sábado, 18 de mayo de 2024

Victoriano Juaristi, por Asirón

Desde la clínica San Miguel los pacientes veían jugar a Osasuna
Un buen artículo de Asirón con una carencia imperdonable que corrige el biógrafo de Juaristi, Salvador Martín Cruz, en una misiva a Enrique:
"... tu abuelo pese a ser vasco, sentirse vasco, hablar vasco (lo hacía habitualmente con la amachi), cantar en vasco y hasta escribir en vasco en ocasiones, no era nacionalista, era un ciudadano del mundo, universal...".
Esperemos que ello ni impida el reconocimiento que Pamplona debe a Vitoriano Juaristi.
Instalado en el 34-35, aguantó ahí aún menos que la II República

Victoriano Juaristi Sagarzazu (1880-1949): Un hombre del Renacimiento en Pamplona
Desarrollada a caballo entre las ciudades de Irún y Pamplona, la vida del doctor Juaristi no es tan solo un compendio de diferentes campos del saber en los que el ser humano puede moverse, sino también un manual de cómo hacerlo bien

Victoriano Juaristi y, al lado, apuntes de la carrera, con anotaciones a mano del propio doctor, obsequio de mi amigo Carlos Juaristi Tubía, bisnieto de don Victoriano.

El hijo del fontanero
Victoriano Juaristi nació en San Sebastián en 1880, en el seno de una familia de clase trabajadora. El padre, José María Joaristi Aspiazu, era un lampista de Azkoitia, que arreglaba los canalones de los tejados, mientras que la madre, Bernarda Sagarzazu, descendía de Hondarribia y era hija de madre soltera, toda una lacra social en aquel tiempo. Victoriano, que cambiaría el apellido paterno Joaristi por el más común Juaristi, fue el único hijo de este humilde matrimonio. Estudió en las Escuelas Municipales de San Sebastián, donde aprendió castellano, y fueron aquellos primeros maestros los que se apercibieron de las aptitudes del joven y aconsejaron a sus padres que continuara sus estudios. Ingresó en la Escuela de Artes y Oficios donostiarra, donde cultivó su buena disposición hacia las bellas artes, pero en 1894 (?) ingresa en la Facultad de Medicina de Valladolid. Durante toda su vida conservó el recuerdo de las estrecheces padecidas en este tiempo, a pesar de ir becado por el Ayuntamiento de San Sebastián, y no cabe duda de que mantener un hijo pensionado fuera de casa tuvo que suponer un esfuerzo ímprobo para sus padres. El sacrificio se vio compensado con el Premio Extraordinario de Licenciatura, obtenido en 1901.

Médico en Irún
César Borgia, en Viana
Tras obtener su licenciatura se casa con Adriana Acevedo, hija natural de Urbano Manini, célebre editor madrileño, y una mujer llamada Petra Acevedo, pero enseguida deja a su esposa en casa de sus padres y marcha a Madrid para obtener el doctorado como alumno libre. Tras un breve paso por Santander, en 1903 comienza a trabajar como médico-cirujano en el hospital de Irún, al principio sin ni siquiera cobrar un sueldo. Con el paso de los años, sin embargo, Juaristi dejará una honda impronta en este centro médico, por sus avanzados métodos quirúrgicos y forenses. En estos años, además, Victoriano se convierte en un médico reconocido y prometedor, destacando además en la lucha por ver reconocidas las condiciones laborales de los médicos.
Salvador Martín Cruz
Un suceso luctuoso contribuirá a acrecentar aún más su renombre cuando, el 13 de julio de 1913, dos ferrocarriles colisionen cerca de Irún, con un balance final de 6 muertos y decenas de heridos. La intervención de Juaristi será determinante para evitar un número mayor de víctimas, y recibirá por ello el título de Comendador de la Orden de Isabel la Católica, además de convertirse en el médico de la familia real durante los veraneos de Alfonso XIII en San Sebastián. Parecía que las cosas le iban muy bien y, entonces, sin una justificación aparente, Victoriano Juaristi decide dar un salto en su vida y trasladarse a vivir y trabajar a Pamplona. Parece que la decisión venía de lejos, puesto que ya en 1915 había opositado a una plaza de cirujano en el Hospital de Navarra. La plaza fue finalmente lograda por otro grande, Fermín Irigaray, “Larreko”, médico, escritor y euskaltzale. Cuando Juaristi abandona Irún deja tras de sí un recuerdo inmejorable entre sus paisanos, y como para mantener vivo el recuerdo de sus años en el Bidasoa construyó, según sus propios planos, el chalet Bikabi, frente a la playa de Hendaya, que pertenecería a la familia durante generaciones.

La clínica San Miguel
1935-37 C. Amat en el Mto.
al Cantar de Roldán, en Ibañeta
El matrimonio Juaristi-Acevedo llega a Pamplona en 1919 con sus cuatro hijos, Resurrección, Carlos, Víctor y Enrique. Parece ser que Victoriano se integró pronto en el ambiente de la ciudad, pero no así su mujer, Adriana. De hecho, su negativa a residir en Pamplona supondrá la separación efectiva de la pareja, y cierta desarticulación de la familia. En Pamplona, y junto al doctor Daniel Arraiza, fundaría la clínica San Miguel, de la que fue director hasta su muerte. Atraviesa el período de la Guerra Civil como cirujano-jefe del Hospital Militar de Navarra, y posteriormente ejercerá durante 14 años como presidente del Colegio Oficial de Médicos. Ingresó en 1921 en la Real Academia Española de Medicina, y publicará buen número de artículos divulgativos y docentes sobre medicina, así como una obra magna titulada “Manual Español de Cirugía”.

