José Ignacio Palacios nos relata el asesinato de Joaquín Ímaz, cómo era la situación de España y Navarra cuando lo mataron y una experiencia muy personal: su enfrentamiento con el fotógrafo del Egin, José Zaldua.
Os recuerdo que hoy domingo 26, a las 7 de la tarde, en el aparcamiento de la Plaza de Toros, podremos saludar a Carmen Imaz, la hija de Joaquín, a quien asesinó ETA allí mismo, hace, hoy exactamente, 40 años. Nos vemos allí.
Después de jugar unas partidas de cartas
con sus amigos, el pamplonés Joaquín Imaz, comandante de Infantería y jefe de
la Policía Armada en Navarra, caminó hacia su coche, que estaba aparcado cerca
de la plaza de toros de Pamplona.
Junto a su coche fue asesinado de nueve tiros. Eran las 22,15 horas del sábado 26 de noviembre de 1977. Imaz, que dejó viuda y una hija de 7 años, abrió así la larga lista de víctimas mortales de ETA en Navarra a la que, hasta mayo de 2003, se incorporarían otras 41 más.
Junto a su coche fue asesinado de nueve tiros. Eran las 22,15 horas del sábado 26 de noviembre de 1977. Imaz, que dejó viuda y una hija de 7 años, abrió así la larga lista de víctimas mortales de ETA en Navarra a la que, hasta mayo de 2003, se incorporarían otras 41 más.
Imaz cayó tan sólo unos días después de
que se aprobara la segunda amnistía en menos de quince meses con las que, como
diría el presidente Adolfo Suárez, “se iba a lograr un compromiso histórico, un
pacto de Vergara, una solución política que iba a detener el río de sangre”. No
fue así y esas amnistías tan sólo sirvieron para borrar la huella de los
crímenes y para que ETA siguiera matando.
Paradójicamente, entre 1968 y 1975, con Franco vivo, ETA cometió 45 asesinatos, mientras que en los siete años siguientes - 1976 a 1982-, mató a 330; una media de 47 al año, a las que habría que añadir los heridos, los mutilados, los extorsionados y los que, para no caer abatidos de un balazo en cualquier rincón de su tierra, tuvieron que exiliarse del País Vasco o de Navarra. Sí, ésta fue la respuesta que ETA dio al hecho de que se aprobara la Constitución, se le concediera al País Vasco el Estatuto de autonomía, empezaran a funcionar el Parlamento y el Gobierno Vasco y se aprobaran los conciertos económicos, con lo que Guipúzcoa y Vizcaya dejaron de ser “provincias traidoras” para convertirse en la Comunidad con el mayor nivel de autonomía política de Europa.
Paradójicamente, entre 1968 y 1975, con Franco vivo, ETA cometió 45 asesinatos, mientras que en los siete años siguientes - 1976 a 1982-, mató a 330; una media de 47 al año, a las que habría que añadir los heridos, los mutilados, los extorsionados y los que, para no caer abatidos de un balazo en cualquier rincón de su tierra, tuvieron que exiliarse del País Vasco o de Navarra. Sí, ésta fue la respuesta que ETA dio al hecho de que se aprobara la Constitución, se le concediera al País Vasco el Estatuto de autonomía, empezaran a funcionar el Parlamento y el Gobierno Vasco y se aprobaran los conciertos económicos, con lo que Guipúzcoa y Vizcaya dejaron de ser “provincias traidoras” para convertirse en la Comunidad con el mayor nivel de autonomía política de Europa.
Josetxo Zaldua es ahora editor jefe de este diario mexicano |
[Nota de Desolvidar: os aconsejo vivamente que echéis una ojeada a esta entrevista que le hacen a Josetxo Zaldua muy recientemente, en enero de 2017, en la que habla de su paso por ETA]
Cuando Imaz fue asesinado, el presidente
Suárez negociaba en secreto con el PNV la incorporación de Navarra a Euzkadi.
Por eso, unos días después, el 3 de diciembre, los navarros llenamos las calles
de Pamplona con el lema de “Navarra si, Euzkadi no”, en una manifestación en la
que la UCD de Navarra ni estuvo ni se le esperaba. Tampoco estuvieron los
socialistas navarros que estaban integrados en el Parttido Socialista de
Euzkadi, concurrían de la mano del PNV a las elecciones y en su sede de la
Plaza del Castillo ondeaba la ikurriña.
Cuando Imaz fue asesinado, los familiares
de las víctimas, además del dolor por su pérdida, se encontraban con el vacío
de la sociedad. Esto le sucedió a su propia familia. Muchos conocidos se
cruzaban de acera para que no les relacionaran con ellos. A su viuda no le
atendían en los comercios. Su hija no pudo hacer la comunión en el colegio con
sus compañeras, y sus amigas no querían ir con ella porque sus papás no les
dejaban, ya que tenían miedo. Sí, como a muchas otras familias, el mundo se les
rompió y tuvieron que intentar rehacerlo fuera de su tierra.
Desde la muerte de Imaz las cosas
siguieron igual durante muchos años, hasta que aparecieron las asociaciones y
los movimientos ciudadanos que tanto bien han hecho a las víctimas del
terrorismo y que sirvieron para defenderlas y para ir poniéndolas, poco a poco,
en el lugar que les correspondía. Pero, desde su asesinato, ETA ha matado a 800
personas, ha herido a más de 2.500, miles son las que han tenido que llevar
escolta y unas 10.000 han sido las extorsionadas. Por eso, ahora, cuando se
cumple el 40 aniversario de su muerte, conviene que los que lo vivimos lo
recordemos y que las nuevas generaciones conozcan lo que sucedió en este país
no hace tantos años.
José Ignacio Palacios
Zuasti es ex concejal de Pamplona y ex parlamentario foral (UPN-PP)
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