domingo, 16 de julio de 2023

Adiós a la Plaza de los Ajos (act.)

En los Sanfermines de 2019, tras la desastrosa gestión de la Plaza de las Recoletas durante la alcaldía de Asirón (2015-19) ya no hubo "caseta de los ajos". 
30/07/2016 Finalizados los Sanfermines 2016 quiero manifestar mi total desacuerdo con el montaje (organizado por Gora Iruñea) que ha permitido el Ayuntamiento de Pamplona en la Plaza de las Recoletas, popularmente conocida como la de los ajos. El montaje no permitió tener una entrada libre como debe ser a una vivienda, en este caso al convento. La segunda razón es la instalación de una serie de generadores en la mismísima fachada...
Nos avisó Iriberri, el Día del Pobre de Mí:
14/07/2019 Mercado final. Como se cae la última hoja de los árboles, se ha caído de la plaza de Recoletas, tras un largo otoño, la última caseta (pincha) del mercado de los ajos. Era ya una pieza de museo, con las ristras artesanas colgando de la historia. Pobre de ti. Sueñas una noche con la recuperación de la Travesía del Arga y te despierta la desaparición de los ajos.
En noviembre de 2022  Pedro Lozano Bartolozzi, hijo de Pedro Lozano de Sotés, estuvo muy atento a esta pérdida y cedió al Ayuntamiento de Pamplona ‘Plaza de los ajos’ (pincha), un óleo sobre lienzo pintado por su padre en 1943.
Pedro L.B., Enrique M.M. y María G.B. Acto de donación del cuadro de Lozano Bartolozzi DN CEDIDA
Ésta que viene, la de la derecha (del Archivo Municipal), es la foto más antigua que conozco del mercado de los ajos en la Plaza de Recoletas. Nos la aporta Arazuri en su libro Historia de los Sanfermines, en el capítulo dedicado a la Plaza de los Ajos. Este es el pie de foto: "Vemos la plaza de los ajos hace medio siglo, cuando el mercado era boyante. En la foto se aprecia, primer lugar, al perrero municipal con el bastón-lazo con el que cazaba impunemente a los chuchos. Eran tiempos en que el perrero vestía con uniforme (Foto Julio Cía)". 
Teniendo en cuenta que Historia de los Sanfermines fue escrito en 1983, Arazuri calcula que Julio Cía la hizo en 1933 ca. Pero no nos dice quién es el "lacero municipal". Para cualquiera que conozca el cuadro de Briñol (1919, izda), ese lacero no puede ser otro que Aniceto Petit (66 años, 1863-1929). Por tanto, me da la impresión de que esa foto es de hacia 1915.
Aniceto Petit, con su bastón-lazo, junto a la fuente de Recoletas h.1915 (Foto Julio Cía)
La plaza de los ajos, a principios del XX, ya era un mercado boyante. En la foto se aprecia al perrero municipal con el bastón-lazo, inventado por él, con el que cazaba sin peligro a los chuchos. Eran tiempos en que el perrero vestía con uniforme.

Mercado de ajos (Arazuri Hª de los Sanfermines)
Pocos días después de la subasta de las barracas tiene lugar en la Casa de Misericordia la de las casetas para la venta de ajos.
Año 1965. Eran tiempos en que la plaza de las Recoletas se llenaba de horcas de ajos
Una de las cosas más típicas de los Sanfermines es el mercado de ajos en la plaza de las Recoletas. Tanto nombre y tradición adquirió este mercadillo, que el título de la plaza ha sido y es con frecuencia, sobre todo por las Fiestas, sustituido por el de «Plaza de los Ajos».
Año 1981. Conforme va disminuyendo el mercado de los ajos se incrementa la venta,
en la plaza de las Recoletas, de objetos exóticos, cassettes, discos, trabajos
en piel y piezas de arte africano. (Foto José Luis Nobel).
En el siglo XIX este mercado carecía de la importancia que alcanzó en el XX. En 1887, como ejemplo, en fiestas sólo se instalaron dos casetas en el -entonces- Paseo de Valencia para la venta de ajos y cerámica de Lumbier.
Saliendo de Aldapa a la Cuesta del Palacio (Foto José Luis Nobel)
Es curioso que el ajo, liliácea originaria de las estepas del Asia Central, el más importante remedio-condimento, haya adquirido en nuestra Ribera -siendo los más famosos los de Falces y Corella- una categoría y una clase apreciadísima. 
Año 1968. Bonita perspectiva de las casetas de venta de ajos. (Foto Zubieta y Retegui)
No saben nuestros riberos que los bulbos que cultivan tan afanosamente, fueron citados y estudiados por los naturalistas y médicos de la antigüedad, y que los hebreos del Éxodo lamentaron profundamente abandonar el ajo como uno de los más preciados bienes que dejaron en Egipto, y desconocen también que en la última Guerra Mundial los soldados rusos llevaban en las mochilas ajos para aplicarlos machacados en las heridas por su acción antibiótica a distancia.
Souvenir sanferminero (Fotos José Luis Nobel)
En el siglo XX la venta de horcas de ajos fue adquiriendo, poco a poco, tal incremento, que posiblemente sea el recuerdo que con más frecuencia se llevaban los forasteros de nuestra ciudad. Ante aquella demanda del producto y de los vendedores, la Meca se vio obligada a ampliar el número de casetas, que llegaron a alcanzar hasta más de cuarenta, si bien hemos de reconocer que también se instalaban los alfareros de Villava que, para promocionar sus mercancías, enseñaban a beber en rallo o botijo a toda persona que se acercaba al chamizo de venta, en donde se podían comprar también huchas, pucheros y cazuelas de barro.
Souvenir sanferminero (Fotos José Luis Nobel)
La tradición de vender ajos en dicha plaza durante San Fermín empezó a decaer a mediados de los 70, cuando se compró la plaza a las monjas. De hecho en las fiestas de 1989 había solo seis casetas, en 2004 solo dos puestos, y en 2011 solo había un puesto de ajos, el de Iván Martínez Izquierdo y su hermano Práxedes, que tomaron el relevo de su padre.
Pero el espacio de la plaza que quedaba libre era ocupado por un nuevo mercadillo de casetes, baratijas exóticas, repujados y trabajos africanos.

