miércoles, 31 de diciembre de 2025

Que San Ignacio pida perdón a San Francisco Javier

Que San Ignacio pida perdón a San Francisco Javier
Eduardo López-Dóriga DN 26/12/2025
El pasado 28 de noviembre, el presidente del PNV, Aitor Esteban, tuvo el atrevimiento de cuestionar la presencia del Rey Felipe VI en el acto de recuerdo a las víctimas del bombardeo de Guernica del 26 de abril de 1937. Según Esteban, “el Estado español debe un gesto de perdón” a las víctimas del ataque aéreo de la Legión Cóndor, apoyado por aviones italianos. Para rematar la ocurrencia recordó que “la Jefatura del Estado está ahí después de una transición, no de una ruptura como en Alemania. Una monarquía que fue instaurada por Franco y que se dio por sentada y aceptada por el régimen al que dio lugar la Transición”.

Esteban debe estar muy nervioso para atacar así a nuestro Rey y olvidarse de la traición del PNV a la II República con el pacto secreto de Santoña de 1937, por el que negoció directamente con mandos italianos y a espaldas del gobierno republicano, la rendición del ejército republicano en el territorio vasco. Supongo que Esteban estará sintiendo en el cogote el aliento del próximo pacto que Bildu exigirá Partido Sanchista (antes PSOE) y que podría apartar al PNV del Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) y privarles de centenares de jugosos cargos públicos.

Si nos ponemos a pedir disculpas, en Navarra no nos deberíamos quedar atrás. Podríamos exigir formalmente al gobierno vasco que pida perdón a Navarra por su colaboracionismo como parte de las tropas castellanas que anexionaron Navarra en el siglo XVI, cuando miles de soldados vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses (es decir, castellanos) consiguieron finalmente doblegar la resistencia navarra.

Si admitimos que la corona española tomó Navarra, deberíamos subrayar el papel destacado de los vascos dentro de las tropas supuestamente invasoras. Fueron muchos los navarros que murieron en las batallas de Pamplona, Velate, Amaiur, Noain y otras, que la mitología nacionalista ha transformado en una guerra entre la malvada Castilla (es decir, España sin Navarra) y una quimérica Euskalherria que jamás existió.

Creo que el presidente del PNV, como máximo responsable del partido que ha ostentado el poder en el Gobierno Vasco durante más de 40 años, cuando venga a Pamplona debería pedir perdón a Navarra, porque tenemos la herida abierta desde hace más de 500 años y sin ese reconocimiento de culpa, no se cerrará.

Los guipuzcoanos deberían pedir perdón por haber matado a tantos navarros agramonteses y por haberles robado 12 cañones en la batalla de Velate, cañones que lucían con descaro en su escudo para escarnio de Navarra. Afortunadamente, desde hace décadas los famosos 12 cañones fueron retirados del escudo de Guipúzcoa, supongo para que los navarros no se percaten de a favor de quién luchaban tantos vascos.

Puestos a pedir perdón, que los descendientes de los navarros beaumonteses, que luchaban en el bando de la pérfida alianza castellano-aragonesa, pidan perdón a los descendientes de los navarros agramonteses, que luchaban por el reino apoyados por Francia. Y como colofón, exijamos a los descendientes de la familia guipuzcoana “López de Loyola” que pidan perdón a los descendientes de la familia navarra “de Jasso y Azpilicueta”. ¿Por qué? Porque San Ignacio de Loyola luchó con las tropas castellanas y cayó herido en Pamplona el 20 de mayo de 1521, teniendo enfrente a dos hermanos de San Francisco Javier, que luchaban por el Reino de Navarra junto con los franceses.

Si no encontráramos descendientes claros de ambas familias, propongo que el Provincial de los Jesuitas le pida perdón al párroco de San Francisco Javier.

Navarra Merindades 1463-1530
Hasta aquí algunos dirían que los franceses son los buenos de esta película. Pero no parece que la Baja Navarra corriera mejor suerte, ya que finalmente fue incorporada a la Corona de Francia y, tras la Revolución Francesa, perdió por completo sus fueros diluida en el mucho más centralista Estado francés, mientras que en la malvada parte española aún se mantienen.

Y es que, para algunos, España siempre tiene que pedir perdón. España es la mala de cualquier película en la que intervenga y tiene que pedir perdón por todas las maldades que se atribuyan a sus antepasados, sean reales o no. Sin ir más lejos, en las declaraciones de algunos populistas del Grupo de Puebla, asesorados por el omnipresente Zapatero, siempre hay algún acusador con apellido indígena puro, como el expresidente mejicano Andrés Manuel López Obrador, que exige con firmeza que el Rey de España pida perdón por haber masacrado, con apenas mil soldados, a miles y miles de mexicas en la batalla de Tenochtitlán, el 13 de agosto de 1521. Curiosamente, el mismo fatídico año. López Obrador y nuestro ministro de Cultura, el autoculpabilizador compulsivo Urtasun, no nos explican que, en realidad, Hernán Cortés firmó acuerdos y alianzas con otras tribus de Mesoamérica, como los totonacas, tlaxcaltecas, cholultecas y huejotzincas, que se unieron a los españoles para derrotar a los mexicas.
Los mexicas eran esos ángeles celestiales que tenían la curiosa costumbre de sacrificar al año a unos 20.000 miembros de esas tribus enemigas como un ritual religioso, con el muy civilizado método de la extracción de sus corazones, según el prestigioso historiador mejicano Juan Miguel Zunzundegui. A López Obrador algunos le sugirieron con ironía: “que pida él perdón por sus antepasados, que los nuestros se quedaron en España”. Aitor Esteban dijo que el futuro presidente del PNV tal vez se llamaría Hassan. Pues podríamos sugerirle que, una vez que Hassan sea elegido, le exija pedir perdón por la invasión de la península ibérica del siglo VIII al XV a los descendientes de los pobres visigodos que estaban tan tranquilitos por aquí.

Y es que esto de pedir perdón sería la historia de nunca acabar.
Eduardo López-Dóriga Enríquez 
Presidente de Sociedad Civil Navarra 
www.sociedadcivilnavarra.org

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