domingo, 16 de marzo de 2025

Un escolta toledano en el País Vasco (2003)

Me ha llamado la atención una entrevista de 2003 a un escolta voluntario de la GC en el País Vasco. Lenguaje claro y contundente, pero esperanzador: ¿Solución?. «Sí, y creo que está bastante bien encaminada". Si hoy le volvieran a entrevistar diría, como dicen todos: "Nuestra lucha contra ETA no sirvió para nada" "Estamos indignados por la reinserción política de etarras que asesinaron"
Si quieres leer la entrevista completa, pincha en Escolta Toledo Tribuna 6 y en Escolta Toledo Tribuna 7

• TERRORISMO: UN ESCOLTA TOLEDANO CUENTA SU EXPERIENCIA TRAS UN AÑO DESTINADO EN GUIPUZCOA
«Es duro saber que tus vecinos te quieren muerto»
«Siento un enorme placer cuando a un etarra le estalla su bomba»
La Guardia Civil de Toledo siempre tiene un mínimo de dos agentes prestando servicio como escolta en el País Vasco, aunque son muchos más los que lo solicitan. Carlos es uno de ellos y acaba de regresar «a casa»
ALVARO MELCÓN/ TOLEDO 
«Cuando entré por el peaje lo primero que vi fueron las tanquetas de un control policial. Una vez allí, sientes que eres un extraño y que ellos no quieren ni verte». Así empieza el relato de Carlos, uno de los guardias civiles de Toledo que ha prestado -recientemente- un año de servicio en al País Vasco encargado de la seguridad de varios concejales del PP y PSOE en lugares como Hernani o Rentería; nombres asociados a los feudos etarras más sanguinarios y radicales de Euskadi y donde «la mayoría de la gente tiene algún familiar cumpliendo condena por delitos de terrorismo».
De inicio, los motivos de Carlos para pedir voluntariamente el destino se basaban en «el interés por conocer nuevos sitios y la inquietud que siempre tuve por vivir en más lugares diferentes». Desde luego entre sus argumentos no se encontraba la retribución salarial; un guardia destinado en el País Vasco cobra un plus de 240 euros, «lo cuál, como te puedes imaginar, no es un incentivo como para jugarte la vida», explica. Apenas unos días después de su llegada los motivos cambiaron: «Pronto te das cuenta de que es necesario que estés allí y que debes hacer bien tu trabajo porque hay personas que dependen de ti, su vida depende de que tú cumplas, y ellos la ponen en juego en defensa de la libertad, también de tu libertad».
Con todo, en un lugar «donde los únicos que tienen libertad para hacer lo que les da la gana son ETA y su entorno», es difícil aislarse del miedo; «piensas que todo el mundo te observa, que son tus enemigos, y en realidad el único apoyo son tus propios compañeros». A su memoria llegan «grandes tipos» que llevan 25 años prestando servicio en Euskadi porque «son de allí, tan vascos como el resto, y no quieren que nadie les eche de su tierra». Otro motivo.

«UN ODIO ESPECIAL»
. Los guardias con destino de escolta actúan como una piña y eso les supone «un aliciente, porque, al igual que tú, los compañeros saben que tienen que estar allí, y esa necesidad sí te la transmiten», continúa Carlos, que no oculta «momentos en los que te sientes solo y te das cuenta de que la situación humana es muy jodida. Es duro saber que tus vecinos te quieren muerto». En el caso concreto de la Guardia Civil, sus agentes deben de mostrar un celo aún más estricto con su verdadera identidad. «Allí no usamos nuestros nombres, nos llamamos por motes porque la gente que les informa les avisa muy rápido de nuestra llegada. Son pueblos pequeños donde nadie te conoce y dos hombres solteros, de fuera y que apenas pueden hablar con algún vecino dan mucho el cante’, incluso llegan a tocarte para comprobar si vas armado. Lo importante entonces es que no sepan que eres un guardia, porque para ellos nuestra muerte tiene más valor, sienten un odio especial a la Guardia Civil». Protegerla vida de los políticos, empresarios, periodistas, profesores y, en resumen, todos los que no bailan al ritmo de las balas de ETA, es el primer objetivo de los escoltas. La siguiente misión consiste en pasar lo más desapercibido posible y salvar la propia vida: «Una noche que estábamos varios compañeros tomando una cerveza empezamos a charlar con un grupo de jóvenes que había en el bar. Nos preguntaron qué hacíamos por allí y les dijimos que éramos montadores de una empresa. Al poco tiempo uno de ellos empezó a hablar del ‘conflicto’ y arremetió salvajemente contra la Guardia Civil. Disimulamos, pusimos al poco tiempo una disculpa y nos fuimos de allí», recuerda como ejemplo de hasta qué punto vive condicionado un miembro de las fuerzas de seguridad nacionales en el País Vasco.

