domingo, 6 de febrero de 2022

¿Qué pasa en UPN? por F.J. Vaquero Oroquieta


Qué está pasando en UPN                                          por Fernando José Vaquero Oroquieta
Con motivo de la votación en el Congreso de los Diputados del proyecto de reforma laboral, los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, se han ganado una gran notoriedad. Si bien su voto negativo no resultó determinante en el resultado final, se han evidenciado algunas de las características más cuestionables del régimen partitocrático. Empero, si bien los diputados son titulares de los escaños como portadores de la soberanía popular, son sus estructuras directivas las que deciden todos los detalles de la política parlamentaria; una perversión del espíritu liberal de nuestro régimen.

Por lo que respecta a Navarra, al margen de los numerosísimos posicionamientos a favor o en contra del comportamiento y motivaciones de ambos parlamentarios en tan apretadas jornadas, se percibe de manera generalizada –desde el dolor y el miedo o desde la alegría indisimulada- que UPN atraviesa una profunda crisis. No en vano, muchos electores de UPN temen que se inicie una deriva análoga a la que sufrió Unidad Alavesa y que terminó, tras cambios en su liderazgo, escisiones, denuncias cruzadas, etc., con la desaparición electoral del partido y su disolución final en junio de 2005. Anticipemos una conclusión: entre ambas experiencias partidistas hay abismales diferencias.

La primera de ellas es que UPN, desde su nacimiento, ha mantenido el liderazgo del centro-derecha navarrista. Ciertamente, no lo ha sido de manera unánime y pacífica; habiendo sufrido crisis diversas que dieron lugar a nuevos partidos incluso: Regionalistas Navarros (1992), de la mano de afiliados tudelanos de UPN, que pronto desapareció; Convergencia de Demócratas de Navarra (1995-2011); un refundado Partido Popular de Navarra (desde 2008).

Volviendo a la votación del jueves, recordemos que no es la primera vez que un parlamentario regionalista vota en contra de lo ordenado por las máximas instancias del aparato: también fue el caso de Santiago Cervera, quien votó en contra de los presupuestos generales de 2008 de José Luis Rodríguez Zapatero, al igual que los diputados del Partido Popular; mientras que Carlitos Salvador, el otro parlamentario regionalista, se abstuvo siguiendo disciplinadamente las instrucciones. Cervera saltaría, a raíz de ello, al Partido Popular refundado, tras la ruptura del pacto UPN-PP; hoy mismo es un outsider de la política navarra, escribiendo regularmente en el nacionalista vasco Diario de Noticias su recomendable sección Republicanismo; siempre chocante y heterodoxa.

De hecho, fondo y forma de ambas crisis fueron similares: la dirección del partido exigió a sus cargos parlamentarios una votación al servicio de los intereses del Partido Socialista. ¿Y eso, por qué? Veámoslo.

Los estrategas y poderes fácticos navarristas –Diario de Navarra, Antonio Catalán y la propia UPN- consideran que la gobernabilidad de Navarra debe centrarse en el eje UPN/PSOE. Esta es la estrategia de UPN: no puede gobernar en solitario por falta de apoyos y nunca podría pactar con las fuerzas nacionalistas; quienes han afirmado reiteradamente su pretensión de eliminar a UPN, de la vida pública, como representante de las “viejas élites”. En esta perspectiva, el PSN-PSOE es la clave de toda fórmula gubernamental en Navarra.

Pero no parece ser, la anterior perspectiva estratégica, la causa real del desencuentro de los dos parlamentarios con la directiva de su partido; más bien un choque de egos –alimentado por rivalidades profundas- disparado por una decisión comunicada, a modo de mandato, sin debate alguno ni explicación por parte de Esparza.

La estrategia de tender puentes hacia el PSN-PSOE responde a la denominada “teoría del quesito”: en Navarra existiría de manera estable un tercio de electorado centro-derechista, otro socialista, algo menos de uno, nacionalista vasco. Esta tesis debe ser matizada en el sentido de que un actor acaso coyuntural, como es Podemos, rompió dicha foto fija, dibujando un fenómeno inesperado, marcado por unas nuevas generaciones, mayoritariamente progresistas, que pretendían un espacio propio; eso sí, jamás compatible con UPN.

No obstante, las transformaciones ideológicas y directivas experimentados por el PSOE, tanto a nivel nacional como regional, invalidaron por completo la operatividad de la teoría. Dos no bailan si uno no quiere y, además, puede elegir.