Un hombre del Renacimiento
Con todo, la actividad de Juaristi, tanto en su etapa de Irun como posteriormente en Pamplona, sobrepasa de largo el campo de la medicina. De hecho, dada la amplitud de los campos que cultivó, es habitual entre quienes han escrito sobre Victoriano Juaristi compararle con un hombre del Renacimiento. Javier Navarro lo describió en 1949 diciendo que “tenía algo de Leonardo da Vinci, que se traducía en verdadera ansia de saber. No se conformaba con lo que otros le dijeran, y aspiraba a ser técnico en cada parcela que tocaba...”. Ya hemos dicho que Victoriano tenía una especial disposición hacia la creación artística. Fue un consumado esmaltista, y llegó a escribir en 1933 un manual sobre el tema. Fue también pintor aficionado y escultor, autor por ejemplo de sendos monumentos, a Roldán en Ibañeta y a Cesar Borgia en Viana, ambos por desgracia desaparecidos. Perteneció a la Comisión de Monumentos de Navarra junto a Arturo Campión y Julio Altadill, presidió el Ateneo Navarro, fue miembro de la Institución Príncipe de Viana, de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la Real Academia de la Historia y del Consejo de Navarra. Escribió un libro sobre las fuentes de España y, en colaboración con su mujer, un manual de cocina. Aprendió a tocar el violonchelo, llegando a dar algún concierto, y escribió dos zarzuelas, tituladas “La casherita” y “La batelera”, dos novelas tituladas “Costa de plata” y “Los caminos de Navarra”, así como dos obras de teatro, “El caballero Mefisto” y “El manantial”, nunca estrenadas a causa de la censura.
Fue así mismo impulsor de la revista “Bidasoa” de Irún, donde escribió docenas de artículos, y colaboró también en la revista navarra “Pregón”. Su domicilio se convirtió en foco cultural de primer orden, especialmente antes de la Guerra Civil, y cultivó amistad con personajes de la talla de Azorín, los hermanos Joaquín y Serafín Álvarez Quintero, pintores como Berrueta, Darío de Regoyos, Montes Iturrioz o , y sobre todo los Baroja, tanto Pío como Ricardo, Carmen y Julio Caro Baroja. De hecho, el mismísimo Pío Baroja, en su obra “Las horas solitarias” (1918) habla expresamente del hogar irundarra de los Juaristi, diciendo que “la casa de los Juaristi tiene un ambiente de sencillez, de comprensión y de benevolencia (...) Sientan a su mesa al amigo que llega, sin preguntar demasiado qué hace o qué va a hacer...”. 
Fue, en suma, un humanista de primer orden y, por encima de cualquier otra cosa, un espíritu inquieto.

Continuidad familiar
¡Y yo que pensaba que era moda reciente!
Victoriano Juaristi Sagarzazu murió en 1949 a la edad de 69 años y, aunque ha habido dudas sobre la fecha exacta de su fallecimiento, por la prensa de la época hemos podido constatar que se produjo el 4 de mayo de aquel año, siendo enterrado en el cementerio de Pamplona. Dejó en Iruñea una familia bien enraizada, y puedo decir que entre sus descendientes puedo contar algún buen amigo de la infancia. 
En cuanto a la continuidad de su legado, quedó corporeizado en la persona de su hijo Carlos Juaristi Acevedo, cirujano de la plaza de toros de Pamplona. Sus hazañas en el quirófano fueron incontables, como aquella vez en que salvó al diestro Rafael Ortega, que con una cornada abdominal llegó medio muerto a la mesa de operaciones. Juaristi lo rescató y le dio una prórroga de 47 años en su vida, de modo que el torero murió jubilado y en su cama en 1997. O el mozo Rufino Apesteguía, al que en 1963 salvó de una cogida en el encierro tras transfundirle 4 litros de sangre. O aquel terrible encierro del montón de 1975, "el más escalofriante de mi vida", según su propia expresión, y en el que “tan solo” dos mozos perdieron la vida. Cuando Carlos Juaristi se jubiló en 1977, tras 48 años de servicio en la plaza de toros, se le rindió un sentido homenaje, en el cual los mozos de las peñas fueron quienes más se entregaron. Y es que lo más seguro es que más de uno habría pasado por sus manos...

Para más información sobre Juaristi, pincha

1 comentario:

Carmelo dijo...

Solo dos cositas, ambas muy importantes:
La primera decirle al Sr. Asiron que podía haberle pedido al Dr. Victoriano Juaristi, ese "manual de hacer las cosas bien" le habría ido de maravilla a usted en su vida docente y política, quizás no se habría comportado como un cabestro.
La segunda, comentar que la foto de los arcos en la taconera, donde sale la figura de un rey navarro, que duro muy poco, por los destrozos que algunos malditos cometieron y que dio lugar a su retirada para siempre, decirle que trasladar las esculturas de los diferentes reyes existentes en el Paseo Sarasate, a la taconera es más que probable que acaben igual, los suyos no respetan nunca nada, aunque luego exigen a los demás que respeten sus cosas, sus desvaríos y sus imposiciones.
Una más, Sr. Asiron, usted se saca de la manga cualquier excusa para arrasar e imponer su criterio, sus colegas y usted mismo en la legislatura en que estuvo de Alcalde, hasta esta en la que se encuentra, esos mismos arboles que está arrasando estos dias, estaban bien, cree que en tan poco tiempo y tan generalizado, pueden ponerse esos arboles enfermos y los del talud también? Por qué criticaron y se manifestaron tanto contra la Sra. Alcaldesa del UPN, porque su obra de la Plaza de la Cruz requería cortar algunos árboles?
Esto se llama doble vara de medir, hipocresía, falsos y comportarse como siempre, como un auténtico cabestro.
Confío que dure muy poco está traición de Chivite a los navarros.
Muchas gracias Pachi. Navrazon.