Iglesia abandonada de Unciti. El cura fue asesinado al salir por esa puerta, tras los primeros toques para el rosario (02.06.50). A la dcha, la parroquia en 1929 |
Prolegómenos
En los últimos años de vida de mi madre, cuando iba a pasar con ella la tarde de los martes, aprovechaba para sonsacarle anécdotas, recuerdos suyos... que no podían quedar en el olvido. Uno de los que más me impactó fue el caso de Toribio Eguía, quien en 1884 mató al cura de Atondo y a su ama. Su ejecución fue a garrote vil en la Vuelta del Castillo y Pío Baroja, niño, fue testigo de ella.
Y yo le reñía a mi madre: "me estás venga contar lo del crimen del estanco de la calle del Coso, el crimen del cura de Atondo... y no me cuentas nada del asesinato del cura de Unciti, bien reciente (1950) y a un kilómetro de Cemboráin, de donde sois el papá y tú". Y mi madre se hacía la loca o, quizás, no supiera (cosa extraña), pero jamás me contó nada.
Muerta ya mi madre en 2010, empecé a publicar la triste historia de Toribio y cinco años después -en 2016- me llega al blog este comentario:
Anónimo dijo...Estupendo, Patxi, tu relato de El crimen de Atondo: Toribio Eguía".Lamento, no obstante, que no amplíes el asunto del párroco de Unciti, Don Juan Iribarren Martínez, asesinado el viernes 2 de junio de 1950. Sólo he podido encontrar dos referencias en el Diario de Navarra. Un amigo de Aoiz recuerda algunos ecos que circularon por la zona tras el asesinato del párroco. Al parecer, ambos competían por el amor de la misma mujer, o bien el párroco desaconsejó a la chica que se casara con cierto mozo del pueblo. Éste, despechado, se vengó del presbítero quitándole la vida de un hachazo. La noticia sólo fue recogida, brevemente, por el Diario de Navarra: una esquela el domingo 4 de junio de 1950, y, un año después, un breve artículo in memoriam.Es posible que no se quisiera publicitar un episodio tan truculento, que debió parecerles, en aquellos tiempos, escandaloso.Emilio 26 de abril de 2016, 18:08
Antigua parroquia, cementerio y Paña Izaga |
Como veis, cuando se esconde la información, se disparan los rumores; cuanto más silencio guarde la Iglesia y la prensa, más duros y retorcidos los rumores contra las víctimas [: el cura ("algo habrá hecho"), la chica ("la mala de la película")],
Es incomprensible que nadie haya publicado nada en 68 años. Ese silencio no ha hecho sino sembrar dudas y sospechas precisamente contra las dos víctimas, Don Juan Iribarren Martínez y Mª Luisa.
Así pues, por acabar con esta larga e injusta situación, quiero agradecer a mi tía Mª Jesús (Sor Marina, en la vida religiosa) que me haya contado lo que ella conoce sobre este triste suceso.
En 1950, Mª Jesús, mi informante, a punto de cumplir 23 años, estaba en el noviciado de las Dominicas, en el barrio de San Juan, y el hortelano del convento (que había trabajado antes para una casa de Cemboráin y, por tanto, la conocía mucho) fue quien le dio la noticia del asesinato del cura de Unciti. Y después (en el tiempo, que no en importancia), las visitas (muy especialmente su hermana Isidra, a la que le tocó el tema bien de cerca, como veréis) le fueron aportando los detalles, el móvil del crimen...
Quiero destacar la oportunidad del testimonio de Mª Jesús (nacida en el 27) la más pequeña y única superviviente de los 15 hermanos que fueron, entre ellos, mi padre.
Quiero destacar la oportunidad del testimonio de Mª Jesús (nacida en el 27) la más pequeña y única superviviente de los 15 hermanos que fueron, entre ellos, mi padre.
El relato de Mª Jesús
Mª Luisa y XX (quien luego mató al cura) eran novios. Ella era de Sengáriz y él de casa XY de Unciti (a poco más de 10 km en línea recta). Ya habían intercambiado los regalos previos a la boda, pero aún no se habían leído las amonestaciones en las respectivas parroquias, cuando la madre de él le dijo: "no te cases con ésa". Y él dejó a Maria Luisa.
Pero, al tiempo, quiso que volviera. Ella, quizás porque se sintió despreciada, ya no quería volver. Entonces él le pidió al párroco, Don Juan, que intercediera, ya que a él Mª Luisa no le hacía caso. A pesar de los intentos del cura, Mª Luisa se mantuvo firme en su negativa y a XX empezó a darle la impresión de que el cura no hacía todo lo posible.
Pero, al tiempo, quiso que volviera. Ella, quizás porque se sintió despreciada, ya no quería volver. Entonces él le pidió al párroco, Don Juan, que intercediera, ya que a él Mª Luisa no le hacía caso. A pesar de los intentos del cura, Mª Luisa se mantuvo firme en su negativa y a XX empezó a darle la impresión de que el cura no hacía todo lo posible.
