jueves, 3 de noviembre de 2022

Epifanio Aldunate, huertas y riadas (2)

Cambiando aves por verduras, el Epifanio

HORTELANOS Y HUERTAS DE LA ROCHAPEA 8 oct. 1998          por J.M. Iriberri
¡Seguridad, por favor!
La casa y la huerta de la Parra, la de Epifanio Aldunate, eran de las más viejas de Errotazar. Su historia es la del barrio, de cuando la calle se llamaba Rochapea, porque apenas había más. Jubilado de una tierra que tampoco fue suya, el hortelano seguía sube y baja, como siempre, por Santo Domingo, fiel a sus pasos y a su paisaje. Iba a comprar a la plaza, a misa a San Cernin y al pleno al Ayuntamiento. En los bancos municipales le conocí. 
Quise hacerle una entrevista-río para contar historias que, sin él, definitivamente se perderán. Se negaba siempre, «no vayan a pensar que me chuleo». Si le citaba alguna vez aquí, le preocupaba el «qué dirán mis vecinos». Pero fue escribiendo papeles, y «cuando yo me muera, tú verás». 
La Parra (flecha), junto a la "presa en cuña"
En uno de ellos contaba la historia de la huerta y la casa de la Parra. La copia de una escritura firmada por Bernardo Azanza. Daba noticia de que «como apoderado de Don Manuel Mayora he recibido de Francisco Tejada y Laquidáin mil ciento veinte y tres reales vellón, lo mismo que, según tasación, han importado las hortalizas de que se halla vestida una huerta del primero y que la ha tomado en arriendo el segundo. Pamplona, cinco de junio de mil ochocientos sesenta y siete». 
La parra echa raíces en la fachada de la vieja casa. Francisco Tejada se casa con María Setuáin Errea. Viuda, María vuelve a casarse y tiene dos hijos más: Victorino y Fermina. Esta se queda en la casa y en 1900 contrae matrimonio con el burladés Joaquín Aldunate. Tuvieron siete hijos. Al cuarto, nacido en 1910, le bautizan con el nombre de Epifanio. Él y Benito cultivaron la huerta hasta 1989, el final del arrendamiento.
Durante los años treinta y cuarenta, cuando Errotazar era la gran despensa de Pamplona, Epifanio Aldunate anotó hasta dieciséis nombres de agricultores en huertas emblemáticas como las de los Huici («Semillas y flores»), «Tipula», la de Hilarión Berasáin (en la calleja de «Chancharrana», hoy de los cutos); las de «La Puri», «Mochorro», el «Obispo», «Lorea». Y los viveros municipales, que estuvieron en lo que luego sería la fundición Sancena. 
(pincha, que ésta lleva mucho trabajo)
Casas con establo para la mula y, si acaso, la vaca, y un corral con conejos, gallinas y el cuto. A la huerta le sacaban toda clase de verduras (lechugas, borrajas, bróquiles, cardos, puerros, cebollas) y frutas como peras, manzanas, nueces, avellanas, membrillos, pomas, higos. A la tierra le sacaban de todo, me contaba Epifanio, porque aprovechaban hasta los caminos para cultivar crisantemos de Todos los Santos, claveles de fiestas, rosas y margaritas de regalo. 
1. Monasterio Viejo de San Pedro 2. Prado de la Cera
3. Casas de Mina 4. Casa de Vergara, que casi tapa a la
Casa del Obispo 5. Casa de la Parra 6. Fábrica de fideos
 "La Navarra", de Armendáriz 7. Desembocadura del Canal 
8. El Polvorín 9. Capuchinos 10. Molino de Alzugaray 
(antes, de la Pólvora) 11. Recorrido del Canal 12. Mitad 
derecha de la Presa en cuña del Molino Viejo
A la tierra, y al río Arga, el río de la vida; que la huerta daba unos meses del año pero había que comer los doce. Los hortelanos hacían cestos con mimbres, para vender y para pescar con trampas madrillas, anguilas y todo lo que entrara durante la noche para salir a la venta, por la mañana, en el mercado. 
De lunes a lunes: las fiestas de guardar no eran para los hortelanos. A dormir con el crepúsculo, y Santo Domingo arriba, antes del amanecer. Pero les quedaba ánimo para pagarse la música de la plaza del Arriasco, por San Lorenzo, el patrón del barrio, porque pertenecían a esa parroquia; y para fundar un «Rochapeano» (1925 ca.) que jugaba al fútbol en lo que hoy es arboleda de la Taconera. 
1927 Galle 1. La Parra  2. Vergara 3. Prado Lana
La tierra era una amiga sacrificada y fiel, bien regada por el canal de San Pedro. Exigía mucho pero cumplía siempre. En cambio, el río se crecía en traiciones desoladoras. Si venía de noche, no siempre daba tiempo de salvar el corral. Entonces Errotazar era una laguna y los Ayarra del Molino Viejo, debajo del corralillo, que ya no molía nada, iban en barca, de casa en casa, repartiendo el pan. Epifanio Aldunate anotó en un cuaderno las «Grandes riadas que he conocido y otras anteriores a mi existencia». Conoció la del 27 de noviembre de 1930, que se llevó por delante el puente del tren Plazaola.
La muerte y la ausencia de Epifanio han inundado de recuerdos el barrio.

3 comentarios:

Carmelo dijo...

Grandes recuerdos nos traes en esta entrada, Pachi.
La foto panoramica, magnifica, cuantos te agradecerán la ubicación de todas las casas y empresas, muy interesante, Pachi.
Navrazon.

Anónimo dijo...

¿Bróquiles?

desolvidar dijo...

Sí, yo también lo he mirado y ambos términos son lingüísticamente correctos. Debe de haber alguna pequeña diferencia entre ellos