UPN viene sufriendo una dura travesía del desierto desde que perdiera el gobierno, a resultas de las elecciones forales de 2015, sin que se visualice su fin. Por eso, las maniobras de Esparza que, en lo conocido, se concretaban en un cambio de cromos –ayuntamiento de Pamplona por reforma laboral-, responden a esa voluntad de tender puentes a los socialistas navarros como sea y, acaso un día, facilitar un cambio de orientación del PSN-PSOE en su políticas de alianzas. Una empresa que no se presenta fácil, dado el desprecio –casi odio- que reiteradamente le vienen manifestando María Chivite, Santos Cerdán, personaje de enorme influencia en el entorno de Pedro Sánchez, Ramón Alzórriz y demás figuras del socialismo navarro. A pesar de ello, se sigue apostando por esta alternativa; de ahí la virulenta columna publicada por Dulanz, en Diario de Navarra, descalificando despiadadamente a los dos célebres parlamentarios navarros.

UPN no es Unidad Alavesa, afirmábamos. Efectivamente, la implantación territorial de UPN es ejemplar; nada que ver con el impacto casi exclusivamente vitoriano de la fenecida Unidad Alavesa. Por otra parte, ninguna otra fuerza del centro-derecha, en Navarra, tiene el liderazgo, apoyos, implantación o trayectoria institucional de UPN. En Álava, aunque declinante, la estrella del PP siempre constituyó un factible refugio del difuso alavesismo; y sin necesidad de mayores convulsiones.

Ciudadanos Navarra, por su parte, no es una excepción de la crisis nacional del partido. La senadora Ruth Goñi lo abandonó muy pronto, evidenciando la existencia de dos grupos en lucha interna por el control del partido. Goñi, políticamente hablando, tiene dos alternativas: o se busca un hueco en UPN o PPN, o se marcha a su casa. Es una cuestión personal, sin mayor calado político. Mientras tanto, los restos de Ciudadanos, liderados por el siempre inasequible al desaliento Carlos Pérez-Nievas, ya saben que no podrán contar con el valladar protector de Navarra Suma; de modo que sus escasos cargos públicos desaparecerán tras futuras elecciones. Ciudadanos perdió su oportunidad… y Pérez-nievas ya fracasó al frente de CDN.

El Partido Popular de Navarra apenas mantiene dos parlamentarios forales, ganados gracias a la coalición Navarra Suma, y concejales que no llegan en número a los dedos de una mano. No es mucho. Con una líder, Ana Beltrán, que dirige desde Madrid el partido, no es fácil que, aunque dispusiera del refuerzo de los dos parlamentarios todavía hoy en UPN -si éstos optaran por incorporarse a las filas populares- esté capacitado para disputar a UPN el liderazgo del centro-derecha. Y ello por varias razones. En primer lugar, el electorado navarro se caracteriza por una fidelidad superior al de otras comunidades españolas. La idiosincrasia de nuestras gentes, las fidelidades familiares y de intereses, la existencia de tan consolidadas como antagónicas culturas políticas, el anclaje mental forjado por el terrorismo durante años…, el conservadurismo sociológico electoral de los navarros, en definitiva, juega en contra del refundado Partido Popular. A ello se le suma una estructura territorial muy débil; la ausencia de figuras carismáticas; la inexistencia, durante estos años de paraguas de Navarra Suma, de una línea propia. En definitiva, es un partido invisible. Si ya en su refundación, y con mimbres e ilusiones mucho más poderosos, no logró disputar, ni de lejos, el liderazgo de UPN, difícilmente lo hará mañana, aunque contara con refuerzos procedentes del malestar y tensiones de UPN. También en futuras convocatorias electorales, guste o no, el criterio del voto útil seguirá jugando en favor de UPN y en detrimento de Ciudadanos y PPN.

Por lo que respecta a VOX, es inimaginable que, a corto plazo, pueda beneficiarse de la crisis y segura marcha de los dos parlamentarios. Sergio Sayas, muy patriota sin duda, difícilmente casaría con la permanente denuncia de la ideología de género que abandera VOX. Una formación que sigue sin resolver, de manera inequívoca, su posición ante los fueros navarros; cuestión que, aunque sentimental, sigue siendo determinante en la política navarra, especialmente entre sus electores de ideas más tradicionales. En cualquier caso, si algo comparten Miguel Sanz, Javier Esparza y prácticamente todas las demás figuras públicas de UPN, pero también desde el PPN y Ciudadanos, es que con VOX a ninguna parte. Nada indica que Sayas y García, en su futuro juego político, detenerlo, sean una excepción a esta táctica también avalada desde Diario de Navarra.

El peor escenario posible para el centro-derecha navarro sería el de una nueva escisión en UPN. Ciertamente, en el congreso partidario, de junio de 2020, que eligió a Esparza por un 59’29% de apoyos frente a un 41’7% de los conseguidos por Sayas, se escenificó una cierta fractura y notables discrepancias temperamentales; más que de línea política, si bien Sayas intentó presentarse como más “progresista”.

