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| Errazu, pintado por él. Dcha. Su sepultura en la nave central de San Agustín |
Una tarde entré en la parroquia de los Redentoristas para descansar de mi paseo. Sobre una mesa estaba este folleto sobre Manuel Arizcun, de quien no sabía nada. Me parece de justicia difundirlo.
De familia baztanesa, está sepultado en la nave central de la parroquia de San Agustín. Fue asesinado en el 36 por profesar su fe católica.
Manuel Arizcun Moreno (Wikipedia) MÁRTIR SEGLAR 1892-1936
PRESIDENTE DIOCESANO DE LA ACCIÓN CATÓLICA EN NAVARRA
Sus raíces familiares
A lo largo de la historia, multitud de cristianos han confesado su fe en Cristo con el testimonio supremo del martirio. Siempre que ha podido, la Iglesia ha mantenido viva su memoria, pues, como nos lo recordaba recientemente el papa Benedicto XVI, "en su testimonio se manifiesta de modo supremo el amor de Dios". Este es el caso del mártir seglar navarro Manuel Arizcun Moreno.
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| En los soportales, la bajera que su familia cedió a la Asociación Católica de Padres |
Un hogar cristiano
Manuel, esposo delicado, vivió una profunda vida familiar, impregnada de un hondo sentido cristiano. Estaba mucho con sus hijos y colaboraba en su educación, intentando "sorprender el natural de cada uno de ellos y encaminarlos ala virtud, con constancia y energía. Y todo ese trabajo, con entrañable cariño; cariño que sorbían sus hijos pues, al verle muy de lejos, se le disparaban como flechas a los brazos", refería don Marcelino Olaechea, obispo de Pamplona.
Así lo cuenta su hija Conchita: "Recuerdo un ambiente familiar de bulliciosa alegría, en la que había unos espacios de tiempo, que yo los vivía ya como trascendentales, cuando nos encontrábamos todos unidos ante la presencia de Dios-Padre, más importante que mis padres: la bendición y acción de gracias de la mesa, el rezo diario del rosario... La gran fiesta anual era la Navidad.
Toda la familia, con mi padre dirigiendo, participábamos en la obra de construir "el nacimiento", que ocupaba todo el despacho y se convertía en el centro de reunión de la familia para rezar, cantar villancicos y tener la catequesis referente al 'Misterio". La Misa de Gallo, en San Agustín, a la que asistíamos toda la familia (menos los más pequeños), seguida de un refrigerio en casa, daba comienzo a las fiestas.
También vivíamos intensamente los acontecimientos y celebraciones religiosas durante el año: la Misa diaria, la Semana Santa, la procesión del Corpus,... Mis padres nos inculcaron claramente, sin ambigüedades, una categoría de valores humanos: la vida de la fe cristiana, en primer lugar, la franqueza, la lealtad, el cumplimiento del deber, no claudicar ante el esfuerzo y las dificultades, saber pedir perdón y saber perdonar, la compasión ante los pobres y para con los hermanos que sufren..." Como a Manuel no le faltaban dotes artísticas, hacia fotografías, tallaba muebles en madera, pintaba al oleo, dibujaba... y de su propia mano fueron los carteles que anunciarían las Jornadas Diocesanas de Acción Católica de 1937, celebradas en recuerdo suyo.
Presidente de la Acción Católica de Navarra
Además del cuidado de su familia, su actividad fundamental tras renunciar a su carrera militar, fue la del testimonio público de su fe cristiana. Primero trabajó, desde enero de 1932, en la Asociación Católica de Padres de Familia de Navarra, de la que fue vicepresidente, y para la que su familia cedió la bajera de su domicilio.
