"O el recuerdo de cuando fuimos a Leiza en septiembre
de 2002, tras el asesinato del guardia civil Juan Carlos Beiro. Nos pusimos con nuestra pancarta ("Viva la Guardia Civil") delante del cuartel (entonces el antiguo cuartel era una covacha, transformada hoy en gaztetxe) y bajaron llorando y emocionados los guardias para abrazarnos y agradecernos el apoyo. En mi vida he visto tan clara la desesperación, la marginación, el sentirse incomprendidos unos seres humanos."
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Este domingo, día 24, se celebra en Leiza el XV aniversario de su -como todos- terriblemente injusto asesinato.
Vayamos todos los que podamos, para acompañar a Marijose y para exigir justicia. Y es que el de Carlos es uno de los más de 300 asesinatos que les sale gratis a la banda ETA.
Esperemos que no vaya nadie que vuelva a hacer pasar un mal rato a Marijose, la viuda de Carlos.
Así lo contaba ella misma ante la no deseada presencia de Uxue Barcos, quien a toda costa quería convencerla de que tenía la conciencia muy tranquila:
Muy buenas, queridos amigos y compañeros
de Leiza,
Llevar a cuestas la cruz del
asesinato de mi marido, viendo que el tiempo pasa y nada se sabe sobre quién o
quiénes le quitaron la vida, es una carga que se hace muy dolorosa.
La falta de noticias, avances y
la sensación que a veces sentimos las victimas de que existe poco interés por
seguir investigando me lleva a perder la fe en todo, y sobre todo en la justicia,
hasta el punto de que llego a sentirme mal por exigir lo que por ley nos
pertenece.
Es por todo esto que el año
pasado decidí no venir más al homenaje que os agradezco que sigáis haciendo.
Pero, como veis un año más y ya son 13, no he encontrado otro lugar que no sea éste para compartir con todos vosotros este momento que, aunque doloroso,
siempre está lleno de gratitud, buena gente y mejores palabras que siempre tenéis
para mi familia, y todo ello pese al sacrificio que me consta que hacéis en
esta tierra por estar hoy aquí.
En estos años, las cosas han
cambiado en Navarra. También aquí, en Leiza, donde hay personas que hasta hoy
nunca habían venido a este homenaje a Carlos, a mi marido, a un hombre que
trabajaba por protegernos a todos, también a aquellos que hoy por primera vez
vienen a honrar su memoria.
Tengo varias preguntas en la
cabeza y no puedo dejar de decirlas en voz alta. Me pregunto cómo es posible
que personas que no llaman al terrorismo por su nombre pretendan honrar la
memoria de una víctima. Me pregunto qué pensaría Carlos si viese que quienes
desacreditan el trabajo de sus compañeros vienen hoy al sitio donde lo mataron
por ser, precisamente, un guardia civil. Me pregunto cómo alguien que se apoya
en quienes justifican a ETA para presidir un Gobierno puede venir a un homenaje
a un asesinado.
Si mis hijos me preguntan el porqué
de todo esto, solo podre decirles que se trata de un ejercicio de cinismo. Solo
les diré que las personas que deben ser su ejemplo en la vida son las coherentes
con sus valores. Su padre lo era. Y yo lo seguiré siendo por mis hijos y por él.
Y por eso estoy hoy aquí, para ser coherente, para decir alto y claro a quienes
ahora quieren recordar a Carlos que primero tienen que limpiar su conciencia.
Quiero dedicar también unas
palabras a quienes me apoyáis incondicionalmente desde el principio. Me acuerdo
un día hablando con Carlos. Yo le reprochaba las muchas horas que dedicaba al
trabajo, al cuerpo de la Guardia Civil, a hacer el bien, a ayudar a las personas,
puesto que era su vocación, como muchos de vosotros sentiréis. Me contestó mirándome:
“algún día, María José, se me reconocerá todo lo que dedico, todo el tiempo que
paso y todo lo que hago...” Ahora sé que se sentirá orgulloso, allá donde esté,
porque sabe que en momentos como este se le está reconociendo parte de su
trabajo.
Solo me queda recordar que más
de trescientas víctimas de ETA seguimos esperando que la Justicia resuelva
nuestros casos. En muchos de ellos no hay detenidos, ni acusados, ni al parecer
sospechosos.
Espero que llegue un día en que
la historia juzgue los hechos, alguien imparcial diga cuál fue la actitud
justa, la vuestra, la de los que recordasteis a Carlos desde el primer día, ofreciéndonos
consuelo y comprensión, y cuál fue la actitud inhumana, injusta, intolerable,
culpable y cómplice de quienes jamás condenaron el terrorismo ni nos dieron su
apoyo.
Mientras eso llega, quiero
deciros que vosotros sois los justos, los buenos, los patriotas y verdaderas
personas, aunque nadie nunca llegue a reconocéroslo.
Me despido, con el recuerdo de
Carlos siempre en la memoria, y un abrazo a todos.
¡¡¡Viva la Guardia Civil!!!
¡¡¡Viva la Guardia Civil!!!
***
No quiero terminar sin dedicar un recuerdo emocionado a todos los compañeros de Juan Carlos Beiro que están cumpliendo con su deber democrático en Cataluña y que les está tocando bailar con la más fea: unos niñatos subvencionados con kits de supervivencia por la Generalitat y que se dedican a destrozar, eso sí, pacíficamente, los todoterrenos de la Guardia Civil.
¡Más vale que estamos en un Estado autoritario!
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