JAIME, historiador de la bebida en Sanfermines
J. Jaime Arguiñáriz, "Jaime", es quizá uno de los mejores historiadores de este matiz sanferminero con que cuenta Pamplona. Jaime, sesenta y un años y de Pamplona —faltaría más—, comenzó su trabajo profesional en el "Monas" el año cuarenta y cuatro. Y allí ha estado, San Fermín tras San Fermín, hasta hace tres años y medio en que se fue al "Xavier".
A falta de cerveza, «cajetillas»
antiguo barril cerveza madera |
—Hubo una época, después de la guerra, hacia el año cuarenta o cuarenta y uno, en que no había cerveza. Entonces los clientes empezaron a pedir "cajetillas", que era vino blanco con selz. (sin confirmar en hemeroteca DN)
—¿Qué se bebía en sanfermines?
—Cuando yo entré a trabajar, todavía no podíamos servir vino; sólo el vino blanco. Solíamos dar blanco fino. Vermouth se ha servido siempre, como ahora (sigue después de Recuerdos...).
[Recuerdos personales de finales de los años 50
Al Labrit
A mi padre le gustaba llevarme, desde muy niño, a la
pelota. Íbamos al Labrit, al torneo de federaciones, un torneo que se llamaba
GRAVN (Guipúzcoa, Rioja, Álava, Vizcaya y Navarra). Había primero un partido de
pala y luego de pelota a mano, individual y por parejas, no sé en qué orden.
Pelota Ángelus D. Luis Goiburu 1950 ca. |
Yo ya era monaguillo (con 5 ó 6 años) y me resultaba familiar que, a las 12 en punto -lo mismo que en el campo y en la escuela- se parara el partido y se rezara el ángelus. El cura solía empezar en latín, pero a menudo decía algunas palabras en vasco. Solía salir a acompañar al cura mi maestro, D. Luis Armendáriz, que me dio clase dos cursos (56-57 y 58-59), a mis 7 y 9 años .
Aquí tenéis un bonito Ángelus:
De vermú
Antes de ser El Espejo, se llamó "Sucursal de Aldaz Hermanos". Foto de 1912 Atención al letrero en esperanto |
Hoy veo que el bueno de Prisci -así le llamaba todo el mundo- era un poco
inconsciente:
- — Cuatro vermús y p'al chaval uno mojadico
Tenía 6, 7, 8, 9 años… Más vale que era sólo los
domingos y que yo era monaguillo experimentado en catar vino de misa.
En aquella época aún no había triunfado el ‘Martini”.
En aquella época aún no había triunfado el ‘Martini”.
El ‘mojadico’ era un chorro de sifón (¿qué le dijo el
sifón al camarero? No me aprietes que me meo) que se echaba encima del vermú.
Y también me sacaba una banderilla (aún no se llamaba
pincho y menos pintxo). Me encantaba una que era medio huevo duro con un par de
anchoas, cruzadas sobre él, y una aceituna para rematar. Me la comía de un
bocado. Y luego, más despacio, saboreaba el dulzor del vermú.
A veces solíamos llegar hasta El Espejo. Quizás,
porque para entonces ya habíamos recorrido unas cuantas ‘parroquias’, mis
recuerdos son muy desvaídos. Tengo la imagen de un lugar elegante, grato y
oscuro, con algún espejo, yendo hacia el retrete]
(continúa Jaime)
Y, sobre todo, mucha cerveza de barril. Para los días de fiestas solíamos encargar varios barriles; unos mil litros de cerveza. Refrescos, prácticamente nada.
—Según las horas del día, ¿qué tipo de bebida se tomaba?
—En la hora del aperitivo, vermouth y vino fino. Al ir a los toros, cafés y copas, como ahora,. A la salida de los toros, cerveza. Por la noche, después de cenar, mucho "ginflis", que consistía en ginebra, limón y azúcar, todo muy batido en la coctelera. Te baldabas las manos batiendo. También cafés completos (con farias), como hoy. Los de Baztán tomaban gran cantidad de Pernod y Pastis Ricard.
—Hacia el año cuarenta y nueve los clientes empezaron a pedir que se sirviera vino. Por fin llegó una disposición autorizando, después de un arreglo entre taberneros y bareros, pero el que impuso fue el público. En aquella época, el "ginflis" costaba dieciocho o veinte pesetas; el chato de vino, setenta y cinco céntimos; el verrnouth, una peseta; la banderilla, que valía cincuenta céntimos, al dar vino subió a una peseta. En sanfermines se subían todos los precios y casi siempre se quedaban. Estaba previsto así. Entonces, como ahora, se rompía mucha vasija; se quitaba la vasija buena y se ponía otra más ordinaria.
Pan, ajoarriero, magras, chorizo y garrafón
Si en fiestas hay trabajo en los bares, hay un hecho real que no se puede olvidar. El alcohol corre por las calles y en la plaza de toros, y no precisamente a base de combinados. Y hay muchos que se ponen como el Gabino de la canción.
—¿La canción refleja una realidad de siempre?
—El "Ay, Gabino, ay Gabino" lo sacaron tres hermanos que eran de Lumbier. Uno estaba en Londres, otro en San Sebastián y el tercero en América. En sanfermines se juntaban los tres y llevaban un cartel que decía "Los de siempre". Vino y chorizo. Ya tenían razón. Respondía perfectamente a la calle. No se comía otra cosa.
—¿Lo de las camisas y pantalones manchados de vino tiene demasiada leyenda?
—No. Porque se llevaba mucho garrafón de vino a la plaza de toros. Solían ir bailando con los garrafones. Los garrafones eran para llenar las botas, pero muchos por no esperar a llenar las botas bebían directamente del garrafón y, entre empujones y entre que no se puede beber bien, se les caía vino y se manchaban. Solían llevar también barras de pan, las partían y ponían ajoarriero, magras, lo que fuera. Ahora ya no llevan barras; ahora es con bocadillos, que es más cómodo. Lo de comer lo de dentro y guardar el pan para tirarlo a la plaza es de ahora y de antes; de siempre. Antes con barras se arreglaban bien, porque las peñas eran mucho menos numerosas que ahora.
—¿En la calle?
Garrafón Masats Años 60 |
—¿Beber por beber es algo que todavía perdura?
—Por supuesto. Hay algunos que lo dicen bien claro: "Voy a coger un pedo de mil pares de puñetas". Y tú ves que el vino no les entra ya ni con calzo. Hay muchos que beben por beber, por ponerse a tono con los demás, porque están sin temple.
Continúa en El bebercio, en aquellos Sanfermines (3 de 3)
Gabriel IMBULUZQUETA
DN 7 de julio de 1976
Os dejo con Hemingway en el Marceliano. Poneos como el Gabino, que paga don Ernesto
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