sábado, 29 de mayo de 2021

Si Marcelo Celayeta levantara la cabeza...

Fotografía encontrada entre la documentación de Aquilino García Deán. Homenaje público tributado en 1930 a Marcelo Celayeta, párroco de San Lorenzo. A su derecha, Ezequiel Seminario, provisor y vicario general de la diócesis de Pamplona, que sería asesinado en 1932 por Álvaro Galbete.

Vida y obra de Marcelo Celayeta (J.J. Arazuri PCB)
Don Marcelo Celayeta Esparza nació en Riezu (date un pasaeo) el 19 de noviembre de 1867. Estudió en el Colegio San Francisco Javier del Seminario Episcopal de la calle Tejería. En Toledo se doctoró en Sagrada Teología y se licenció en Derecho Canónico en 1894 y 95. En las oposiciones a curatos le asignaron la parroquia de Aoiz en donde permaneció nueve años. En 1904 fue nombrado por oposición Párroco de San Lorenzo de Pamplona. En 1914 levantó la iglesia de El Salvador en la Rochapea, vulgarmente conocida como iglesia del Ave-María, por estar junto a las escuelas del dicho nombre, que también fueron fundadas y dirigidas por don Marcelo hasta su muerte acaecida el primero de mayo de 1931. 
El de la izda fue el San Lorenzo que conoció don Marcelo
Fue el primer párroco de Pamplona que dotó a su iglesia de bancos reclinatorios con rodilleras. El primero que instaló en su templo calefacción central, adelantándose también en que sus feligreses, bien ensayados, fuesen los primeros en canto gregoriano, siendo el pueblo el que cantaba la misa de Angelis, de la Virgen, letanías, motetes, tercia, etc. Publicó un devocionario titulado El Cristiano en su Parroquia. Editado en 1911, en pocos años se hicieron cuatro ediciones. Durante 19 años consecutivos, don Marcelo organizó peregrinaciones a Lourdes de donde era Capellán honorario de su Basílica. La catequesis de niños en la parroquia de San Lorenzo era notable: cuando en Pamplona sólo existía el cine Labarta, aquellos niños disfrutaban de sesiones dominicales; les organizaban meriendas, juegos, etc. 
Don Marcelo en el Ave María 1920 AMP
Publicaba en su parroquia la Hoja dominical «La Parroquia y la Escuela»; dejó de publicarse, después de varios años, al editar el Obispado para toda la diócesis «La Verdad».

Escuelas e Iglesia (Memorias Viejo Pamplona)
Siendo párroco de San Lorenzo fundó las escuelas del Ave María en La Rochapea, barrio que dependía de la iglesia de San Lorenzo y que iba protagonizando, en aquellos años, una incipiente expansión e industrialización pero que carecía de cualquier tipo de dotación educativa. 
El patriotismo hace del hombre un soldado (A. Manjón)
La primera piedra de las escuelas se colocó el 21 de marzo de 1915 inaugurándose el 2 de abril de 1916. Marcelo Celayeta trasladaba, así, a Pamplona el original modelo de escuela que pusiera en marcha, en Granada, el sacerdote Andrés Manjón y del que había tenido conocimiento a través de su amigo de Aoiz, Vicente Diaz. Don Marcelo levantaría junto a ellas, inaugurándose también en abril de 1916, la iglesia de El Salvador, cuya primera piedra se había colocado dos años antes, el 12 de abril de 1914.
Resulta curioso, y lo cito como simple anécdota comprobar la estrecha relación de Marcelo Celayeta y algunos de sus descendientes con su legado, con la Iglesia que ayudó a fundar y con las escuelas del Ave María. D. Marcelo Celayeta era tío de Marcelo Larrainzar, sacerdote que vendría a sustituir al finado tanto en la dirección de la iglesia como de las escuelas y era tío abuelo, o sea hermano de la abuela, del conocido escritor y sacerdote de la Iglesia del Salvador, Patxi Larrainzar, que a su vez era sobrino del mencionado Marcelo Larrainzar.