Con ellos recorrió numerosos pueblos de Navarra en actos de propaganda católica, impulsando la Asociación en difíciles circunstancias históricas y defendiendo el derecho de los padres a que sus hijos pudieran recibir formación religiosa en las escuelas. Buen orador, sus vibrantes intervenciones llegaban a los asistentes con facilidad. "Cómo se emocionaba cuando llegaba en sus discursos el asunto de la educación de los hijos. «Pienso en los míos», nos decía", contaba don Marcelino Olaechea. En mayo de 1934, el obispo lo nombró presidente diocesano de la Acción Católica de Navarra, importante asociación de seglares que colaboraba directamente con la jerarquía de la Iglesia en la realización de sus apostolados. Desde entonces y hasta el momento de su martirio, Manuel Arizcun desplegó una extraordinaria actividad pública; con una energía infatigable, multiplicó sus intervenciones por todos los rincones de Navarra, y desarrolló un inmenso y fecundo apostolado.
"Era valiente; nada le arredraba, con prudencia y energía hizo frente a las dificultades con que tuvo que luchar durante su apostolado. Decía las cosas con mucho ingenio y con la franqueza de quien tiene bien perfiladas las ideas. Sin embargo, esa claridad no le alejaba las voluntades, pues era hombre humilde, oía con gusto a todos y salpicaba la conversación con sales de ingenio", señalaba don Marcelino Olaechea. Durante su presidencia, la Acción Católica de Navarra alcanzó un gran vigor: la rama de mujeres se estableció en 58 parroquias; la juventud femenina se implantó en parroquias de 15 pueblos, además de las de Pamplona; la juventud masculina comenzó a funcionar en 8 localidades rurales y en Pamplona ya contaba con centros en las parroquias de San Nicolás, San Agustín, San Juan Bautista y San Lorenzo. El 26 de mayo de 1935 se constituyó en Azagra la unión diocesana de centros parroquiales, con la asistencia del presidente nacional, Manuel Aparici. El 20 de agosto y el 3 de octubre de 1935 se celebraron dos jornadas con ocasión del "Día del Consiliario", en las que participaron alrededor de doscientos sacerdotes.
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| Izda. 1934, enero, Arizcun en el salón de actos de los Salesianos Dcha. clausura Jornadas Diocesanas de la ACN en enero de 1936 |
El 24 de noviembre de 1935, a los pocos días de la entrada del nuevo obispo de Pamplona, don Marcelino Olaechea, más de 4.000 jóvenes de la juventud católica celebraron una concentración en Estella, a la que asistió el prelado de la diócesis. Del 7 al 12 de enero de 1936 se organizaron las "Jornadas Diocesanas de Acción Católica" en la iglesia de Santo Domingo de Pamplona, y Manuel Arizcun trazó la historia del desenvolvimiento de la Acción Católica en Navarra, desde su fundación, con sus primeros avances y sus primeras dificultades. El último día, varios propagandistas visitaron catorce pueblos, Manuel Arizcun estuvo en Cadreita y Arguedas. Su último discurso lo pronunció el 3 de junio de 1936 en el Seminario de Pamplona, con motivo de la fiesta del Papa. En él sintetizó su triple amor, que le llevaría al martirio: Jesucristo, la Iglesia y el Papa. Su intervención impresionó tanto al obispo de Pamplona, que afirmó que nunca había oído a nadie hablar del Papa y de la Iglesia con tanto amor. Estas fueron algunas de las palabras de Manuel Arizcun:
"El Papa es la personificación de la historia de la Iglesia, historia que, como un rayo de luz, parte del Gólgota alumbrando los caminos de la humanidad y abriendo tan amplios horizontes que ante ellos son mezquinos todos los buscados por los hombres al constituirse en sociedades, porque si las sociedades, llámense como se quiera, nos dieron territorios, la Iglesia nos da el camino para alcanzar la patria inmortal; si esa sociedad nos dio los héroes, la Iglesia nos da los Santos y los Mártires, que conquistan misericordias para el mundo; si esa sociedad nos dio las leyes políticas, la Iglesia nos da la ley de los mandamientos, que no prescriben ni pasan; si esa sociedad proporcionaba carabelas que surcaban mares desconocidos, la Iglesia nos da esa Fe que hace milagros y obra maravillas y que, dando a la mente la idea de lo infinito, la acerca a Dios y, poniendo en el corazón esa Fe, la levanta al holocausto, en la esperanza de que va a vivir en otro mundo mejor, por virtud de la inmortalidad del alma y de Cristo, que la encaminó a las regiones de los eternos deleites, después de probarla en el penar de los pasajeros sufrimientos". Y concluía diciendo: "¡Creo, Señor! Creo, Señor, porque, aunque no me hubieses dado más pruebas de vuestra divinidad que el milagro de la Iglesia y la permanencia de su cabeza visible, tendría que creer". Toda esta inmensa actividad evangelizadora surgía de una piedad profunda y una sólida formación doctrinal. Era hombre de oración. Cada mañana asistía a la misa de ocho en su parroquia de San Agustín y recibía la Eucaristía. Su piedad era sincera y viril, muy lejos de toda mojigatería. Además, cultivó su inteligencia cristiana con un estudio profundo de las encíclicas de los papas, los temas de cursillos para obreros y el manual clásico de la Acción Católica. A esto se refería don Marcelino Olaechea cuando decía: "clara inteligencia, sólida instrucción cristiana, fe y piedad ardiente, vida intachable y obediencia a la voz de la iglesia, hicieron de él un apóstol".
