«No se puede dejar la gobernabilidad del país en manos de quienes no se consideran ciudadanos de él más que a la fuerza»
«La plaga política que padecemos también tiene su lado bueno: nos ha revelado el nivel intelectual y la calaña moral de buena parte de nuestros compatriotas»
El fango y la gentuza
Fernando Savater TheObjective 22 09 2024
Savater, por Gonzalo Merat |
En la misma línea, quizá no sea tan difícil conseguir la regeneración democrática de nuestra España (a los que no la consideren «nuestra» que les den): de entrada, lo primero es quitar del gobierno a Pedro Sánchez Pérez Castejón, a su palanganero Bolaños, a ese estornudo de Marichús Montero, a Yolanda más tonta y no anda, a Urtasun que es… bueno, también a Urtasun. Y a Marlaska, quien nos lo iba a decir hace una década, que pica pero no rasca. Después hay que despedir (con muy buenos modos, eso sí: manners, no morals como mandaba el tío Oscar), a los separatistas vascos, catalanes, gallegos, etc.
La idea de darles responsabilidades en la gobernabilidad de España para sostener a Sánchez y de paso comprometerles con el único país europeo cuya ciudadanía poseen, se pongan como se pongan, pudo parecer buena algún día pero pronto se reveló una gilipollez. O sea que no: si eres necioseparatista, de alcalde de tu pueblo no puedes pasar. ¿Dice usted que de teniente de alcalde? Pues más a mi favor. No se puede dejar la gobernabilidad del país en manos de quienes no se consideran ciudadanos de él más que a la fuerza.
Después, ya empujados por el perfeccionismo, se puede ir poniendo gente útil en los puestos socialmente relevantes (transportes y comunicaciones, correos, fiscalía, Real Academia de la Lengua, hipódromo de Madrid, etc…) y no simplemente devotos o amiguetes del mandamás actual. Y luego… Pero bueno, ya tenemos tres cuartos de la regeneración conseguida de modo que no corramos demasiado, que las prisas nunca son aconsejables. Lo del Papa lo dejamos para más adelante…
A falta de otras virtudes o méritos, hay que reconocer que Sánchez y su banda tienen sentido del humor. ¡Pues no dicen que quieren acabar con los bulos y entregarse frenéticamente a la transparencia! Hombre, tampoco hay que exagerar: no hace falta que persigan a los que mientan contra ellos, que también los habrá, basta con que ellos mismos dejen de mentir a su favor. Será toda una experiencia pero a lo mejor les gusta. Ande, inténtenlo, cuenten la verdad sobre los monipodios universitarios de la primera dama (que es de la estirpe ilustrada de Elena Ceaucescu o Ymelda Marcos) y los mamoneos del hermano sinfónico del Puto Amo. Sin miedo, que a la gente le dará igual, ya verán. Donald Trump, que es buen psicólogo de los suyos y sabe las tragaderas que tienen los capaces de votarle a él, aseguró que aunque bajase a Times Square y empezase a disparar al tuntún, en plan André Breton, no perdería partidarios. ¡Que razón tiene!
Al Duce Sánchez le pasa algo parecido, aunque sin tiros ni heridos de pronóstico reservado afortunadamente: ¡mira que las ha hecho gordas y no por eso ha perdido clientela, que siguen dale que dale con el «peor son los otros»! En efecto, la plaga política que padecemos también tiene su lado bueno: nos ha revelado el nivel intelectual y la calaña moral de buena (o sea: mala) parte de nuestros compatriotas.
Un botón de muestra, tomado del más conocido de los pseudomedios pseudoinformativos: un señor de Ciudad Real, en carta a la directora de El País, dice que el Gobierno no pretende dar carnets de periodista a los que hablan a su favor, como dice el portavoz del PP: «No, señor Tellado. Lo que el Gobierno pretende es evitar que algunos medios sean lanzaderas políticas de algunos partidos». ¡Y eso se lo escribe a la directora de El País! ¡Sancta simplicitas! A ése y los que son como él, puede decirles la verdad y toda la verdad: siempre que luego añada el estribillo sobre «el peligro de la ultraderecha», le votarán igual.
La regeneración democrática de España es necesaria y urgente, en eso de acuerdo. Las discrepancias empiezan a la hora de determinar quién debe empezarla, porque no pueden ser los mismos a los que se debe nuestra miseria política actual. El ejemplo de regeneración con éxito que tenemos más a mano es el de la Transición: lo dieron los procuradores de aquellas Cortes, disolviendo el invento y marchándose a su casa. Ya tiene el PSOE algo en que fijarse y de lo que aprender: no sólo hay que dejar paso a jugadores nuevos sino también hay que jugar a otra cosa. A ver si empezamos de una vez.
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