José Ángel García, escolta amargado
«TE VAMOS A MATAR». Las situaciones tensas se repiten cada día de servicio hasta el punto de que se llegan a producir enfrentamientos demasiado directos como para ser seguros. «Estábamos en un pueblo de Guipúzcoa donde habían asesinado a un concejal. Fuimos a apoyar a su familia, su memoria y su valentía, pero también estaban allí los 'malos’ que querían reventar la ceremonia. Se produjo un enfrentamiento, tuvimos que actuar y acabamos recibiendo amenazas como ‘te hemos visto la cara y te vamos a matar'. Lo peor es que sabes que vas a tener que volver a ese pueblo y todos te conocerán», continúa. Carlos puntualiza antes de cambiar de tema: «los que se enfrentan a nosotros en la calle no son los pistoleros, esos sólo salen para matar», sentencia. Después de haber vivido en el seno de la violencia etarra y, sobre todo, de un entorno «repleto de gente dispuesta a dar el asilo o dinero necesario para que otros aprieten el gatillo», el mismo guardia que hoy presta sus servicios en Toledo admite que la experiencia, como mínimo, «te afecta... Miras los bajos del coche y cuando entras a un bar siempre buscas el lugar desde donde puedas ver a todos los clientes». Con respecto a los miembros de la banda terrorista no puede ocultar su más sincero sentimiento, aunque lo intenta. Tras dudar unos segundos lo suelta: «La verdad es que siento placer, un enorme placer cuando a un terrorista le explota su bomba. Es un sentimiento mas fuerte después de haber estado allí, porque cuando vas, sabes quiénes pueden ser tus enemigos, pero cuando lo vives tienes la certeza absoluta, ellos no nos quieren ver», sentencia. Carlos afirma que cuando ve las imágenes de un atentado se le saltan las lágrimas porque sabe que detrás «hay mucho más sufrimiento». Después de todo, explica que la experiencia le ha afectado «para bien, porque he sentido que vale la pena luchar por el PaísVasco», y sabe que su trabajo ha servido «para que los partidos no nacionalistas puedan seguir existiendo, porque es la única forma de que haya representación democrática en Euskadi»

CON NOMBRE PROPIO 
«Arzalluz es el símbolo de todo lo malo»
GAL «Creo que alguien se equivocó. Se planteó que había que luchar contra el terrorismo con sus mismos métodos, aunque también creo que mereció la pena, porque en aquél tiempo ETA estaba inmersa en una espiral de atentados y Francia no colaboraba absolutamente nada. Sólo tenían que matar y ocultarse en Francia. Después del GAL comenzaron a colaborar». 
Ibarretxe. «Todos saben que es un muñeco y que los hilos los mueve otro». 
Arzalluz (puedes ver el vídeo de El País). «Ese sí es la cabeza visible de todo lo malo que está ocurriendo en Euskadi. Se esconde detrás de unas siglas presuntamente democráticas. El PNV siempre ha prometido a los españoles hablar con ETA para que deje las armas, pero en realidad lo que ha hecho es sacar tajada mientras ETA sigue matando. Sí que se han sentado en una mesa, pero no ha sido para buscar soluciones». 
Otegui, "un hombre de paz" (Zapatero dixit)
Otegui. «Es un etarra que perteneció al Comando Goierri que, por cierto, se dedicaba a los secuestros. Como político es otro iluminado que se cree las barbaridades que dice; eso es lo que le convierte en un personaje especialmente peligroso». 
• Ikastolas. «a los chavales que sus padres quieren convertir les llevan directamente a las ikastolas, donde, entre otras cosas, les prohíben hablar castellano y el único mapa que les enseñan es el de Euskal Herria. Son un nido de víboras que sólo se preocupan de enseñar a los niños a odiar lo español. Al final, cuando salen a la calle, lo único que se creen es que España les está oprimiendo». 
Herriko Taberna. «Es el siguiente paso a las ikastolas. Están decoradas con las fotos de etarras y en ellas hay, por ejemplo, huchas para financiar a ETA. Allí celebran sus fechorías y además me consta que hay un muy elevado consumo de drogas». 
• ¿Solución?. «Sí, y creo que está bastante bien encaminada, pero lo que no creo es que vaya a llegar a corto plazo».

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