"Luego tomó los cinco panes y los dos peces, pronunció la bendición, y se los dio a sus discípulos para que los distribuyeran entre la multitud" |
El cardenal
Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y de Tudela, lamenta que la “crisis actual” en Cataluña es “una verdadera insurrección
institucional, dirigida
desde el poder político, acompañada y potenciada desde abajo por un fuerte
sentimiento popular muy difundido, previamente cultivado”.
Fernando Sebastián en Vida Nueva
Fernando Sebastián en Vida Nueva
Soy
aragonés, pero he vivido quince años en Cataluña. Vic, Solsona, Valls. Es
decir, Barcelona, Lérida y Tarragona. Conozco un poco Cataluña y a los
catalanes. Tengo familiares y amigos en Cataluña. Leo literatura catalana. A
mis 19 años, hice mi tesis de Filosofía sobre la antropología de Ramón Llull
(tema apasionante, ¿no?).
Podemos ser amigas |
Quiero
decir que mis palabras son fruto del amor, del buen deseo y, también, del
dolor. No pretendo hablar desde posiciones políticas, casi ni eclesiales, me
basta con hablar humanamente, cívicamente, sinceramente.
Entiendo
que la crisis actual es, en un primer plano, política, y debe ser tratada
políticamente. Nos encontramos ante una verdadera insurrección institucional,
dirigida desde el poder político, acompañada y potenciada desde abajo por un
fuerte sentimiento popular muy difundido, previamente cultivado.
Cuando no sepáis qué decir, díalogo, mucho diálogo |
Muchos
catalanes, jóvenes y adultos, están convencidos de que les conviene separarse
de España. Piensan que les estamos maltratando y esta discriminación negativa
les da derecho a la secesión. Ellos lo viven como un derecho a la defensa
propia. Se lo han enseñado así durante treinta años.
No es
verdad que el independentismo haya comenzado ahora como consecuencia de una
cierta frustración democrática. El nacionalismo independentista comenzó a
finales del siglo XIX, durante la Primera República, con Almirall, Guimerá, la
Lliga Regionalista y las Bases de Manresa. Con el apoyo de algunos ilustres
eclesiásticos. Eran los tiempos de la industrialización y de la Renaixença
cultural.
Rosa d'abril, Morena de la serra, de Montserrat estel... ada... |
Los
nacionalismos, todos los nacionalismos, tienen un fondo de protesta, es como el
hijo mayor que se va de casa dando un portazo. Se van porque se ven
maltratados, no se sienten queridos. Pero a veces no se ven queridos porque
antes han sido egoístas, porque han creído que tienen más derechos que los
demás, porque no están conformes con lo que reciben en casa, aunque estén
recibiendo lo mismo, y a veces más que los demás. El nacionalismo es siempre
victimista, pero es victimista porque antes, y más profundamente, es egoísta,
se cree más que los demás y quiere más que los demás. Es egoísta e insolidario.
Pretende estar solo para vivir mejor.
El
nacionalismo es ruptura. Se quiera o no, desgarra el tejido social, enfrenta a
las personas, divide las familias. Por eso, solo es legítimo y moralmente
aceptable cuando resulta ser el único remedio contra graves injusticias
colectivas, de dominación o discriminación. Aquí se habla de 500 años de
convivencia. Pero son más. Cataluña formó parte no del Reino de Aragón, pero sí
de la Corona de Aragón, con el rey Ramiro de Aragón y el conde Ramón Berenguer,
desde el siglo XII.
Su compañero de celda se quejó: "esto es doble condena" |
La gente
iba y venía, compraba y vendía, se casaban y se ayudaban en lo que podían.
Luego vino la unidad de los Reyes Católicos. A Fernando le gustaba mucho estar
en Barcelona. Y, en la época moderna, las relaciones de todas clases se han
intensificado hasta borrar las fronteras étnicas y las diferencias idealistas.
Los catalanes están y negocian por todas partes. Y en Cataluña hay españoles de
todos los lugares de España.
Protestas contra el 155, aunque sea un autobús |
Poco a poco
hemos ido construyendo una sociedad común, con una identidad. común, también
con diferencias, pero con un gran patrimonio común, favorecida por las capas
más profundas de nuestra cultura. Territorio, romanización, cristianismo,
reconquista cristiana, unificación política, defensa contra las ambiciones
napoleónicas, lucha contra las revoluciones y dominios marxistas. Venir ahora a
hablarnos del derecho de autodeterminación es vivir en otro mundo. O no querer
enterarse de lo que uno tiene a su alrededor. Tenemos que vivir en la realidad,
no en la burbuja de nuestras fantasías.
