Arazuri PCB: "Junio 1965 columpiándonos de niños en las cadenas del Monumento a los Fueros, aprendimos a ser forales" |
"Más sabe el diablo por viejo que por diablo". Pues lo mismo le pasa al diablillo de Iriberri, quien ya nos ha vaticinado que "un día de estos leeremos en nuestro diario que los grupos municipales de UPN y PSN han encontrado la salida al laberinto en el que se han metido por el Paseo de Sarasate".
Yo, por mi parte y por Arazuri, pediría que se mantenga la Guardería Foral.
Paseo de Sarasate y de Navarra José Miguel Iriberri
Contaba un sabio chungón que lo más sospechoso de las soluciones es que siempre aparecen cuando más necesarias son y ya al borde del abismo. Pues eso. Un día de estos leeremos en nuestro diario que los grupos municipales de UPN y PSN han encontrado la salida al laberinto en el que se han metido por el Paseo de Sarasate. De pronto y al final, los dos contendientes se darán la mano en favor de este espacio emblemático de la ciudad, un paseo que bien podría llamarse “Paseo de Navarra” por su dimensión institucional, acostado como está, a sus anchas, entre las sedes de los poderes ejecutivo y legislativo, y con los Fueros como ornamento cum laude. Claro que, si bien se mira, en esta disputa de regionalistas y socialistas lo sospechoso no será que hayan encontrado la solución, sino que agotaran semanas y meses, paseo arriba, paseo abajo, discutiendo por la acera de la antigua Foto Mena y la heladería de Los Italianos -la acera del tranvía-, como figurantes de una tarde de domingo en viejas postales del otro siglo.
Porque, a ver qué puede haberse colado en este paseo urbanísticamente intocable como para marcar una línea divisoria entre dos grupos que están alejados uno del otro, por supuesto que sí, pero diríamos que estrechamente alejados. Este espacio bisagra entre la ciudad de los burgos y la de los ensanches, gemelo del bulevar donostiarra, es un punto del callejero perfectamente definido en la memoria ciudadana. Ahora es más un lugar de paso que de paseo a la vieja usanza, porque cambia la vida de la ciudad al cambiar las vidas de los ciudadanos, pero ningún ayuntamiento se atrevería a torcerlo. Al menos, ninguno con una mayoría de ediles sentados en pleno y en plenas facultades mentales. Se acepta una maquinaria amable, en su caso, y con cuidado.
Es cierto que el nuevo plan del paseo -digamos que “plan de amejoramiento”, a tono con la columna monumental- puede dar para debatir horas y horas, y días y semanas, sobre estos (queridísimos) árboles, aquellos bancos, los accesos, las farolas, las rasantes, los materiales, las servidumbres de la tómbola, las concentraciones, las ferias de libros, las exposiciones... Pero, venga. Situados ya a tres pasos de distancia, lo que deben hacer UPN y PSN es ponerse definitivamente a pasear, que para eso es el paseo. Tampoco hace falta que vayan del brazo. Simplemente uno al lado del otro y midiéndose las distancias. Su acostumbrado paseo desde la restauración democrática municipal de 1979, salvo puntuales excepciones. Recuerden aquello de que “morir es una cosa al alcance de cualquiera; lo difícil es rehacer la vida”. Pues en este punto del paseo ya han logrado lo más fácil, que es matarse a discutir; ahora les toca la dificultad de rehacer el encuentro.
Y manos a la obra. Veremos para cuándo. Algunas otras voces de la oposición, ya saben las fechas. Será para las próximas elecciones municipales. Fijo. Les salen las cuentas porque dicen que el ladino alcalde Maya hace coincidir, a dos años de lejanía, el estreno de las obras con la colocación de las urnas. Surrealismo a la pamplonesa: rechazan el proyecto, pero dan por supuesto que los ciudadanos lo celebrarán hasta con votos, lo cual es posible, y además piensan que el proyecto cumplirá estrictamente los plazos previstos, algo ya imposible de pensar para cualquier paseante de esta ciudad. Menudo chollo para la oposición: el tradicional retraso de obras daría material fresco de campaña electoral.
José Miguel Iriberri
Periodista
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