viernes, 26 de marzo de 2021

Arrieros somos, y en Casa Paco...

En el centro, el Rincón de San Nicolás. Y con los toldos echados, Casa Paco
Casa Paco, donde los arrieros se encontraron
Negocio centenario por el que han pasado cuatro generaciones de la familia Pueyo, Casa Paco cambió de dueño hace dos años. Javier Vinacua reformó el local, pero manteniendo todos los elementos que le dan ese toque de casa de comidas a la que acudían arrieros de los pueblos, militares, viajantes y, en Sanfermines, los ‘divinos’ (Nota 2) del encierro
Javier Vinacua, Gianina Grapan y José Lorenzo Zabalegui, en la terraza de Casa Paco,
en el Rincón de San Nicolás. 
CALLEJA
Cuando Javier Vinacua adquirió Casa Paco hace dos años, en ningún momento se le pasó por la cabeza cambiar el nombre del bar restaurante. Hizo un lavado de cara al local y algún retoque en la oferta gastronómica. Nada más. Es consciente de que tiene entre manos uno de los establecimientos de hostelería más antiguos y de mayor solera de Pamplona. Javier habla con respeto y admiración de José Luis Pueyo Arizcuren, que ahora tiene 80 años y es nieto de Paco Pueyo, quien dio el nombre a esta casa de comidas. Esa relación de amistad entre Javier y José Luis nació en el barrio de San Juan hace ya muchos años. “Yo trabajaba en un bar y José Luis, que vivía cerca, venía a tomar el café”, explica.
5: Tomás Pueyo Palacios; 2 y 8:
hnas de Tomás; 1: marido de la 2
Allí fue conociendo retazos de la historia de este rincón, al abrigo de la iglesia de San Nicolás. El primer documento que los Pueyo tienen del local original data de 1908 y es un cuadro del pintor navarro Javier Ciga (Nota 1), a quien parece que Tomás Pueyo hospedaba en una habitación con vistas a la calle Lindachiquía. Hay también una foto de 1929 (ver dcha) en la que se ve el cartel Sidrería Vinos y Licores y debajo posan como en un equipo de fútbol los miembros de la familia. Allí está Tomás Pueyo, que fue quien montó la tienda almacén junto a su mujer, Balbina. Con su coche de caballos vendía sidra y vino a granel por las casas y también hacía de taxista. El violinista Pablo Sarasate hacía uso de sus servicios, cuando llegaba a la estación de tren o se iba de gira. “Sobre todo venían arrieros y gente de los pueblos a hacer recados y ataban aquí las mulas. Luego se volvían bien cargados”, explica Javier Vinacua.

FRECUENTADO POR MILITARES
Paco, hijo de Tomás, fue el que convirtió la sidrería en casa de comidas, primero con bocadillos y luego con platos más elaborados. “La abuela puso una cocinilla y pronto cogió fama como cocinera”, añade el actual dueño. La tercera generación, los hermanos Javier y José Luis, consolidaron el negocio, con el actual comedor de 60 plazas. Hace medio siglo, el restaurante era muy frecuentado por los militares que se alojaban en los cuarteles junto a la Ciudadela y de jóvenes que venían a hacer la mili. Y también seguían acudiendo gente de los pueblos y viajantes. El establecimiento celebró hace 13 años el centenario, cuando esa tercera generación iba pasando el relevo a la cuarta, de la mano de Luis, hijo de Javier, y Jorge, vástago de José Luis, que finalmente decidieron tomar otros caminos profesionales.
1 y 3: Javier y José Luis Pueyo Arzcuren
2: Luis Pueyo Mendibil, hijo de 1.
Javier Vinacua, con años de experiencia en el bar Fitero, se lanzó a esta aventura empresarial. “Quería mantener el espíritu de taberna, adaptado al siglo XXI. Sí que hicimos una reforma, de los baños, la fontanería y la instalación eléctrica, pero la fachada la dejé tal cual está desde hace tres décadas”, comenta. El interior luce los muros de mampostería y ladrillo rústico, así como la vieja chimenea, que se ha mantenido como elemento decorativo. “También cambié la barra porque para acceder a ella había que agacharse y me parecía infrahumano estar pasando por un agujero de 1,20 metros”. 
Javier Vinacua reinaguró el local el 1 de julio de 2019, cuando no había visos de que el planeta se enfrentaba a una pandemia. “Vivimos tiempos difíciles, pero si salimos de ésta podemos durar otros cien años”, bromea. La comida de puchero sigue siendo la protagonista. “Cazuelas, ajoarriero, menestra, rabo, alubias rojas..., todo casero y a poder ser de cercanía y de temporada”, comenta sobre el menú del día.

