Pilar Ruiz, la madre de Joseba Pagazaurtundua, se cruza por la calle, días después del asesinato de su hijo, con el obispo Setién. Inicialmente ella se limita a mirarle sin decir palabra; pero poco después, esa mujer que había declarado (frente a una maledicencia de Arzalluz) que «no ha nacido quien me diga a mí lo que debo decir o me impida decir lo que quiero decir» vuelve sobre sus pasos, se encara al obispo, le llama «fariseo» y le espeta: «No piense entrar en el cielo, porque usted irá al infierno» (José Mª Calleja, "Héroes a su pesar")
Pilar y los ciegos
Fernando Savater TO 09 03 2025
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Pilar Elías viuda de Baglietto, Rosa Díez y Pilar Ruiz |
Hace pocos días ha muerto Pilar Ruiz Albisu a los 93 años en una residencia de Logroño. Era entre otras cosas la madre de Joseba Pagazartundúa, asesinado por ETA en 2003, y de mi invencible Maite, con la que tanto he querido. En nuestra pequeña pero combativa familia de Basta Ya, de la que formaban parte principal Joseba y Maite, Pilar era una especie de madre colectiva a cuya tutoría no queríamos renunciar ninguno. Mi Sara, la más noble y mi más amada, quería mucho a Pilar: en los años sucesivos al asesinato de Joseba, recuerdo días de Navidad en la que íbamos ella y yo a llevar regalitos a los hijos adolescentes de Joseba y a las niñas de Maite, ante la mirada alentadora y melancólica de Pilar. Porque Pilar era tierna, pero también inflexible: sabía muy bien lo que era el cariño, pero nunca olvidaba que poco vale sin respetar la justicia. Y en Euskadi, durante aquellos días, algunos de paso fingían cariño pero los peores pisoteaban la justicia y preferían ajusticiar. Pilar era guardiana del afecto humano pero también reivindicaba intransigente la justicia: se lo debía a Joseba y a quienes como él fueron aniquilados por la barbarie separatista.
Como provenía de una familia humilde de «rojos» no tenía nada que demostrar y por tanto nunca se entretuvo en la estéril querella de izquierdas y derechas, de nacionales y nacionalistas. Practicaba lo que George Orwell llamaba la «decencia común», que es más importante que ninguna sofisticada ideología política. Los que acosan, extorsionan y finalmente asesinan a sus convecinos en nombre de agravios históricos dudosos y prejuicios étnicos repugnantes no pueden ser los compañeros de viaje a la convivencia democrática de nadie decente. Ni entonces ni ahora, claro. Joseba y Maite, hijos de Pilar, fueron socialistas con naturalidad como tantos en toda España en aquel primer momento, porque parecía la opción decente elemental no tanto para vengarse del pasado sino para construir un futuro compartido que lo corrigiese. Joseba se hizo policía porque policías decentes y comprometidos con la democracia eran tan necesarios en Euskadi como en el resto de España, quizá incluso más. Maite se metió en política para hacer oír su voz limpia, vasca, española, desinteresada, tanto en Ajuria Enea como luego en el resto de Europa, tan ignorante o engañada respecto al País Vasco. Ambos formaron parte esencial de Basta Ya cuando nos pusimos en marcha, junto a lo mejor de la ciudadanía vasca y, permítanme decirlo, de la ciudadanía española. Si conocen a alguien de mediana edad y sin problemas físicos o familiares que dice interesarse mucho por la política progresista pero nunca asistió a una manifestación de Basta Ya a finales de los años noventa y comienzos de los dos mil, desconfíen de él. Porque entonces estaba bien claro dónde se jugaba el porvenir la democracia española. De los que no lo vieron y siguieron jugando a «progres» en su zona de confort pocos consejos válidos sobre la política a seguir pueden esperarse luego.
Y asesinaron a Joseba en Andoain, el que nos pintaba los globos que llevábamos en las manifestaciones, una muerte muy anunciada: sabía lo que le esperaba y lo sabían otros, pero no le protegieron y él no se achantó. Así se muere cuando se prefiere morir mejor que arrastrarse para que no te maten. Ya entonces los socialistas, encabezados por Zapatero, comenzaban a hablar de Paz y arrinconaban a quienes luchaban por la libertad, como Joseba. En 2005, dos años después de su asesinato, Pilar publicó en ABC un artículo excepcional, de una lucidez asombrosa: «Carta a los nuevos ciegos». La carta iba dirigida nominalmente a Patxi López, pero por extensión al resto de los socialistas. Antes que muchos de nosotros, que tardamos demasiado en caernos del guindo, ella se dio cuenta de que los separatistas eran los enemigos declarados de la democracia española pero el verdadero peligro lo constituían los socialistas, que podían arrastrar a una gran mayoría de votantes supuestamente progresistas hacia el contubernio con el separatismo en nombre de la paz.
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Llevando el féretro de Isaías Carrasco |
Descansa en paz, querida y admirada Pilar. En la paz de los fuertes, que saben que sólo la libertad y el valor pueden dar dignidad a lo que sin ellas es mísera rendición. Cuando tengamos la tentación de cerrar los ojos porque es mas cómodo, recordaremos tu advertencia y tu ejemplo para recuperar la vista. Y para levantar la voz.
1 comentario:
No sé qué decir. Después de leer este artículo me ha dejado indignado, sin palabras, sin fondo. Porque había olvidado ya un poco todo eso, sin querer, pero el tiempo dicen que lo cura (olvida) todo. Es indignante la clase política de baja estofa y desvergonzada que tenemos en este país, y tuvimos. Pocos valientes, acongojados por la dictadura partidista o un pensamiento anclado a un pasado que algunos ni vivieron, solo de oídas y de lejos, y lo hacen suyo, por falta de criterio propio, acaso seguramente falta de formación y personalidad apocada y abyecta en algunos casos. En fin , que quiero recordar,no olvidar, no perdonar. Querría que alguien pagara muy seriamente por lo que hicieronn, o dejaron hacer. Autores,cómplices, encubridores, por acción u omisión.
Un abrazo y mucho ánimo.
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