viernes, 14 de marzo de 2025

Ramón Latasa, el aizcolari salvaje

Ramón Latasa, "El aizcolari salvaje", de Antonio Espelosín, con su jersey
Cuando, de chaval y mocico, admiraba al correoso Latasa, para rato sospechaba todas las desgracias que había pasado y las que todavía le quedaban por pasar al bueno de Ramón.

Infancia. Ni leer ni escribir
Diciembre de 1968
Ramón Latasa Elizondo nació el 23 de mayo de 1930 en la casa Aguria, hijo de Juan Lorenzo y Eugenia y era el menor de cinco hermanos. En realidad Ramón no nació en casa, ya que su madre se puso de parto cuando estaba trabajando y dio a luz en el campo. 
Nació en la pobreza más absoluta, durante años de su niñez y adolescencia descalzo ya que su familia no disponía para proporcionarle unas modestas alpargatas y menos aún unos zapatos.
Con nueve años hizo la primera comunión y sus padres (¡¡¡!!!) le mandaron a la iglesia vestido con ropa normal, como la que usaba a diario. El cura tuvo al pobre Ramón en un rincón durante toda la ceremonia, separado de los demás chavales.
Latasa anduvo muy poco tiempo en la escuela, prefería ir al monte. Como sus padres tampoco querían obligarle, desde muy joven dejó de ir y no aprendió a leer ni a escribir.

Mili en Melilla y gripe africana
Para más desgracia, le tocó África. Con 21 años hizo la mili a Melilla y el pobre lo pasó muy mal porque, como hemos visto, era analfabeto. Allí los superiores le amenazaron con que si no aprendía a leer y a escribir no le dejarían volver a casa. Latasa tuvo que sacrificarse mucho, poner mucho empeño y al final consiguió lo justo: echar su firma y leer un poco.
Después no tuvo mucha suerte, porque cuando ya se licenciaba cogió la famosa gripe africana, estuvo muy grave y le costó mucho tiempo sanar. Cuando se recuperó de la enfermedad y de las muertes, seguidas, de su madre y una hermana, se fue a trabajar otra vez al monte y a los 24 años empezó a entrenarse más en serio y comenzó a realizar apuestas con la aizkora.

La apuesta del siglo
Su cuerpo no era tan corpulento como la mayoría de los aizcolaris que competían con él. De 1,77 de estatura y 82 kilos de peso, era fuerte y tenía una bravura fuera de lo normal, siendo un hombre bueno, trabajador, humilde y, por encima de todo, una gran persona, muy querida por todos.
En aquella época, Juan José Narvaiza, Luxia ("lucea", "el largo", 1'90) era el aizcolari de moda porque no tenía contrarios y ganaba todas las apuestas que hacía. Pero a Latasa le cogieron entre una cuadrilla y le prepararon durante casi un año para enfrentarse al gran Luxia. Finalmente la apuesta se cerró en julio de 1958, para disputarla nueve meses más tarde, el 26 de abril de 1959, en la plaza de toros de San Sebastián. 
Llenaron la plaza de toros, 17.890 personas, y mucha gente se quedó fuera, fue la mayor afluencia de espectadores jamás registrada en una apuesta, considerada 'la del siglo'. Se jugaron 500.000 pesetas de cada parte, algo nunca visto hasta entonces. Latasa ganó con facilidad y dejó a todos boquiabiertos por la exhibición que realizó. 
DN 10/05/1959
...el mayor acontecimiento deportivo de la presente temporada. El gallardo triunfo del sumbillarra Latasa en un caballeroso encuentro con el que, hasta hoy, la opinión reputaba por invencible: el coloso «Luxia». 
Se comenta que muchos caseros guipuzcoanos se arruinaron en aquella apuesta al haberse jugado sus casas (exactamente lo mismo se comentó con una apuesta de Chiquito de Arruiz. Los caseros guipuzcoanos se arruinaron dos veces en pocos años).
Ese mismo año, mes y medio después, el 14 de junio, apostó que cortaba un tronco de eucalipto de cinco metros y 15 centímetros en cuatro horas y lo hizo en tres horas y 17 minutos. Hasta ahora nadie ha cortado un tronco semejante, quedando ese récord para la historia. Además, cortando el tronco en vertical era un maestro.

1962. Plaza de toros de Tolosa - Desafío Chiquito de Arruiz vs Ramon Latasa. NO-DO
En 1962 el mejor aizcolari del momento cometió la ingenuidad de enfrentarse al mejor korrikalari de todos los tiempos. El resultado estaba cantado:

Desgracias
El medio millón de pesetas que ganó en su sensacional triunfo sobre Luxia, lo invirtió en una serrería. Pero no tuvo suerte, ya que sufrió un incendio que la arrasó. Además, su socio se aprovechó de él y Latasa tuvo que volver, otra vez, a trabajar en el monte para ganar algún dinero al verse arruinado. El sumbillarra Anttonio Espelosin, su mejor biógrafo, lo explica al detalle.
Cuando de nuevo estaba en plena forma tuvo un percance. Aparte de trabajar duro en el monte, dedicaba algunas noches a pasar paquetes de contrabando. En una ocasión, con el paquete al hombro se topó con la guardia civil que le dio el alto, intento escapar, le tirotearon y una bala le atravesó la pierna aunque logró huir sangrando y sufriendo muchísimo para llegar a casa.
Estuvo varios días sin salir haciéndose él mismo las curas porque no quería que la gente se enterara, pero su pierna empeoraba y finalmente tuvo que acudir al médico, que le ingresó de urgencia y hubo que operarle. Estuvo largo tiempo ingresado y su estancia clínica le salió muy cara: tuvo que pagar 250.000 pesetas de su bolsillo porque nunca en su trabajo fue dado de alta en la Seguridad Social.
Tardó un año en recuperarse, otra vez estaba arruinado y obligado a iniciar una nueva vida. Con 47 años, abandonó el aizkora y se retiró de las plazas. Su palmarés es muy grande, ganó dos veces el Campeonato de España, una en la modalidad vertical y otra en horizontal, y otras dos veces salió campeón de España por parejas.
Casi toda su vida trabajó en el monte a destajo, era un trabajador fuera de serie lo que le pasó factura y con 50 años estaba destrozado físicamente, y todavía tuvo la desgracia de que le diagnosticaran que sufría diabetes. Después de largos meses de sufrimiento y a causa de la enfermedad que padecía tuvieron que amputarle una pierna.
Los últimos años de su vida los pasó en la residencia de ancianos de Elizondo, ingresando el 25 de febrero de 1986. Allí falleció a causa de un infarto mientras dormía, justo cinco años después, el 25 de febrero de 1991, a los 60 años de edad.
Hoy tiene a su nombre una plaza en Sumbilla con una escultura y un "Memorial Ramón Latasa" que va por la 21ª edición.

Fuentes

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