martes, 27 de febrero de 2024

Fonda Otamendi: preparando el Alzamiento

En el centro, el cartel de "Fonda Otamendi", en Irurzun
Alzarse es levantarse, sublevarse. Lo de la Fonda Otamendi no fue más que una reunión, una más, casi familiar. Lo que sí le hizo soñar a Mola fue el ofrecimiento de los carlistas navarros.

Entre otras de interés, por aquellos días de junio de 1936, se celebró también la esperada entrevista de
Queipo de Llano y Mola en la fonda Otamendi, de Irurzun. Le acompañaban al primero su esposa, su ayudante y su amigo don Luis Fernández, agente de Aduanas de Irún. Y al segundo, García Escámez.
Habrían sido atendidos por Dionisia Garro y Federico Otamendi, los dueños de la FONDA OTAMENDI, según dice su nieta Rosa Maria Otamendi Aranguren.

No muchos saben que el general Mola y Queipo de Llano dieron el golpe de Estado con la tricolor en la mano y al grito de "viva la República". La facción rebelde aglutinaba numerosos grupos con distintas tendencias ideológicas y con diversos planes para lo que sería España tras el golpe y de hecho, muchos de ellos se levantaron contra el Gobierno formado por comunistas, anarquistas y socialistas del Frente Popular, y no contra la República en sí.
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EL DIARIO DE AVILA Miércoles, 27 y Jueves 28 de Agosto de 1958
EL GENERAL MOL A (de Enrique Corma, en "Temas españoles)
Recuerdos de un héroe español

MOLA PREPARA EL ALZAMIENTO 
Mola por Plaza del Castillo, noche 18 de julio,
horas antes de proclamar la ley marcial.
A fin de imprimir unidad e intensidad, el general Franco propuso a Mola que asumiese la dirección de la conspiración en la Península. A este fin responden las hojas mecanográficas que envía a los cuarteles el general Mola. Eco inmediato y rotundo tuvo la Primera Circular en los cuartos de banderas y reuniones de ofíciales. De distintos puntos de España empezaron a llegar a Pamplona delegados de las guarniciones, que se ofrecían enardecidos al misterioso director. Y jefes aislados del Ejército, acuciados por el patriotismo y desconectados hasta entonces de sus compañeros de Armas, se sintieron atraídos por esta voluntad fuerte, que hablaba en términos tan precisos y que con tal justeza señalaba a cada uno sus deberes. 
Uno de aquellos fué el genéral Queipo de Llano. Mientras la red militar se extendía y cerraba su fuerte urdimbre, el hombre excepcional que la había tejido se afanaba en buscar ayudas civiles, pues concedía gran importancia a tal clase de apoyos. Sin ellos no se hubiese lanzado a desencadenar el Movimiento, que no había de ser una cuartelada, a estilo del siglo XIX, sino una ola de fondo que, saliendo de lo más profundo de las entrañas nacionales, arrollase todos los obstáculos que encontrara. 
En dos fuerzas políticas pensaba, aunque las llamase a todas y no desdeñara a ninguna: la Comunión Tradicionalista, cuya pujanza. tenía ocasión de apreciar en Navarra, y en Falange Española, organización recién nacida que enardecía los sanos entusiasmos juveniles.
Las dos le parecieron capaces de encuadrar y de galvanizar a los soldados que pudiesen titubear en algún momento.

"¡TODO ESTA A PUNTO!"
1ª casa a la izda.: Fonda Otamendi
Entre otras de interés, por aquellos días se celebró también la esperada entrevista de Queipo de Llano y Mola en la fonda Otamendi, de Irurzun. Le acompañaban al primero su esposa, su ayudante y su amigo don Luis Fernández, agente de Aduanas de Irún. Y al segundo, García Escámez. 
Esta entrevista de Irurzun tiene un valor decisivo en el proceso del Levantamiento. Queipo se encargó de hablar a los generales don Miguel Cabanellas, jefe de la división militar de Zaragoza, y a La Cerda, que mandaba la de Burgos. Cabanellas dió su aquiescencia y acabó por entrar en relación con Mola. 
Como se ve, la conspiración militar dió en estos días un paso de gigante, y Mola pudo hacer la distribución de los generales comprometidos, señalando a cada uno las plazas y regiones en que, debía actuar. 
La misión delicadísima del Alzamiento en Africa estaba confiada al general Franco. A partir de estos días, en Madrid centralizaba todos los servicios de informes el teniente coronel de Estado Mayor don Valentín Galarza, quien recibía los pliegos de Franco y los hacía llegar a manos de Mola y de Goded. También cuidó Mola con gran empeño de atraerse al Cuerpo General de la Armada, cerca de la cual lo representaba el contralmirante retirado don Luis Castro Arizcum.
En sus manos todos estos hilos, redacta el 20 de junio instrucciones para la Escuadra, y el 24 otras para el Ejército de Marruecos. La cooperación del Arma aérea la ha tratado con el general Kindelán, con quien se ve por primera vez e1 11 de junio. Y lo mismo sucede con las agrupaciones patrióticas de hombres civiles. 
Patio de la cárcel de Alicante, donde cayó José Antonio
Desde la cárcel de Alicante, José Antonio Primo de Rivera se ha puesto en comunicación con Mola. Esta organización juvenil irradia la doctrina falangista a todas. las capas sociales que rápidamente se la asimilan, sin darse cuenta de la transformación que se opera en su seno. En los primeros días de julio, el capitán Sabas Navarro, por encargo de Mola, se entrevistó con enlaces de Primo de Rivera para que le transmitiesen determinados informes a José Antonio. 
Sabas Navarro continuó su viaje a Toledo, y al coronel Moscardó le comunicó el siguiente mensaje de Mola: «Todo se halla al punto. Esperamos mucho de la guarnición de Toledo». 
Va y viene de Madrid a Pamplona el pasante de José Antonio, Rafael Garcerán, portador de mensajes, entre ellos el borrador del manifiesto que el fundador de Falange dirigió al Ejército y que, una vez aprobado por Mola, circulará precisamente por todos los cuartos de banderas. 
Los carlistas navarros, a quienes el general ha pedido unos centenares de voluntarios para encuadrar a los soldados de reemplazo, le ofrecen siete mil inmediatamente, y muchos, el pueblo en masa, pocos días después. 
Mola cree soñar.

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