Últimos rayos de sol en la Nueva Plaza de Toros 1923 Zaragüeta |
Hace cien años, con motivo del V Centenario del Privilegio de la Unión, Pamplona tiró la casa por la ventana: hubo Corrida de Toros: siete de Viuda de Zalduendo para Larita, Villalta y Fuentes Bejarano. Y como en Pamplona no puede haber corrida sin Encierro, se puso el vallado para un solo día.
Mi amigo Javier Azqueta me ha mandado la documentación pertinente:
Javier Azqueta. Entradas Encierro y Corrida 09-09-1923 Unión de los Burgos |
Y tanto él como yo nos nos hemos quedado pasmados de que se pusiera (y quitara) el vallado para un solo día. Seguramente será la única vez en la Hª del Encierro. Más vale que no era el doble vallado actual
Aquel encierro bien pudo ser como éste, con fotos de Rouzaut de los años 20:
Cándido Testaut se despide con un "¡Y hasta dentro de cien años!", como retando al Ayuntamiento de hoy -el del VI Centenario- a ver quién celebra mejor la Unión de los Burgos. Y aunque muchos hemos echado en falta una Corrida con su correspondiente Encierro, y sin desmerecer el espectáculo de los drones, la invitación a los reyes de España desde Alcaldía, por primera vez en 600 años y precisamente en estos tiempos tan revueltos para nuestra Democracia, es sin duda la mejor celebración.
¡Viva la Alcaldesa, viva el Rey!
La crónica completa la tenéis al final, con una imagen del encierro (volteada, por cierto), otra de los embolados y un resumen de la corrida en pareados.
Yo os ofrezco, en texto, un resumen de los aspectos más chispeantes de la crónica.
Las fiestas del Quinto Centenario de la Unión de los Burgos
De la noche a la mañana
Por otro lado, los cantadores de Peralta, llevando tras de sí un gran núcleo de trasnochadores, cantaron al son de sus guitarras de ronda la bravía Jota Navarra, poniendo en sus coplas todo el entusiasmo de su temple ribero.
Unas veces aludiendo a Carlos el Noble por la Unión cuyo centenario se celebraba; otras, a las mozas guapas de la tierra, tema principal de tantas coplas; otras, a las personalidades ilustres que ha dado Navarra, al sol, a la luna, al buen vino... con temas inacabables, todos improvisados y castizos, fueron los de Peralta de un lado para otro, incansables y enardecidos por los aplausos que se les prodigaron derramando la gracia de sus cantos copleros, poniendo en los temas de sus jotas toda el alma de su temple ribereño y la suavidad e ironía de sus improvisaciones, que unas veces tenían la altivez retadora de una bravata y otras el amoroso contraste de un madrigal. Fueron los de Peralta los rondadores más castizos de los muchos que pululaban con el estrépito de sus ruidos durante la noche del sábado al domingo que tanto nos hizo recordar las de San Fermín.
Dianas y encierro
Zaragüeta."Los de Siempre" 1930 ca.Museo Navarra |
Para las seis y media se repitió lo que solo ocurre en Pamplona: que de diez a doce mil almas se echan a la calle atraídos por el sugestivo influjo de presenciar el encierro de los toros, tan viejo por los muchos años que viene celebrándose y tan nuevo por la novedad que ofrece siempre este espectáculo matutino.
Momentos antes de la hora señalada para el encierro ofrecía la plaza de toros el mismo pintoresco aspecto que por fiestas.
Los tendidos completamente llenos, en los palcos y gradas algo menos de lo que suele verse por San Fermín y en el ruedo el mismo tropel de siempre.
A las siete en punto, al disparo de un chupinazo, salieron los toros de Zalduendo del corralillo de Rochapea y precedidos de una gran muchedumbre llegaron a la plaza tocando materialmente -los últimos que corrían- los cuernos de la manada.
Así ocurrió que al entrar en el ruedo cayeron al suelo cuatro o seis de los que, más que corriendo, iban empujados por los toros y no ocurrió nada.
Rouzaut, años 20, Estafeta final |
Los diestros
El sonriente Larita se conquistó la simpatías del público porque estuvo voluntarioso y valiente.
A su primero, después de lancearlo apretadamente, le adornó el morrillo con un par doble.
Por cierto, que al salir perseguido por el cornúpeta, el diestro quiso ganar la barrera saltando por encima de un burladero y la tripita no se lo consintió. Menos mal que el cornúpeta se entretuvo con los que se hallaban en la calleja.
Previos unos pases, más eficaces que vistosos, Larita agarró una gran estocada de la que el colorado cayó como una pelota.
El regordete escuchó muchas palmas
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