sábado, 19 de noviembre de 2022

"Canto de Altobiscar": el mayor fraude de la literatura vasca (act.)

Roncesvalles, a los pies de Ibañeta
Esta entrada la hice en 2012 y la he ido actualizando según iba consiguiendo más datos y documentos. El impresionante montaje de la presentación de La mano de Irulegui y las reacciones inmediatas (euskera oficial en toda Navarra reclamado por Euskaltzaindia...) me aconsejan volver a presentarla para pedir prudencia, especialmente en las consecuencias del hallazgo

Actualización 27.02.17
Hay algunos errores en DN. Leed esta entrada. 
¡Quién me iba a decir a mí que aquel tremendo poema, que leí sobrecogido en mi adolescencia, había sido el mayor fraude de la literatura en lengua vasca! Se "vendió" como coetáneo de la 
batalla de Roncesvalles (VIII-IX), anterior, pues, al Cantar de Roldán (s, XI), con lo que adelantaba en 7 u 8 siglos a los primeros escritos literarios en euskera (s. XVI). Durante medio siglo engañó a todos los que quisieron dejarse engañar, por ejemplo, Hermilio Olóriz, autor de la traducción que leí de mocico.
Pero nadie me dijo nunca que era un pufo. Parecía un pacto de silencio. Lo descubrí hace cinco años. Fue mi 2ª decepción gorda, muy gorda, con el vascuence, sobre todo por la cobardía de no asumir el fraude.
Ayer habló del tema DN y me ha hecho actualizar esta entrada.

Recuerdos de adolescencia
Tendría 13 ó 14 años cuando en algún libro de texto de Geografía e Historia de Navarra (creo que bien podría ser el de Julio Gúrpide Beope, pag. 94) me topé con un tremendo poema: "Canto de Altobiscar". Me impresionó tanto que, a partir de entonces, el fiero Etcheco Jauna, Ibañeta, Roldán, los buitres comiendo la carne machacada de los soldados de Carlomagno... empezaron a formar parte de la mitología de mi adolescencia.
Por esa misma época pasábamos alguna semana de verano en Roncesvalles y, recorriendo aquellos parajes, me afanaba por encontrar el posible lugar de la batalla, algún resto de aquella carnicería, una punta de saeta oxidada entre la hojarasca, el eco de un irrintzi... En vano.
Pero hoy he tenido, al menos, la suerte de volver a encontrar ese viejo poema. Era así:


En medio de los montes de Vasconia
se eleva un grito, nuncio de borrascas,
y de su puerta en el dintel erguido:
Quién vá? pregunta el fiero Etcheco-Jauna.
Intranquilo su perro se despierta,
álzase al punto, husmea, ronco ladra
y su estruendosa voz en Altobiscar
con cien lúgubres ecos se agiganta.
Yá bélico rumor oye Ibañeta,
que entre las rocas iracundo avanza
y de derecha á izquierda se aproxima;
mas tambien en las cumbres elevadas,
guerreros cuernos á la muerte evocan,
y afila el montañés tajantes hachas.
Vienen! Vienen!... cual nubes de tormenta
brillan relampagueando sus corazas,
y ¡qué de enseñas de colores flotan
entre el inmenso bosque de sus lanzas!
Navarzal, cuántos son? cuéntalos bien.
—Son uno, dos, tres, cuatro;
cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez;
son.., ¡cielos! once, doce,
trece, catorce, quince, diez y seis;
diez y siete, diez y ocho, diez y nueve;
veinte.., ¡y miles y miles aún se ven!
Unamos, pues, los brazos, y arrancando
esas enormes rocas de sus basas,
caigan sobre sus míseras cabezas,
que al precipicio rueden aplastadas.
Hijos del Septentrion, á qué vinisteis?
Á qué el reposo herir de las montañas?
¡Dios las alzó para que nunca el hombre
con menguados intentos las franqueara!


Mas las rocas oscilan, se derrumban;
haces enteros al abismo arrastran,
ya todo es confusion! !Qué mar de sangre!
¡Qué de huesos molidos! Los de Francia
que aun tenéis un corcel y aún tenéis fuerzas,
huid, huid, de la feroz batalla.
Y tú, Rey Carlo-Magno, con el yelmo
de plumas negras y la roja capa,
huye, porque Roldán yá en tierra cae,
como los robles al golpear del hacha!
Huyen ... Huyen! ... ¿Qué fué de sus banderas?
¿qué, del inmenso bosque de sus lanzas?
Con su traidora sangre enrojecidas,
yá tampoco relumbran sus corazas.
Navarzal, cuéntalos, ¿cuántos anhelan
burlar, huyendo, nuestra ardiente saña?
Son veinte, diez y nueve,
diez y ocho, diez y siete, diez y seis,
quince, catorce, trece,
doce, once, diez, nueve, ocho, siete, seis;
cinco, cuatro, tres, dos, uno. ¡Ni uno!
Todos yacen sin vida á nuestros piés.
Todo acabó! Con tu bravío perro
ya puedes ir en paz, Etcheco-Jauna,
á abrazar á tu esposa y á tus hijos,
á limpiar tus saetas, á encerrarlas
en el guerrero cuerno y, sosegado,
dormir sobre él.¡De la invasion armada
los huesos blanquearán eternamente;
y allá en la noche, las voraces águilas,
vendrán, al son de los profundos vientos,
á comer de sus carnes machacadas!
Nota: he preferido la expresión "montes de Vasconia" al original de Hermilio Olóriz "montes euskaldunas"; "haces enteros" frente al original "haces enteras", hoy en desuso en femenino; y el muy navarro "navarzal" frente a "mancebo".

