viernes, 26 de enero de 2024

Don Silverio Hualde, el cura de Lezcairu

El Lezcairu de toda la vida, en 2009
ENTREVISTA (Revista "Al revés", marzo 2021)
Silverio en la plaza
de las Dominicas
Silverio Hualde Pérez: "Lezcairu me devolvió multiplicado lo que le di"
"Siento alegría al ver aquellas casas de El Soto renovadas. Me recuerdan a unos vecinos que lo dieron todo. ¡Aquello fue una familia!"

Silverio, que tiene en la actualidad (marzo 2021) 85 años, en la plaza donde estuvo la huerta de las Dominicas, en el barrio de San Juan de Pamplona, donde vive con una hermana.

Cuando se construyeron las primeras casas del Soto de Lezcairu, en 1958, la parroquia de Cristo Rey adquirió una bajera y un piso. La intención: acoger a los feligreses del barrio. De esta manera, Cristo Rey nombró sucesivos coadjutores para Lezcairu. Silverio Hualde fue el segundo de ellos y acompañó a aquellas gentes de 1964 a 1979. "Ahora -como indica el propio Silverio- este cura, sin moto y con 85 años, ya no es el mismo. Pero es maravilloso revivir los mejores años de mi vida, pues me siento presente en medio de esas buenas personas, con la juventud inicial".

Antes de nada, preséntate, Silverio...
Soy Silverio Hualde Pérez, tengo 85 años (ahora 88) y nací en Vidángoz (Valle de Roncal). Yo recuerdo que de pequeño quería ser como el cura de mi pueblo: ésa era mi vocación; además, en Vídángoz había varios seminaristas y eso me animó definitivamente, así que estudié en el Seminario de Pamplona durante 12 años, hasta que salí de allí y fui a Urraúl Bajo (Sansoain, Ozcoidi, Nardués).

¿Lo siguiente ya fue ir a la Parroquia de Cristo Rey?
1964: recién terminada AMP
Sí, llegué como coadjutor en 1964, con 29 años de edad. Desde el principio, entre mis actividades más importantes estaba "ocuparme" del Soto de Lezcairu, donde celebraba Misa los domingos, hacíamos catequesis, clases de recuperación, encuentros con jóvenes, vida social...

¿Qué tal le recibieron aquellas gentes?
Fue muy fácil para mí integrarme en la vida del barrio, y acompañé con mí presencia al desarrollo y la evolución de un núcleo naciente: gente joven, con muchos niños. Me acogieron muy bien y entre todos fuimos mejorando la vida, los nexos... Nos implicamos todos en la mejora y el desarrollo de la vida social. Muchos, al ver mi cercanía y cariño hacía ellos, me devolvieron multiplicado lo que yo les di a ellos.

La mejora del campo de fútbol fue un hito importante...
Silverio, Paco, Salvoch, Morales, Pepito, Patxi,
Javier, Fernando Blas, Gascue, Ricardo, Sabino,
Antonio, Morales, Pablo
Sí, aquello articuló gran parte de la vida social. Comenzamos mejorando las condiciones del Campo de Fútbol del Ayuntamiento, anexo a nuestro barrio; hicimos vestuarios, pusimos porterías, echamos tierra y arena para evitar el barro... Recibimos una subvención y hay que destacar una participación popular ejemplar: se hizo todo en auzolán. Recuerdo el día que inauguramos, con un partido entre solteros y casados; la cosa acabó en empate. Yo jugaba de delantero, siempre he tenido mucha afición, y algún gol creo recordar que marqué (risas). Los jóvenes me presionaban para participar en el Trofeo Boscos, así que también fundamos el Club Deportivo Lezcairu, que en 2018 cumplió 40 años; había afición y muchos de ellos jugaban bien.

El piso de la Parroquia también fue crucial...
Guillén 2002 Campo de ofita
Era uno de los lugares sociales y culturales del barrio: servía para clases de recuperación, catequesis, encuentros de jóvenes, asociación de vecinos... había mucho por hacer y muy pronto se implicaron jóvenes y mayores, de una manera ejemplar. Así las cosas, yo me dediqué a esa labor con mucho interés y cariño; hacía falta; y mi presencia era positiva y bien acogida por parte de todos.

¿Qué poso le queda de aquellos años?
Fui feliz, todas aquellas personas siguen presentes en mi vida.

También surgen las fiestas...
Sí. Había costumbre (más que centenaria) el Día del Pilar (12 de octubre, pincha), de que la gente de Pamplona bajara al Soto a merendar. Por ese motivo, los jóvenes, apoyados también por los mayores, comenzaron a celebrar las fiestas del Pilar. El primer año trajimos un acordeón y juegos para niños. La piñata no duró ni dos minutos (risas)... ¡Qué bonito fue aquello! Era 1970, y el acordeonista vino de Badostáin.

El barrio tenía carencias
Claro, como todo lo que está en formación. Junto con la Asociación de Vecinos, fuimos varias veces al Ayuntamiento de Pamplona para pedir que nos pusieran Villavesas. Al final, nos pusieron un servicio al día, que no era poco. Por aquel entonces contábamos 96 vecinos en los bloques de casas, y algunas casas sueltas de otros habitantes del lugar, en total unos 110 vecinos.

Ha pasado el tiempo...
A la dcha, el Monte de las Aguas
¡Y tanto que ha pasado! Este cura, sin moto, sin Vespa (en aquellos años llegaba al barrio en moto, la dejaba al cuidado de los niños del lugar, y cuando volvía estaba intacta) y con 85 años, ya no es el mismo... no puedo bajar como antes a revivir sin duda los mejores años de mi vida, pero me siento presente, en medio de esos vecinos, con la juventud inicial.

¿Cómo fue su marcha?
El Obispo nos cambiaba de parroquia a los curas según necesidades, y yo fui destinado a San Fermín. Después a San Juan Bosco y finalmente a San Saturnino, donde estoy desde 1999, hace 22 años. A los vecinos de Lezcairu y a mí nos habría gustado continuar más tiempo disfrutando de nuestra convivencia, pero hay que atender a todas las parroquias... El coadjutor que me sustituyó fue también muy querido, Juan Martín Seminario, que estuvo hasta 1994 y ya ha fallecido. Fue un regalo del cielo para Lezcairu. Con mi ausencia, el barrio siguió creciendo.

¿Qué le parece Lezcairu hoy día? ¿Se ha acercado a verlo?
2023, revestidas y con ascensores
Sí que he bajado a pasear alguna vez. Para mí es una alegría grande la nueva cara de las casas antiguas del barrio, del Soto, del embrión de lo que es hoy un gran barrio. Esas casas me recuerdan a unas gentes que lo dieron todo. También quiero decir que los nuevos vecinos tienen mucha suerte con los servicios con los que cuentan ahora, y que espero que continúen soñando en Lezcairu, como lo hicieron sus antepasados. ¡Porque aquello fue una familia!

¿Algo que añadir?
Sí, resaltar para que se tenga en cuenta que, como en tantas cosas de la vida, lo más importante no se ve. Queda oculto. No se ve la riqueza de las relaciones humanas creadas... Utilicé este texto para el 40 aniversario del C.D. Lezcairu, celebrado en 2018, y me ha parecido bonito recordarlo.

2 comentarios:

Carmelo dijo...

Bonita historia de barrio, gracias Pachi por desolvidar.
Navrazon

desolvidar dijo...

Un hombre excepcionalmente sencillo de quien todavía puedo seguir disfrutando