Julio Cía 1933 Entrada empedrada del Arcedianato Andén central Catalpas Claustro, al fondo |
Como decía en la entrada dedicada al tío Silvestre, él marcó mi primera educación.
Consciente de las dificultades de mis padres para dar estudios a todos los hijos, el día que nací yo (14.12.49) le dijo a su sobrina (mi madre): "a este chico yo le pago los estudios, si va al Seminario".
Y ayudado por Carlos, mi hermano mayor, empecé con el manual del monaguillo, todo en latín y sin traducción:
-Introibo ad altare Dei
-Ad Deum qui laetificat juventutem meam
Para cuando me juntaba con mis compañeros en la escuela de Compañía, yo ya llevaba un par de horas ayudando misas.
Del 59 al 61, dos años en la Escolanía Santa María la Real, donde además de ayudar a misa, cantábamos para las iglesias.
Al Rosario con el tío Silvestre
Y mientras tanto, todas las tardes, desde que aprendí a andar, pasaba mi tío por casa, se sentaba, se tomaba un vaso de agua y nos íbamos al Rosario.
Hasta el 60 vivimos en Dormitalería 18. Así que el recorrido lo teníamos claro: cruzábamos la calle, entrábamos en el Arcedianato y, derechos, por el andén central (ver foto de portada), al Claustro. Si llovía fuerte, usábamos la galería cubierta de la derecha. Recorríamos la crujía oeste hasta la Puerta del Amparo.
Con él nunca tuve miedo de atravesar el claustro en las noches de invierno, cuando sus zapatos retumbaban (nunca mejor dicho) sobre los centenares de tumbas que yo creía ocupadas.
Y ya estábamos con las letrillas y con eso de:
- Os anticus Domine... (así entendía yo de niño, hasta que me corrigió Pablito Ibáñez Olcoz)
-Virgen del Sagrario, Reina celestial, libra a tus esclavos de culpa mortal...
-Salve, Virgen bella, Reina, Virgen Salve
-Tus hermosos ojos, llenos de piedades, a nosotros vuelve, Soberana Madre...
Desde hace 220 años se han cantado así.
Aquí tenéis alguna de las letrillas, por ejemplo, ésta que se canta tras el tercer misterio:
Tras los cinco misterio, el personal se levanta para procesionar, pero antes...
Llega el momento de la procesión: faroles, estandartes. Antes, sobre todo en el mes de octubre, aquello era impresionante. Se daba la vuelta a la girola. Hoy, muchísimo menos, pero ahí están, al pie del cañon. Y salen al claustro. Un lujo
Antes de las letanías, un solemne "Dios te salve":
De niño, cuando veíamos al Marqués de la Real Defensa con sus bigotazos y la bandeja, el tío me daba siempre una ochena para que yo la echara. Pero, para cuando anduviera un poco necesitado, cogí la habilidad de, a la vez que echaba la ochena (para meter ruidico), coger otra moneda (dos reales, peseta...) de más valor para comprarme algo en el Ultramarinos de Jesús.
Las letanías arrancan en griego y siguen en latín. Todavía, si me dan pie, soy capaz de seguir con unas cuantas. Eran el punto flaco de mi padre. Se quitaba la correa porque nos solíamos reír, sobre todo con la de "Regina sine labe originali concepta", un trabalenguas, y aquello acababa como el Rosario de la Aurora: a farolazos.
Y el Rosario de los Esclavos termina con el "Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, líbranos señor de todo mal":
Al final, una visita al cuarto de los faroles:
Y un par de regalos de Pío Guerendiáin:
Y la noticia -que me pasa Miguel Ángel Bretos- de las nuevas andas procesionales para Santa María la Real:
3 comentarios:
Cuando yo era crío cantaban las letrillas los niños de la Providencia con un soniquete especial. Después mi padre me llevaba a comprar una granada o un membrillo. Tiempos felices. Un Navrazo. Joaquín
Muy verídicos momentos ..tbn vividos por mi en los años 1953 .a..1959..años de mi estancia en el seminario y que en muchas ocasiones nos llevaban a la catedral a participar en esta función mariana..incluso como corista de ka SCOLA CANTORUN...
Gracias, Joaquín y Félix por vuestros comentarios tan personales
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