María Chivite, y también la ministra Elma Saiz, deben sus cargos a una presunta trama corrupta y si fueran coherentes con su predicada solidaridad socialista deberían haber cursado visita a la prisión de Soto del Real para interesarse por quien ha sido su compañero, su amigo, su diputado y su ejemplo a seguir como han manifestado en tantas ocasiones.
Juan Luis Sánchez de Muniáin DN 28/07/2025
Hace dos años, María Chivite, secretaria general, designó a Santos Cerdán para representar al PSN como diputado, cargo que logró una vez celebradas elecciones el 23 de julio. Años antes, Cerdán operando como mano derecha de Sánchez, consiguió que Chivite accediese a la presidencia del gobierno de Navarra gracias a los amaños del partido socialista con EH Bildu. Estos obedecieron a los enjuagues realizados por su amigo y socio Antxon Alonso con Arnaldo Otegi, jefe de Bildu. Cerdán hoy está encarcelado imputado por delitos como el de organización criminal o cohecho.
Igualmente, imputado está su socio y amigo Antxon, y del pasado carcelario del dirigente de Bildu no merece la pena abundar pues son hechos conocidos y probados. Así, los tres principales artífices del nombramiento de María Chivite están o han estado inmersos en una maraña de corrupción y delincuencia en la que no faltan presuntas mordidas al dinero público rodeadas de otras repugnancias como la prostitución.
Solamente por esto, quedaría anulado el acuerdo por el que Chivite fue investida en agosto de 2019 y, si de verdad no supiese nada y fuera tan honesta como se autocalifica, inmediatamente presentaría la dimisión al conocer que su elección fue fruto de los negocios de tres presuntos corruptos. Pero hay más, una vez en el cargo de presidenta, supimos que uno de los empresarios que con mayor frecuencia le visitó en el Palacio de Navarra Foral fue el propio Antxon Alonso, el guipuzcoano propietario entre otras de una pequeña empresa que iba transformando su finalidad según las obras que adjudicaba el gobierno de Chivite.
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La peor corrupción: la moral |
María Chivite, y también la ministra Elma Saiz, deben sus cargos a una presunta trama corrupta y si fueran coherentes con su predicada solidaridad socialista deberían haber cursado visita a la prisión de Soto del Real para interesarse por quien ha sido su compañero, su amigo, su diputado y su ejemplo a seguir como han manifestado en tantas ocasiones. Por todos estos hechos verificados, la credibilidad de la presidenta está tan desvanecida como crecida su sospecha. Nada va a ser igual después de estos repugnantes episodios. Cuanto más alargue su resistencia a asumir responsabilidades, más atada quedará su trayectoria a la de estos personajes urdidores de la presunta trama corrupta.
Juan Luis Sánchez de Muniáin. Parlamentario foral por UPN
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