DESTACADOS
Apertura No se conoce la fecha exacta de su apertura, pero hay un cuadro de Ciga (Nota 1) que constata que ya en 1908 era punto de venta de sidra, vino y licores. Después de la Guerra Civil, Francisco Pueyo cambió el cartel por el de Casa Paco.
Los Sanfermines Al local acuden a almorzar a un grupo de ‘divinos’ (Nota 2) del encierro, a veces, con séquito de periodistas.
Menú diario y de fin de semana Entre semana hay menú del día por 15 euros con tres primeros, tres segundos y tres postres a elegir. Son también afamados los almuerzos, de huevos fritos con distintas opciones a elegir, así como callos, menudicos, ajoarriero, migas...

Nota 1
Creo que se confunde la foto de 1929, en la que se ve el letrero "Sidrería Vinos y Licores", con el cuadro de Ciga. No creo que haya ningún cuadro de Javier con ese letrero, pero sí que hay dos cuadros suyos con los siguientes títulos: "Retrato infantil de los Hnos. Pueyo", fechable en 1908, y "Retrato infantil de Josetxo Pueyo", fechable en 1908-10. Esos "Pueyo" bien podrían ser familia de Tomás Pueyo. Y puestos a aventurar, el óleo 2 "Vistas de buhardillas de Pamplona", quizás haya sido pintado desde la pensión -con vistas a Lindachiquía- donde estaba hospedado. Pero esto último es más difícil de comprobar.
Nota 2
Divinos del Encierro, porque corren divinamente.
Me dice Miguel Ángel Eguíluz que el almuerzo del día 14 en Casa Paco era sagrado. Discursos emocionados, camaradería, abrazo grupal por haber salidos vivos un año más... Y la foto colectiva:
Miguel Ángel Eguíluz, un gran corredor. Entre Antonio Miura y Joe Distler

Julen Madina, todo corazón, no mereció morir así. Fue su último almuerzo

Foto colectiva junto a Casa Paco

3 comentarios:

Unknown dijo...

Cuando mi madre me llevaba de compras a Pamplona , siempre íbamos a casa Paco . Había que ir pronto por qué si no , ya estaban todas las mesas ocupadas.
La verdad que siempre estaba lleno de gente de los pueblos . La comida era casera , y muy valorada por la gente .
Casa Paco , que recuerdos ....

Carmelo dijo...

Merecida entrada la de casa Paco, una institución muy difícil de mantener en el tiempo, la evolución social arrasa con casi todos los negocios de hostelería, de manera que muchas enhorabuenas para la familia fundadora, un éxito mantenerse tantos años.
A los actuales dueños solo les deseo mucha suerte, seguir en la misma línea de éxito y mucha perseverancia y tenacidad.
Bonita entrada Pachi
Navrazon

Unknown dijo...

Por desgracia no e podido ir aún. Espero que cuando termine esta pesadilla pueda ir y disfrutar de esa comida casera de la que todo el mundo habla tan bien. Pero si llego a saber que sí hubiera ido,me hubiera podido encontrar con Miguel Ángel Eguiluz, el mejor corredor de encierros de la historia.... seguro,seguro,seguro que ya hubiera ido. Ya tengo otro gran motivo para ir. Espero tener suerte y aprovechar para pedirle un autógrafo y poder sacarme una foto con él.