sábado, 10 de junio de 2023

Leña al moro

El 6 de agosto de 1997, Fermín Cacho y Reyes Estévez iban a disputar la final de los 1.500 del Campeonato Mundial de Atletismo de Atenas. Sus principales rivales en la lucha por el ORO eran el marroquí El Guerrouj y el argelino Morceli. 
MARCA tituló en portada: "LEÑA AL MORO".
Un detalle que nadie comenta es que Fermín Cacho -zorro él- se subió a un montículo de piedras para estar -y ni aún así- a la altura de Reyes Estévez. (
Inevitable no recordar a Tomás Belzunegui, mi abuelo materno, cuando quedó "a vistas" en Santa Fe, al ver acercarse a aquella mocetona que sería mi abuela. ¡Se subió a una topera!)
El Guerrouj ganó la prueba, Fermín Cacho fue segundo, Reyes Estévez fue tercero y Morceli, vencedor en las ediciones de 1991, 1993 y 1995, quedó cuarto. En su edición del 7 de agosto de 1997, MARCA tituló en portada: "MORO, PLATA, BRONCE" (David Mosquera):
Dar caña; dar cera;  dar garrote; dar leña; dar tralla; pero alguien debe tirar de gatillo; repartir estopa; si la ven, quémenla en leña verde...
Las dos expresiones con sendos enlaces en rojo (pincha) me han costado serios disgustos. Y la de "dar garrote" me llevó a una discusión surrealista con un entrenador de atletismo que animaba a sus corredoras al grito de "¡¡¡dale garrote!!!". Recién había publicado las 4 entradas sobre la injusta ejecución de Toribio Eguía, la última pública (en la Vuelta del Castillo), a quien dieron garrote. Estaba muy sensibilizado.
Le envié esta foto de la dcha. y lo que decía la RAE: 
"Ejecutar el suplicio o el tormento de garrote (procedimiento para ejecutar a un condenado comprimiéndole la garganta con una soga retorcida con un palo, con un aro metálico u oprimiéndole la nuca con un tornillo)".
No hubo manera. Siguió impertérrito. Me dijo que ese grito motivaba a las corredoras. 
Exactamente la misma excusa para poner por megafonía "No hay tregua" en el Sadar, con ese odioso "pero alguien debe tirar de gatillo".

"Leña"                                                                                    José María Romera DN 10/06/2023
En el examen de Lengua de la EvAU cayó un artículo de Najat El Hachmi titulado Leña al moro, y preguntaron a los estudiantes cuál era el sentido de la expresión. 
El contexto ayudaba: había sido escrito a propósito del partido España-Marruecos del Mundial de Qatar y se refería a un hashtag injurioso que circuló entonces por las redes. No hace falta haber recibido muchas clases sobre registros lingüísticos y usos coloquiales para ver que no se trataba de un fino hallazgo poético sino más bien de un vómito con tintes racistas, tal como denunciaba la autora. 
Sin embargo, intuyo que los examinandos se habrán quedado en eso, sin indagar en la raíz de la expresión. Se trata de un enunciado exhortativo que en origen invitaba a apalear a un simio, probablemente para que obedeciera las órdenes de su dueño y ejecutara debidamente el número de circo al que estaba destinado. De ahí las fórmulas ampliadas del tipo “Leña al mono hasta que baile/cante”. 
Con el tiempo, el giro debió de sonar bien en medios policiales y no tardaría en incorporarse, ya en el orden metafórico, a la jerga del ramo para aplicarlo a situaciones más bien siniestras que el lector puede imaginar aun no habiendo visitado nunca los calabozos. 
En 1993 ya había un Leña al moro en Antena 3
Que finalmente pasara al ámbito del deporte era cuestión de tiempo, dado que el ingenio del graderío no conoce límites. Pero lo que no se suele mencionar es que el cambio de “mono” a “moro” no fue un hallazgo creativo de la masa anónima, sino obra de algún redactor deportivo tan amigo de las paronomasias como desafecto al mundo magrebí. 
Ocurrió concretamente en el Mundial de Atletismo de Atenas de 1997, antes de la final de los 1.500 en la que partían como favoritos Cacho, Morceli y El Guerrouj. Ese día los lectores del Marca desayunaron con una portada donde se podía leer, en tipografía chillona y a toda página, “Leña al moro”, una variante del clásico ‘a por ellos’ en versión desinhibida que a partir de entonces hizo fortuna entre los sectores más energúmenos de las aficiones. 
Habrá que recordárselo a esos cronistas deportivos que ahora se rasgan las vestiduras ante las manifestaciones de racismo en los estadios, como si les hubieran pillado por sorpresa. 
Quizá la prensa futbolera debiera empezar por mirarse al espejo.

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