lunes, 10 de julio de 2023

La barandilla de Santo Domingo (Iriberri)

SF 1961. Akim Tamiroff (Sancho) Rodaje Don Quijote de Orson Welles. Al fondo, Dominicas
Me ha "reñido" Iriberri porque en la entrada de "Balcones", me he olvidado del mejor: la barandilla de Santo Domingo y la escalera que sube a Dominicas. Perdón, maestro.

Barandillas, por Iriberri
Las espectaculares vistas del encierro desde la barandilla de Santo Domingo son gratis, pero cuestan una barbaridad. Yo tengo la lista de precios. Una primera fila, entre semana, viene a salir por las dos horas o dos horas y media de espera, si no tres. Algo más, bastante más, si la localidad de barandilla se encuentra justo encima de la hornacina del santo. Eso, los días de labor —¡como si los hubiera en Sanfermines!—, que sábados y domingos te puedes dejar una fortuna de tiempo, por encima de las cuatro horas. Y para qué hablar de las escaleras que bajan de Dominicas. Esas localidades están solo al alcance de millonarios de reconocidos millones: se disparan las horas de espera.
DN domingo 09-07-2023 Tercer encierro JOSÉ CARLOS CORDOVILLA
Aquí no vale el aviso machadiano de que "todo necio confunde valor y precio". Estas localidades del encierro tienen el inmenso valor de su precio. Entre la caminata madrugadora y la espera, le pegas un meneo contundente a tu tarjeta del tiempo, pero qué menos: en Sanfermines no hay oro mejor gastado ni inversión más rentable. Yo creo que conviene hacer el gasto al menos una mañana cada cinco años, si vamos bien de tiempo. O antes, si uno se acerca a las edades que, lo van alejando no ya de la primera fila de esa barandilla especialísima, sino de todas las barandillas. Y acaso de la segunda, la tercera y tal vez la cuarta fila de cualquiera de ellas. 
1954 Asca Santo Domingo Inge Morath
En Santo Domingo está uno como en ninguna parte del universo del encierro. Los cánticos a San Fermín, "por ser nuestro patrón", retumban en la fachada de las Dominicas. Luego van bajando los decibelios en la coral de corredores y espectadores, cada uno a lo suyo, la espera. 
Después, lo que retumba es un silencio sonoro: el silencio del miedo, roto por el cohete de las 08.00 horas. Y ya está. Dos horas de espera, tres, cuatro, el tiempo que sea, por quince segundos, poco más. Valor y precio. 
Desde lo mejor de la barandilla, a la altura de la hornacina, se ve casi toda la cuesta, arriba y abajo. Y lo mejor de ella. La vista desciende hasta el corralillo y vuelve, cuesta arriba, hasta más allá de la librería de Marcela, decana del libro y hospitalera del encierro. 
Paso de la curva de Santo Domingo
Cuando al paso de los minutos, con los toros ya en la plaza, pillo por fin la barandilla, la carísima primera fila, me quedo sobrecogido por el espectáculo que ya pasó. Bajo después lentamente los 35 peldaños de la escalera donde se colocan las grandes fortunas en tiempo. Bueno, en tiempo y en temple, que aguantar ahí de pie, o sentado con las piernas colgando, es como pasar con nota un exhaustivo chequeo para una prueba de ultrafondo.
Placa Turrillas (pincha) Santo Domingo 39 (Maps)
La mañana se abre paso. La afición hace fotos en la hornacina antes de que retiren la imagen del santo, que en Sanfermines, ya ves tú qué cosas, es de quita y pon, de encierro a encierro. Voy por la acera y leo la placa en la casa donde vivió Manuel Turrillas, el maestro Turrillas, compositor de la banda sonora de las fiestas. Los puestos del mercado han abierto a las 08.00 horas o antes. 
Paulina, en la churrería de la Mañueta, en 2007. CALLEJA
En la Mañueta hago otra espera clásica para alcanzar los churros de Paulina, que vienen de 1872. Deliciosos. Y a casa, contento de tanto esperar. Mientras el cuerpo aguante, aúpa.

1 comentario:

Carmelo dijo...

Aupa San Fermín, amigo Pachi, que buenas entradas nos estás dejando, grande, grande.
Navrazon desde Menorca.