lunes, 15 de febrero de 2021

Miguel Santamaría Iturralde (DEP)

Con su aspecto risueño, alegre, de niño grande, se nos ha ido Miguel. Sin dar ningún aviso, de repente, dejando consternados a sus amigos y compañeros de rondallas, de tantas sobremesas de guitarras y canciones en la terraza del Danubio, del Anayak... y tantos sitios en los que repartieron su alegría.
"Donde quiera que estés, mi voz escucharás, llamándote con ansiedad, por la pena -ya sin final- de sentirte en mi soledad". Así le han cantado sus amigos en la despedida.

Un poco antes de esta puñetera pandemia, en el único bar dentro del Campo de San Juan, nos deleitó con estas coplillas del Osasuna de los años 50:

Esto que vais a leer ahora es un testimonio excepcional, elaborado por Javier Pérez de Zabalza, el hijo de Pedro, sí, el del Bar el 24 de Descalzos. Ocurrió en los años 1961-62. Yo, entonces con 12 años, recordaba vagamente algo, pero sé que Pamplona entera se volcó con el tema. Por eso, para mí, ha sido todo un desolvido.
Leedlo con atención.
Nota: nadie tiene derecho a reproducir este escrito sin contar con el permiso de Javier Pérez de Zabalza o el de Pachi Mendiburu Belzunegui.

Con Ángel Miranda hermano del presi de Osasuna
A sus 18 años, más o menos la misma edad que tenían Amaia Romero y Sofía Suescun cuando se proclamaron ganadoras de OT y GH* respectivamente, Miguel Santamaría Iturralde concursó en un exitoso programa que también le reportó gran popularidad. No se extrañen si no les suena; los hechos que vamos a relatar sucedieron a inicios de los 60 y casi nadie conocía a Miguel por su nombre, para todo el mundo él era...

El fenómeno
"Se busca un fenómeno" fue un ignoto (no encontrarán referencias en Internet) y curiosísimo espectáculo radiofónico que durante las 25 semanas que duró su emisión atrajo a millones de oyentes. El país entero seguía con asiduidad las proezas de los participantes en un concurso de habilidades itinerante que no requería grandes conocimientos ni destacar en materias específicas. Al contrario, lo que se medía era su capacidad de adaptación a una serie de pruebas de lo más aleatorio.
Con José Luis Goñi alias Pitt y
Josean Sola en la Blanca Paloma
Tras una primera retransmisión desde en los estudios centrales de Radio Madrid, en la que nadie consiguió superar las estrambóticas pruebas y hacerse con el titulo de Fenómeno, la expectación era grande cuando el viernes 8 de diciembre de 1961 el famoso locutor Antolín García se personó en La Voz de Navarra. Estaba previsto que la mecánica del programa propiciara el choque entre concursantes, beneficiándose de esa continua rivalidad; nadie sospechaba que en su segunda entrega fueran a dar con un auténtico fenómeno.
Miguel, natural de la calle San Lorenzo**, era uno de los tres concursantes, seleccionados previamente entre todos los presentados. Pronto impuso su dominio al superar una a una las siguientes pruebas (para colmo, no se admitia error posible; si fallabas al primer intento quedabas fuera de competición):
1) Identificar tres notas musicales tocadas aleatoriamente al piano.
2) Darle una calada a un cigarro y, en diez segundos, expulsar cinco aros de humo.
3) Repetir un refrán recitándolo al revés, palabra por palabra.
4) Mantener el balón durante treinta segundos sin que tocase el suelo.
Con Juanjo Cía y Pachi Antunez en la Blanca Paloma
5) Mecanografiar el eslogan comercial de uno de los cinco anunciantes: "Calzados Eya Canasa, elegantes, deportivos y contra el agua", "Embutidos y conservas de carne pamplonica, siendo Pamplonica cosa rica"...-, mientras cantabas en voz alta ¿dónde están las llaves, matarile...? Esta última nos parece especialmente complicada; nosotros lo intentamos, y así nos han quedado algunos artículos...
Al vencedor se le permitía modificar una de las pruebas para futuros programas. Miguel sustituyó la del balón por otra que consistía en darle toques con la cabeza disponiendo del mismo tiempo. Él, sin entrenar, consiguió dar 96 cabezazos. Y, según nos cuenta, no pudo tener mejor ocurrencia: "Casi todos los viernes había alguien que lograba hacer el resto de las pruebas, pero cuando tocaba enfrentarse a la del balón, no había quien batiera mi marca. A la de 50 o así se les caía". Juanito Alonso, portero del Real Madrid, llegó a declarar que nadie podría conseguirlo. De esta manera, Miguel ostentó el liderato durante 14 semanas, haciéndose cada vez más famoso. "íbamos a bailar a la Chantrea y mis amigos me presentaban a todo dios. En lugar de bailar me pasaba la tarde hablando con desconocidos. Aunque supongo que si hubiera sido por televisión habría sido peor".
En el txoko del casino Iruña