El testimonio del martirio
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Vista general de Suances (Santander) |
Su militancia católica era también conocida en Santander porque tomaba parte en actos de la juventud de Acción Católica. Por eso, nada más estallar el conflicto, las fuerzas del Frente Popular le sometieron a una estrecha vigilancia; podría haber regresado él solo a Pamplona por los montes, pero no quiso abandonar a su familia en aquellas circunstancias. Se puso confiada y serenamente en las manos de Dios, recibiendo ocultamente el Pan de la Eucaristía. Lo refiere el obispo de Pamplona, don Marcelino Olaechea: "Presentía don Manuel que había llegado la hora de dar la vida por Jesucristo; y se mostraba desasído del apego natural a la tierra. Dios preparaba su siervo a la agonía. Un santo sacerdote burgalés seguía diciendo Misa en el escondrijo de un albergue de Suances. En este sacerdote, maestro y bienhechor de tantos pobrecitos reducidos a la última miseria, pensaba don Manuel: le socorría con su limosna, protestaba del desamparo en que le tenía el miedo de los católicos, y, viéndole sin abrigo, le regalaba su mismo impermeable. A su casa acudía, por medio de sus hijos y con pretextos bien estudiados, para recibir de él el Pan de los fuertes. ¡Qué estaciones! ¡Qué hora santa, más santa! ¡Qué comunión aquella que fue la última! Cuando don Manuel mostraba a los suyos la Hostia divina y decía, sollozando, todas las palabras de rito: «Ecce Agnus Dei, Ecce qui tollit peccata mundi». Su hija Conchita recuerda que, "en aquellas circunstancias, los pequeños aprendieron a decir jaculatorias y hacer actos de reparación al oír blasfemias o al recoger los objetos de la iglesia tirados por las cunetas de las carreteras e intensificaron el fervor en el rezo del rosario diario en la familia". En la madrugada del 2 de Agosto de 1936, Manuel fue sometido a un largo interrogatorio, en el que afirmó su condición de católico.
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| Casa de vacaciones en Suances (Santander) Playa de Arenillas, en la localidad de Gali- zano(Santander), donde apareció su cadáver |
Su cadáver apareció unos días después, el 1 de diciembre, en la playa de Arenillas del pueblo de Galizano (Ayuntamiento de Ribamontán al Mar), en la provincia de Santander. Los vecinos del pueblo encontraron el cuerpo, pero las autoridades locales no pudieron identificarlo y lo enterraron anónimamente en el cementerio de Galizano. A comienzos de septiembre de 1937, cuando el desarrollo de la Guerra Civil lo permitió, algunos familiares y representantes de la Acción Católica se desplazaron a Santander para tratar de localizarlo o, por lo menos, tener alguna noticia sobre él. Sin embargo, la búsqueda resultó infructuosa y a finales de septiembre de 1937, teniendo en cuenta todas las circunstancias, se juzgó que había sido asesinado.
