SF 1954, en los Jardines de la Taconera. Pachi, el penúltimo chico |
Me acosté en 2023, con 73 años, y me levanté con la misma edad pero en 1954. Lógicamente, nadie caía en la cuenta de quién era yo. He podido cumplir uno de mis sueños: darles a mis padres el consejo que en aquellos años nadie les dio.
Pamplona, 1954.
Solía verlos en mis paseos, casi todas las tardes por el Redín, a los chicos solos; los mayores cuidaban de los pequeños. Y los domingos a la tarde, ya con los padres, en los Jardines de la Taconera.
1954 en el Redín |
Pachi -al que a veces llamaban "Pachicu"-, de cuatro años, era el que más gracia me hacía. Me recordaba mucho a cuando yo era chaval.
Un domingo me acerqué al padre -como 30 años más joven que yo-, me presenté y le dije que Pachi me recordaba muchísimo a mí de pequeño.
- Ya le traeré alguna foto para que vea el parecido. ¿Qué tal es el chaval?
- Muy majo. Es un poco bruto, pero muy noble.
- Jajaja, lo mismo decía mi padre de mí.
El padre -que se llamaba Prisciliano, pero al que todo el mundo llamaba Prisci- notó mi interés por saludar al chaval y le llamó
Fuente de los perillanes |
- Pachi, también ( "su gracia", hacía tiempo que no había oído esa expresión).
Lo que sí me hizo gracia fue que el padre no le llamara a su hijo "Pachi", sino "Francisco Javier", pronunciado a la carrera.
Cuando llegó el chaval, le pregunté:
- ¿Qué vas a ser de mayor?
- Quiero ser sacerdote
- Pero antes serás monaguillo, ¿verdad?
- Sí, he empezado en Jesús y María. Ayer ya pasé el misal de un lado al otro del altar, con genuflexión y todo, sin que se me cayera
- ¡Estupendo! Vamos ver... ¿Introibo ad altare dei?
- Ad deum qui laetificat juventutem meam -saltó como un rayo.
Le acaricié el pelo, rubio acastañado, y el chaval salió corriendo a beber a la fuente del león.
Me despedí del padre hasta el siguiente domingo, prometiéndole que ya traería alguna foto.
***
Esto fue "lo normal" hasta mediados de los años 60 |
Ya estaba yo allí, en el banco que solían coger ellos, para cuando llegaron. Le enseñé al padre la foto mía. Se sorprendió del parecido.
- Mira, Ramonica, igual que el nuestro
Les conté la murria que me agarré, cuando tuve que volver a Tudela ("En Tudela, o t'asas o t'helas") después de las primeras vacaciones de Navidad ("calor de hogar").
Con qué envidia miraba, desde la ventana de mi cuarto -ya en Pamplona-, a los estudiantes que salían de los colegios, mientras yo seguía encerrado.
Que no me parecía ni medio normal que chicos y chicas se educaran separados y que, en no mucho tiempo, los institutos serían mixtos.
Que, incluso ahora, cuando mis amigos me cuentan sus "hazañas bélicas" de primera juventud, a mí se me escapa un lamento: "¡Y yo, en el Seminario!".
Y que cada edad tiene su encanto, sus descubrimientos y sus experiencias. Y -como los idiomas- lo que no has hecho a su edad correspondiente, es difícil compensarlo más tarde.
Yo creo que tomaron a bien mi consejo porque la madre me dijo:
- Cuando Pachi nació (tras 4 chicas seguidas), el tío Silvestre, al verlo, exclamó: "Yo a este chico le pago los estudios con la condición de que vaya al Seminario". Pero ya hablaremos con mi tío
Y yo, emocionado, al despedirme de ellos, se me escapó:
- Gracias, mamá; gracias, papá.
Pamplona, 2023
Cuando esta mañana me he levantado, he sentido en el bolsillo del pijama el roce de un papelito. Estaba perfectamente doblado, como él solía hacer.
Al desdoblarlo, he leído, escrito a lápiz:
"Pamplona, 16 de febrero de 1954
Tranquilo, hijo. Se hará todo lo que se pueda.
Tu padre,
Prisci"
1 comentario:
😀😀Tú en el seminario y yo botones del Maisonnave amigo. 🙏😀🥰
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