miércoles, 20 de septiembre de 2023

El Biru, Petete y el Maestro Bravo

Para empezar, esta foto aérea del Baluarte de Labrit que permite apreciar que el punto más alto -a pie de calle, pisando tierra- de la antigua Pamplona no es la chincheta del Bar Bilbao ni la Plaza del Castillo (arriba izquierda) ni el atrio de la Catedral (arriba derecha)... sino el Biru, este baluarte llamado oficialmente de Labrit.
"Eres más falso que la chincheta del Bilbao"
De niños, en los años 50 nos referíamos a él como "el Biru", con toda naturalidad. Me di cuenta de que era un localismo de cuatro calles de la Navarrería, cuando el propio don Martín Larráyoz, en un trabajo sobre la toponimia de Pamplona, me preguntó de dónde había sacado ese nombre. 
Hace unos años (2014) me enteré por fin: el nombre de Biru es una abreviatura de Birugarte, la manera -sui géneris- que tienen los gitanos de la Merced (Tejería, Dormitalería...) de pronunciar la palabra "baluarte". 
Considero un tanto rebuscada -aunque graciosa- la opinión de Elías Martínez de Lecea quien asegura que viene de "ver Huarte" y lo escribe con "v", "Virugarte". Yo pienso que la cosa es menos complicada: si a la "furgoneta" le llaman "fregoneta", al "baluarte", "birugarte". Y no hay mayor misterio. Además, los 13 de Tejería (que de esto saben un rato) también lo escriben con "b".

P'habernos matau
Esta foto, de 1955 ca. (pincha, hay dos, la 2ª) nos presentan las cañoneras del Biru, que parecen recién arregladas. Y, efectivamente, he dado con esta otra, de 1950, con las que miran a la Catedral totalmente arrasadas:
Zubieta y Retegui 1950
Paqui, en la cañonera de Petete
Cuando ya empezamos a ser mocicos (6, 7, 8 años), no teníamos mejor ocurrencia que recorrer todo el perímetro del Biru saltando las cañoneras y volviendo al punto de partida. Entre ida y vuelta, creo que eran 36. Toda una hazaña. Había una a la que teníamos mucho respeto porque era más ancha que las demás. Era la 2ª, empezando por la entrada antigua al recinto.
Un día me retrasé y, cuando salía de casa para ir al Biru, vi a mi amigo Petete que volvía a la suya, en el Arcedianato, acompañado por su hermana Jubi. El pobre Petete venía llorando y ensangrentado. Se había caído ¡en la 2ª cañonera!
En 2015 fui a una visita guiada (pincha) al baluarte actual y, al ver la altura de las cañoneras, me quedé alucinado de cómo no se mató.
Y es que no veíamos el peligro.

Bravo por Bravo (don Gumersindo)
Ahora que me fijo, en una de las cañoneras de la foto del 55, hay una perrica que, nada más verla, me ha recordado a la que entonces tenía Bravo. Se decía que le daba pasteles, lo que provocaba la indignación y la envidia de todos nosotros. Y la antipatía hacia Bravo.
Antipatía que aumentó con esta otra anécdota:
Fani era una chica muy guapa y, un día que estaba ella en el Redín con tres amigas mayores, quise llamar su atención. Como no podía tirarle los tejos (ya que ese árbol no se daba en el Redín), busqué una piedrecita sin aristas, lo más redondita posible (poco más que una canica) y la lancé rodando por el suelo hacia el grupo de amigas. Con tan mala fortuna que la piedra dio en el tobillo de la hermosa Fani, quien rompió a llorar.
El Maestro Bravo y su banda
La respuesta a mi cariñoso mensaje vino por parte de Gumersindo Bravo, sí, el Maestro Bravo, quien, erigiéndose en portavoz del grupo de amigas, dejó de lado las corcheas y me lanzó un par de pedruscos (que esquivé mientras corría hacia la Plazuela de San José), acompañados de una palabra que no entendí: "¡cafre!"
Según escapaba, me decía a mí mismo: "será cofre, se habrá equivocado". Pero, ya en casa, enseguida mi hermano mayor, que siempre fue muy sabio, me ilustró: "son una tribu africana muy bestia".
Pero esa antipatía se esfumó unos pocos años más tarde.
Me llevé una agradable sorpresa (¡a éste yo lo conozco!) cuando comenzó a animar con su Banda la tensa espera en la Plaza de toros de la llegada del encierro. Corrían ya los años 60 y allí estábamos con nuestros 12, 13, 14 años coreando y jaleando las interpretaciones de aquella simpática banda.
Entre todas las melodías había una que el Maestro se empeñó en enseñarnos a toda la plaza. ¡Y vaya si lo consiguió! Hoy todavía la recordamos todos los hermanos. Y hasta Nacho (que nació en el 64) se la sabe requetebién.
Si la antipatía se esfumó con la Banda de Bravo, mi admiración hacia él subió muchísimos enteros cuando me enteré de que era el autor de la música de la jota "La Javierada"
Sabía que la letra de esta jota era de Valeriano Ordóñez, pero ni imaginaba que la música fuese del Maestro Bravo. Esta jota, de doble estrofa, me parece una de las más bellas y, sin duda, la mejor de las dedicadas a la Marcha a Javier. 
Y no te digo nada de la magistral interpretación que hicieron en 1960 Los Iruña'ko y que podéis ahora escuchar. La voz, del tenor Enrique Abad; el barítono que le hace el dúo, Iñaki Astondoa:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias!!!!