jueves, 27 de octubre de 2022

1976, arreglos urgentes en las murallas

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Imágenes de los trabajos, desde el río
Escaleras de urgencia sobre el río Arga en 1976
Pamplona miró de frente aquel año a la muralla que amenazaba ruina, sostenida en el vacío. Le colocaron zapatas de hormigón armado con los operarios que subían y bajaban por una singular escalera
Imágenes de los trabajos, desde arriba
Pilar Fdez. Larrea
Urgencia a la vista
En el verano de 1976 el Ayuntamiento de Pamplona miró de frente a la muralla que pedía sin éxito auxilio, descalza y sostenida en el vacío en varios tramos. El alcalde, Erice Cano, y su equipo dispusieron una partida de 30 millones de pesetas para acometer una reforma que llevaba 20 años de cajón en cajón en los despachos municipales. Aprovechando el estiaje y el caudal más escaso, utilizaron el río Arga como base de operaciones y de trabajo para las excavadoras porque la tarea se centraba en el extremo situado a menor altura del lienzo, allá donde se calza.
La muralla necesitaba, así a bote pronto, zapatos nuevos para pasar el próximo invierno y los venideros. Las riadas habían limado el lienzo hasta dejarlo desnudo. Las cuevas formadas en los huecos desprendidos de piedra y roca eran de dimensiones considerables, de modo que fue necesario cubrirlos con hormigón armado al que los canteros llamaban zapatas. Hasta cuatro metros de anchura en algún caso, formando un talud en el río.
Singular "escalera de urgencia" entre el río 
Arga y los corralillos de Santo Domingo.
ZUBIETA Y RETEGUI

En el mes de julio trabajaban en la zona situada en el entorno de Descalzos, donde en 1974, dos años antes, se había desprendido un trazado notable del lienzo. En el mes de agosto las labores de rehabilitación se situaban paralelas a los corralillos de Santo Domingo y hasta el río colocaron una singular escalera “de urgencia” que les facilitó la tarea y les mantuvo tal vez demasiado en forma, acompañados por las altas temperaturas.
“¿Mal sitio, eh?” Preguntaba el periodista de Diario de Navarra que se acercó para informar sobre la rehabilitación de la muralla. Describía el redactor que “los seis canteros que a las cinco y media de la tarde inyectaban cemento entre las piedras se miran y se ríen”.
“Bueno no es, la verdad. Pero estamos bien. De vez en cuando tenemos que agarrarnos a las piedras como los gatos, pero eso no es nada. No importa, ya lo puede ver usted”, respondieron los avezados operarios.
Y el periodista añade lo que ve: “Una barra hincada entre dos piedras, a modo de clavija, sosteniendo un tablón que se apoya en el suelo por el otro extremo. Es el andamio por el que se acercan los canteros a la base más sobresaliente de toda la muralla, junto al Portal Nuevo. El trabajo tiene un aire de albañilería y escalada que llama la atención”.
Entretanto, todavía algún hortelano tiraba de azada y reclamaba, en fin, que se deshiciera la presa natural formada en el entorno del puente de la Rochapea, “como hicieron en la Magdalena”, para que ellos pudieran amortizar las 17.000 pesetas que habían pagado por la toma de agua del río para el riego.

El Archivo Municipal conserva dos magníficos reportajes sobre los trabajos en las murallas en 1976:
- 17 fotografías de Javier Ayesa (pincha)
- 10 imágenes de Javier Lorda (pincha)
Fotografías que hemos usado en esta entrada. Gracias.

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