martes, 29 de julio de 2025

Un recado para Chivite

María Chivite, y también la ministra Elma Saiz, deben sus cargos a una presunta trama corrupta y si fueran coherentes con su predicada solidaridad socialista deberían haber cursado visita a la prisión de Soto del Real para interesarse por quien ha sido su compañero, su amigo, su diputado y su ejemplo a seguir como han manifestado en tantas ocasiones. 
Juan Luis Sánchez de Muniáin DN 28/07/2025
Hace dos años, María Chivite, secretaria general, designó a Santos Cerdán para representar al PSN como diputado, cargo que logró una vez celebradas elecciones el 23 de julio. Años antes, Cerdán operando como mano derecha de Sánchez, consiguió que Chivite accediese a la presidencia del gobierno de Navarra gracias a los amaños del partido socialista con EH Bildu. Estos obedecieron a los enjuagues realizados por su amigo y socio Antxon Alonso con Arnaldo Otegi, jefe de Bildu. Cerdán hoy está encarcelado imputado por delitos como el de organización criminal o cohecho.
Igualmente, imputado está su socio y amigo Antxon, y del pasado carcelario del dirigente de Bildu no merece la pena abundar pues son hechos conocidos y probados. Así, los tres principales artífices del nombramiento de María Chivite están o han estado inmersos en una maraña de corrupción y delincuencia en la que no faltan presuntas mordidas al dinero público rodeadas de otras repugnancias como la prostitución.
Solamente por esto, quedaría anulado el acuerdo por el que Chivite fue investida en agosto de 2019 y, si de verdad no supiese nada y fuera tan honesta como se autocalifica, inmediatamente presentaría la dimisión al conocer que su elección fue fruto de los negocios de tres presuntos corruptos. Pero hay más, una vez en el cargo de presidenta, supimos que uno de los empresarios que con mayor frecuencia le visitó en el Palacio de Navarra Foral fue el propio Antxon Alonso, el guipuzcoano propietario entre otras de una pequeña empresa que iba transformando su finalidad según las obras que adjudicaba el gobierno de Chivite.
La peor corrupción: la moral
La empresa del visitante de la presidenta, sus vicepresidentes y algún consejero, lo mismo trataba de explotaciones mineras que de construcción de vivienda protegida o de grandes obras públicas. Y no solo hablaba con la presidenta y miembros del gobierno, sino que después obtenía las adjudicaciones, aunque éstas hubiesen de sortear multitud de reparos y sospechas de los profesionales de la Administración foral. Todo ello con una empresa de ¡apenas diez empleados! Y Chivite contemplando la sospechosa cascada de contratos públicos obtenidos por su empresario más recurrente. Por si fuera poco, la guardia civil nos desvela que el urdidor del nombramiento de Chivite es propietario de la empresa beneficiaria. Si se demuestra lo que ya es más que un evidente indicio, no habrá un caso de corrupción más claro. No se trata ya de “comisiones ilegales” ni pagos indirectos, sino que el dinero público de las arcas forales va directamente a parar al bolsillo del secretario de organización del partido de la presidenta del gobierno. Ante estos hechos, otorgar siquiera el beneficio de la duda sobre el posible desconocimiento absoluto de la presidenta es una fantasía infantil. La afirmación de Chivite, resumida en “yo no sabía nada”, hay que tomarla desde un ánimo exculpatorio y nunca como una verdad con un mínimo de objetividad.
María Chivite, y también la ministra Elma Saiz, deben sus cargos a una presunta trama corrupta y si fueran coherentes con su predicada solidaridad socialista deberían haber cursado visita a la prisión de Soto del Real para interesarse por quien ha sido su compañero, su amigo, su diputado y su ejemplo a seguir como han manifestado en tantas ocasiones. Por todos estos hechos verificados, la credibilidad de la presidenta está tan desvanecida como crecida su sospecha. Nada va a ser igual después de estos repugnantes episodios. Cuanto más alargue su resistencia a asumir responsabilidades, más atada quedará su trayectoria a la de estos personajes urdidores de la presunta trama corrupta.
Juan Luis Sánchez de Muniáin. Parlamentario foral por UPN

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