viernes, 21 de mayo de 2021

El "Frontón López", todo un topónimo (J.M. Iriberri)

1967 AMP En línea; Frontón López, Edificio Central y Cizur Menor
José Miguel Iriberri es, sin duda, el primero que ha escrito un artículo sobre el Frontón López. Lo hizo el lunes, 12 de diciembre de 1983, al día siguiente de su inauguración popular tras la restauración. Retrocedamos, pues, 40 años para entender el contexto de este escrito pionero.

El "Frontón López"                                                                          por J.M. Iriberri
Dentro de muy poco tiempo lo único que nos quedará del viejo barrio de lturrama será la menos representativa de todas sus construcciones: el «Frontón de López». lturrama fue creciendo con el siglo, entre la Ciudadela y la ripa del Sario, con edificios unifamiliares o bifamiliares. Unos eran fincas de recreo dominical. Otros, viviendas baratas, levantadas fuerapuertas con un palmo de huerta y un gallinero como reclamo de habitabilidad. Pero lo que nos va a quedar para la memoria colectiva de la ciudad no es ninguna de esas viviendas, sino un frontón que nada tenía que ver con aquel urbanismo anárquico pero sosegado, de «baja más uno». Un frontón largo, alto, enorme, que sería durante medio siglo la referencia urbanística de todo el barrio. 
El mismo que ayer fue inaugurado popularmente tras las obras de restauración.
Así estaba el Frontón López en 1982 (Paisajes Españoles. AMP)
¿Y qué pintaba un frontón como éste en un barrio como aquél? ¿A quién se le ocurrió levantar tamaña mole de piedra entre la arquitectura de caminos de lturrama, donde las casas parecían corrales dispersos de un belén viviente? Pues a Toribio López y López, fabricante de calzados, toda su vida aficionado al Tenis y descubridor de la pala cuando entraba en la tercera edad.
Contraste. 1973 Galle AMP (retocada)
Toribio López cambió la raqueta por la pala ("el mago de la muñeca") y debió de descubrir una nueva dimensión vital. Aquello era lo suyo y mejor seria aprovechar a fondo la nueva afición. Con 65 años, en 1933, decidió construir el frontón largo en la finca de Iturrama, al lado de la casa que la familia usaba para pasar el día, pero muy pocas veces para dormir. Casado con Guadalupe Selles, tuvo siete hijos: Amparo, Pablo, Paco, Gloria, Toribio, Mariano y Tomás. Hora que tenía libre, hora que pasaba jugando a pala en su frontón, si era de día, a la luz del sol, y si era de noche, a la luz de unos potentes focos que le fueron incautados durante la guerra del 36 para fines militares.
A los tres años de la construcción del frontón, estalla la Guerra Civil. Toribio López pierde los focos y piensa que la guerra le puede estropear la vida de los suyos. A lo que se ve, hombre resolutivo, llama nuevamente a los arquitectos a la finca de Iturrama, esta vez para que le construyen detrás del frontón, muy cerca de los troncos de las moreras, un refugio antiaéreo, refugio conservado por el proyecto de restauración del frontón como un elemento escultórico de la zona. Algún nieto del abuelo palista recuerda haberse metido allí, en el búnker.
Pasa la guerra y sigue la vida. Toribio López y López juega incansablemente en el frontón, en su frontón, primero con los hijos y luego con los nietos. Con noventa años todavía seguía dándole a la pala. Los nietos le tiraban a buena y él devolvía, también, a buena. Así hasta que se le apaga la vida. Un nieto, Pablo López Istúriz, aprendería en aquel frontón todo lo necesario para llegar a ser Campeón de España de pala. Otro, Fermín, llega a Subcampeón. Ignacio Retegui se entrena allí pacientemente y prepara la gloria de sus chapelas. El ambiente de la familia es pelotazale: formaban parte de la sociedad propietaria de los tres frontones de Remonte de España: el «Recoletos», de Madrid; el «Urumea», de San Sebastián y el «Euskal-Jai», de Pamplona.
Interior, hoy Pablo Lasaosa
Sobre los años sesenta, la finca entra en la época de abandono que le llevará a la desaparición. Pamplona crece por los cuatro costados y pronto aprobará el Ayuntamiento el Plan Parcial de Iturrama. El frontón, como la casa, siguen en pie. Los chavales se cuelan para jugar. Es un monstruo cerrado por una red metálica que da miedo al anochecer. Del planeamiento del barrio resulta que en el terreno del frontón no se levantará ningún edificio. Es zona libre, de aparcamiento. Y aguanta con su red roñosa y su cancha agrietada mientras desaparecen las casas de alrededor.
Cuando está construido el 90% del barrio, el frontón sigue en pie. Abandonado, pero en pie. Y la gente se mete debajo de su agrietado techo para jugar a pala y a mano. Es en 1978 cuando al Ayuntamiento se le ocurre pensar que más vale el frontón en pie, que el terreno libre. Olvida el plan parcial del barrio, desatiende las peticiones de los vecinos de las casas cercanas, que han pagado con sus cuotas de urbanización el derribo del frontón y no quieren ruidos, y adopta una resistencia pasiva con la sartén por el mango. En septiembre de 1980 la Permanente acuerda por unanimidad encargar al Arquitecto Municipal, Santiago San Martín, un proyecto de modificación del plan parcial para salvar el «Frontón de López», nombre que va calando ya en los expedientes.
El búnker, hoy. Pablo Lasaosa
¿Cómo hubiera podido imaginar la Corporación Municipal que ese mismo año de 1980 la Audiencia Nacional iba a declarar nulo el Plan Parcial de Iturrama consolidado ya al 90% del planeamiento? Pero sucedió así. El 27 de mayo de l982 el Ayuntamiento aprobaba el Plan Parcial de Reforma Interior de Iturrama, redactado para solventar la nulidad anterior. Es el famoso PERI, aprobado definitivamente por el MOPU en diciembre de 1982, que, entre otras modificaciones sustanciales sobre el planeamiento interior, incluía la conservación del frontón.
Las obras de restauración han costado 23.713.978 pesetas; siete millones más de los previstos por el Ayuntamiento en el presupuesto de adjudicación (octubre 1982). Precisamente las últimas liquidaciones fueron aprobadas en la sesión plenaria del pasado día 30 de noviembre. El Ayuntamiento no está del todo satisfecho, porque el proyecto no contempló las peculiaridades del juego de la pelota, que era de lo que se trataba. Los usuarios del frontón (jugadores y espectadores) lamentan el empleo de materiales poco apropiados. Pero el frontón se ha salvado.
Toribio López y López no podía imaginar en 1933 que levantaba un frontón para la eternidad y no sólo para los pocos años —relativamente pocos— que le quedaban de vida en su casa del número 1 de la Plaza Príncipe de Viana.
Y con su nombre, que es ya como un topónimo.
José Miguel IRIBERRI

3 comentarios:

Pérez de Zabalza dijo...

Buen reportaje en homenaje a un navarro emprendedor

Carmelo dijo...

Muy bueno Pachi, qué rápido eres campeón.
Navrazon

Unknown dijo...

Pequeño oasis en medio de una construcción voraz