Entrega de las cruces de Carlos III El Noble a las cinco personas galardonadas en la edición de 2022, el dibujante César Oroz, el periodista Fermín Goñi, la editora Sandra Ollo, el pedagogo y promotor del euskera Aitor Etxarte (a título póstumo), y Josefina Campos, una de las principales referentes del movimiento memorialista. PABLO LASAOSA |
En 2005 Fermín Goñi publicó El hombre de la Leica.
Dice Wikipedia: "Como narrador, es conocido especialmente por sus novelas históricas entre las que destacan El hombre de la Leica, que describe minuciosamente los preparativos del golpe de Estado del general Emilio Mola, que dio origen a la Guerra Civil española (1936-1939)".
Yo pensaba que la novela histórica, sin ser "historia", novelaba sobre datos históricos, pero en el capitulo que he leído, dedicado a Álvaro Galbete, he encontrado más bien una "reescritura" de la historia. O mejor, una novela deshistórica y antihistórica. Veamos:
1. Dice que Galbete "buscó todas las vías para anular su matrimonio...". Falso. Fue su mujer, Olegaria Guerendiáin, la que presentó ante el Tribunal Eclesiástico la demanda de divorcio, acusándole de malos tratos y de adulterio. Gracias a las gestiones del Provisor, Ezequiel Seminario, Roma acordó el divorcio pedido por Olegaria Guerendiain contra su esposo Álvaro Galbete. Lo que sí hizo Galbete fue recurrir la sentencia ante el Tribunal de la Rota; pero este tribunal confirmó el divorcio.
Bajando Chapitela y cartel 1907 con Olegaria |
3. "Galbete, gran jugador de remonte"... "librepensador y liberal". Todo piropos sin ninguna prueba. Mira que tenía al Euskal-Jai bien cerca. Pues no encontraréis una sola noticia de su afición al remonte. ¿Y desde cuándo un librepensador y liberal maltrata, insulta y desprecia a su mujer? Piropos sin base real, para aumentar el contraste con los carlistas: brutos, primitivos, matarifes...
4. En el juicio por el asesinato de Ezequiel, Galbete "logró que el tribunal que lo juzgó considerase que estaba enajenado mentalmente". Hombre, Galbete solo no. Alguna ayuda tuvo de quien, sin duda, era el abogado de mayor prestigio: Luis Jiménez de Asúa, jurista y político del Partido Socialista, que desempeñó la vicepresidencia del Congreso de los Diputados, presidiendo la comisión parlamentaria encargada de elaborar la nueva Constitución republicana.
5. Fermín Goñi califica de "rencilla de tipo personal, ya juzgada en los tribunales de justicia". De rencilla personal, nada. La sentencia absolutoria indignó a la sociedad navarra, tanto a la de Mañeru (de donde era Ezequiel Seminario, el Provisor) como a la pamplonesa que le hace el vacío (en la hemeroteca ya no aparece más "Álvaro Galbete", que antes aparecía a diario). El boicot fue tan general que Alvaro Galbete en la Nochevieja de 1933, decidió cerrar el negocio (Cine Proyecciones, en la calle San Agustín) e irse de Pamplona. Se va a vivir a San Sebastián.
San Sebastián 13-9-1936 |
6. En cuanto a su muerte, Fermín Goñi la sitúa el 13 de septiembre de 1936. Falso también. Justo ese día está allí Galbete recibiendo y saludando a los requetés que han tomado la ciudad de San Sebastián.
Es reconocido y es detenido. Comenta a su compañero de celda que "debe ser un error". Trece días después, el día 26, a las 20:30 es depositado en la oficina de correos un telegrama con destino a Mañeru con el siguiente texto: "Requetés Mañeru fusilaron Galvete" (sic).
Por tanto, tampoco es cierto que su hijo recogiera el cadáver el 16.
Fermín Goñi conoce los hechos mejor y antes (2005) que yo. ¿Por qué miente como un bellaco? ¿Por qué ningunea a Olegaria (Yo sí te creo)? ¿Por qué presenta como mártir al maltratador y asesino?
Mi explicación: Mola fue un mito en Navarra y su alianza con el Carlismo fundamental para el resultado de la Guerra Civil.
Hay que echar mierda sobre uno y otro como sea, aún a costa de la Historia.
Fermín Goñi El hombre de la Leica (pág. 479-81)
Entre los requetés que llevaba Beorlegui en lo que se denominaba el Tercio de Lácar (en realidad, varias compañías que sumaban unos dos mil soldados), había una columna que mandaba el capitán Ureta Zabala que la integran inexpertos carlistas y un antiguo seminarista que tiene un asunto personal que resolver.
Olegaria y Galbete, de novios |
Galbete, un hombre adinerado, librepensador y liberal sin condicionantes políticos, buscó todas las vías para anular su matrimonio y vivir en paz con su amante, a la que paseaba por la ciudad nada menos que en un De Dion Buton LB, un automóvil al alcance de una fortuna económica, pero no lo conseguía.
Harto por el rechazo de la sentencia del Tribunal de la Rota, se presentó en el Palacio Arzobispal, pidió conferenciar con el canónigo –al que consideraba autor del informe negativo por el que el tribunal desestimó la nulidad matrimonial– y, cuando estaban sentados los dos en un tresillo, sacó una pistola y le disparó un tiro mortal de necesidad sin que mediara discusión alguna. Después, salió por su pie del edificio y se entregó a la policía.
"Con su padre Ezequiel, su hermana Lola, mi abuela, en Archueta Junio 1925" |
Harto por el rechazo de la sentencia del Tribunal de la Rota, se presentó en el Palacio Arzobispal, pidió conferenciar con el canónigo –al que consideraba autor del informe negativo por el que el tribunal desestimó la nulidad matrimonial– y, cuando estaban sentados los dos en un tresillo, sacó una pistola y le disparó un tiro mortal de necesidad sin que mediara discusión alguna. Después, salió por su pie del edificio y se entregó a la policía.
El revuelo que se organizó fue tal que hasta el diario madrileño ABC le dedicó varias crónicas en días sucesivos y una página mostrando únicamente fotografías del lugar del crimen.
Pero Galbete, gran jugador de remonte, una especialidad de pelota vasca, logró que el tribunal que lo juzgó considerase que estaba enajenado mentalmente y la condena se tradujo, finalmente, en su internamiento en el manicomio de Pamplona. Meses más tarde logró que lo trasladaran a San Sebastián, y allí se las ingenió para salir del frenopático y residir en un hotel. No en uno cualquiera, sino en el mejor: el María Cristina.
Mola por Plaza del Castillo, noche 18 de julio, horas antes de proclamar la ley marcial. |
Tres días después su hijo Vicente, alférez en las tropas que se autodenominaban nacionales, recogió el cadáver y lo trasladó a Pamplona. A su padre lo habían asesinado sus propios correligionarios por una rencilla de tipo personal, ya juzgada en los tribunales de justicia.
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Quien, para criticar la sublevación del 36 en Navarra, tiene que recurrir a mentiras tan evidentes, da la impresión de que carece de argumentos de peso basados en la Historia.
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