Fama de santidad
Los días 2 y 18 de octubre de 1937 se celebraron funerales en las parroquias de San Agustín y de Errazu. El l de noviembre de 1937, don Marcelino Olaechea publicó una pastoral en homenaje a Manuel Arizcun, en la que decía:
Del número de esos mártires «en el alto y verdadero sentido de la palabra», es don Manuel un ejemplar tan claro, que esperamos que el Señor nos lo diga un día, por la voz infalible de su Iglesia". Pocos días después, el 14 de noviembre de 1937, se celebro en la Catedral de Pamplona un solemne funeral, presidido por el obispo, en sufragio de Manuel Arizcun, "sin perder la esperanza de glorificación mayor", escribiría don Santos Beguiristain, sacerdote y viceconsiliario diocesano de la Acción Católica. A mediados de 1939, casi tres años después de su martirio, apareció en Madrid una ficha medica firmada en Ribamontán al Mar que, al recoger los rasgos fisonómicos y la indumentaria de un cadáver hallado en la playa de Arenillas el l de diciembre de 1936, dibujaba con exactitud la silueta de Manuel Arizcun. Don Santos Beguiristain acompañó a su familia al cementerio de Galizano para presenciar la exhumacion de sus restos, que dio por resultado la identificación física de los mismos. El 13 de septiembre de 1939 su cadáver fue trasladado a Pamplona, y el obispo dispuso que, por especial privilegio de la Iglesia, fuera definitivamente sepultado en la nave central de la parroquia de San Agustín, lo que ocurrió el 12 de noviembre de 1939. Aquel día, don Marcelino Olaechea dijo de él: "Yo os recomiendo, y en vosotros a toda la diócesis, amados hermanos en Cristo, que en vuestras tribulaciones y necesidades pidáis a Dios por mediación de Manuel Arizcun, porque, si nos cabe el consuelo de que sus gloriosos restos reposen aquí, en este lugar, entre nosotros, no ha de tardar mucho tiempo en que querrá Dios que del suelo de la Iglesia suba hasta los altares. Lo digo con la responsabilidad de mi cargo y con el pleno convencimiento mío".
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| Celebración de un acontecimiento familiar alrededor de la sepultura de Manuel Arizcun en la parroquia de San Agustín de Pamplona |
La fosa fue cubierta con una losa, encabezada por la insignia de la Acción Católica con la siguiente inscripción: "Manuel Arizcun Moreno, presidente diocesano de la Acción Católica, caballero ejemplar, propagandista del bien, confesó a Jesucristo hasta la sangre, asesinado en odio a su fe en Santander, noviembre 1936".
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Fachada de la parroquia de San Agustín |
Desde el 6 de febrero de 2008, y a petición del arzobispo de Pamplona, don Francisco Pérez, el siervo de Dios Manuel Arizcun Moreno forma parte de la causa de canonización por martirio promovida por la diócesis de Santander, junto a más de ochenta sacerdotes, seminaristas y seglares.
Manuel Arizcun Moreno
MÁRTIR SEGLAR 1892-1936
ORACIÓN PARA IMPLORAR GRACIAS
Oh Dios, que concediste a tu siervo Manuel la gracia de fundar un hogar cristiano y de confesar valientemente su fe hasta morir por Cristo, te rogamos que su nombre aparezca en la gloria de tus mártires y nos concedas por su intercesión la gracia que te pedimos (dígase) y el poder imitarlo en su ardor apostólico y en su fortaleza ante el sufrimiento, haciendo que su testimonio ilumine la vida y la entrega de todos los cristianos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Encomiéndale tus problemas, pide confiadamente al cielo para que escuche tu oración y comunica la gracia concedida, de forma explícita y concisa, a la Postulación de la Causa Manuel Arizcun, Arzobispado de Pamplona, Pza. Santa María la Real, 1. 31001 Pamplona.
email: causa.arizcun@iglesianavarra.org











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