay también otra víctima del terrorismo: un sonriente Miguel Ángel Ruiz Langarica (3´43"). Os pongo el último minuto:

Juicio (2013)
En el juicio, celebrado en 2013, fueron condenados Echandi Garchitorena y una mujer que no permitió acceder a los agentes a una zona privada por donde escapó aquel día. La sentencia, de cinco años y tres meses de prisión, recoge que el condenado gritó «gora ETA, os voy a matar, hijos de puta» a dos municipales. También constata que «varias personas tiraron al agente al suelo echándosele encima de forma violenta».
Iñigo de Zía dejó pasar el tiempo y se fue recuperando de las secuelas. Tiene un tendón roto por el que le han reconocido una incapacidad permanente parcial del 6%. No habla con miedo ni con rabia de todo aquello. De hecho, en todos estos años, no ha querido hablar públicamente.
«Los guardias civiles que tramitaron mi expediente me contaron que, por las fechas, soy la última víctima del terrorismo». El 20 de octubre de 2011, apenas tres meses después (del linchamiento de Íñigo), tres encapuchados de ETA acapararon todas las portadas con el anuncio del «cese definitivo de la actividad armada». La violencia se había acabado. Era tarde para Iñigo y para muchos como él, pero al menos había llegado. 

Reconocimientos (2016)
El Ministerio del Interior le comunicó por carta el 13 de enero de 2016 que «se considera acreditado que el policía municipal don Iñigo de Zía tiene la condición de herido en atentado terrorista, al ser agredido por personas del entorno radical de ETA mientras participaba en un dispositivo policial». Se propuso para él la encomienda de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo. Fue refrendada por el rey Felipe VI y la recibió el 27 de septiembre de 2016. El Ayuntamiento también le dio una medalla de la Policía Municipal.
Asegura que no se atemorizó. Que volvió al año siguiente por la zona por si veía al agresor, que no había sido detenido todavía. Pero aquella historia le marcó y le fue alejando de su oficio. Una tarde, tomando un vino con un amigo, pasaron por la calle Mercaderes, y le contó lo que le había pasado. «La gente tiene que saber estas cosas», le pidió el otro. Por eso ha llegado hasta aquí Iñigo de Zía, la última víctima del terrorismo, un policía municipal de Pamplona.

Jubilación (2019-21)
A finales de septiembre de 2021, el Ayuntamiento de Pamplona ha homenajeado en un acto institucional a los 25 agentes de Policía Municipal que se han jubilado durante los dos últimos años, entre septiembre de 2019 y septiembre de 2021. Entre ellos, Iñigo Javier De Zía San Martín. El acto ha estado presidido por el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, y ha contado con la presencia del jefe de Policía Municipal, Javier Goya; del concejal delegado de Seguridad Ciudadana, Javier Labairu, y de miembros de la Corporación municipal.

3 comentarios:

El tiburón del Arga dijo...

La provocación y la politización de la fiesta todavía hoy son un brazo más del terror. Recuerdo que durante la alcaldía del Sr. Asiron hubo nuevamente agresiones impresentables por parte de un grupo organizado que como casi siempre, accedió a la plaza con una bandera gigante dando mamporros para ganar un sitio privilegiado de cara a las fotos y la TV, tan solo cinco minutos antes del chupinazo. Pedí explicaciones a los responsables municipales de turno, que me contestaron con un escueto: los hechos están siendo investigados. No podemos informar. Y así, hasta hoy

Aritz Lizarraga Olascoaga dijo...

Buen trabajo. No tenía ni idea de que este policía municipal había sido la última víctima del terrorismo etarra. Será de todas formas la última víctima oficial del terrorismo estando ETA activa porque los guardiad civiles con sus chicas que en octubre de 2016 fueron apaleados por los proetarras de OSPA también fueron víctimas del terrorismo, a pesar de que ETA militar ya no existiera por haber ido derrotada por la propia guardia civil. Estos terroristas de Alsasua casi son condenados por terrorismo, pero al final, aunque lo pagaron con la cárcel, no fueron condenados por terrorismo. Pero la sentencia no cambia que el hecho fuera realmente terrorista. Y nadie con dos dedos de frente puede negar que los de Alsasua, del Ospa, así como los de ATA, Errepresioari Autodefentsa, los del GKS... solo no son de ETA porque ETA fue desactivada, pero ellos son terroristas.

Este año la quieren liar de nuevo. Ya han llenado lo viejo de pegatinas "antifascistas" (sic) para marcar el terreno de su propiedad, como los perros cuando mean en su territorio.

El tiburón del Arga dijo...

Comparto la reflexión, Aritz. Igual que perros intentando marcar su territorio. Igual que la mafia en los barrios dominados. Igual que los cárteles de la droga. La lucha es entre ellos, porque el resto les seguimos teniendo miedo, y eso les encanta