Quizás por "culpa" de Juaristi ("Ramón Menéndez Pidal, el último liberal unitario"), Menéndez Pidal, el olvidado filólogo de la Generación del 98, está saliendo estas semanas del olvido.
Ya en 2012 hablamos de él cuando, con el sugestivo título de El "Roncesvalles navarro", un cantar de gesta del s. XIII, nos presentó, en la Revista de Filología Española, hace más de un siglo, la versión navarra del cantar.
Pero hoy vamos a ceñirnos a su pensamiento político. Y más concretamente a su lucha contra "las dos Españas", tan bien cantada por Serrat, musicando el poema de Antonio Machado:
Españolito que vienes al mundo te guarde Dios:una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
Duelo a garrotazos (Goya)
Aunque, cuando oigo eso de "helarte el corazón" no puedo menos que recordar lo de "helar la sangre" que le escribió en una carta memorable la madre de Joseba Pagaza al caradura de Patxi López:
"Ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son. A tus pasos los llamarán valientes. ¡Qué solos se han quedado nuestros muertos!".
El pensamiento de Menéndez Pidal sobre las dos Españas viene que ni al pelo para el Sanchismo (que en Navarra es el Chivitismo). Con el agravante de que a las dos Españas se les ha sumado la Antiespaña y que ésta se ha vuelto ahora decisiva para dar o quitar el poder a la izquierda o a la derecha, dividiendo al Constitucionalismo.
Recuerdo las elecciones al Parlamento de Navarra de 2019. El baño al cuatripartito separatista fue hermoso: 31 a 19. ¡Mayoría absoluta para el Constitucionalismo!
Pero, como nos temíamos, el rumbo que tomó Navarra estaba, con sus 11 parlamentarios, en manos del PSN, 2ª fuerza tras Navarra Suma (20).
Chivite quería ser Presidenta, pero del brazo de Navarra Suma no podía aspirar más que a la vicepresidencia.
"Así que mucho nos tememos -decíamos entonces- que Chivite traicione a Navarra. Sí, a la Navarra constitucional por una poltrona. Deseo -con toda el alma- equivocarme".
Pero desgraciadamente no me equivoqué. Y Chivite, en vez de unirse a "los otros españoles", se unió a la Antiespaña".
Dice don Ramón Menéndez Pidal:
No es una de las semi-Españas enfrentadas la que habrá de prevalecer en partido único poniendo epitafio a la otra. No será una España de la derecha o de la izquierda; será la España total, anhelada por tantos, la que no amputa atrozmente uno de sus brazos, la que aprovecha todas sus capacidades para afanarse laboriosa por ocupar un puesto entre los pueblos impulsores de la vida moderna
¡Cómo se nota que, cuando escribió don Ramón "Los españoles en la historia" (1947), todavía no existía la Antiespaña!
Supongo que a los sanchistas (que no socialistas) de hoy esta reflexión de don Ramón les desagradará mucho más (más aún que a Franco) de lo que les pudo gustar a los escasos socialistas de entonces.
1 comentario:
Me temo amigo Pachi que las dos Españas estan estampadas en la misma condición de ser español. Cuando el moro invadió Francia, apareció Carlos Martel, lesdió mulé en Poitiers y desapareció el moro.
Aquí, los compadreos para ir en contra del otro costaron ocho siglos en llegar al mismo resultado. Don Ramón conoció la semana trágica de Barcelona, los sucesivos abatares de cambios de gobiernos y asesinatos de todo tipo, conoció las insidias nacionalistas de la segunda república y seguramente dedujo que el español no puede vivir sin odiar a alguien, sin acercarse a las mentiras destructoras de una leyenda negra o una Navarra sin corona.
Capaces de las mayores proezas y las peores vilezas hemos ido cabalgando sobre nuestra propia ignorancia hacia no se sabe donde, con tal que el ruido de la bronca oculte nuestras propias miserias.
Es el único pueblo que no sabe poner en música la grandeza de su Historia, ni los sueños unánimes de su futuro. El barro de la envidia nos paraliza.
Publicar un comentario