Ay, lo que me he reído con la cruzada "pro especies sanfermineras en peligro de extinción" de este hombre. Es que me lo imagino arrastrando por el suelo las ristras de ajos...:

Ajo y agua por José Miguel Iriberri (Plaza Consistorial 10-07-2017)
ESTE afán desprendido de uno por hacer memoria colectiva. Quien no me recuerde de 2016 dando lecciones de historia con la bota de Las 3 ZZZ es que estuvo por ahí, en Benidorm, o por aquí, donde Recoletas, pero en la inopia. Pues, verán. Este año he cambiado la bota de vino por la horca de ajos, manteniendo intacto, por supuesto, el propósito divulgador de especies sanfermineras en peligro de ex-tinción. Me pasa lo de aquel: cuando hago algo nuevo vuelvo a ser el de antes. Todo por la causa. Las esencias y eso. 
Todos saben que el ajo es imprescindible para condimentar ciertos platos, pero pocos 
son capaces de hacer con él una artística fotografía como ésta de Pío Guerendiáin
Con mi muy discreta altura sobre el nivel del mar, casi arrastro los tirabuzones de ajos por el suelo. Y encima, la horca pesa como lo que es, como una condenada (a muerte) en el paisaje de las fiestas. Adelante. Alguien escribió que no arriesgarse es muy peligroso. Me arriesgo. A la calle. Esto es puro patriotismo sanferminero, la ilusión de interpretar, en el gran teatro de las fiestas, un tiempo pasado que todavía está pasando, como sin terminar de acomodarse en Berichitos, y agoniza en el par de casetas de ajos de Recoletas, reliquia de un urbanismo de casetas adosadas por toda la plaza. 
1966 Nicolás Ardanaz
Venga esa horca. Si llego al 14 será en ambulancia. Y eso que no voy por ahí como van los mozos por las fotos de antaño, con una ristra por clavícula, a su aire. Ahora, sólo con una, no das dos pasos y ya te dan el alto. Que de dónde sales. Que adónde vas. Que a quién se le ocurre. Con este calor, con este frío, con este entretiempo, con esta pinta. Pues a eso voy, mujer. Y sin subvención. Un ajo de obsequio y una lección magistral sobre lo que fue el mercadillo del ajo en la plaza de las monjas, alrededor de la fuente de Paret. 
Sanfermines de 1946 (pincha)
Como cantaba un buen rockero, o sea, un viejo rockero, mi futuro es estático. Mientras el cuerpo aguante, mantendré la cruzada por la memoria colectiva. La bota de Las 3 ZZZ, los ajos de Recoletas... Es sólo un comienzo. Volveré, no sé, con el salacot del Emperador del bolígrafo. O con las cuchillas de afeitar de León Salvador. Ya veré. Y si me apuran, me lanzaré al río con taparrabos y gorro de Casa Unzu para rescatar del olvido la ahogada Travesía del Arga. 
Me advierten en casa que de todo se vuelve en esta vida menos del ridículo. Pues toma ridículo. Si no floto, pasto para los peces tigre de Curtidores. Espero que les guste. Y si no, ajo y agua. Nunca mejor dicho. 
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenía una foto, que no la encuentro, con ristra de ajos al cuello!!.

Anónimo dijo...

¡Qué recuerdos!. Cuántos años ya pasados me trae esta plaza y cuántas ristras de ajos al cuello no habre llevado en esos años preciosos de la juventud. Siempre lo he llevado en mi recuerdo y lo seguiré llevando UN NAVRAZO FUERTE. Miguel Angel

Anónimo dijo...

Yo, que no estoy ni cerca de la edad de jubilación, recuerdo de niño y de no tan niño la venta de ajos en la plaza de los ajos. Debería aceptarse el topónimo DE LOS AJOS con una placa recordatoria e incluso con una estatua de un ciudadano anónimo vestido de pamplonica y con una ristra de ajos al hombro. Pero una estatua realista para que tenga éxito fotográfico como la escultura del encierro. Sería un buen recordatorio.

desolvidar dijo...

Gracias a todos por comentarios tan sentidos. Me parece una idea estupenda la de la " estatua de un ciudadano anónimo vestido de pamplonica y con una ristra de ajos al hombro". Ahí queda, pero yo insistiré en el blog.
Un navrazo a todos

oliver dijo...

Ahí tuve mi domicilio hasta los 12 años, el año 1972 aproximadamente, en el nº 8. Esperábamos todos los años la aparición de los tableros de las casetas de los ajos para, antes y después de los Sanfermines, cuando estaban desmontadas o vacías, disfrutar con ellos de grandes aventuras en la plaza, esquivando al vigilante claro. Bien por la idea del monumento. Gracias Patxi por la entrada.

desolvidar dijo...

Gracias a ti, Oliver. También tengo pensado proponer al Ayuntamiento otro monumento a Juanito Elizari, el último cordelero del Redín