Pero lo más curioso de todo es que lo que empezó llamándose "Ave María", un centro docente "destinado a niños marginados, preferentemente pobres y gitanos" (A. Manjón), ha acabado poniendo en la Rochapea el filtro del euskera (¿cuántos pobres y gitanos hay ahora?) y llamándose "Patxi Larrainzar" (oficiante y predicador en el entierro de Germán Rodríguez), un pupilo de Jesús Lezáun:
"Quiero resaltar... su frecuente incursión en la política, él, que no era propiamente un político, ni tenía especial talante para ello; en concreto si se quiere a su abertzalismo. Se sentía vasco por los cuatro costados, y a la vez, por ser un vasco de «raza», se sentía universalista y nada en el mundo le era ajeno. Si se preocupaba tanto y con tanta pasión por lo que pasa en el mundo entero, ¿cómo no se iba a preocupar por lo que pasara a su pueblo, cuyo horizonte político lo veía ocluido en la actual situación política que tenemos, y ante la triste historia que este pueblo tiene también por detrás?" (Jesús Lezáun, 1991)
¡Si don Marcelo levantara la cabeza!

De Ave María a Patxi Larrainzar, Modelo D
El C.P. Larrainzar, hoy. Foto X. Ilundain
El CP Patxi Larrainzar tiene su origen en el antiguo colegio Ave María. En el año 2004 el Gobierno de Navarra, gobernado entonces por UPN, redactó el proyecto de ejecución para la ampliación del centro, que se ejecutó en dos fases. La primera fase se finalizó en 2006 y la segunda en 2007. El mantenimiento, por su parte, del colegio corresponde al ayuntamiento, al igual que en el resto de colegios públicos.
A día de hoy, el centro público Patxi Larrainzar cuenta con 567 alumnos y alumnas. Imparten el segundo ciclo de Educación Infantil y todos los cursos de Educación Primaria en el modelo lingüístico en euskera (modelo D).

Don Marcelo, de una extraordinaria personalidad, fue un luchador infatigable, enérgico, competente y culto. Consiguió el desahucio del Archivo Notarial que estaba instalado en las galerías de la Capilla de San Fermín y que el Ayuntamiento, creyéndose propietario, había cedido al Decano de los Notarios. Durante mucho tiempo luchó don Marcelo de un lado, y el Ayuntamiento y los Notarios de otro hasta el final victorioso del Párroco defendiendo a la Parroquia, legítima propietaria. Entonces se aclaró todo: el Ayuntamiento era Patrono, pero no propietario. 
Marcelo Celayeta va de Cuatro Vientos hasta Capuchinos. Pleno del 27 de julio de 1951 AMP

Un par de anécdotas (J.J. Arazuri PCB)
Mapas de Navarra y España. García Deán 1916
Una anécdota curiosa: en uno de aquellos tiempos de gobiernos liberales y anticlericales, para molestarle, dieron orden de que, a los que morían en la Rochapea no se les hiciese el Oficio de sepultura en el atrio de la iglesia de San Lorenzo, según era inveterada costumbre. Al llegar el coche de caballos con el difunto a la puerta de la iglesia, se detuvo esperando que el cabildo saliese del templo. Cuando don Marcelo, revestido de capa magna y acompañado del Cabildo parroquial, salió de la sacristía, precedido de cruz alzada, al porche de San Lorenzo, se encontró con la mesa cubierta de crespón negro pero sin caja mortuoria. Con suavidad pero con energía les preguntó a los enterradores: —«¿Qué esperan para bajar el cadáver del coche?» 
1926 AMP
A lo que contestaron los empleados municipales:
—«Tenemos órdenes de no tocar la caja para que el oficio de sepultura se haga en el coche». 
Don Marcelo, en forma que no admitía réplica, respondió: 
—«Decidle al señor Alcalde que el Párroco de San Lorenzo no da incienso ni agua bendita a los caballos. Enseguida... bajen la caja». 
Aquellos modestos empleados, nerviosos y confusos, obedecieron y el oficio se realizó como siempre. 
Como esto sucedió en varias ocasiones, se corrió la voz por la ciudad y, cuando se moría algún vecino de la Rochapea, los curiosos y desocupados acudían a la Taconera para contemplar a un Párroco que no claudicaba nunca, hasta el extremo de llegar a sentarse en el banquillo de los acusados en la Audiencia, por una causa que al final fue sobreseída. 
El día de su muerte (1 de Mayo de 1931), grande para la nueva República recientemente instaurada, desfilaba por la calle Mayor una gran manifestación. Muchos de los componentes de la misma, al enterarse que don Marcelo había muerto, subieron a rezar ante el cuerpo presente de aquel gran párroco y, además, en sus funerales estuvieron sentados en el Presbiterio, por acuerdo municipal, dos concejales republicanos, a pesar de que se había dado orden ministerial prohibiendo a las Autoridades su representación en actos religiosos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a su izquierda José Sánchez Marco