¡Quisiera ser tan alta como la Luna, para ver los soldados de Cataluña! |
Hay una canción infantil que se ha cantado en toda España y que mira con simpatía a "los soldados de Cataluña". La tenía documentada en la Prensa Histórica en 1904, pero ayer dio un salto de medio siglo, hasta mediados del XIX (infancia del autor del artículo) y, además, presentada como "de toda la vida".
Lo que muestra la escasa tradición del separatismo catalán que nace ya en el siglo XX.
Canción española y plurigeneracional
Independientemente de a qué hechos históricos se refiera la letra (siempre anteriores a las Guerras Carlistas (1833-1876), lo que sí quiero
destacar es que esta canción infantil sirvió a todos los niños de España (Cataluña incluida, hasta en las antiguas colonias españolas de Marruecos) en los siglos XIX y XX, en
nuestros juegos. Me imagino a Francesc Maciá, Jordi Pujol, incluso a los más jóvenes Artur Mas,
Carles Puigdemont, Oriol Junqueras o Carme Forcadell... jugando al corro, contoneándose y cantando con orgullosa ingenuidad esta cancioncilla. ¡Lástima de camarica!
Y a los independentistas más maduritos, que no
fueron educados en el secesionismo, tiene que resultarles especialmente difícil romper con
España, ya que supondría, a la vez, romper con su infancia.
Y la infancia es un estado del que nunca deberíamos
independizarnos.
BALADAS INFANTES (Hemeroteca 1887)
Ha vuelto el Verano.
Las muchachas han empezado ya á jugar al corro.
Parece que las mismas niñas cantan todos los años en igual sitio, á idéntica hora, las mismas baladas extrañas, absurdas, pero con cierto tinte poético... Llegado el verano, ahí están las niñas en el mismo sitio de la calle cantando, cogidas de las manos. ¡Si parecen las mismas hasta por el semblante!
Sus canciones nos trasportan á otros tiempos en que hemos vivido ó que solo conocemos por la historia.
¡Oh! Quien fuera tan alto como la luna,
Para ver los soldados de Cataluña
Cantan debajo de mi ventana con una melodía sencilla y elemental, despertando el recuerdo de antiguas guerras que nos cuentan las historias.
...Oyendo esto hay que creer en la perpetuidad de la tradición y la rutina. Los años trascurren y las canciones no cambian ni el tiempo de ellas tampoco.
48 juegos, en pareados |
De niño, en cambio, se somete á la ley del juego con una rectitud que ya quisieran obtener de sus subordinados todos los autócratas de este mundo de las revoluciones y los petardos.
Observemos, si no, el año infantil.
Invierno: el imperio absoluto de la pelota que da contra la pared ó la cara de cualquiera (Nº 4; aún no existía el fútbol).
Primavera: como por ensalmo desaparecen las pelotas, y son reemplazadas por las aleluyas (imagen dcha., tebeos posteriores o comics actuales). No hay bando, decreto ó ley que se observe con tanto rigor y escrupulosidad.
Cuando acaban las aleluyas empieza la jalma (es un costal que se pone a los animales de carga), el toro (24, aleluyas dcha.) y el atrapado á zurriagazo limpio.
Hasta que avanza un poco el verano y se promulga la ley despótica de los huesos de albaricoque y los alubiones; todo muchacho que se estime posee su bolsa de alubias y forma parte en los garitos en que, á la polla ó á pares y nones, se pierde y gana como en cualquiera timbirimba, pero sin trampas; la ley del juego ante todo; nadie discute, todos se someten.
La trompa (o peonza, supongo) acecha la caída de las alubias para reinar hasta cerca del inverno.
Así estaba establecido hace cuarenta años, y así continúa. sin trazas de concluir el año infantil, más observado que el económico y el eclesiástico.
1 comentario:
Que razon tienes Pachi ...los soldados de Cataluña...sin palabras.
Muchas gracias por tus trabajos
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