El primer síntoma de que XX estaba perdiendo la cabeza fue que empezó a decir por Unciti que iba a matar al cura. La gente, como os podéis imaginar, no se lo tomaba en serio.
La línea roja marca la distancia (208 m) de la parroquia (abajo) a la 1º casa de Unciti |
La parroquia de Unciti estaba entonces alejada más de 200 metros de las primeras casas del pueblo (caso -que yo sepa- poco habitual, que habrá que investigar) y era el propio cura quien daba los toques (la una, un cuarto, media y entrada) para misas, rosarios...
Se encontraba, con una cruz, donde cayó muerto Juan |
Cuando llegó la Guardia Civil, lo encontraron muerto junto a la iglesia, semiescondido en una ezpuenda.
Nadie sabía, a ciencia cierta, qué le había podido pasar, pero XX sí. Había esperado a que el cura saliera de la iglesia, tras alguno de los primeros toques, y en el mismo atrio, por la espalda, le dio un azadazo (no hachazo) en la nuca, en sitio seguro. A continuación lo arrastró para ocultarlo en la ezpuenda. Para disimular, volvió a casa como si nada y puso la radio a tope (como queriendo decir: "a mí que me registren, que yo estaba en casa oyendo música").
La Guardia Civil, tras recabar información y recoger pruebas, enseguida detuvo a XX. Él mismo ("voy a matar al cura") ya se había delatado.
XX pasó el resto de su vida entre la cárcel y el manicomio, donde -cree mi tía Mª Jesús- murió.
Imaginaos la situación en que quedaba Mª Luisa tras el asesinato. Especialmente quienes se hicieron eco de los rumores más malintencionados ("Al parecer, ambos -cura y novio- competían por el amor de la misma mujer"), la verían como "la mala de la película".
Y en ese terrible momento juega un papel fundamental otra tía mía, Isidra, amiga de Mª Luisa. [En la foto de la derecha las veis en la despedida de las 4, de pie, que se van monjas. Con el nº 3, mi tía Felisa, que murió en 1945 con 28 años. Fue sustituida en la misión por Mª Jesús, nuestra informante]
Mi tía Isidra tenía en la Venta de Óriz todo un arsenal de primos solteros (once, leo en la lápida; cada vez que, por los años 60, pasábamos con el coche por la Venta, mi hermano Carlos, con su ironía habitual, solia decir: "a la izquierda, el cenáculo").
Entre ellos, había uno, Pablo, cuya familia quería que se casara con una chica, pero a él no le llenaba. Isidra, que conocía los sentimientos de Pablo, no muchos meses después de los terribles hechos, un día le habló así: "supongo, Pablo, que en Óriz habéis oído hablar del caso del cura de Unciti. La chica, que se vio envuelta en la tragedia, es una amiga mía de Sengáriz, Mª Luisa. Imagínate en qué situación queda. Yo, que quiero lo mejor para ti, te garantizo que es buena, sacrificada, trabajadora..."
El éxito de esa relación fue total. Pablo y Mª Luisa se casaron y tuvieron un hijo, José Luis. Yo los recuerdo, cuando venían por los Jardines de la Taconera, en los años 50, como una pareja muy agradable. Una hermana mía les pone el calificativo de "buenazos" y añade un detalle que me ha dejado impresionado: Mª Luisa debía de estar bastante delicada y cuando volvían a casa (un piso sin ascensor) el bueno de Pablo se la echaba a las costillas y la subía hasta casa. Y de José Luis, el hijo, quien lo ha conocido sabe que fue una persona solidaria, un buen profesional y honrado a carta cabal.
En fin, tía Isidra, que como casamentera no tuviste precio.
Cuando oía hablar del crimen del cura de Unciti, para rato sospechaba yo que mi familia, por parte de padre, hubiera jugado un papel tan importante y, sobre todo, tan positivo:
Pero me quedo con la rabia de no haber publicado esto hace unos años, cuando alguno de los afectados vivía.
XX pasó el resto de su vida entre la cárcel y el manicomio, donde -cree mi tía Mª Jesús- murió.
Actualización 20/04/1978
Preguntando en el cementerio me dicen que falleció en Pamplona, el día 19 de abril de 1978, a los 62 años de
edad. No hay lápida. Estuvo enterrado en una
fosa y luego fue al osario común.