Ya va "madurando" el procés |
Durante el
período democrático, con el Estado de las Autonomías, el nacionalismo catalán
ha aprovechado las competencias recibidas para construir la "estructura
nacional", como decía Jordi Pujol ya en 1980. Y han intentado construirlo
con tenacidad. Aprovechando con habilidad la debilidad de los gobiernos
centrales. Poco a poco, ladrillo a ladrillo, han ido reuniendo los materiales
que necesitaban. Y los gobiernos del Estado no tenían más remedio que ceder y
pactar para poder gobernar. Habría que revisar muchas cosas. La raíz política
del mal está en nuestra misma legislación.
A las chicas que mienten no les quiere nada el Niño Jesús |
Pero,
ahora, el problema no es únicamente político. A lo largo de estos años de vida
democrática se ha convertido en un problema social y cultural. Esta ampliación
cultural del independentismo ha venido por dos cauces: la educación y los
medios de comunicación, dirigidos y manipulados desde el poder autonómico.
Y algo
tiene que ver también en todo esto la descristianización galopante que está
sufriendo Cataluña en estos años. El independentismo descristianiza y la
descristianización favorece el independentismo. No valen las argumentaciones
ideológicas. Hay que atenerse a la realidad.
Curar
también el espíritu
En clase de Formación del Espíritu Nacional |
Si esto es
verdad -yo así lo creo-, la crisis actual no se podrá resolver solo desde las
instancias políticas: hará falta una cura espiritual, cultural. Serán
necesarios bastantes años de buenas relaciones y de buen gobierno, con claridad
y paciencia, para convencer a los catalanes separatistas de que les queremos,
de que pueden estar bien en España, de que no les robamos ni despreciamos su
lengua, que es también nuestra, ni sus tradiciones, ni sus innegables valores.
Engañar y frustrar a millones de personas |
Entiendo
que ahora, durante un tiempo, Cataluña necesitaría un período de tranquilidad,
en el que se multipliquen los contactos, los encuentros, las explicaciones,
todas las atenciones posibles que sean justas y razonables, que vayan sanando
la mentalidad social y cultural de los catalanes en lo referente a sus
relaciones con el resto de España.
Para lo
cual se requiere un cambio profundo en varios puntos:
– catalanes
y no catalanes tenemos que convencernos de que nadie es ni más ni menos que los
demás ciudadanos españoles;
– en
Cataluña tendrán que ver que están recibiendo un trato justo, normal, sin
discriminaciones, pero también sin privilegios;
– y esto
tiene que ir entrando en la sociedad catalana desde una enseñanza objetiva,
imparcial, no manipulada, y con unos medios de comunicación igualmente
objetivos, no sectarios, ni subvencionados ni teledirigidos.
Brutaldad policial |
Si no se
hace esto, o algo parecido, se haga ahora lo que se haga, dentro de pocos años
volveremos a estar en las mismas. Los catalanes son tenaces y muy amantes de
sus cosas. Y tienen todo el derecho del mundo. Me asustan un poco los melindres
democráticos de algunos políticos que quieren una intervención reducida y
cortita. Habrá que hacer lo que sea necesario. ¿O no? Esta crisis es una gran
oportunidad histórica. No podemos perderla.
Cómo se
puede y se debe hacer algo de todo esto es ya una cuestión práctica, política,
en la que prefiero no entrar. Termino diciendo a mis amigos catalanes, a todos
los catalanes: os quiero, os llevo en mi corazón, sois parte de mi vida. Rezo
por vosotros. Quedaos en casa, estaréis mejor. Estaremos todos mejor.
Vida Nueva,
nº 3.056 (octubre-noviembre 2017)
2 comentarios:
¿Es el mismo Sebastián que, cuando era obispo de Pamplona, clamó contra la insumisión al servicio militar hasta una semana antes de que se acabara con la mili obligatoria?
Sí, el mismo. Seguramente era consciente de que gran parte de la oposición, aquí en Nafarroa, al Servicio Militar Obligatorio la promocionaban quienes lo hacían al grito de "Servicio militar, en ETA Militar".
Fernando Sebastián no era tonto y veía divinamente (nunca mejor dicho) lo que la mayoría no nacionalista veíamos humana, pero nítidamente
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