lunes, 5 de febrero de 2024

La noche pamplonesa (3 de 3)

Especial elaborado por Itxaso Mitxitorena y Juan Ángel Monreal
Siglo XXI. Subsuelo. La importancia de reinventarse
En 2008 le surge la oportunidad de su vida y (Andoni Sáez) se hace con la gestión del Subsuelo, un local magnífico, en la Plaza del Castillo. 
Andoni Saez, en el Subsuelo, local de éxito que
regenta desde 2008
"Esto es la Champions para cualquier hostelero de Pamplona", explica ahora, señalando la bóveda artesonada y la piedra de un local que ha vuelto a ser adaptado a las medidas de seguridad que impone la epidemia. "Abrimos en diciembre de 2008 y fue un triunfo más o menos hasta 2013", cuando el recrudecimiento de la crisis y la apertura de Zentral lo deja sin el público que lo había acompañado durante ese tiempo. Tocaba cambiar. "Ser responsable de un equipo de gente hace que vivas el negocio al día, que nadie tenga que contártelo. Con mucho dolor de corazón decidimos cambiar la música y dar a la gente joven lo que les gusta". En unos meses, y con el empujón del público universitario, las facturaciones se habían multiplicado por cuatro y por cinco.
Pero reinventarse no es sólo cambiar la música. También exige vivir atento a los cambios sociales. Y si la crisis de 2008-2013 terminó de enterrar la noche de los viernes, la recuperación que comienza a asentarse en 2014-2015 vuelve a llenar los restaurantes los sábados a mediodía. Y cientos de personas que tienen ganas de tomarse una copa y bailar después de comer se encuentran con que apenas hay locales donde hacerlo. Siguiendo lo que ya era tendencia en Alicante o Albacete, por ejemplo, es el Baviera de la Plaza del Castillo, un recinto minúsculo y con paredes de moqueta, quien decide subir la música y se llena hasta los topes desde las seis de la tarde.
Gente joven en el Subsuelo
El éxito, que fue replicado por muchos otros locales, muestra el camino por el que, seguramente, continúe el sector una vez que se controle la epidemia. Una noche más diurna y con un abanico de edad más amplio. "Los 50-55 años de hoy no son los de hace 20 o 30 años. Hoy hay gente de esa edad que tiene a los hijos ya criados o que se ha separado y que quiere salir", explican desde el Rock Collection de la calle Olite. "La diferencia es que la gente más joven, que a lo mejor ya trabaja y vive aún con sus padres, sale jueves, viernes y sábado. Los otros, pues una o dos veces al mes", añade Andoni Sáez, quien antes de la epidemia abría el Subsuelo los sábados e incluso los viernes por la tarde.
"Los bares de noche siempre hemos sido los malos de la película, por los aforos, por los horarios, por el ruido. ¿Alguien controla el aforo de un centro comercial?", reflexiona Javier Ubanell, desde el Tinglado.
El tardeo de Diego Garralda
El adelantamiento en los horarios es general en todas las comunidades. "Nos estamos haciendo más europeos, es un hecho. Hay ciudades, en otros países, que desde las dos de la tarde tienen marcha", explica Diego Garralda. Y, aunque los límites hayan existido siempre, lo que ha cambiado es la tolerancia. Si hace 25 o 30 años, existía una hora de cierre oficial y otra real, hoy ambas tienden a coincidir. Aunque siempre exista la picaresca. "Nos han ido empujando poco a poco hacia la tarde", explica Andoni. "Apenas quedan sitios donde la marcha dure toda la noche como hace unos años. Quizá Asturias, donde preguntas a la gente a qué hora cierran, incluso a los propios camareros, y te dicen que no saben... Un poco como era antes aquí".

El futuro. El día y la tarde, cada vez más protagonistas
"Es que es mejor empezar antes", explica Marisa Marco desde el Garazi quien, en cualquier caso, ve un porvenir "complicado para la noche y especialmente para esta calle". "Todo se ha ido concentrando cada vez más en unos pocos locales del centro -admite Andoni Saez- pero yo creo que esto sí tiene futuro". Hay cantera entre su clientela, que por las noches ronda los 25 años.
Es la generación que ha crecido con las redes sociales. Que ha hecho del like un nuevo modo de interacción. "Hace unos años, si conocías a alguien que te gustaba un sábado, te pasabas la semana esperando al jueves por la noche o al viernes para volver a verla. Hoy quizá se ha perdido esa magia y por ahí se ha podido escapar algo de público", explica Enrique Ibáñez, de Kabiya-Canalla. "El efecto de las redes yo creo que ya lo hemos descontado", añade su socio, Carlos Tabar, quien tiene claro que "la gente va a seguir saliendo". Ambos reclaman de la administración un mayor control a los bares que sobrepasan los decibelios que tienen permitidos, destacan la importancia de hacer las cosas bien, aportando "calidad" y recuerdan que hay publico que "escoge ciudades para hacer turismo en función del ocio nocturno que tenga".
Son conscientes, en cualquier caso, de que las costumbres van cambiando. Y quizá por eso, Carlos Tabar, presidente de Asbana. apuntaba hace ya más de un año que "el ocio nocturno es cada vez más diurno, cultural y familiar", apuntaba hace ya más de un año. "El problema -añade ahora mientras piensa en sus locales cerrados- es que no nos dejan ni reinventarnos".

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