viernes, 19 de marzo de 2021

Ley de Eutanasia y Patrono de la buena muerte

Mira que es casualidad, pero esta Ley de Eutanasia (eu-thanatos, buena muerte en griego) se ha aprobado justo un 18 de Marzo, víspera de San José, Patrono de la buena muerte.
Es el Patrono de la buena muerte ya que José murió con Jesús y María a su lado. La apócrifa « Historia de José el Carpintero» apunta hasta la fecha de su muerte: el 20 de julio del año 18 ó 19 del Señor, y describe cómo el mismo Jesús lo asistió y consoló:
Y, cuando la agonía llegaba a su término último y mi padre iba a rendir el alma, lo abracé. Y apenas dije el amén, que mi querida madre repitió en la lengua de los habitantes del cielo, se presentaron Miguel y Gabriel, con el coro de los ángeles, y se colocaron cerca del cuerpo de mi padre José.

(basado en un editorial de El País de 2019)
Han pasado 23 años desde que la muerte de Ramón Sampedro abrió en España el debate de la eutanasia. El tetrapléjico gallego fue la primera persona en acudir a un juzgado para pedir que le ayudaran a morir. No lo consiguió y tuvo que morir de forma clandestina con la ayuda de amigos que se arriesgaron a acabar en la cárcel. Ramón Sampedro quiso que se grabara su muerte como testimonio de una necesidad social que los mejores cuidados paliativos no pueden resolver. 
Otra persona gravemente enferma ha tenido que valerse de este procedimiento para insistir en la misma demanda. María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple desde que tenía 32, murió con 62 años tras recibir un cóctel letal de manos de su marido, Ángel Hernández, que la ayudó a tomarlo después de haberla cuidado durante años. Fue su último acto de amor. 
Es de una crueldad extrema que dos personas en esa situación tengan que recurrir a la exposición pública de un acto tan íntimo como es la muerte para apoyar una causa que consideran justa. La causa de Ángel llegó a los juzgados y después de varios saltos acabó en uno de Violencia sobre la Mujer. Vergonzoso.
En la misma tesitura se han encontrado durante todos estos años otros enfermos que, ante la perspectiva de tener que soportar una agonía insufrible, han decidido poner fin a sus vidas. Muchos de ellos, aquejados de enfermedades neurodegenerativas como la de María José Carrasco, se han suicidado, antes de lo que hubieran deseado, por temor a no poder hacerlo más adelante por sí mismos y encontrarse así atrapados en una vida que no desean o verse obligados a repercutir sobre otros las consecuencias de su decisión. 
La medicina dispone de recursos paliativos, pero siempre habrá una minoría de enfermos en la que los remedios disponibles no sean efectivos. Conforme se alarga la esperanza de vida y la medicina permite prolongar la vida, es presumible que esa situación sea cada vez más frecuente.
La sociedad española estaba madura para adecuar su legislación a esta nueva realidad social. Resulta sorprendente la resistencia política que encuentra una reforma legislativa que desde hace tiempo cuenta con un amplio apoyo ciudadano y que figura en los programas electorales de una mayoría parlamentaria. Más del 70% de los españoles (echa una ojeada) han manifestado en sucesivas y diferentes encuestas que están a favor de regular la eutanasia en caso de enfermedad incurable que provoque grandes sufrimientos. Tal reforma no supone además ningún salto en el vacío. La eutanasia y el suicidio asistido se aplican sin problemas desde hace años en países como Bélgica, Holanda o Suiza. 
El temor a que su despenalización pudiera conducir a una situación de abuso es legítimo, pero la experiencia de otros países demuestra que existen mecanismos de control capaces de evitarlo.
***
De todos modos, para "buena muerte", la de mi madre, el lunes, 10 de Mayo de 2010, con 93 años.
Ese día desayunó, leyendo en la prensa que Osasuna se mantenía en primera. Le gustaba echar una coscadica antes de comer y se fue al dormitorio jaleando a su equipo del alma por el pasillo. Se acostó... y se quedó dormida. ¿Dónde hay que firmar?

El comentario de Olga, "pa enmarcar":
Excelente!! Yo respeto todas las opiniones pero tb quiero morir sin perder la dignidad. Así que si llega esa tesitura, abrazaré esa mano amiga que me haga descansar en paz. Ni sufrir ni hacer sufrir a los demás.
Por cierto, mi abuelo tb murió como tu madre. Era muy devoto de Santa Ana. Siempre decía: Santa Ana, Santa Ana, buena muerte y poca cama. Y vaya si le escuchó. Comió como siempre, se echó la siesta en un sillón que teníamos para el y ya no despertó. Así yo tb firmo.

Y el comentario de un "anónimo", muy conocido y querido: 
"Este tema que lleva a controversias por ciertas personas según convicciones religiosas se desmorona en el momento que nos afecta directamente por algún familiar que padece. Hay casos como los enfermos de la ELA que, llegado un momento, los cuidados paliativos no pueden mitigar la angustia, ansiedad y desazón continuas en que se viven día y noche, día tras día, con una asistencia continua, de dependencia total desde alimentación asistida, falta total de comunicación por perdida del habla y miedos continuos en cada instante. Esto continuado, sin esperanza de mejora ni tratamiento existente, hace necesario un final digno".
Mil gracias

4 comentarios:

Pérez de Zabalza dijo...

Hay casos como los enfermos de la ELA que llegado un momento los cuidados paliativos no pueden mitigar la angustia,ansiedad y desazón continuas en que se viven dia y noche ,día tras día con una asistencia continua de dependencia total desde alimentación asistida ,falta total de comunicación por perdida del habla y miedos continuos en cada instante.Esto continuado sin esperanza de mejora ni tratamiento existente hace necesario un final digno

desolvidar dijo...

Muchas gracias, Pedro, por un comentario tan sentido y tan vivido

Anónimo dijo...

Es un derecho, no una obligación.

No entiendo que sea un tercero -comité, médicos, ...) quienes determinen que puedas acabar con tu vida.

Debería bastar un simple testimonio firmado. Tengas una enfermedad terminal, o estés sano. Quieres irte de este mundo, y punto. Tienes tus razones y nadie tiene el porqué cuestionarlas.

Carmelo dijo...

Qué tema tan candente y triste, la muerte por voluntad propia, la eutanasia.
No voy a entrar en disquisiciones religiosas ni políticas, pues no acabaríamos nunca.
Pero si quiero poner de manifiesto, desde mi racionalidad, no de mi de fe, que el hombre como ser, debe ser libre de tomar decisiones sobre su vida y su muerte, sobre todo cuando la naturaleza le castiga de tales maneras.
Sin embargo si que quiero dejar claro, que si bien, este tema debe ser perfectamente regulado, no es de recibo que carguen está responsabilidad de la decisión y ejecución sobre los médicos, y mucho menos que dejen la regulación en manos de estos políticos mediocres, nefastos que con ideologías trasnochadas pretenden apropiarse e imponer el derecho a la eutanasia a su antojo.
Estudiese con objetividad, sin prejuicios, formen un grupo de
personas preparadas, científicos sin carga ideológica y hágase una ley objetiva y de ayuda clara y firme para estas personas que no tienen fuerzas para seguir viviendo, la ejecución de tal decisión deberá ser voluntaria y cercana, es decir, un familiar que le quiera-ame y entienda a la persona que reclama la eutanasia, y déjense de tanta manipulación ideológica interesada.
Navrazon Pachi