El desánimo de muchos afiliados y cargos públicos de UPN, ante el actual estado de cosas, será contrarrestado en parte, por las decisiones adoptadas este viernes y sábado; de modo que UPN, controlados Ejecutiva y Consejo Político por los esparzistas, aunque sin unanimidad, hará todo lo posible para evitar males mayores. Además, el apoyo incondicional de Diario de Navarra y las élites situadas en el entorno de UPN, dificultarían en extremo cualquier asomo de escisión. No, UPN no será Unidad Alavesa. La situación de UPN, en todo caso, es muy dura. Prioridades de ahora mismo: contención de daños y unidad en torno al mando para anegar cualquier amago escisionista.

El futuro de UPN, haga lo que haga, pasa por las decisiones del PSN-PSOE. Tal vez por ello, UPN no se haya planteado en serio dar la “batalla cultural” que algunos vienen reclamando en el resto de España; pero también en Navarra. Dar la “batalla cultural” implica ser consciente de que la mera gestión de lo estrictamente político y de la economía no determinan los cambios de mentalidad. Un cambio antropológico de inevitables derivas políticas. Nacido para gobernar, y habiéndolo hecho durante muchos años, la UPN de la travesía del desierto no termina de encontrar unas tácticas acordes con una estrategia que los hechos han desmentido. Tal vez por ello, UPN ha permitido, con su inacción, que un actor minúsculo como es VOX, plantara cara a los panvasquistas con motivo de la batalla de Noáin; impugnando, simbólica y materialmente, la legitimidad del relato de los supremacistas vasquistas en uno de los que consideraban como exclusivos y sacrosantos espacios. Y eso que UPN alardea de tener una cuarentena de sedes abiertas... Todo un logro, sin duda. Pero, además de ser sede del comité local y de los concejales electos, ¿se realizan, en esos locales, labores de formación política, captación de voluntades, trabajo sectorial, visibilización del mensaje y doctrinas regionalistas? ¿Se ha planteado, realmente, dar la batalla -con editoriales, asociaciones y empresas culturales, de montañismo, etc.- al omnipresente vasquismo secesionista? Una batalla cultural que no puede limitarse a impartir una charla, de vez en cuando, a los ya convencidos…
Javier, no es no. Y me estás poniendo jaqueca
Toda estrategia política debe disponer de unos medios tácticos adecuados y proporcionados. Y toda estrategia debe revisarse y, si es necesario, ser reformulada; con la consiguiente elaboración de nuevos instrumentos sociales al servicio del cambio político.

UPN está en baja forma. Sus militantes están desmoralizados. “Esparcica no ilusiona”, “es un candidato siempre perdedor”. Pero siguen comportándose como si la “teoría del quesito” permaneciera intacta y los socialistas vayan a terminar irremediablemente rendidos en sus brazos. Efectivamente, UPN nació para gobernar. Pero ya no lo hace. Y puede que tarde mucho en hacerlo. Si quiere hacerlo, tendrá que trabajar como si nunca volviera el PSN-PSOE a dirigirles la palabra. No les queda otra.
Fernando José Vaquero Oroquieta

4 comentarios:

Nefera de Nile dijo...

Todo muy bonito, Sr. Vaquero. Pero es muy fácil dar consejos desde fuera.

Iker dijo...

Me parece una entrada muy desacertada, hecha desde una óptica muy distorsionada respecto a lo que es la sociedad navarra y de lo que es la sociología electoral de Unión del Pueblo Navarro.

El votante de UPN abomina (como lo hace cualquier persona que estime la verdad y la ética) de Pedro Sánchez y de la barraca de poltroneros sin escrúpulos en que ha transmutado el PSOE.
Así mismo, el votante de UPN siente rechazo, con toda razón, por Chivite y su banda, por su falta de escrúpulos y por sus sucesivas muestras de desprecio a UPN que tienen como fin que, cuando en Ferraz cambie el viento, la relación entre UPN y PSN sea tan imposible a nivel personal y social, que el pacto estratégico entre Chivite y Barkos para convertir a Navarra a plazos en un protectorado del PNV sea irreversible.

Sin embargo, el votante de UPN no participa (más que en una fracción absolutamente minoritaria y circunscrita a un par de barrios de Pamplona) de las visiones de catolicismo militante que se arrogan a decir qué es familia y qué no lo es o que intentan imponer en la esfera pública de la sociedad las ideas o directamente paranoias de las confesiones religiosas (sean las que sean).

En este sentido, pensar que el único problema de Vox en Navarra es resolver el asunto de los "fueros" es no conocer qué es la sociedad navarra o tener una visión nostálgica del siglo XX.

En cualquier caso, para aquellos que tenemos a Desolvidar como un espacio de pensamiento crítico no resulta para nada molesto encontrar opiniones con las que disentamos, pero sí que resulta francamente decepcionante encontrar las ridículas trolas de ultranacionalismo mentiziero del inefable Germán Gorraiz presentadas poco menos que como análisis político veraz y objetivo.

Un saludo.

Nefera de Nile dijo...

Iker..., pero, ¿quién coño es Iker?
Al menos de Vaquero y Gorraiz aunque sean unos carrozas, tenemos la foto.

Anónimo dijo...

Ratas. Traidores.