Última entrega de la trilogía que en 1984 dedicó Iriberri a los cordeleros. Hoy, el adiós de Juanito Elizari, el último cordelero de la ciudad. Sigo pensando que esa estampa tan pamplonesa merece ser recordada y plasmada en un monumento, allí mismo, en ese lugar tan entrañable del Redín
viene de "Iriberri Los cordeleros (2) Juanito Elizari"
Pamplona 84
Los cordeleros (y 3) [DN lunes, 16
de abril de 1984]
■ En el Otoño del 68 paró para siempre la rueda de
Juan Ángel Elizari, última de la ciudad
De las cincuenta ruedas de cordeleros que daban
vueltas en el foso del portal de San Nicolás, al comenzar el siglo, sólo queda
una, la de Juan Ángel Elizari, cuando nace el año de 1968. Han desaparecido
todas las demás, las que se fueron a Berichitos tras el derribo de las murallas
después de 1917 y las que se instalaron en San Juan. Juan Ángel Elizari; hijo
de cordelero y cordelero desde. chaval, Se ha quedado solo en el Redin. Tiene
48 años y cuatro hijos, ninguno de los cuales quiso seguir la tradición artesana
del padre y el abuelo, tradición que era ya una institución de la ciudad.
Una
estampa, habitual en el Redín durante más de 40 años, que es ya historia. Juanito Elizari repasa las sogas tendidas |
Juanito Elizari recuerda el orificio (resaltado en Maps) donde estuvo montada la última rueda de la ciudad. (Foto Jorge NAGORE). |
«¿Que ibas a hacer cuerdas para tendederos o
persianas?, pues te ponías el cáñamo a la tripa, atado atrás con una cuerda, enganchada
a la rueda, le decías al chaval que empezara a andarla y tu ibas para atrás,
despacio, soltando el cáñamo. Eso era una cosa que te salía bien porque había
nacido en ello. Luego, con tres hilos, a colchar, a unir los hilos. Y así todo
el día. Al otro día llevabas la cuerda al asca de Moral, que estaba abajo,
donde el Portal de Francia, y al siguiente la estirabas y la pulías, después de
alabarlas tendido para secar. Eso era como extremar la casa, sacarle brillo.
Había que trabajar en el buen tiempo lo que no podías en el invierno...».
Cordetas para tender y persianas. ramales para
caballerías, juñideras y bardias para bueyes, sogas de carga, maromas, hilos de
cabos de guarnicionero, zaguiliz (?), cinchas. De todo hizo Elizari en casi 40 años
de oficio. En los sesenta prácticamente habla desaparecido el trabajo grueso
para el campo como mucho antes desapareció el de las sirgas de almadías.
Julio Cía, 1933, poterna acceso baluarte bajo de NªSª de Guadalupe. Aquel año 33 los Elizari estaban en el arranque de la Ronda de Barbazán. En esta poterna del Redín («pagábamos 90 pesetas por todos los cordeleros al Ramo de Guerra por la ocupación del espacio») se quedó en el 68 el recuerdo de la artesanía pamplonesa de las cuerdas. Detalles: caseta cordeleros (centro, fondo), rodeada por un muro; chabisque cuerpo de guardia, donde hoy está el Caballo Blanco; árboles recién plantados (alguno sobrevivirá); aplique farola (arriba derecha), idéntico al actual. |
Es curioso que Juan Ángel Elizari se montara en el
tren del desarrollo urbano pamplonés marchándose a un piso del Ensanche Nuevo
pero dejara pasar en los años cincuenta el desarrollo industrial para ir a un
puesto con seguridad social. ¿Por qué? «Yo seguí con las cuerdas porque estaba
a gusto. Llevaba el oficio en la sangre y me parecía Imposible dejar el Redin.
A la caída de la tarde, nos reuníamos en «Casa Mina», en la Navarrería, a echar
el porrón y la partida del truco. A lo mejor, otros sacaban mejor que yo el jornal,
pero disfrutaba haciendo cuerdas».
Pero el oficio desaparecía. «Veía que no tendría
continuidad, porque la seguridad social, la jornada de cuarenta horas, las
vacaciones, la industrialización de las cuerdas y de los plásticos, lo mataban.
Ya vi que no tendría sucesor y lo dejé. Ahora, la pena que tengo es que nadie
hubiera aprendido de mí para seguir esa artesanía tan pamplonesa». Lo dice con
un fondo de nostalgia. Está orgulloso de su vida artesana y no la cambia, «pero
si naciera hoy, no seguiría en ello, porque los tiempos han cambiado y no se
puede volver atrás».
Quizás, la imagen con más sabor de Pamplona |
No os perdáis el álbum fotográfico que se va haciendo más completo
3 comentarios:
Muy chula la historia, no tenia ni idea.... gracias por compartirla!!
Hola, Patxi. Soy nieto de Juan Ángel. Un lujo que estás historias no caigan en el olvido. Un millón de gracias
Hola, Rubén:
Me alegra un montón que te haya gustado
Como ya he contado alguna vez, durante toda mi infancia los cordeleros formaron parte del paisaje del Redín. Sabíamos que era domingo porque el Redín -sin ellos- parecía vacío.
Con todos los hermanos que éramos (8 entonces y bastante moviditos), a pesar de tener que compartir el espacio del Redín, jamás tuvimos el más mínimo roce con los Elizari.
A pesar de que a mis hermanas (5, en aquella época) se les enganchaba a menudo la melena en las cuerdas y ello obligaba a parar las ruedas, jamás vimos en el señor Elizari un mal gesto, nunca un grito, un juramento, un enfado.
La única que era un poco puñetera era una perrica que tenían, la Perla (algún tarisco, pero poco más).
Muchas gracias por tu comentario y si hay algún error, no dudes en hacérmelo saber
Publicar un comentario