Pinchad en el enlace para ver la Venta de Óriz ("el cenáculo" de mi hermano Carlos) en la actualidad |
Maria Luisa
1. Tía Isidra 2. Mª Luisa 3. Tía Felisa, dominica misionera |
Y en ese terrible momento juega un papel fundamental otra tía mía, Isidra, amiga de Mª Luisa. [En la foto de la derecha las veis en la despedida de las 4, de pie, que se van monjas. Con el nº 3, mi tía Felisa, que murió en 1945 con 28 años. Fue sustituida en la misión por Mª Jesús, nuestra informante]
Mi tía Isidra tenía en la Venta de Óriz todo un arsenal de primos solteros (once, leo en la lápida; cada vez que, por los años 60, pasábamos con el coche por la Venta, mi hermano Carlos, con su ironía habitual, solia decir: "a la izquierda, el cenáculo").
Entre ellos, había uno, Pablo, cuya familia quería que se casara con una chica, pero a él no le llenaba. Isidra, que conocía los sentimientos de Pablo, no muchos meses después de los terribles hechos, un día le habló así: "supongo, Pablo, que en Óriz habéis oído hablar del caso del cura de Unciti. La chica, que se vio envuelta en la tragedia, es una amiga mía de Sengáriz, Mª Luisa. Imagínate en qué situación queda. Yo, que quiero lo mejor para ti, te garantizo que es buena, sacrificada, trabajadora..."
El éxito de esa relación fue total. Pablo y Mª Luisa se casaron y tuvieron un hijo, José Luis. Yo los recuerdo, cuando venían por los Jardines de la Taconera, en los años 50, como una pareja muy agradable. Una hermana mía les pone el calificativo de "buenazos" y añade un detalle que me ha dejado impresionado: Mª Luisa debía de estar bastante delicada y cuando volvían a casa (un piso sin ascensor) el bueno de Pablo se la echaba a las costillas y la subía hasta casa. Y de José Luis, el hijo, quien lo ha conocido sabe que fue una persona solidaria, un buen profesional y honrado a carta cabal.
En fin, tía Isidra, que como casamentera no tuviste precio.
Aquí descansan Maria Luisa y Pablo, su hijo José Luis y los Mendiburu Ayanz |
Juan Iribarren Martínez
Gracias a la esquela y a la hemeroteca de DN, he conseguido saber era originario de Alzórriz; durante la Guerra Civil fue destinado como capellán castrense en el Tercio de San Ignacio; fue también párroco de Najurieta; El Cabildo y Arciprestazgo de Ibargoiti organizó un funeral en el Seminario de Pamplona; hubo misas de aniversario, también, en Alzórriz y Lesaca y que murió con 40 años y está enterrado en el cementerio de Unciti.
...Iribarren Martínez. Un año ha
pasado desde aquella noche nefasta, y durante él, en nada ha
disminuido el recuerdo a su pastor de almas, como a la hora en que la
mano homicida causó la muerte al Sacerdote. El tiempo, factor
principal, que borre las huellas de lo pasado, no puede hacer, que
ese caso se olvide. y como homenaje a su memoria y recuerdo, este
pueblo, ha sabido, con verdadera resignación cristiana sobrellevar
tan tremenda desgracia y las consecuencias que de ella se han
derivado. Ayer, festividad del Sagrado Corazón de Jesús; después
del acto...
Gracias a la esquela y a la hemeroteca de DN, he conseguido saber era originario de Alzórriz; durante la Guerra Civil fue destinado como capellán castrense en el Tercio de San Ignacio; fue también párroco de Najurieta; El Cabildo y Arciprestazgo de Ibargoiti organizó un funeral en el Seminario de Pamplona; hubo misas de aniversario, también, en Alzórriz y Lesaca y que murió con 40 años y está enterrado en el cementerio de Unciti.
DN Hemeroteca 03/06/1951
Lápida de Juan Iribarren en el cementerio de Unciti |
En conclusión
- mi tía Mª Jesús (sor Marina) como informante, evitando rumores malintencionados
- mi tía Isidra, ejerciendo providencialmente de 'casamentera' para Mª Luisa, evitando su estigmatización social
- mi tío Pablo, haciéndola feliz (y subiéndola a casa a rechinchín)
- mi primo José Luis, haciendo que sus padres, Pablo y Mª Luisa, estuvieran orgullosos de él y dándoles dos nietas.
Pero me quedo con la rabia de no haber publicado esto hace unos años, cuando alguno de los afectados vivía.
Continúa en
4 comentarios:
Te sigo continuamente y me gusta leer todo lo que escribes,principalmente con tus comentarios del valle de Unciti.Me ha gustado el relato del crimen,aunque era muy pequeña recuerdo perfectamente como lo vivimos desde Artaiz y la versión que yo tengo de lo ocurrido es muy similar a la que tu relatas
Hola, me encantaría que me enviaras particularmenente tu versión. Aunque sea similar, puede haber matices distintos. Te ruego que me la mandes a patximendiburu@gmail.com
Seguiremos en contacto
Algo ya supimos por nuestras madres ... La mía de Unciti ... Recuerda perfectamente aquel día !!!
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