Aquel año de 1961 se había instalado en San Cristóbal el repetidor que hacía llegar la señal televisiva a Pamplona, pero todavía eran muy pocos los hogares que disponían de un aparato. Mientras todo el mundo se congregaba cada viernes junto a su transistor para oír las sucesivas entregas del programa en gira por las emisoras regionales de la Red Española del Movimiento (Córdoba, Valencia, Barcelona...), Miguel lo hacía desde los estudios de La Voz de Navarra. Fue allí donde, un aciago día de marzo, escuchó en directo cómo un nuevo aspirante le desbancaba, arrebatándole el titulo, tras darle 97 cabezazos al balón. Aquello suponía la descalificación automática de Santamaría, pero hubo una movilización popular a su favor:
De manera espontánea, la audiencia se lanzó a escribir cartas de protesta, que obligaron a los organizadores a reconsiderar su decisión y anunciar que le concederían una segunda oportunidad. "Como yo quería presentarme, pedí la cuenta en el trabajo. Tenía todo el día libre, así que continué entrenando". Lo hizo junto a uno de los tres compañeros con los que se había presentado a la primera eliminatoria: "un guripa, conocido mío de toda la vida, compañero de Escolapios y tal y cual. Se llamaba Jaime Zudaire Osácar, y al final fue el verdadero fenómeno". "Entrenábamos en Sindicatos, en la Avenida Zaragoza. Allí nos dejaron el piano y una máquina de escribir con los que nos tirábamos todo el día ensayando". Perseveraron como buenos buruandis (Santamaría consiguió elevar su marca hasta los 150 toques), y en los descansos encendían un pitillo y se ponian a hacer aros de humo.
En Navarra se canta en la mesa
¿Qué ocurre con nuestra psique y el pique? El orgullo, la cabezonería y el espíritu competitivo son intrínsecos a nuestra mentalidad. La aizkora, la pelota, el lanzamiento de Rabiosa o las carreras de korrikalaris siempre han generado desafíos y pachangas que, inevitablemente, se traducen en apuestas. Piensen en las sofisticadas tragaperras de Reta o Kirolbet, o en esa Tómbola de Cáritas del Paseo Sarasate que bajo su apariencia de labor social no es más que otra manifestación de nuestra desmedida afición al juego.
Pedro, en el Anayak
Llegado el día de la repesca, en el mes de abril, los dos compañeros se desplazaron a Madrid, ignorando que les tocaría competir como adversarios. Con 129 cabezazos en 29 segundos Jaime Zudaire se impuso al líder vigente y estableció otra prueba de control del balón con el pie que, llegada la ocasión, Miguel no consiguió superar. Le bastó a Zudaire con mantenerse invicto las cuatro semanas que restaban hasta el final del programa para proclamarse ganador.
En una entrevista le preguntaron qué planeaba hacer con el dinero. "Lo primero cobrarlo", - contestó él,-"luego ya hablaremos". Efectivamente, Jaime no ingresaría el premio hasta mayo del año siguiente. Íntegro, eso sí, porque en el franquismo apenas habia impuestos. Económicos, digo. Los éxitos de Jaime Zudaire Osácar no acabaron allí: Dos años más tarde, se alzaría campeón de España de remonte. Luego se mudó a Barcelona donde ha seguido vinculado al mundo del frontón y en alguna ocasión, cuando ha vuelto para sanfermines, se ha juntado con su antiguo colega de aventura. No hemos conseguido contactar con él.
En cuanto a Miguel Santamaría, a sus 74 años todavía sonrie cuando rememora la primera victoria: "Dos de las mayores alegrías de mi vida fueron aquel día y cuando a mi madre le tocó una bici en la tómbola". Por cada semana que mantuvo el título de fenómeno, recibió como recompensa un lote de productos de cada uno de los patrocinadores, así como 2.000 pesetas. "Era muy buen premio. En aquel tiempo, mi padre, que llevaba 20 años trabajando en la Diputación, ganaba 3.000 al mes". Aprovechó el dinero acumulado para comprarse un magnetofón, una bici y un acordeón. No fue mala inversión si se compara con la de otros concursantes navarros: Es sabido que el cirbonero Jacinto Garbayo montó un bar-restaurante que terminó siendo su ruina. Mientras que en Murchante destinaron el premio de El Grand Prix de 1997 a hacerse una rotonda.
No acabó ahí la cosa, en los días posteriores al concurso, Miguel hizo bolos de exhibición, que le llevaron a actuar en el Teatro Olimpia de Carlos III o en Añorbe, en la meta de la Vuelta a España... En julio, después de unos sanfermines que suponemos de traca, recuperó su puesto de administrativo en Embutidos Ciganda. Posteriormente, volvería a demostrar su heterodoxia desarrollando una carrera la mar de variopinta: las 64 entradas de su currículum incluyen oficios como programador informático, camionero por Europa, músico, ciclista aficionado o censor jurado de cuentas.
En cuanto al fenómeno de El Fenómeno, nunca llegó a repetirse. Con la llegada de los televisores también lo hicieron nuevos formatos como "La unión hace la fuerza", primer concurso de la historia de TVE, donde otro navarro, el leizarra Patxi Astibia, se hizo famoso al enfrentarse al mallorquín Guillermo Timoner en una prueba en la que tenía que cortar no sé cuántos kanaerdikos mientras el otro daba vueltas a un velódromo para asombro de un país que jamás había visto nada parecido. 
Pero esa historia mejor la dejamos para otro día.

(pincha para leer mejor)
EL FENOMENO
4.000 pesetas de premio en mano y 2.000 más de renta semanal para un joven de Pamplona
Noticia recogida en el diario Arriba España el 10/12/1961

*¿En qué momento los concursos adoptaron para sus nombres las siglas, hasta no hace mucho propiedad exclusiva de los partidos políticos, y éstos comenzaron a llamarse como programas de televisión?
** San Lorenzo es, sin duda, una de las calles más peculiares del callejero pamplonés: con sus propios danzantes, sus alcaldes y su típico plato de relleno por fiestas. Si alguien ha estado en ellas, celebradas en agosto, recordará la particular tradición de interrumpir la juerga a las cuatro de la madrugada para ir a casa del párroco a cantarle aquello de...
San Lorenzo en la parrilla / les decía a los judíos: 
"¡dadme la vuelta, cabrones,/ que tengo los güevos fríos!".

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