Pedro Sánchez en su reunión con Merche Aizpurúa |
Hemos sabido ahora que, en los informes policiales del atentado mortal contra Juan de Dios Doval, figura Arnaldo Otegui como el individuo que ordenó aquel asesinato, además de seis secuestros.
¿Un pacto de investidura con Bildu?
José María Múgica VP 26/10/2023
José María y su carta a Sánchez |
Recuerdo muy bien aquel día áspero y sombrío; yo estudiaba Derecho en la Facultad de Derecho de San Sebastián donde daba clase Juan de Dios Doval. Pasaban las 9 de la mañana cuando accedí al centro. Fue allí donde un compañero me advirtió que Juan de Dios Doval acababa de ser asesinado.
Juan de Dios Doval y su esposa, Emma Inclán, con sus dos hijos, en una fotografía del álbum familiar |
Recuerdo que, impactado por la noticia de aquel asesinato, me dirigí a la clase entonces programada; también en el deseo de conocer la reacción de la comunidad universitaria ante ese crimen. Y después, se produjo el espanto de comprobar que esa clase no fue suspendida, ni siquiera contó con un elemental minuto de silencio. es que, además, El profesor ni siquiera efectuó la más mínima declaración en referencia a lo que acababa de suceder. Un extraño que desconociera los hechos que acababan de producirse nunca se habría enterado de lo ocurrido pues nada se dijo en esa clase lúgubre, por más que todos supieran ya lo sucedido. Se trató de una villanía, en la que el profesor –titular del mismo departamento de Derecho Procesal al que pertenecía Juan de Dios Doval– ni se molestaba en mencionar a su compañero recién asesinado.
El silencio ominoso, tan pesado, amargo e indigesto como la propia muerte, dominaba todo en ese San Sebastián de 1980. Ese crimen culminaba un mes especialmente sanguinario por parte de la banda terrorista ETA; a lo largo de octubre de 1980, quince personas fueron asesinadas, una cada dos días. Es más, no había acabado ese 31 de octubre cuando el terrorismo volvió a asesinar, esta vez en la localidad guipuzcoana de Hernani.
Sabemos ahora, gracias al trabajo incansable de una periodista, Leyre Iglesias, que ha buceado en los archivos policiales hasta descubrir que en los informes de los mismos figura Arnaldo Otegui como el individuo que ordenó aquel asesinato, además de seis secuestros. Sabemos también que el propio Sr. Otegui ha sido denunciado ante la Audiencia Nacional para que responda por tales hechos.
Sabemos todo eso cuando, en forma casi anestesiada y silente, como quien lo da casi por hecho, la sociedad española asiste a una eventual investidura de Pedro Sánchez que contaría con los votos de Bildu, dirigida por el propio Otegui. Así ha quedado constancia en la fotografía del pasado 13 de octubre en la que se observa a un sonriente Sr. Sánchez –¿de qué se puede sonreír en esa instantánea infame?– reunido con la diputada de Bildu Merche Aizpurúa, condenada en su día por apoyo al terrorismo, y editora que fue del diario Egin y de la revista Punto y Hora, publicaciones ambas al servicio de la banda terrorista. En esa reunión, Bildu anunció su voto favorable a la investidura del aspirante socialista. Es terrible que todo esto suceda ante nuestros ojos sin apenas un gesto de rebeldía frente a tamaña miseria. La presencia de Puigdemont con su enloquecida pretensión de amnistía y demás disparates como requisito para esa investidura nos hace mirar para otro lado, con un olvido, moralmente insalubre, hacia la memoria del terrorismo. Es el blanqueo sistemático de los asesinos, sin los cuales ni la justicia ni la memoria podrán predicarse, como bien dicen los hijos de Juan de Dios Doval.
un pacto con olor a muerte |
Declaró el Sr. Sánchez ante las elecciones generales de 23 de julio que le separa "un abismo ético respecto de Bildu". Visto el devenir posterior de los hechos, y ante el desconocimiento radical de lo que significan esas palabras para quien las pronunció, es más probable que sean los españoles quienes se vean separados por ese abismo ético respecto del Sr. Sánchez. Nunca, en casi medio siglo desde la restauración de la democracia en España, había cotizado tan bajo el exclusivo empeño de una persona en ser investido como presidente del Gobierno, a cualquier precio por indigno que resulte.
Albert Camus |
2 comentarios:
Es la mayor infamia que se está cometiendo pero está gentuza sólo piensa en seguir fastidiando a los ciudadanos no piensan más que en su
Dices bien, ominoso.
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