Cerrando el horizonte: a la izquierda Astobizkar; en el centro el barranco Patxaranberro; en el extremo derecho el monte Ortzanzurieta. Delante, a la izquierda, Burguete (Navarra) y tras él el montículo Don Simón. Fot. Garikoitz Estornés Zubizarreta 1990
Publicación del Canto de Altobiscar
En aquellos años no me planteaba cuándo fue creado el poema. Daba por supuesto que sería de la misma época de la batalla.
Ahora, casi medio siglo después, sí que me lo he planteado y la frustración ha sido mayúscula.
El poema original en euskera ("Altabiçaren Cantua") y traducido al francés (Le Chant d'Altabiçar") se publicó en 1834 en el "Journal de l'Institut historique" (ver, al final, documentación. Garay de Monglave, fundador de dicho periódico, lo presentó como un cantar de gesta contemporáneo a la batalla de Roncesvalles. Procedía -según Garay- del pergamino que con sus propios ojos vio en casa del conde de Garat, al que, a su vez, se lo había proporcionado Latour d'Auvergne, quien lo había recibido en 1794 de manos del superior de un convento de San Sebastián.
Se trataba, pues, de la alternativa vascona al Cantar de Roldán y, además, anterior a él.
El revuelo que causó la publicación del poema fue muy grande y mucha gente, aunque con alguna duda, creyó en su autenticidad. ¡Era tan hermoso! El aire general de antigüedad, el ladrido del perro retumbando en Ibañeta, la doble numeración de los guerreros... La belleza del poema y los deseos, especialmente por parte de los vascófilos y luego del nacionalismo, de que fuera auténtico superaban con creces a las posibles dudas del espiritu crítico.
Hermilio Olóriz
Uno de los más furibundos defensores de su autenticidad fue precisamente Hermilio Olóriz quien hizo la traducción al castellano que acabáis de leer para la Revista Euskara (1878-83):
"Por fortuna, los hombres de ciencia más eminentes, han reconocido su autenticidad, su magestuoso sabor antiguo, su indisputable mérito. Alguno, como Mr. Bladé, ha negado su antigüedad y se ha esforzado en probar, con argumentos poco sólidos y sutilezas, que dicha composicion es apócrifa y data solamente de fines del siglo pasado; pero las razones que aduce este escritor son de tan poco peso, tan sistemático se muestra al combatir los cantos heróicos de los vascongados, y en tales errores incurre al hacer ciertas comparaciones que su trabajo, apreciable por otra parte, carece en esta de importancia...."
La gran mentira
Wentworth Webster
Pero a finales de 1883, Wentworth Webster descubrió una de las más grandes patrañas literarias. Obtuvo declaraciones de gran transcendencia y escribió una notable carta a don José Manterola (quien en 1880 había fundado la revista cultural Euskal-Erria) incluyendo la declaración de Mr. Duwisin, testificada por otra autoridad no menos respetable, la del ilustre vascófilo Mr. D'Abbadie, de las que se desprende que el original del Canto de Altobiscar había sido compuesto en francés por el bayonés Garay de Monglave, que no sabía vascuence, en París, donde residía como estudiante. Lo compuso para cantarlo en las reuniones de estudiantes vascos. Uno de los compañeros, Louis Duhalde d'Espelette lo tradujo al vasco, en verso libre. Webster publicó su sensacional descubrimiento en el Boletín de la Real Academia de la Historia del año 1883.
No es, pues, de extrañar que el Dictionnaire de Contemporains de Vapereau califique a Garay de Monglave de "expert en pamphlets et quelque peu filibustier".
Yo, por mi parte, simplemente os muestro su etimología de "euskaldunak" (escualdunac, en la grafía de aquella época y en el país vasco-francés) en la misma presentación del Canto de Altobiscar:

Tras el desenmascaramiento
A pesar de que el Canto de Altobiscar es el poema más apreciado y estudiado de la literatura vasca, tras la denuncia de Wentworth Webster, no he obtenido (quizás los haya) ningún dato de nadie que haya rectificado, que haya reconocido su error, no tanto por haber apoyado la autenticidad del poema, sino por haber creído que ponerla en duda era un ataque al pueblo vasco. Ni Arturo Campión (autor de Orreaga), ni Hermilio Olóriz... Da la impresión de que ha habido un pacto de silencio entre "vascófilos" sobre esta tremenda metedura de pata.
No he conseguido el libro de Gúrpide, pero no recuerdo (perdón si me equivoco; han pasado casi 50 años) que dijera nada de la falsedad del Canto de Altobiscar.
Actualización 04.09.2019
Hoy tengo el gusto de presentaros las dos páginas del libro de Gúrpide en las que leí emocionado ese poema hace 55 años. Efectivamente, don Julio no dice nada de la falsedad del mismo. Simplemente lo presenta como un "Relato de la victoria de Roncesvalles":

En 1981 Benito Lertxundi (tampoco dice nada de su falsedad) pone música a la letra en vasco del poema en Altabizkarko Kantua.
Quiero destacar las páginas de Auñamendi Entziklopedia que, cada vez que las he consultado sobre este tema, han dicho verdad.
Finalmente quiero señalar que, a pesar de todo, el "Canto de Altobiscar" ha sido considerado siempre como "el primero y el más importante de los cantos vascos".

Documentación
Pongo a vuestra disposición el poema original (en vasco y en francés) de Garay de Monglave en el "Journal de l'Institut historique".  Va precedido de una introducción del mismo autor (en francés) que merece figurar en la Antología del Disparate. Lo único que la salva es que está hecha en 1834.
Y este escrito -ya de 1919- de José Manterola a la  comisión de monumentos históricos y artísticos de Navarra Epoca SEGUNDA Año 1919 Tomo X Número 37 - 1919 enero

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